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La cues­tión de Hamas y la izquierda

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Recien­te­men­te, ha sur­gi­do una serie de artícu­los que cri­ti­can a la izquier­da occi­den­tal por «cele­brar» a Hamas. La mayo­ría de estas crí­ti­cas dicen que redu­cir el apo­yo a la resis­ten­cia pales­ti­na para apo­yar a Hamas no les hace nin­gún favor por­que los pales­ti­nos repre­sen­tan una mul­ti­pli­ci­dad de voces con dife­ren­tes dis­po­si­cio­nes polí­ti­cas. Más bien, estos argu­men­tos lla­man a la izquier­da occi­den­tal a tener en cuen­ta la com­ple­ji­dad y diver­si­dad de la polí­ti­ca palestina.

El artícu­lo de Bashir Abu Men­neh en Jaco­bin, La resis­ten­cia pales­ti­na no es un mono­li­to, cri­ti­ca lo que, según él, es la cele­bra­ción por par­te de la izquier­da de un movi­mien­to «social­men­te regre­si­vo» como Hamas en un artícu­lo que se lee más como una crí­ti­ca ocul­ta de la pro­pia resis­ten­cia arma­da. que de Hamas. Matan Kami­ner escri­bió una res­pues­ta a un artícu­lo de Andreas Malm, ambos publi­ca­dos en el blog Ver­so, afir­man­do que el «movi­mien­to de soli­da­ri­dad glo­bal debe com­pro­me­ter­se con la diver­si­dad de la polí­ti­ca pales­ti­na», en el que dis­cre­pa con fuer­zas «con­tra­sis­té­mi­cas» como Hamas. que care­cen de una agen­da de izquier­da. En Bos­ton Review, Ayça Çubu­kçu res­pon­dió al artícu­lo de Jodi Dean, Pales­ti­na habla por todos, debi­do a la suge­ren­cia de Dean de que el movi­mien­to de soli­da­ri­dad glo­bal debe­ría unir­se a la izquier­da orga­ni­za­da en Pales­ti­na en apo­yo al actual lide­raz­go de Hamas en la lucha por la liberación.

Por supues­to, es impe­ra­ti­vo pres­tar aten­ción a la polí­ti­ca pales­ti­na, su his­to­ria y sus con­di­cio­nes y mul­ti­pli­ci­dad actua­les. De hecho, a pesar del núme­ro rela­ti­va­men­te peque­ño de pales­ti­nos y a pesar del hecho de que Pales­ti­na entre el río y el mar es una geo­gra­fía peque­ña pla­ga­da de terre­nos muy dispu­tados, uno pue­de encon­trar una miría­da de pales­ti­nos que se hacen eco de cual­quier can­ti­dad de fan­ta­sías o ideo­lo­gías sobre el con­flic­to, inclui­dos los pales­ti­nos que afir­man fácil­men­te la ideo­lo­gía sionista.

Pero, curio­sa­men­te, esto es en lo que se equi­vo­can los crí­ti­cos izquier­dis­tas occi­den­ta­les de Hamas. No com­pren­den que la diver­si­dad en la socie­dad y la polí­ti­ca pales­ti­nas tam­bién se tra­du­ce en acti­tu­des diver­gen­tes hacia la resis­ten­cia al colo­nia­lis­mo. Si bien exi­gen una com­pren­sión mati­za­da de la polí­ti­ca pales­ti­na, ese matiz no se extien­de a una com­pren­sión de las diná­mi­cas y fuer­zas que moti­van y evi­tan (o se opo­nen acti­va­men­te) a la resis­ten­cia anticolonial.

