El pueblo palestino y su resistencia armada han llevado a cabo su acción revolucionaria enfrentándose a la entidad sionista y a sus amos imperialistas en la epopeya de Al-Aqsa, continuando la lucha palestina que se ha extendido durante más de un siglo. La operación del 7 de octubre, que evidenció la fragilidad de la entidad sionista y la impotencia del sistema internacional que la sostiene, marcó el inicio del declive de su existencia. Esta operación requirió la intervención directa y rápida de Occidente, pero la derrota de la entidad sobre el terreno es cada vez mayor, sus crisis estructurales se agravan y su papel funcional al servicio del sistema capitalista mundial se debilita.
La incapacidad para someter al pueblo palestino y su resistencia armada, junto con la consecución de victorias decisivas y claras, obliga al campo occidental a eludir estos logros con la ilusión de obtener beneficios políticos para los sionistas tras su fracaso en el combate.
En este contexto, es necesario definir la posición revolucionaria frente a las maniobras del Occidente atlantista mediante el reconocimiento del Estado de Palestina. Occidente, que creó la entidad sionista, la fortaleció y le proporcionó todo tipo de apoyo, ahora, al desesperarse por derrotar a la resistencia palestina, busca a través del reconocimiento del Estado de Palestina varios objetivos. Entre los más destacados están:
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Confirmar el reconocimiento de la entidad sionista como una entidad basada en la legitimidad internacional y exigir la aplicación de la otra parte relacionada con los palestinos basada en la resolución de partición.
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Quitar legitimidad internacional a la resistencia militar palestina con el argumento de que el reconocimiento otorga a los palestinos sus derechos a un Estado en las fronteras de 1967, anulando así el derecho al retorno.
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Expresar el temor a la posición popular internacional, manifestada por los movimientos y protestas masivas que llenaron las calles de las capitales y ciudades estadounidenses, europeas, canadienses y de otros países, y que apoyaron la causa de la liberación de Palestina, libre de mar a río, con resistencia y lucha armada.
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Comercializar la posibilidad de racionalizar y humanizar a la entidad sionista, presionándola para que detenga las masacres y el genocidio, tratando a los palestinos como víctimas en lugar de propietarios de la tierra, y presentando a la entidad como un criminal de guerra en el mejor de los casos, y no como una entidad colonial de colonos que ocupa la tierra y expulsa a su pueblo.
Los intentos de popularizar la herejía de reconocer un Estado palestino, ya sea soberano o subsoberano, favorecen el reconocimiento de la legitimidad de la entidad sionista artificial y temporal, traicionando las luchas, sacrificios y mártires del pueblo palestino, y traicionando al pueblo de Palestina tanto en el territorio como en la diáspora.
Lo que se necesita hoy es la retirada del reconocimiento de la entidad sionista, no el reconocimiento verbal de un Estado palestino. El pueblo palestino ha sufrido durante 30 años los desastrosos resultados del llamado «acuerdo político» y los beneficios estratégicos obtenidos por el enemigo a través de este proceso engañoso. El rechazo y la ira del enemigo contra los países europeos que «reconocen un Estado palestino» no significan nada y no tienen ningún valor.
El verdadero Estado palestino se basa en la tierra liberada, palmo a palmo, a través de combates y luchas populares y armadas hasta la completa liberación de toda Palestina desde el mar hasta el río.
Beirut, 10 de junio de 2024
Fuente: https://masarbadil.org/es/2024/06/4825/