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El fal­so Mikel Lejarza

En 1988, Dia­rio 16 publi­có un gran repor­ta­je ase­gu­ran­do que la fal­sa iden­ti­dad que uti­li­za­ba Mikel Lejar­za «Lobo» era la de Miguel Ruiz Mar­tí­nez, un ciu­da­dano espa­ñol de ori­gen mexi­cano casa­do en 1984 con María del Car­men Cepriá Gaja­te con la que había teni­do un par de hijos: Mikel, naci­do en 1981, y Jes­si­ca, en 1986.

A par­tir de enton­ces, se ha dado abso­lu­ta cre­di­bi­li­dad a todo cuan­to ha ido afir­man­do dicho per­so­na­je en bio­gra­fías, docu­men­ta­les, entre­vis­tas en pren­sa, radio y tele­vi­sión, repor­ta­jes, artícu­los e inclu­so en una pelí­cu­la. Todas ellas reple­tas de men­ti­ras. La mayo­ría, fáci­les de des­mon­tar. En la ante­úl­ti­ma bio­gra­fía, publi­ca­da en 2019, Yo con­fie­so, par­ti­ci­pó tam­bién su espo­sa, Car­men Cepriá, «Mamen», que con­tó casi tan­tas men­ti­ras como su marido.

Hace años que ven­go denun­cian­do que Miguel Ruiz Mar­tí­nez no es en abso­lu­to Mikel Lejar­za «Lobo» y he afir­ma­do que era bien sen­ci­llo de su par­te reba­tir mi denun­cia. Bas­ta­ba con que se hicie­ra una prue­ba de ADN. Su res­pues­ta ha lle­ga­do en la últi­ma bio­gra­fía dedi­ca­da al tema, Secre­tos de con­fe­sión, escri­ta como la ante­rior a cua­tro manos, con el perio­dis­ta Fer­nan­do Rue­da, y publi­ca­da a fina­les de 2022.

En dicho libro, afir­ma que «Maka­za­ga quie­re que me haga el ADN, que sal­ga a la pales­tra, ahí me tie­ne pilla­do, ahí me tie­ne más fácil. No le voy a dar esa ale­gría. Pue­do per­fec­ta­men­te demos­trár­se­lo pero es que no lo ten­go que demos­trar yo. Lo han demos­tra­do los gobier­nos, todos lo han demos­tra­do, des­de el pri­mer Gobierno de la dere­cha aún con Fran­co has­ta aho­ra todos lo han demos­tra­do, yo soy quien soy».

Aho­ra bien, no ha habi­do una sola auto­ri­dad polí­ti­ca que haya afir­ma­do jamás que Miguel Ruiz sea en reali­dad Mikel Lejar­za. En las poquí­si­mas oca­sio­nes en que han men­cio­na­do el tema se han limi­ta­do a insi­nuar­lo, evi­tan­do siem­pre afir­mar­lo. Eso sí, han logra­do que todo el mun­do lo con­si­de­re un hecho indis­cu­ti­ble, como lo con­si­de­ré yo mis­mo has­ta hace algu­nos años.

Miguel Ruiz siem­pre pone el mis­mo ejem­plo. Afir­ma que, en el caso de las escu­chas en el dia­rio La Van­guar­dia, en 1993, el enton­ces minis­tro de Defen­sa, Julián Gar­cía Var­gas, dijo tex­tual­men­te: «Mikel Lejar­za, El Lobo, es un hom­bre nues­tro, al cual defen­de­re­mos, y mien­tras yo esté aquí como minis­tro des­de lue­go será defen­di­do a muerte».

El minis­tro no solo no pro­nun­ció jamás esas pala­bras. Ni siquie­ra pro­nun­ció el nom­bre de Mikel Lejar­za, «El Lobo», cuan­do com­pa­re­ció en el Con­gre­so de los Dipu­tados, el 9 de diciem­bre de 1993. Allí, evi­tó cui­da­do­sa­men­te afir­mar que Miguel Ruiz fue­se Mikel Lejar­za. Se limi­tó a insi­nuar­lo, logran­do, eso sí, que todos enten­die­ran algo que no había dicho en absoluto.

Gar­cía Var­gas dijo que, «Sobre don Miguel Ruiz Mar­tí­nez, cono­cen pro­ba­ble­men­te diver­sos datos que reve­lan que es una per­so­na poco con­ven­cio­nal» y espe­ci­fi­có que «pres­tó ser­vi­cios a la segu­ri­dad del Esta­do a tra­vés del anti­guo Ser­vi­cio de Docu­men­ta­ción de Pre­si­den­cia del Gobierno». Tras ello, pro­pu­so con­vo­car «una sesión dis­cre­ta para poder expli­car los ser­vi­cios que ha pres­ta­do al Esta­do, que han sido ser­vi­cios impor­tan­tes, y el Esta­do debe ser agra­de­ci­do y debe actuar en con­se­cuen­cia con quien le sir­ve bien».

