La revo­lu­ción de Saur

Un 27 de abril de 1978, triun­fa­ba la Revo­lu­ción de Saur, en Afga­nis­tán, tras el derro­ca­mien­to del régi­men anti­co­mu­nis­ta de Moha­med Daud y la toma del pala­cio pre­si­den­cial de Kabul. El nue­vo esta­do popu­lar afgano y su pro­yec­to al socia­lis­mo, luchó por la igual­dad de dere­chos de las muje­res por pri­me­ra vez en Afga­nis­tán, eli­mi­nó las injus­tas rela­cio­nes patriar­ca­les feu­da­les como los matri­mo­nios for­za­dos con­tra las muje­res, les dió un fusil a las muje­res para defen­der sus con­quis­tas… Esta opor­tu­ni­dad his­tó­ri­ca para lle­var a Afga­nis­tán a la moder­ni­dad, fue aho­ga­da en san­gre por Esta­dos Uni­dos, que finan­ció y armó a los tali­ba­nes lide­ra­dos por un tal Osa­ma Bin Laden. Los mis­mos paí­ses capi­ta­lis­tas que hoy se auto­eri­gen como «defen­so­res de los dere­chos de la mujer», son los que le impu­sie­ron el bur­ka a la mujer en Afga­nis­tán has­ta hoy, por sus sucios inte­rés imperialistas.

En 1973, la monar­quía afga­na de Moham­med Zahir Shah fue derro­ca­da tras un gol­pe de esta­do de Moham­med Daud, tam­bién de fami­lia monár­qui­ca, que ter­mi­na­ría casán­do­se, de hecho, con la her­ma­na de Zahir. Tras la abdi­ca­ción del rey Zahir, Daud pro­cla­mó una repú­bli­ca que real­men­te seguía fun­cio­nan­do con las mis­mas polí­ti­cas monár­qui­cas y anti­co­mu­nis­tas, bajo su régi­men se cen­tró en repri­mir al Par­ti­do Demo­crá­ti­co Popu­lar de Afga­nis­tán. Daud era un opor­tu­nis­ta, como dijo una vez «Me sien­to muy feliz cuan­do pue­do encen­der mis ciga­rri­llos esta­dou­ni­den­ses con ceri­llas sovié­ti­cas», aun­que man­te­nía rela­cio­nes tan­to con URSS como con EEUU, esta­ba cla­ro que sus polí­ti­cas de mise­ria y pri­va­ti­za­ción eran amplia­men­te bene­fi­cia­rias al impe­ria­lis­mo estadounidense.

La Afga­nis­tán de Daud fue con­ti­nuís­ta del régi­men feu­dal monár­qui­co de Zahir y como su ante­ce­sor, fue abso­lu­ta­men­te calamitosa: 

  • El 97% de las muje­res y del 90% de los hom­bres eran analfabetos. 
  • El 5% de la oli­gar­quía poseían más del 50% de las tie­rras fértiles. 
  • Esca­sas indus­trias y carreteras. 
  • La espe­ran­za de vida era solo de 42 años. 
  • La mor­ta­li­dad infan­til era la más alta del mundo. 
  • La MITAD de la pobla­ción sufría tubercu­losis, una cuar­ta par­te malaria…

Ante la mise­ria masi­va del régi­men de Daud, el par­ti­do socia­lis­ta (Par­ti­do Demo­crá­ti­co Popu­lar de Afga­nis­tán) tomó mucha fuer­za entre las masas obre­ras. Así des­cri­bía la situa­ción en 1978, el pro­pio par­ti­do socia­lis­ta afgano: 

Las masas esta­ban dis­pues­tas a rebe­lar­se. El nivel de vida cayó de for­ma espec­ta­cu­lar. Más de un millón de afga­nos emi­gra­ron a Irán. La legi­ti­mi­dad del gobierno se vio sacu­di­da mal a los ojos del pue­blo, las órde­nes no se cum­plían. Un hecho impor­tan­te fue que estu­vi­mos tra­ba­jan­do des­de los 13 – 14 años en las escue­las para ser un movi­mien­to popu­lar. Antes de la revo­lu­ción, nues­tro Par­ti­do ya era una fuer­za for­mi­da­ble con 50 mil miem­bros y más sim­pa­ti­zan­tes, y esto dio mie­do al régimen.