Esta igno­ran­cia de la polí­ti­ca pales­ti­na es casi volun­ta­ria. Alber­ga una hos­ti­li­dad secre­ta hacia la resis­ten­cia –espe­cial­men­te la resis­ten­cia arma­da– pero afir­ma opo­ner­se a Hamas por moti­vos com­ple­ta­men­te dife­ren­tes, tal vez ideo­ló­gi­cos. Sin embar­go, para com­pren­der ver­da­de­ra­men­te la diná­mi­ca intra­pa­les­ti­na y des­en­tra­ñar el «mono­li­to», tene­mos que com­pren­der real­men­te cómo han evo­lu­cio­na­do las fuer­zas polí­ti­cas pales­ti­nas con res­pec­to a la idea mis­ma de resis­ten­cia en pri­mer lugar.

Geo­gra­fía frag­men­ta­da, polí­ti­ca fragmentada

Los pales­ti­nos están suje­tos a diver­sas divi­sio­nes meticu­losa­men­te ela­bo­ra­das por Israel. De hecho, sería muy sor­pren­den­te que los pales­ti­nos estu­vie­ran uni­fi­ca­dos cuan­do sus vidas coti­dia­nas son tan radi­cal­men­te dife­ren­tes: dis­per­sos por todo el mun­do y suje­tos a diver­sas guber­na­men­ta­li­da­des y moda­li­da­des de con­trol israe­lí. Estas divi­sio­nes no son solo geo­grá­fi­cas sino que tam­bién impli­can dife­ren­tes nive­les de pri­vi­le­gio y exclu­sión impues­tos por el Esta­do colo­nial. Hablo de Gaza, Cis­jor­da­nia, Jeru­sa­lén, los terri­to­rios de 1948 y la diáspora.

Ade­más, esta frag­men­ta­ción radi­cal ha lle­va­do a muchos pales­ti­nos a comen­zar a cues­tio­nar la noción mis­ma de nues­tra uni­dad como pue­blo, pre­gun­tán­do­se si la dis­cre­pan­cia en la capa­ci­dad de los pales­ti­nos para resis­tir es una señal del peso de las divi­sio­nes geo­grá­fi­cas y varias guber­na­men­ta­li­da­des colo­nia­les des­pués de 75 años.

La gue­rra geno­ci­da en Gaza expu­so el sim­ple hecho de que los pales­ti­nos en sus dife­ren­tes loca­li­da­des –apar­te de Gaza– han sido inca­pa­ces de acu­mu­lar poder, idear nue­vas tác­ti­cas, for­jar nue­vas orga­ni­za­cio­nes o cons­truir un nue­vo edi­fi­cio inte­lec­tual y mate­rial para enfren­tar el desa­fío que repre­sen­ta el colo­nia­lis­mo de colo­nos, rega­los para el pue­blo pales­tino en todas par­tes. Nada acla­ra más este fra­ca­so que el mie­do para­li­zan­te que se ha apo­de­ra­do de la socie­dad pales­ti­na fue­ra de Gaza y fue­ra de algu­nas de las arti­cu­la­cio­nes más avan­za­das de la lucha y los nue­vos modos de resis­ten­cia que han sur­gi­do en la últi­ma déca­da, inclui­da la pri­ma­cía de tác­ti­cas como los actos ato­mi­za­dos de resis­ten­cia en Cis­jor­da­nia y Pales­ti­na del 48 y la pro­li­fe­ra­ción de zonas arma­das de auto­de­fen­sa en el nor­te de Cisjordania.

Esta mul­ti­pli­ci­dad no es sim­ple­men­te una fun­ción de las varia­das ideo­lo­gías polí­ti­cas entre los pales­ti­nos que caen bajo dife­ren­tes modos de con­trol estruc­tu­ral. Más bien, esta­lla den­tro del teji­do mis­mo de la psi­que indi­vi­dual pales­ti­na. Se desa­rro­lla un inten­so diá­lo­go interno en el que los pales­ti­nos se deba­ten entre la poten­cia­li­dad radi­cal de la resis­ten­cia y su temor vis­ce­ral al impla­ca­ble gigan­te mili­tar israe­lí. Con­si­de­re­mos la para­do­ja entre el deseo de libe­ra­ción y el mie­do per­sis­ten­te de que cual­quier per­tur­ba­ción de la vida coti­dia­na (inclu­so una cau­sa­da por la resis­ten­cia) pue­da des­ha­cer la frá­gil apa­rien­cia de nor­ma­li­dad. Este es el ver­da­de­ro lugar de la lucha ideo­ló­gi­ca, no solo en la esfe­ra públi­ca sino a nivel indi­vi­dual, don­de la subli­me posi­bi­li­dad de la liber­tad se enfren­ta a la trau­má­ti­ca reali­dad de una poten­cial ani­qui­la­ción por par­te de una máqui­na mili­tar superior.

