Es una costumbre para los árabes invitados a aparecer en la televisión occidental: inmediatamente se les pide que condenen tal o cual acto que Israel califica de terrorismo.
Cuando llegué a Estados Unidos en 1983, esto ya era una práctica habitual. Pero en aquella época, los «terroristas» palestinos eran laicistas. La propaganda de los medios de comunicación hacía referencia a las peligrosas conexiones comunistas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Los islamistas, en cambio, eran tratados con benevolencia e incluso admiración. De hecho, estuvieron del lado de Washington durante la Guerra Fría. Estados Unidos y Arabia Saudí los reclutaron para su guerra en Afganistán.
En los años 80, la amenaza «terrorista» procedía del Líbano. Cuando me invitaban en las grandes cadenas –poco después de mi llegada a Washington– se me pedía sistemáticamente que condenara tal o cual atentado en el Líbano o Palestina.
Al principio acepté. Pero luego empecé a pensar en las implicaciones de semejante ritual. No conseguías un sitio en la mesa, ni siquiera simbólico, si no aceptabas a responder, según las definiciones israelíes de terrorismo y moralidad.
En la década de 1980, también se preguntó a los árabes si reconocían el Estado de Israel. ¿Qué significa esto? Imaginemos que usted es un palestino nacido en Haifa o Jaffa. Si reconoce al Estado de Israel, está reconociendo como legítima la confiscación de su hogar y la expulsión forzosa de sus padres y abuelos de Palestina.
Si un árabe reconociera al Estado de Israel, estaría aceptando la desigualdad racista fundamental sobre la que se fundó el Estado de Israel.
Además, ¿qué ocurre si eres una persona laica que no acepta un Estado musulmán, un Estado judío o un Estado cristiano? En Occidente, puedes oponerte –incluso se supone que debes oponerte– al régimen islámico de Irán desde un punto de vista laico. Pero se te considera antisemita si te opones a la identidad religiosa del Estado de Israel.
Incluso una crítica «excesiva» de Israel se considera antisemita, si nos atenemos a la definición del Departamento de Estado.
En cambio, una crítica «excesiva» de Irán o Arabia Saudí no se considera islamófoba. Está claro que se aplican normas especiales a Israel para protegerlo de las críticas y la discriminación. Y se aplican normas especiales al pueblo palestino para impedir que se oponga a Israel, militar o incluso pacíficamente. Cabe señalar que el movimiento BDS es considerado ilegal, o gravemente desalentado, por más de 35 estados de Estados Unidos.
A ojos de Occidente, los palestinos deben alegrarse de la ocupación israelí para demostrar que pertenecen a la raza humana.
En las últimas semanas, he visto a árabes invitados a programas de noticias de la televisión occidental. Siempre les han hecho las mismas preguntas. ¿Condena usted a Hamás? ¿Condena el atentado? ¿Cree que hay que eliminar a Hamás, sí o no?
Por cierto, sería difícil explicar a estos presentadores de televisión que este movimiento –le guste o lo odie– cuenta con el apoyo de al menos la mitad del pueblo palestino. Me imaginé en esos platós. E imaginé cómo respondería a esas preguntas absurdas.
Devolver la pelota
Esto es lo que yo les diría: ¿En calidad de qué me hace esta pregunta? ¿Cómo es que usted, periodista, se ha convertido en mi juez o en mi sacerdote? ¿Y por qué me trata como a un acusado en un tribunal y no como a un invitado en un estudio de televisión?
¿Y por qué se siente moralmente superior a mí a la hora de determinar cómo puedo demostrar mi valía como ser humano? ¿Cómo depende mi ciudadanía de la respuesta correcta a la pregunta, simplemente por mi origen étnico árabe?
¿Por qué la humanidad de una persona nacida en Israel no está condicionada a su condena, no de un atentado, sino de una serie de crímenes de guerra cometidos desde el día en que Israel nació a lomos de una nación palestina existente y próspera?
De hecho, tengo que devolverle la pelota. Le pregunto lo siguiente: dado que Israel ha estado matando palestinos al ritmo de al menos uno al día solo en el último año, ¿ha condenado usted estos asesinatos diarios? Si ha condenado estos asesinatos, creo que está moralmente cualificado para exigirme esta prueba de fuego. Si, por el contrario, no ha condenado todos y cada uno de esos asesinatos, le consideraré moralmente incapaz. Y en absoluto cualificado para hacer preguntas como un ser humano moralmente superior en este programa.