Y efec­ti­va­men­te como decían los revo­lu­cio­na­rios afga­nos, al régi­men de Daud le ate­rro­ri­za­ba la ame­na­za de una revo­lu­ción popu­lar. El 17 de abril de 1978, Mir Akbar Kai­bar, líder obre­ro del PDPA, fue ase­si­na­do por agen­tes del régi­men de Daud en la maz­mo­rra de tor­tu­ras de Pul-e-Charkhi (mis­ma pri­sión que lue­go seria uti­li­za­da por EEUU en su inva­sión a Afga­nis­tán), en Kabul. Ante este cri­men de esta­do, hubo mani­fes­ta­cio­nes por todo el país y miles de obre­ros se echa­ron a las calles con ban­de­ras rojas, pidien­do el fin de la represión.

En el fana­tis­mo anti­co­mu­nis­ta de Moham­med Daud, en vez de abrir la mano y dejar de repri­mir a los lide­res obre­ros tras las pro­tes­tas masi­vas, lo que hizo fue encar­ce­lar a todos los lide­res del par­ti­do socia­lis­ta. Tras el ase­si­na­to de Mir Akbar, el régi­men de Daud arres­tó a todos los diri­gen­tes del PDPA, inclu­yen­do a su secre­ta­rio gene­ral Nur Muham­mad Tara­ki y a Babrak Kar­mal. Esta incen­dia­ria acción pro­vo­có nue­vas pro­tes­tas popu­la­res y esta vez la poli­cía del régi­men de Daud mató a tiros a 200 mani­fes­tan­tes. Este fue el prin­ci­pio del final de su tiranía.

El 26 de abril de 1978, con Tara­ki, Kar­mal y otros líde­res impor­tan­tes del PDPA arres­ta­dos y envia­dos a la cár­cel, el ejer­ci­to de Afga­nis­tán muy influen­cia­do por el ejer­ci­to sovié­ti­co que solía ins­truir­le mili­tar­men­te, empe­zó a orga­ni­zar la revo­lu­ción. Hay que decir, que la URSS, que en esos tiem­pos era ya una cari­ca­tu­ra revi­sio­nis­ta de lo que fue, no cola­bo­ró en la revo­lu­ción de Saur y de hecho, man­te­nía bue­nas rela­cio­nes con el régi­men de Daud.

El levan­ta­mien­to de la Revo­lu­ción de Saur empe­za­ría el 27 de abril de 1978, con el ejer­ci­to afgano toman­do el aero­puer­to de Kabul mien­tras las mili­cias popu­la­res salie­ron a las calles arma­das toman­do en ape­nas 24 horas las prin­ci­pa­les ciu­da­des. Una vez toma­das las calles por las mili­cias, el ejer­ci­to afgano se lan­zó a la con­quis­ta del Pala­cio Pre­si­den­cial, rodean­do el anti­guo cas­ti­llo real con tan­ques y movi­li­zan­do a las fuer­zas aéreas como apo­yo. Aun­que hubo resis­ten­cia de la guar­dia per­so­nal de Daud, todos fue­ron ani­qui­la­dos y los mili­ta­res revo­lu­cio­na­rios entra­ron en el pala­cio. Los mili­ta­res coman­da­dos por el coro­nel socia­lis­ta Abdul Qadir, pusie­ron en fila a todos los altos diri­gen­tes del régi­men, inclui­do Daud y los fusi­la­ron con­tra la pared.

El 30 de abril de 1978, fue pro­cla­ma­da ofi­cial­men­te la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca de Afga­nis­tán lide­ra­da por el Par­ti­do Demo­crá­ti­co Popu­lar de Afga­nis­tán, tras muchos años de opre­sión de la monar­quía y de la dinas­tía Mohammadzai. 