Cada fuer­za, con sus pro­pias deman­das, empu­ja a los pales­ti­nos hacia una serie de opcio­nes exis­ten­cia­les: revo­lu­ción o renun­cia, emi­gra­ción o fir­me­za, borra­mien­to sim­bó­li­co o la ple­na afir­ma­ción de su iden­ti­dad a tra­vés de actos de sacri­fi­cio. Este silen­cio­so diá­lo­go interno se mani­fies­ta en diver­sas arti­cu­la­cio­nes polí­ti­cas: en la osci­la­ción entre la pos­tu­ra del inte­lec­tual y már­tir Bas­sel Al-Araj, quien decla­ró que «la resis­ten­cia siem­pre tie­ne efi­ca­cia en el tiem­po», y la resig­na­ción más cíni­ca que impli­can posi­cio­nes como las de Mah­moud Abbas, que pro­cla­man «¡Viva la resis­ten­cia, pero ya está muer­ta y hay que matar­la allí don­de reaparezca!»

Pero no nos deje­mos enga­ñar. La maqui­na­ria ideo­ló­gi­ca liga­da a la Auto­ri­dad Pales­ti­na que recla­ma acce­so inme­dia­to a la «pura reali­dad» ope­ra pre­ci­sa­men­te negan­do su pro­pia ideo­lo­gía. Se jac­tan de ver el mun­do libre de anteo­je­ras ideo­ló­gi­cas, afir­man­do que su cla­ri­dad requie­re for­jar un sis­te­ma polí­ti­co auto­ri­ta­rio que con­si­de­re la resis­ten­cia al colo­nia­lis­mo como una «far­sa» y la coope­ra­ción con el colo­ni­za­dor como un impe­ra­ti­vo «sagra­do». Esta pos­tu­ra rea­lis­ta-prag­má­ti­ca apa­ren­te­men­te lle­va a los pales­ti­nos hacia una espe­cie de nega­ción: una modes­tia sim­bó­li­ca, polí­ti­ca y mate­rial, pero que enmas­ca­ra astu­ta­men­te esta borra­du­ra median­te pre­ten­sio­nes de repre­sen­ta­ción polí­ti­ca y esta­ble­ci­mien­to de un Estado.

Mien­tras tan­to, la cla­se domi­nan­te, en su ansia de con­ti­nui­dad y con­trol, per­pe­túa un «rea­lis­mo polí­ti­co» que con­ve­nien­te­men­te pasa por alto sus pro­pios pre­jui­cios cla­sis­tas y socia­les. Una peque­ña eli­te de entre los colo­ni­za­dos se bene­fi­cia. El obje­ti­vo últi­mo de este prag­ma­tis­mo es crear una reali­dad en la que la noción mis­ma de resis­ten­cia se pier­da en los ana­les de una reali­dad com­pro­me­ti­da. Pero no es más que una retó­ri­ca sofis­ti­ca­da que jus­ti­fi­ca la segu­ri­dad y la alian­za eco­nó­mi­ca con un régi­men colo­nial de colo­nos que reem­pla­za a los colo­ni­za­dos por los colonizadores.

