Antes de responder a esa pregunta quisiera hacer dos apreciaciones.
La primera, que no soy ni abstencionista ni electoralista. No voy a votar este 23‑J, simplemente porque desde Andalucía y desde el espacio independentista, socialista y feminista que representa mi partido Nación Andaluza, hemos analizado y decidido que es la mejor decisión para la clase trabajadora andaluza y para la liberación de nuestra nación, al igual que llevamos haciendo desde hace ya años cada vez que se convocan elecciones españolas. En cuanto a si se debe o no participar en elecciones, así en abstracto, no puedo ser rotundo, depende de muchas variantes. Votando no se cambia nada y cada vez es más evidente ya que en los parlamentos no se deciden las cosas importantes. La burguesía occidental hace tiempo que decide todo en ámbitos donde el pueblo trabajador no tiene ninguna oportunidad de intervenir en la función, si no es en el papel trágico de mero espectador y receptor de esas políticas antisociales que toman las élites imperiales. Participar en unas elecciones, para una organización andaluza que aspire a luchar contra el sistema capitalista, sólo es válido si sirve para desarrollar la conciencia de clase del proletariado y para fortalecer y ampliar la organización de clase y por tanto para sumar fuerzas de cara al combate contra la burguesía y el imperialismo. Y sin favorecer nunca ilusiones institucionalistas. Por contra, participar en estas elecciones españolas, para las andaluzas va a suponer afianzar el dominio de la burguesía española y el mantenimiento de la situación colonial que padece nuestro pueblo.
La segunda, que me causa estupor, aunque no me extraña, es el comportamiento descalificador y de violencia verbal hacia aquellas andaluzas que hemos optado por no ir a votar y que además lo hacemos público. Si existiera una democracia real, cada partido expondría sus tesis y argumentos de manera libre y con las mismas oportunidades y cada cual decidiría si votar o no y a quién hacerlo. Eso es imposible en la actualidad, los escasos resquicios democráticos están desapareciendo en todas las democracias burguesas. Cada vez es más evidente, que el actual estado español es un régimen continuista del franquismo, surgido de la victoria fascista de 1939 y de la labor exterminadora del gran capital sobre la clase obrera andaluza y del resto de pueblos del estado. En esta campaña, desde un lado y desde el otro, que casualidad, nos incitan a votar, y nos culpabilizan si no lo hacemos, lo dice la extrema derecha, la derecha y la autollamada izquierda que realmente es otra derecha pero más «guay». Unos, para derrocar el «sanchismo» y los otros para detener el avance de la extrema derecha. Curioso, todos utilizan «el miedo a…». Esta técnica del miedo es muy, pero que muy antigua, ya la descubrieron y la utilizaron los amos para que los esclavos obedecieran y ahora el poder la utiliza constantemente, en todos los aspectos de nuestra vida.
Así, nos tienen sometidas. El miedo es un sentimiento, que no solo te impide pensar y razonar, sino que te llega a paralizar y así nos quieren: calladas, inmovilizadas y atontadas, recibiendo tan solo los mensajes que le interesan a las clases dominantes. A quienes pretenden de nuevo engañar al Pueblo Trabajador Andaluz con el miedo y con la excusa de que viene la extrema derecha, decirles que lleva aquí desde 1939.
Son unas elecciones españolas y quienes las organizan lo hacen para garantizar su estatus y que siga el circo. El estado español no es un estado democrático y participar en esta farsa no hace sino legitimarlo.
Entro ya a tratar de dar respuesta a la pregunta del título de este artículo. Para quienes formamos parte del movimiento antiimperialista andaluz, quienes militamos en los movimientos anti-OTAN y antibases y de solidaridad internacionalista, para quienes luchamos por una Andalucía y por un mundo en paz, claro que vemos el peligro que supone la irrupción de la extrema derecha, pero no nos dejemos engañar, hoy el verdadero peligro nazi y fascista viene de la Unión Europea, de EEUU y de su brazo armado la organización terrorista OTAN. Hay que decirlo muy claro, que salvo diferencias en aspectos menores, todos los partidos institucionales obedecen disciplinadamente los mandatos de la gran burguesía, cuyos intereses representan la UE y la OTAN. La imagen del parlamento español, salvo alguna honrosa excepción, aplaudiendo en pie al nazi de Zelensky, lo dice todo.
En estos momentos de barbarie provocada por el imperialismo yanqui en decadencia y sus acólitos de la Unión Europea, de grave crisis capitalista y hasta de una posible conflagración mundial, incluso de carácter nuclear, el Estado español pone en el punto de mira a Andalucía, cada vez más militarizada y pone en grave peligro al Pueblo Trabajador Andaluz. No es solo las estadounidenses de Rota y Morón, sino también la británica de Gibraltar, la base de Viator, la base logística del Ejército de Tierra español que van a poner en Córdoba, y muchas otras instalaciones militares repartidas por nuestra tierra. Somos, con diferencia, la nación más militarizada de todo el Estado español.
Mención especial merece el espectacular incremento de los gastos militares. El gobierno «progresista» con el apoyo de todas las fuerzas políticas aprobó un aumento sin precedentes del presupuesto militar en un 25% para 2023, y que ya se ha decidido aumentar de nuevo en la cumbre de la OTAN que acaba de concluir en Lituania. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, inició el pasado 1 de julio la presidencia de la Unión Europea con una visita a Kiev para subrayar el compromiso del bloque atlantista con la guerra liderada por la OTAN contra Rusia en Ucrania. Y acaba de comprometerse a enviar más tropas a países del este europeo. Mientras las potencias estadounidenses y europeas se preparan para enviar cada vez más armas. Todo ello para alimentar al fascismo ucraniano. Y a la vez blanquear la ideología nazi que se extiende por buena parte de los países europeos que rodean a Rusia.
Y los partidos institucionales callan, pero bien saben, que para sufragar esa aventura militarista, recién acabada las elecciones, vendrán recortes y más recortes en los servicios públicos y en los escasos derechos laborales que nos quedan. Lo dicta la Unión Europea y el FMI y lo cumplirán servilmente, como hasta ahora lo han hecho, quienes estén en el gobierno próximo, sean de color que sean. Ninguna de las fuerzas electoralistas que se hacen llamar de izquierdas, se les ha visto en los últimos años, ni en las Marchas contra la Base de Rota o de Viator ni en el movimiento anti-OTAN, ni en las protestas en Motril contra los barcos saudíes cargados de armas para masacrar al Yemen. Es más todas, sin excepción, han aceptado la instalación de la base logística del ejército español en Córdoba, o la construcción de barcos de guerra para países dictatoriales. Y qué decir de la solidaridad internacionalista. Para pueblos oprimidos y ocupados como el saharaui o el palestino, de nada ha servido el llamado gobierno progresista. Es más, en el caso saharaui ha sido para peor. Los elementos fundamentales de la política exterior e interior del Estado español no se verán afectados, gobierne quien gobierne.
Creo firmemente que nada ganamos las antiimperialistas andaluzas yendo a votar el 23‑J. Al revés, estaremos reforzando el estado imperialista español, que oprime a Andalucía y a otros pueblos. Afirmaba Blas Infante que España es «el amo que puso Europa» a Andalucía. El Pueblo Trabajador Andaluz no tiene un problema de gobernación, legislación o financiación, sino de secuestro y privación de su libertad. El auténtico cambio político en Andalucía es su liberación, su completa emancipación y no la sustitución de un amo por otro. En definitiva convertirnos en andaluzas libres para colaborar en el objetivo final, que no es otro, que la liberación de toda la humanidad.
Mariano Junco González
Almería, 16 de julio de 2023