Este dossier en cuatro partes se publica con motivo del 12º aniversario de la guerra de Siria, cuando, en un improbable giro de los acontecimientos, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, uno de los artífices de la destrucción de Siria, junto con el francés Nicolas Sarkozy y el depuesto emir de Qatar, Hamad Ben Khalifa al Thani, buscan desesperadamente una reunión con el presidente sirio Bashar Al Assad para evitar un desastre electoral en el referéndum de mayo de 2023. Pero el presidente sirio, escaldado e indiferente a la suerte de su vecino turco, ha condicionado la reunión a la retirada de Turquía de todo el noreste de Siria, al fin del apoyo de Ankara a los grupos terroristas y a un reparto equitativo de los recursos hídricos entre los dos países. De hecho, el presidente sirio se niega en redondo a inmortalizar una foto con su rival turco… de cara a la galería, una operación PO-PR (photo opportunity and public relations), querida por los operadores turísticos, que le sirva de palanca electoral. Lo mismo ocurre con la reintegración de Siria en la Liga Árabe, que Damasco desea lograr en sus propios términos y no en los de la organización panárabe o de las capitales árabes…
Lejos quedan los días en que el neo sultán otomano prometía rezar, como un conquistador, en la mezquita omeya de Damasco para celebrar la caída del poder baasista… Lejos, muy lejos quedan también los periódicos eructos del somnoliento Laurent Fabius de los foros internacionales sobre la inminente caída del presidente sirio.
Jugando con el efecto sorpresa, el presidente iraní Ibrahim Raissi visitó el viernes la mezquita de los Omeyas, uno de los principales lugares suníes, en compañía del presidente sirio Bashar Al Assad, en un acto que pretendía significar la superación de los antagonismos suníes-chiíes que han envenenado la vida regional desde la creación de la República Islámica iraní hace casi cuarenta años, al tiempo que sellaba simbólicamente su victoria conjunta en la guerra siria.
A lo largo de esta secuencia de doce años, el presidente Bashar Al-Assad se ha mantenido obstinadamente fiel a su lema de que «el precio de la rendición es infinitamente más caro que el precio de la resistencia». Puede que la Historia le haya dado la razón1.
El objetivo estadounidense: convertir Siria en un pantano en el que empantanar a Rusia
Estados Unidos ha destinado casi toda su ayuda humanitaria a Siria, afectada por un terremoto en febrero de 2023, a sus auxiliares kurdos en el noreste del país, como obstáculo a su política destinada a cambiar el régimen político de Damasco, único país, junto con Líbano, que no ha pactado con Israel.
Una política que, según la opinión atlantista, forma parte de una geoestrategia destinada a mantener débil y dividida a Siria, vía estratégica de abastecimiento del Hezbollah libanés, la bestia negra de Israel y Estados Unidos.
Pero este ostracismo sobre una cuestión eminentemente humanitaria –la difícil situación de una población doblemente afligida por una guerra de diez años y el terremoto (5. 900 víctimas) – , produjo, por efecto inverso, un vasto movimiento de solidaridad árabe, incluso en el seno de países hasta entonces resueltamente hostiles a una normalización con Siria, en particular Túnez, uno de los mayores exportadores de yihadistas terroristas bajo el mandato de Nahdhaouis (Moncef Marzouki-Rached Ghannouchi 2011 – 2014), Egipto, que declaró la yihad contra su antiguo socio en la guerra contra Israel bajo el presidente islamista Mohamad Morsi (2012), y Arabia Saudí, país anfitrión de la próxima cumbre árabe, deseoso de frenar el flujo de captagon2 producido en Siria o en tránsito hacia las petro-monarquías. Según las estimaciones más aceptadas, el tráfico mueve unos 54.000 millones de dólares al año.
En una señal inequívoca de la determinación estadounidense de mantener el bloqueo antisirio y obstaculizar la reconciliación interárabe, el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Mark Milley, visitó por sorpresa a principios de marzo de 2023 la base de Tanaf, objetivo habitual de los ataques con drones.