Por supues­to, nun­ca se supo abso­lu­ta­men­te nada sobre aque­lla dis­cre­ta sesión que pro­pu­so ni sobre los impor­tan­tes ser­vi­cios pres­ta­dos por Miguel Ruiz. Unos ser­vi­cios que el minis­tro evi­tó con sumo cui­da­do pre­ci­sar. Pue­de com­pro­bar­lo todo el que quie­ra. En aque­lla inter­ven­ción del minis­tro no hay nada que se ase­me­je a una con­fir­ma­ción de que Miguel Ruiz sea Mikel Lejar­za. Ni de que hubie­se par­ti­ci­pa­do en una ope­ra­ción de infil­tra­ción con­tra ETA. Nada de nada. Todo el mun­do cre­yó enten­der que esta­ba hablan­do de Mikel Lejar­za, pero el minis­tro se cui­dó muy mucho de pro­nun­ciar dicho nombre.

Nin­gu­na otra auto­ri­dad polí­ti­ca ha lle­ga­do a afir­mar jamás ni tan siquie­ra lo que afir­mó Gar­cía Var­gas. Es abso­lu­ta­men­te fal­so que haya habi­do nun­ca una con­fir­ma­ción ofi­cial de que Miguel Ruiz Mar­tí­nez sea Mikel Lejar­za. No la ha habi­do jamás. Siem­pre han pues­to mucho cui­da­do en no afir­mar nada al res­pec­to, limi­tán­do­se a las puras insi­nua­cio­nes que en nada les com­pro­me­ten. Por eso, el pre­ten­di­do Lejar­za ten­drá que bus­car­se otra excu­sa para seguir negán­do­se a hacer una prue­ba de ADN.

Otra de las posi­bi­li­da­des sería que se pre­sen­ta­se ante alguien que lo haya cono­ci­do bien antes de 1975. Por ejem­plo, ante sus her­ma­nas, con las que Fer­nan­do Rue­da ase­gu­ra haber char­la­do duran­te cin­co horas. ¿Cin­co horas con las her­ma­nas de Lejar­za? Impo­si­ble. Estoy segu­ro de que ese encuen­tro no se pro­du­jo por la sen­ci­lla razón de que la fami­lia Lejar­za deci­dió en su día no hablar con nadie de Mikel. Y menos con periodistas.

Nóte­se que Fer­nan­do Rue­da, que dice ser un perio­dis­ta de inves­ti­ga­ción, dejó bien cla­ro que el pre­ten­di­do Lejar­za le pro­pu­so que «él me con­ta­ría sus recuer­dos y yo les daría for­ma. Como pun­to de par­ti­da pac­ta­mos una con­di­ción esen­cial: serían sus memo­rias en pri­me­ra per­so­na y yo no inves­ti­ga­ría el con­te­ni­do de los epi­so­dios». ¡Vaya un perio­dis­ta de investigación!

En Secre­tos de con­fe­sión hay otras muchas men­ti­ras, entre las que cabe resal­tar las del perio­dis­ta Jesús María Zuloa­ga, sub­di­rec­tor del dia­rio La Razón que está en pose­sión de las cru­ces al Méri­to de la Guar­dia Civil y de la Poli­cía. Tan­to Zuloa­ga como los coau­to­res del libro, quien dice ser Lejar­za y el perio­dis­ta Rue­da, me citan en múl­ti­ples oca­sio­nes. Pue­do des­mon­tar y reba­tir sin difi­cul­tad sus men­ti­ras, pero un artícu­lo no da para gran cosa y me limi­ta­ré a vol­ver a repe­tir que estoy abso­lu­ta­men­te segu­ro de que esa per­so­na que pre­ten­de ser Mikel Lejar­za no lo es en absoluto.

Esa es la razón por la que se nie­ga a hacer­se la prue­ba del ADN o a reu­nir­se con cual­quie­ra que lo haya cono­ci­do bien antes de 1975, ponien­do como ridí­cu­la excu­sa que, tras des­apa­re­cer ETA, su vida corre más ries­go que nunca.

Xabier Maka­za­ga, inves­ti­ga­dor del terro­ris­mo de Estado

5 de abril de 2023

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