No ha habi­do fuer­zas exter­nas par­ti­ci­pan­do en la Revo­lu­ción de Abril. Afga­nis­tán no impor­tó ni expor­tó su Revo­lu­ción, ha sido el pro­pio pue­blo afgano puso en mar­cha un nue­vo cur­so de la cons­truc­ción de una socie­dad libre de la explo­ta­ción del hom­bre por el hombre. 

Muham­mad Taraki

El nue­vo esta­do afgano coman­da­do por los socia­lis­tas del Par­ti­do Demo­crá­ti­co Popu­lar de Afga­nis­tán lle­va­ron a cabo un pro­gra­ma masi­vo de refor­mas socia­les, algu­nas de ellas: 

  • Amnis­tía total para los pre­sos políticos. 
  • Esta­ble­ci­mien­to de una asis­ten­cia médi­ca gratuita. 
  • Pro­gra­ma edu­ca­ti­vo de acce­so gra­tui­to y universal 
  • Se prohi­bió la usu­ra, can­ce­la­ron todas las deu­das, prés­ta­mos e hipo­te­cas de las que los cam­pe­si­nos habían sido vic­ti­mas por los capitalistas. 
  • Se decre­tó una ley para garan­ti­zar la igual­dad de dere­chos entre muje­res y hom­bres en el ámbi­to del dere­cho civil, inclui­do el divorcio. 
  • Se prohi­bie­ron los matri­mo­nios por dine­ro o for­za­dos con la mujer, inclui­do las niñas. 
  • Se faci­li­tó la lle­ga­da de la mujer afga­na a la vida polí­ti­ca (sie­te muje­res fue­ron ele­gi­das al parlamento). 
  • Se abo­lió la dote, un impues­to patriar­cal, don­de el patri­mo­nio de la futu­ra espo­sa o su fami­lia se entre­ga­ba al novio como acto de finan­cia­ción de los futu­ros cos­tes de la mujer. 
  • Se luchó con­tra la figu­ra patriar­cal de la mujer ser­vil al mari­do y se pro­mo­cio­nó el acce­so labo­ral a la universidad. 
  • Se pro­mo­cio­nó no usar el velo y se prohi­bió el burka. 
  • Se pro­cla­mó un esta­do ateo, per­si­guien­do dura­men­te a los lide­res islamistas. 
  • Refor­ma agra­ria masi­va, dis­tri­bu­yen­do gra­tui­ta­men­te las tie­rras con­fis­ca­das a los bur­gue­ses hui­dos y a la fami­lia real para los cam­pe­si­nos sin tierra. 
  • Fue­ron lega­li­za­dos los sin­di­ca­tos obre­ros, los cua­les esta­ban prohi­bi­dos en el país. 
  • Se esta­ble­ció un sala­rio mínimo. 
  • Se redu­jo el pre­cio de ali­men­tos de pri­me­ra necesidad. 
  • Se prohi­bió el cul­ti­vo del opio. 
  • Se orga­ni­za­ron coope­ra­ti­vas campesinas. 
  • Se ini­ció una cam­pa­ña de alfa­be­ti­za­ción que redu­jo dra­má­ti­ca­men­te el analfabetismo. 
  • Se desa­rro­lla­ron pla­nes para crear y poten­ciar la indus­tria pesa­da y ligera.

La popu­la­ri­dad de la Revo­lu­ción de Saur en Afga­nis­tan fue tal, que has­ta la pren­sa capi­ta­lis­ta, tan fana­ti­ca anti­co­mu­nis­ta como The New York Times o Washing­ton, admi­tie­ron en la épo­ca que era impo­si­ble derro­car­la con el apo­yo popu­lar. The New York Times: 

Casi todos los afga­nos que entre­vis­ta­mos dije­ron que esta­ban encan­ta­dos con el gol­pe y el nue­vo regi­men socialista. 

Washing­ton Post: 

La leal­tad de los afga­nos al gobierno no pue­de ser cuestionada. 

The Wall Street Jour­nal :

Más de 150.000 per­so­nas mar­cha­ron para hon­rar la nue­va ban­de­ra del esta­do, los par­ti­ci­pan­tes pare­cían genui­na­men­te entusiastas.