El resul­ta­do es una con­ti­nui­dad en la polí­ti­ca pales­ti­na con dis­tin­tas dis­po­si­cio­nes hacia la resis­ten­cia. Uno podría ima­gi­nar figu­ras como Mah­moud Abbas y Man­sour Abbas en un extre­mo del espec­tro, y for­ma­cio­nes polí­ti­cas como la Jihad Islá­mi­ca y Hamas en el otro, sin ape­nas nin­gu­na fuer­za polí­ti­ca seria en el medio.

Lo que todo esto nos dice es que la prin­ci­pal línea divi­so­ria entre las fac­cio­nes polí­ti­cas pales­ti­nas no es el cis­ma entre secu­la­ris­mo e isla­mis­mo, la lucha por agen­das socio­eco­nó­mi­cas diver­gen­tes o los méri­tos de una tác­ti­ca par­ti­cu­lar al ser­vi­cio de la libe­ra­ción. Todas estas son cues­tio­nes impor­tan­tes por dere­cho pro­pio, pero lo que en reali­dad está cau­san­do una grie­ta en la are­na polí­ti­ca pales­ti­na es el abis­mo entre una polí­ti­ca de desa­fío puro y una polí­ti­ca de aco­mo­da­ción, coope­ra­ción y colaboración.

En últi­ma ins­tan­cia, la bús­que­da qui­jo­tes­ca de la izquier­da occi­den­tal de una alter­na­ti­va secu­lar pro­gre­sis­ta a Hamas pasa por alto un hecho sim­ple: en esta coyun­tu­ra his­tó­ri­ca par­ti­cu­lar, las fuer­zas polí­ti­cas que toda­vía man­tie­nen y lide­ran una agen­da de resis­ten­cia no son de la izquier­da secu­lar. Nada de esto es por casua­li­dad. Israel y sus alia­dos cul­ti­van y mol­dean meticu­losa­men­te un lide­raz­go pales­tino que se ali­nee con sus ambi­cio­nes colo­nia­les, al mis­mo tiem­po que arres­tan, inti­mi­dan y ase­si­nan a sus alternativas.

Esto tam­po­co es inusual en los movi­mien­tos anti­co­lo­nia­les, y ser miem­bro de los colo­ni­za­dos no te con­fie­re auto­má­ti­ca­men­te fide­li­dad al esfuer­zo anti­co­lo­nial. En Pales­ti­na, un siglo de colo­nia­lis­mo ha crea­do muchas dis­tor­sio­nes en el cuer­po polí­ti­co pales­tino, trans­for­man­do a la otro­ra revo­lu­cio­na­ria OLP en un régi­men tipo Vichy que mata a la nación en nom­bre de la nación. Otros pales­ti­nos han adop­ta­do nue­vas afi­ni­da­des e iden­ti­da­des, inclui­da la iden­ti­fi­ca­ción con Israel (en la medi­da en que es posi­ble iden­ti­fi­car­se con una enti­dad cuya carac­te­rís­ti­ca prin­ci­pal es el supre­ma­cis­mo judío). La his­to­ria nos ha ense­ña­do que hay casos en los que la gen­te tam­bién lucha­rá por su ser­vi­dum­bre, y no es nece­sa­rio mirar más allá de figu­ras como Joseph Had­dad y Mosab Has­san You­sef para com­pren­der lo que eso significa.

Sin embar­go, hay una lucha más pro­fun­da en jue­go: los pales­ti­nos han lucha­do duran­te mucho tiem­po no solo por el reco­no­ci­mien­to de su difí­cil situa­ción, sino fun­da­men­tal­men­te para que el mun­do reco­noz­ca el impe­ra­ti­vo de resis­tir. Esta nece­si­dad de resis­tir y el dere­cho a esa resis­ten­cia se vuel­ven aún más crí­ti­cos en un con­tex­to glo­bal don­de la narra­ti­va de la resis­ten­cia pales­ti­na es mani­pu­la­da, uti­li­za­da cíni­ca­men­te para jus­ti­fi­car y legi­ti­mar el ata­que de un siglo de Israel con­tra la exis­ten­cia y la agen­cia pales­ti­nas. Es un esce­na­rio per­ver­so don­de el acto de resis­ten­cia, esen­cial para la super­vi­ven­cia y la posi­bi­li­dad de jus­ti­cia, se con­vier­te en una jus­ti­fi­ca­ción de la opre­sión que bus­ca superar.