Fundada en 2016, esta base estadounidense en el desierto sirio, cerca de las fronteras con Jordania e Irak, fue presentada por Washington como destinada a combatir a los grupos terroristas islamistas. Más allá de este objetivo, la principal finalidad de la base es bloquear la frontera entre los tres países árabes vecinos y consolidar el bloqueo antisirio.
La visita del oficial estadounidense estuvo acompañada de la consolidación de las bases de apoyo del ejército estadounidense en el noreste de Siria, en Malikiya (provincia de Hassaké), Roumeylane, Himo, Kisra, la ciudad deportiva de Hassaké y Cheddadi, con la ampliación de las pistas de aterrizaje para aviones de carga. Con la guerra de Ucrania como telón de fondo, existe una viva tensión entre estadounidenses y rusos en esta zona sensible, donde la aviación rusa realizó no menos de veinticinco incursiones en marzo de 2023, dentro del perímetro de la base de Tanaf. Una incursión de un dron en el perímetro de la base de Romeylane, en Al Kharrab al Jir (provincia de Hassaké), costó la vida a un soldado estadounidense e hirió a otros seis, las primeras bajas estadounidenses en la guerra de desgaste que libran las grandes potencias y las potencias regionales en este codiciado sector.
Pero la implacable determinación de la OTAN de provocar la rendición de Siria a la pax americana ha tenido el efecto contrario: el regreso con fuerza a este país fronterizo con Israel de las dos bestias negras de los países occidentales, Rusia e Irán, una gran bofetada para los demiurgos atlantistas y los mercenarios de la oposición petro-monárquica siria de ultramar.
Además, en un hecho sin precedentes en la historia militar contemporánea, los dos pesos pesados regionales, Turquía e Irán, han suministrado aviones no tripulados a los beligerantes en la guerra de Ucrania –Ankara para Kiev y Teherán para Moscú– invirtiendo la tendencia anterior por la que Europa, y de hecho Occidente, actuaban como proveedores de Oriente Medio y no al revés.
A propósito de Francia, he aquí su delirante posición: https://www.madaniya.info/2018/01/05/le-mic-mac-de-la-france-dans-son-projet-de-creation-dun-etat-sous-controle-kurde-a-raqqa-en-syrie/
Una mirada retrospectiva a la zona sin ley bajo la tutela de los auxiliares kurdos de los estadounidenses
Bajo la sombra tutelar de Estados Unidos, el noreste de Siria se ha convertido en una zona de anarquía y de derecho, o para ser más precisos, en una tenebrosa zona libre, sometida a la ley de la selva, que se beneficia de la extraterritorialidad, en la que los dos aliados antagónicos de Washington, Turquía y los kurdos, se acusan mutuamente, chantajean a su protector común, responsable de su establecimiento, al margen de la autoridad del gobierno central de Damasco, en esta zona fronteriza entre Siria, Turquía e Irak, durante mucho tiempo bastión de los grupos terroristas islamistas Jabhat An Nosra, franquicia siria de Al Qaeda; y luego Daech.
El objetivo de Estados Unidos, más allá de esta zona sin ley, es convertir Siria en un pantano en el que empantanar a Rusia y debilitarla en su guerra en Ucrania… a riesgo de alienar a su aliado regional, Turquía, que quiere poner fin al conflicto con su vecino para acallar el descontento popular y aliviar su maltrecha economía.
La incoherencia de los kurdos. Los partidarios de políticas antiárabes
Washington cuenta con un gran aliado en este asunto, sus auxiliares kurdos, que ya habían hecho el mismo trabajo para su patrocinador durante la invasión estadounidense de Irak en 2003.
Por contundente y un tanto despectiva que pueda parecer esta afirmación, se corresponde sin embargo con la realidad: los dirigentes kurdos de Iraq y Siria, en particular el clan Barzani, parecen haber sido los partidarios eméritos de las políticas antiárabes del último medio siglo, ya sea bajo el Shah de Irán, contra Saddam Hussein, a pesar del acuerdo de autonomía firmado entre Bagdad y el mulá Moustapha Barzani, el acuerdo del 11 de marzo de 1971 que concedía más derechos culturales y sociales a los kurdos de Irak que a los kurdos de Turquía; o durante la invasión estadounidense de Irak en 2003, cuando los Peshmergas, bajo la autoridad de su hijo Massoud Barzani, actuaron como rastreadores para los estadounidenses antes de actuar como informadores en el escondite del antiguo líder iraquí.