Sai­ra Noo­ra­ni, una ciru­ja­na afga­na que estu­dió gra­cias a la Revo­lu­ción de Saur y que huyó de Afga­nis­tán tras la vic­to­ria de EEUU y sus mer­ce­na­rios talibanes: 

Todas las niñas podían ir a la escue­la secun­da­ria y a la uni­ver­si­dad. Podía­mos ir a don­de qui­sié­ra­mos e ir como qui­sié­ra­mos. Solía­mos ir a los cafés y al cine para ver las últi­mas pelí­cu­las indias cada vier­nes. Todo comen­zó a salir mal cuan­do los tali­ba­nes comen­za­ron a ganar, a los que Occi­den­te apoyó.

Todas estas con­quis­tas de dere­chos en la Revo­lu­ción de Saur, eran con­tra­rias a EEUU y su pro­pa­gan­da anti­co­mu­nis­ta, para la CIA era hora de poner­se manos a la obra para derro­car­la. Ape­nas 1 año des­pués de la revo­lu­ción, Jimmy Car­ter auto­ri­zó un pro­gra­ma de la CIA de «acción encu­bier­ta» de más de 500 millo­nes de dola­res para derro­car al gobierno pro­gre­sis­ta de Afga­nis­tán, es el ini­cio de la Ope­ra­ción Ciclón de la CIA.

Como era evi­den­te que era impo­si­ble el derro­ca­mien­to de la Revo­lu­ción de Saur usan­do al pue­blo afgano, la CIA puso en mar­cha su famo­sa tác­ti­ca de des­es­ta­bi­li­za­ción: la uti­li­za­ción de un enemi­go interno. Uno de esos enemi­gos esta­ba cla­ro, los faná­ti­cos isla­mis­tas que per­die­ron su poder en el país, los gru­pos tri­ba­les feu­da­les tali­ba­nes, que que­rían res­ta­ble­cer su régi­men de terror. Aun­que muchos creen que los tali­ba­nes fue­ron apo­ya­dos por EEUU en Afga­nis­tán des­de los años 80, real­men­te EEUU ya empe­zó a finan­ciar la ideo­lo­gía faná­ti­ca isla­mis­ta en Afga­nis­tán des­de al menos 1972. La CIA creó la Fun­da­ción Asia para finan­ciar a los líde­res del movi­mien­to isla­mis­ta afgano en la Uni­ver­si­dad de Kabul. Dos de los bene­fi­cia­rios de esos fon­dos de la CIA fue­ron Rab­ba­ni Say­yaf y Gul­bud­din Hek­mat­yar, dos lide­res isla­mis­tas con fuer­tes lazos con Osa­ma bin Laden y Al Qae­da, que se con­vir­tie­ron en agen­tes de la CIA de fac­to. Los dos agen­tes de la CIA se infil­tra­ron en las fuer­zas arma­das afga­nas y lue­go lide­ra­rían las fuer­zas de la yihad con­tra la Unión Sovié­ti­ca en la déca­da de 1980.

El otro enemi­go interno que bus­có la CIA, como tam­bién sue­le ser habi­tual, lo bus­ca­ron den­tro del pro­pio par­ti­do socia­lis­ta de Afga­nis­tan para des­truir­lo des­de den­tro. Ese era Hafi­zu­llah Amín. El pro­pio Comi­té Cen­tral del PDPA, san­cio­nó a Amin en 1968 y lo des­cri­bió como «una per­so­na cono­ci­da por un pasa­do con ras­gos fas­cis­tas y aso­cia­da a altos fun­cio­na­rios de las mis­mas carac­te­rís­ti­cas fas­cis­tas». Amin, era un agen­te de la CIA des­ca­ra­do, casi de mane­ra insul­tan­te, pero inex­pli­ca­ble­men­te esca­ló en el par­ti­do socia­lis­ta has­ta ser Pri­mer Minis­tro de Afga­nis­tán. Sin duda, no pur­gar el par­ti­do y dejar que fas­cis­tas dis­fra­za­dos de obre­ris­tas como Amin lle­ga­rán a esos pues­tos de poder, fue uno de los mayo­res erro­res de la Revo­lu­ción de Saur y del gobierno del PDPA.