Hamas es aquí un espan­ta­pá­ja­ros fácil. Es un gru­po polí­ti­co isla­mis­ta que cen­tra una polí­ti­ca de desa­fío e impul­sa una agen­da social que bus­ca recons­ti­tuir el suje­to pales­tino. Los crí­ti­cos de la resis­ten­cia pue­den seña­lar fácil­men­te las defi­cien­cias en las pers­pec­ti­vas socio­eco­nó­mi­cas de Hamas o ridi­cu­li­zar su agen­da «social­men­te regre­si­va». Pero en reali­dad no están intere­sa­dos en soca­var la agen­da social de Hamas. En ver­dad, quie­ren soca­var o dis­tan­ciar­se de la for­ma de resis­ten­cia que Hamas eli­gió lle­var a cabo. Pero muchos de los crí­ti­cos de Hamas no ofre­cen nada en su sis­te­ma de alian­zas, en sus for­mas de lucha o inclu­so en su pro­duc­ción inte­lec­tual que pue­da igua­lar su tra­ba­jo para acu­mu­lar poder en la Fran­ja de Gaza y su aper­tu­ra de una caja de pan­do­ra estra­té­gi­ca que ha des­bor­da­do y defor­ma­do al régi­men colo­nial, brin­dan­do un momen­to his­tó­ri­co que inclu­ye entre sus muchas posi­bi­li­da­des el poten­cial de libe­ra­ción palestina.

La polí­ti­ca de Muza­wa­da

Muza­wa­da es un tér­mino del léxi­co polí­ti­co ára­be que podría tra­du­cir­se cru­da­men­te como «supera­ción polí­ti­ca». Tie­ne una lar­ga tra­di­ción de ser uti­li­za­do como herra­mien­ta de menos­pre­cio entre riva­les polí­ti­cos y, en la prác­ti­ca, su fun­ción prin­ci­pal ha sido difa­mar y des­mo­ra­li­zar al com­pe­ti­dor polí­ti­co expo­nien­do su hipo­cre­sía, su dis­cur­so poco rea­lis­ta o su inca­pa­ci­dad para tra­du­cir la retó­ri­ca en acción. El inte­lec­tual mar­xis­ta sirio Elias Mur­kus dio el ejem­plo de cómo los baa­zis­tas sirios emplea­ron la muza­wa­da para soca­var a Jamal Abdul Nas­ser en los años 1960, seña­lan­do el abis­mo entre su retó­ri­ca y sus accio­nes res­pec­to a la libe­ra­ción de Pales­ti­na. Pero Mur­kus seña­la que este menos­pre­cio no pro­vino tan­to de una preo­cu­pa­ción genui­na por la libe­ra­ción pales­ti­na sino del deseo de ero­sio­nar la influen­cia caris­má­ti­ca de Nas­ser den­tro de Siria y el Líbano.

En este con­tex­to, no sor­pren­de que Pales­ti­na sur­ja his­tó­ri­ca­men­te como el esce­na­rio prin­ci­pal de tales «pujas» o «supera­cio­nes» polí­ti­cas en el pano­ra­ma polí­ti­co ára­be. Fun­da­men­tal­men­te, la muza­wa­da no se limi­ta a jus­tas retó­ri­cas, aun­que así fue como se empleó his­tó­ri­ca­men­te. En Pales­ti­na, la muza­wa­da evo­lu­cio­nó de una puja retó­ri­ca a una «puja actua­li­za­da» en la déca­da de 1990, don­de las fac­cio­nes polí­ti­cas com­pe­tían entre sí a tra­vés de la capa­ci­dad de crear y actua­li­zar la resistencia.