Lo mismo ocurre en Siria. Curioso comportamiento por parte de los kurdos, que se alían con estadounidenses e israelíes, los mismos que capturaron al carismático líder del movimiento independentista kurdo de Turquía, Abdullah Oçalan, y lo entregaron a las autoridades turcas para su encarcelamiento.
Más allá de este nuevo giro en la guerra, se plantea la cuestión de la racionalidad de Occidente y de sus aliados kurdos en la guerra siria: Que los kurdos se alíen con Estados Unidos, artífice de la captura del líder kurdo turco, y luego, para protegerse de esa misma Turquía, exijan ayuda a Siria, cuyo Estado central han contribuido a deshacer, es cuando menos incoherente. Para Occidente, oponerse a la independencia de Catalunya y Córcega y trabajar para lograr la partición de Siria es, como mínimo, una duplicidad, que daña la credibilidad de su discurso moralizador.
Durante la guerra en Ucrania, Turquía trató de aprovechar su posición única dentro de la OTAN, siendo el único Estado musulmán en el flanco sur de Rusia que no bordea el Océano Atlántico pero que, sin embargo, es miembro de esta alianza exclusivamente occidental. Debido a su beligerancia con Ucrania, Ankara ha impedido el paso de la flota rusa por el estrecho de los Dardanelos, que controla. Pero también se ha opuesto a la adhesión de Finlandia y Suecia al Pacto Atlántico, alegando el apoyo de estos dos países nórdicos al PKK, el partido independentista kurdo de Turquía.
Ante la urgencia de la situación para el bloque atlantista, Turquía se salió finalmente con la suya en este punto y obligó a la OTAN a aceptar sus condiciones.
Mejor aún, aprovechando su ventaja, Turquía ha reactivado el frente sirio con vistas a crear una nueva zona de seguridad de 30 km para concentrar allí a gran parte de los refugiados sirios que viven en su territorio y librarse así de la carga económica que representa esta masa humana, en vísperas de las inciertas elecciones de mediados de mayo de 2023 del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Ankara acaricia desde hace tiempo la idea de conservar la mayor parte de su poder para causar problemas en la zona, con el objetivo subyacente de crear un enclave turco en Idlib siguiendo el modelo de la República Turca de Chipre.
Para lograrlo, planea cambiar la demografía de la zona para formar una especie de barrera humana con ciudadanos sirios pertenecientes al movimiento de los Hermanos Musulmanes a los que considera bajo su autoridad de facto. Planea concentrar en la zona un caldo de cultivo yihadista que gestionará en función de las necesidades de su estrategia.
El objetivo del proyecto es, de hecho, crear un cinturón demográfico árabe –«un escudo humano»- comprometido con la ideología islamista del presidente turco, frente a la zona autónoma kurda. En virtud de un acuerdo ruso-turco, Qatar financiará la construcción de un vasto complejo inmobiliario en la región de Idlib para albergar a los refugiados sirios que regresen de Turquía. El proyecto qatarí prevé la construcción de 163.000 viviendas para alojar a los sirios. Su finalización estaba prevista para mediados de mayo de 2023, antes de las elecciones generales turcas.
Este resultado se produjo tras el veto de Irán a la ofensiva turca, lo que llevó a Turquía a buscar un compromiso con Rusia, el otro garante del statu quo en Siria. La cumbre de Sochi de 5 de agosto de 2022 entre Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan puso fin a los intentos de Turquía de anexionarse nuevas partes del territorio sirio. Al término de la cumbre, Rusia acordó, por un lado, que Turquía pagara sus suministros de petróleo en libras turcas y, por otro, finalizar la construcción de una central nuclear turca, la central nuclear de Akkuyu, en la región de Mersine, al sur de Turquía, antes de finales de 2023, centenario de la proclamación de la República Turca.