La CIA ya tenia las 2 patas polí­ti­cas para derri­bar la Revo­lu­cion de Saur, una era la opo­si­ción isla­mis­ta y la otra, un infil­tra­do den­tro del pro­pio par­ti­do socia­lis­ta, fal­ta­ba la pata arma­da. Prác­ti­ca­men­te des­de el ini­cio de la Revo­lu­ción de Saur, se empe­zó a armar un ejer­ci­to de tali­ba­nes en Pakis­tán con el apo­yo arma­do y logís­ti­co de Esta­dos Uni­dos, Rei­no Uni­do y Ara­bia Sau­dí, que como dije ya inter­ve­nían clan­des­ti­na­men­te des­de 1972 a tra­vés de la Fun­da­ción Asia. Con los 500 millo­nes de dóla­res ya pla­ni­fi­ca­dos por Car­ter en 1978 y apro­ba­dos en 1979, com­pra­ron, sobor­na­ron y arma­ron a todos estos faná­ti­cos isla­mis­tas. Según el repor­te­ro del Washing­ton Post, Bob Wood­ward, la CIA gas­tó 70 millo­nes de dola­res solo en sobor­nos a lide­res reli­gio­sos, para que lava­sen el cere­bro a sus cre­yen­tes para luchar con­tra la Revo­lu­ción de Saur.

Con todo lis­to, la CIA tenia que pro­vo­car que la URSS inter­vi­nie­ra en Afga­nis­tán para abier­ta­men­te apo­yar una agre­sión con­tra el país, en su lucha con­tra el comu­nis­mo y usó a su tite­re Hafi­zu­llah Amín. En sep­tiem­bre de 1979, comien­za el gol­pe de esta­do con­tra el gobierno de la Revo­lu­ción de Saur orga­ni­za­do por la CIA, Amín ase­si­na a cua­tro altos ofi­cia­les lea­les al líder socia­lis­ta, Muham­mad Tara­ki. Tara­ki en un inten­to absur­do con dia­lo­gar con los gol­pis­tas de Amin, se reúne con ellos el 14 de sep­tiem­bre de 1979 en el pala­cio del gobierno, algo que apro­ve­chan los gol­pis­tas para ter­mi­nar de dar el gol­pe de esta­do. Aquel error de Tara­ki de inten­tar dia­lo­gar con sus enemi­gos, le cos­tó la vida y fue ase­si­na­do aquel mis­mo día, asfi­xia­do con una almoha­da. Hafi­zu­llah Amín, con­si­gue tomar el poder y el gol­pe de esta­do se con­fir­ma con éxito.

Duran­te los 104 días de su dic­ta­du­ra, Hafi­zu­llah Amín se qui­tó total­men­te la care­ta y demos­tró que era un agen­te de la CIA encu­bier­to y que su úni­ca misión era des­truir la Revo­lu­cion de Saur. Amin empe­zó a masa­crar a los comu­nis­tas sim­pa­ti­zan­tes de Muham­mad Tara­ki de mane­ra deli­ran­te, exten­dió sus ase­si­na­tos a toda per­so­na que sim­pa­ti­za­se con Tara­ki, algo que se podría exten­der fácil­men­te al 90% de la pobla­ción. Tam­bién tor­tu­ró a miles de comu­nis­tas en la pri­sión de Pul-i-Charkhi, la mis­ma que usó el régi­men monár­qui­co y lue­go el de Daud para tam­bién tor­tu­rar comu­nis­tas. A la mis­ma vez, la pro­pa­gan­da anti­co­mu­nis­ta apro­ve­cha­ba la masa­cre orga­ni­za­da por ellos mis­mos, para usar a Amin como un dic­ta­dor socia­lis­ta, para soca­var y des­acre­di­tar al socia­lis­mo. En solo 3 meses, lite­ral­men­te Amín había des­trui­do el gobierno, había pren­di­do fue­go al esta­do y, según los pla­nes de la CIA, esta­ba pre­vis­to que Amin entre­ga­ra el esta­do a los tali­ba­nes a cam­bio de con­ver­tir­se en pre­si­den­te del futu­ro esta­do tali­bán. Todo esta masa­cre fue apo­ya­da por EEUU, Pakis­tán, Rei­no Uni­do y Ara­bia Saudi.