De hecho, yo estoy más cualificado para hacerte esa pregunta. Yo soy el juez, no usted. Soy una víctima de los crímenes de guerra israelíes que creció bajo el bombardeo semanal de Israel sobre Líbano. Palestinos, libaneses, civiles y combatientes fueron atacados indiscriminadamente, porque los bombardeos israelíes no hacían la diferencia.
Debería venir a Estados Unidos para pedirles cuentas por su apoyo militar y financiero oficial a los crímenes de guerra israelíes contra mí. Apenas sobreviví a la invasión israelí de 1982 y al abominable asedio de Beirut que le siguió, así que me niego a que nadie me pida que condene nada, especialmente un occidental que trabaja para un medio de comunicación especializado en condonar los crímenes de guerra israelíes.
Pedir cuentas a Occidente
Son ustedes, los occidentales, quienes deberían rendir cuentas y quienes deberían verse obligados a ofrecer rituales de condena mientras los crímenes de guerra israelíes continúan sin cesar desde la creación de ese Estado, con el pleno beneplácito de Occidente.
De hecho, la violencia masiva israelí contra los árabes comenzó ya en la década de 1890. El líder del sionismo cultural, Ahad Ha’am, lo explica. Había reprendido a los colonos sionistas en Palestina por maltratar y abusar de los árabes, aunque los consideraba igual que animales.
A todos los que trabajáis en los medios de comunicación occidentales, debo preguntaros por vuestra responsabilidad criminal: habéis cubierto los acontecimientos de Oriente Próximo con ignorancia y racismo, habéis ignorado y distorsionado los puntos de vista árabes y habéis ignorado el sufrimiento árabe. El hecho de que los medios de comunicación y los gobiernos occidentales no concedan el mismo valor a las vidas humanas árabes e israelíes no necesita ser demostrado. Es demasiado obvio para ser documentado.
Ustedes nos invitan a los árabes a sus programas. Y en cuanto nos sentamos, empezan a bombardearnos en nombre del Estado de Israel.
No nos importa su objetividad. La objetividad es una artimaña que ustedes aplican a los medios de comunicación de los países en desarrollo para obligarles a seguir sus normas políticas; también permite a las potencias occidentales imponer una hegemonía de ideas, sobre todo en tiempos de guerra y ocupación –sus guerras y sus ocupaciones.
¿Quieren condenas? Les condeno a todos ustedes por su racismo, sus normas periodísticas poco profesionales y su producción de propaganda en nombre de los medios de comunicación occidentales modernos. Cubrieron la guerra de Ucrania de la misma manera, basándose todos en fuentes militares ucranianas y occidentales. A menudo insertan un descargo de responsabilidad afirmando que la información contenida no ha sido verificada.
Pero, ¿no enseñan estos países occidentales en sus escuelas de periodismo que no se puede publicar información no verificada? Las afirmaciones militares o políticas no verificadas de fuentes árabes nunca se publican a menos que hayan sido validadas o refutadas por los ejércitos de Israel y la OTAN.
Lo que el mundo ve
Solo una cosa saldrá de todo esto. La gente de color de todo el mundo podrá ver por sí misma hasta qué punto la raza y la etnia desempeñan un papel fundamental en la configuración de las políticas exteriores de los países occidentales. La diferencia en el valor otorgado a la vida humana nunca ha estado tan clara.
Árabes y musulmanes han visto no solo que sus vidas no importan a los occidentales, sino también que su estatus en los países occidentales es inferior al de los demás; y no hará sino empeorar con el ascenso de los partidos de extrema derecha y la adopción de una agenda de inmigración de extrema derecha por parte de los principales partidos de centro e izquierda de Europa.
Occidente no ha tenido la oportunidad de evaluar los efectos de la masacre de Gaza en sus relaciones con Oriente, África, Asia y Sudamérica.
Occidente se comporta como un bloque monolítico de naciones cristianas blancas decididas a imponer su voluntad a la mitad sur del planeta. Y cuando China ofrece ayuda a las naciones del Sur sin pedir a cambio concesiones políticas degradantes, Occidente tiene la osadía de alertar a estos países con sus segundas intenciones.
El mundo árabe y musulmán está cada vez más radicalizado. Y con su reacción a los ataques israelíes contra Gaza, Occidente ha hecho a Hamás más popular que nunca. Incluso aquellos que solían criticar a Hamás tienen ahora dificultades para hacerlo. El periodista jordano Bassam Baddarin señaló que Abu “Ubayda, portavoz del ala militar de Hamás, podría ser elegido en cualquier país árabe.
Eso depende de usted.
As“ad AbuKhalil es un profesor libanés-estadounidense de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de California, Stanislaus. Dirige el popular blog The Angry Arab.
2 de noviembre de 2023
Fuente: https://investigaction.net/condamnez-vous-israel/