Esta hazaña puede atribuirse a la diplomacia rusa, ya que tuvo lugar en medio del bloqueo occidental a Rusia. La construcción de una central nuclear en un país miembro de la OTAN es doblemente notable, ya que Turquía ha sido invitada a participar en la próxima cumbre del Grupo de Shanghai, en septiembre de 2022.
La operación militar turca iba a ser la 5ª de este tipo, tras el «Escudo del Éufrates» (agosto de 2016), que tuvo como objetivo Djerablous y Al Bab; luego la operación «Rama de Olivo» (diciembre de 2018), que permitió al ejército turco ocupar Afrine, seguida de la operación «Fuente de Paz» (octubre de 2019), que condujo a la ocupación de Ras Al Ain; por último el «Escudo de Primavera» (enero de 2020), que condujo a un acuerdo entre Rusia y Turquía para establecer patrullas conjuntas de vigilancia en las zonas de contacto.
La 5ª ofensiva tenía como objetivo Ain Al Arab (Kobané), así como la ocupación de Manbej, que alberga un aeropuerto militar sirio y fue en su día el cuartel general de Tarkhan Batirashvili, conocido como Abou Omar Al Chichani, el checheno alias Barbaroja, por la pigmentación de su piel roja.
Cerca de 50.000 soldados turcos se han concentrado para esta ofensiva, cuyo objetivo subyacente es empujar a los kurdos más allá del alcance de la artillería turca. Ain al Arab es un territorio altamente estratégico: el eslabón perdido al este del Éufrates, capaz de ofrecer continuidad entre Idlib y Ras al Ayn, ocupado por dudosas bandas apoyadas por Turquía cerca de la frontera turca.
Los kurdos, temerosos de la marcha atrás de Washington y deseosos de no enajenarse el apoyo turco en medio del enfrentamiento con Rusia en Ucrania, han reanudado las conversaciones con Damasco a través de Moscú para poner Manbej y Tall Al Rafah, los dos bastiones kurdos autónomos, bajo la autoridad del ejército sirio, evitando así a los kurdos la agonía de otra derrota a manos de los turcos.
Pero en el noreste de Siria, una ocupación esconde a menudo otra. En 2016, Turquía declaró triunfalmente que había «liberado» un territorio de 120 km de largo y 30 km de ancho al hacer retroceder a las fuerzas kurdas en el noreste de Siria.
Sin embargo, los civiles que huyeron de esta «zona de seguridad» denunciaron una forma de anexión y el saqueo sistemático de sus ciudades y pueblos por parte de las milicias respaldadas por Ankara.
Desde entonces, parte de los dirigentes kurdos se han retirado a Raqqa, la capital caída del grupo Estado Islámico. Pero también aquí parte de la población se levanta en armas contra una autoridad percibida como ilegítima, y algunos piden el regreso del régimen de Damasco. En Siria, la «liberación» de unos se percibe a menudo como la «ocupación» de otros. Y aquí, como en otros lugares, Estados Unidos ha demostrado su habitual duplicidad.
Durante la guerra de Siria, Estados Unidos hizo gala de un soberano desprecio por los principios que proclama a los cuatro vientos y que se esfuerza por imponer por la fuerza a otros países, utilizando una malintencionada estratagema para financiar la guerra siria mediante la creación de una zona legal en el noreste del país para que sus auxiliares kurdos pudieran subcontratar a los prisioneros de Daech que había capturado.
René Naba
8 de mayo de 2023
- https://www.madaniya.info/2017/12/29/syrie-la-prophetie-sur-la-chute-du-president-syrien-bachar-al-assad-a-lepreuve-de-la-guerre-de-syrie/
- https://www.madaniya.info/2017/08/20/liban-le-captagon-le-nerf-de-la-guerre-de-syrie-un-puissant-facteur-dabrutissement-des-zombies-criminogenes-petro-monarchiques/