Ante la bru­tal repre­sión de Amin, que per­si­guió a cien­tos de miles de comu­nis­tas, el Con­se­jo Revo­lu­cio­na­rio afgano, órgano supre­mo del Esta­do de Afga­nis­tán, pide ayu­da a la URSS. La URSS en cum­pli­mien­to de la lega­li­dad delTra­ta­do de Amis­tad, Bue­na Vecin­dad y Coope­ra­ción entre la Unión de Repú­bli­cas Socia­lis­tas Sovié­ti­cas y la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca de Afga­nis­tán, con­cer­ta­do entre Brézh­nev y Tara­ki el 5 de diciem­bre de 1978, entra en sue­lo afgano A PETICIÓN de Afga­nis­tán. Es impor­tan­te parar­se en esto, por­que los mani­pu­la­do­res sue­len ocul­tar que el Con­se­jo Revo­lu­cio­na­rio fue quien auto­ri­zó a la URSS a entrar en Afga­nis­tán, NO FUE UNA INVASIÓN. El Con­se­jo Revo­lu­cio­na­rio con­de­nó a Amín, horas antes de ini­ciar­se la ope­ra­ción de la URSS, a muer­te por traición.

El 27 de diciem­bre de 1979, a peti­ción del Con­se­jo Revo­lu­cio­na­rio de Afga­nis­tán, la URSS da luz ver­de a la Ope­ra­ción Tor­men­ta-333 para eli­mi­nar al dic­ta­dor de Hafi­zu­llah Amín. Los sovié­ti­cos envia­ron un coman­do espe­cial del KGB, com­pues­to por 600 sol­da­dos dis­fra­za­dos con uni­for­mes de afga­nos para infil­trar­se en el Pala­cio de Taj­beg en Kabul y ocu­par las prin­ci­pa­les ins­ta­la­cio­nes guber­na­men­ta­les, mili­ta­res y de medios de comu­ni­ca­ción, ade­mas de eli­mi­nar al obje­ti­vo. Los sol­da­dos espe­cia­les sovié­ti­cos eli­mi­na­ron a 300 guar­dias de éli­te y al pro­pio dic­ta­dor Amin en ape­nas 40 minu­tos, una de las ope­ra­cio­nes espe­cia­les de infil­tra­ción y com­ba­te con­tra una estruc­tu­ra for­ti­fi­ca­da, mas espec­ta­cu­la­res y exi­to­sas de la historia.

Tras el derro­ca­mien­to del pro­yec­to de dic­ta­dor títe­re de EEUU, Hafi­zu­llah Amín, empie­za lo que se dice la «Gue­rra de Afga­nis­tán», que no es otra cosa que EEUU y Occi­den­te finan­cian­do a Al Qae­da para res­tau­rar una dic­ta­du­ra en Afga­nis­tán. Esta­dos Uni­dos y Rei­no Uni­do, entre muchos otros, abier­ta­men­te se reúnen y finan­cian a los faná­ti­cos tali­ba­nes que for­ma­rían Al Qae­da, para ata­car la sobe­ra­nia de Afga­nis­tán y a los sol­da­dos sovié­ti­cos que acu­die­ron a su ayu­da en 1979. Reagan lle­gó inclu­so a reci­bir a los tali­ba­nes en la Casa Blan­ca y su pren­sa mer­ce­na­ria dedi­có por­ta­das a nada menos que Osa­ma Bin Laden como un heroi­co «gue­rre­ro anti-sovié­ti­co que puso su ejer­ci­to para con­se­guir la paz».

Estos fue­ron algu­nos de los pai­ses que apo­ya­ron, arma­ron y/​o finan­cia­ron a Al Qae­da en la agre­sión a la sobe­ra­nia de Afga­nis­tán naci­da de la Revo­lu­ción de Saur: 

  • Pakis­tán
  • Esta­dos Unidos 
  • Ara­bia Saudi 
  • Irán
  • Chi­na
  • Ale­ma­nia Occidental 
  • Rei­no Unido 
  • Qatar
  • Fran­cia
  • Egip­to
  • Irak
  • Libia
  • Japón
  • Tur­quía
  • Emi­ra­tos Ára­bes Unidos 

Ante tal des­gas­te, a prin­ci­pios de 1989, se reti­ra­ron orde­na­da­men­te los últi­mos sol­da­dos del Ejér­ci­to Sovié­ti­co, ven­cien­do la Al Qae­da finan­cia­da por Occi­den­te y sumien­do a Afga­nis­tán en un infierno de muer­te que dura has­ta hoy.

Como olvi­dar tam­bién el apo­yo de That­cher a los terro­ris­tas tali­ba­nes que se encon­tra­ban exi­lia­dos en la fron­te­ra de Pakis­tán con Afga­nis­tán en el año 1981, a los que aren­gó como una muyahi­din más con­tra la URSS.

Los cora­zo­nes del mun­do libre están con uste­des. Noso­tros en Gran Bre­ta­ña con­ti­nua­re­mos ayu­dán­do­les en todo lo que poda­mos. Deja­ron su país por­que se nega­ron a vivir bajo un sis­te­ma comu­nis­ta impío que está tra­tan­do de des­truir su reli­gión y su independencia.

Mar­ga­ret Thatcher

El «mun­do libre», como decia That­cher, usó a niños sol­da­do a manos de faná­ti­cos isla­mis­tas para com­ba­tir a la URSS e ins­tau­rar una dic­ta­du­ra tali­bán. Estos niños tali­ba­nes en el futu­ro serian miem­bros de Al Qae­da, estos son los lla­ma­dos «valo­res occi­den­ta­les» des­de 1980.

A la izquier­da, muje­res afga­nas opri­mi­das por la terri­ble dic­ta­du­ra sovie­ti­ca esta­ble­ci­da tras la Revo­lu­ción de Saur. (1978) A la dere­cha, las muje­res afga­nas dis­fru­tan­do de la lle­ga­da de la demo­cra­cia de EEUU, com­pran­do en un mer­ca­do en Kun­duz, (Afga­nis­tán), en pleno 2023.

Así fue el antes y el des­pués de la lle­ga­da de la «demo­cra­cia» occi­den­tal a Afga­nis­tán. Des­tru­ye­ron la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca de Afga­nis­tán y su pro­yec­to socia­lis­ta, para finan­ciar y entre­nar a Bin Laden que ins­tau­ró un régi­men tali­bán que sumió a la mujer en la edad media. Los mis­mos que per­pe­tra­ron este cri­men de lesa huma­ni­dad con­tra el pue­blo afgano, hoy dan lec­cio­nes y tie­nen el cinis­mo de orga­ni­zar gol­pes de esta­do en nom­bre de la defen­sa de los dere­chos de la mujer.

En resu­men, los impe­ria­lis­tas baña­ron en san­gre la Revo­lu­ción de Saur, die­ron un gol­pe de esta­do con Hafi­zu­llah Amin y arma­ron a los tali­ba­nes para derro­car a un gobierno legi­ti­mo que iba con­tra sus intere­ses. Y toda­vía tie­nen el cinis­mo de decir que la mala fue la URSS que ayu­dó al pue­blo afgano, a peti­ción de su PROPIO GOBIERNO. Es la deli­ran­te mani­pu­la­ción y fal­si­fi­ca­ción que hacen de la his­to­ria, una y otra vez, hacer ver al ver­du­go como vic­ti­ma y a la vic­ti­ma como ver­du­go. Al igual que hablan de la «Gue­rra de Afga­nis­tán», hablan de la «Gue­rra de Siria» o la «Gue­rra de Libia», cuan­do no son «gue­rras» en gene­ral, son AGRESIONES IMPERIALISTAS a pue­blos que solo se defien­den de los mis­mos de siem­pre que derri­ban al X gobierno de turno por­que no obe­de­ce a sus intere­ses. Es nues­tro deber des­en­mas­ca­rar sus mentiras.

Daniel Maya­kovs­ki @DaniMayakovski

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