Estas mani­fes­ta­cio­nes dua­les (muza­wa­da retó­ri­ca y actua­li­za­da) son fun­da­men­ta­les para com­pren­der las riva­li­da­des polí­ti­cas inter­nas pales­ti­nas. Duran­te la Segun­da Inti­fa­da, el sur­gi­mien­to de la figu­ra del istishha­di fue una de esas for­mas de supera­ción actua­li­za­da, ya que tras­cen­dió el tra­di­cio­nal fida’i. El fida’i era una figu­ra de auto­sa­cri­fi­cio que se enfren­ta­ría al enemi­go pero podría regre­sar a su base, mien­tras que el istishha­di encar­na­ba el auto­sa­cri­fi­cio del lucha­dor que no pla­nea­ba regre­sar a la base, pero mata y es ase­si­na­do, con­vir­tién­do­se así en mártir.

El sur­gi­mien­to de esta nue­va fuer­za con­tra­he­ge­mó­ni­ca a prin­ci­pios de siglo, en gran medi­da por ini­cia­ti­va de Hamas y la Jihad Islá­mi­ca, vio la refor­mu­la­ción de la resis­ten­cia median­te la crea­ción de nue­vas moda­li­da­des de opo­si­ción y una nue­va figu­ra de sacri­fi­cio por la resistencia.

En la Segun­da Inti­fa­da, «supe­rar» sig­ni­fi­ca­ba supe­rar al rival polí­ti­co median­te ope­ra­cio­nes de resis­ten­cia actua­li­za­das. Esta for­ma de com­pe­ten­cia inter­na veía el tra­ba­jo de resis­ten­cia como el medio para diri­gir los agra­vios polí­ti­cos inter­nos hacia el colo­ni­za­dor. Las fac­cio­nes pales­ti­nas esta­ban uni­fi­ca­das en la direc­ción de sus accio­nes polí­ti­cas, pero tam­bién com­pe­tían para supe­rar a sus riva­les median­te la rea­li­za­ción de dife­ren­tes actos de resistencia.

Sin embar­go, la natu­ra­le­za actual de la des­unión en Pales­ti­na no es una for­ma de supera­ción simi­lar a la Segun­da Inti­fa­da y no se basa en la idea de supe­rar al rival interno. Más bien, es una des­unión que sur­gió una vez que la Auto­ri­dad Pales­ti­na ele­vó la coope­ra­ción con Israel a la cate­go­ría de «sagra­da» y vio la con­ti­nua­ción de la resis­ten­cia como una far­sa. En el otro extre­mo de esta des­unión, Hamas y la Jihad Islá­mi­ca emer­gie­ron como las fuer­zas más proac­ti­vas que enca­be­za­ban for­mas orga­ni­za­das de resis­ten­cia. La divi­sión adop­tó for­mas geo­grá­fi­cas, ideo­ló­gi­cas y políticas.

En esta for­ma de supera­ción, un lado de la ecua­ción polí­ti­ca empleó la res­pues­ta mili­ta­ris­ta de Israel a la resis­ten­cia para afir­mar: «¿Ves? ¡Esto es lo que pasa cuan­do te resis­tes! Sus­pen­de la bús­que­da de una polí­ti­ca de desa­fío y, de hecho, abo­ga por la pará­li­sis polí­ti­ca, el estan­ca­mien­to y la aco­mo­da­ción de Israel a expen­sas de la capa­ci­dad de resis­ten­cia a lar­go pla­zo de los palestinos.

Den­tro de este telos, han sur­gi­do tres res­pues­tas pales­ti­nas de izquier­da. La pri­me­ra es una izquier­da que se une a la Auto­ri­dad Pales­ti­na y a la cla­se com­pra­do­ra sobre la base del «secu­la­ris­mo» y como resul­ta­do de su debi­li­dad orga­ni­za­ti­va, por ejem­plo, el Par­ti­do Popu­lar Pales­tino (ante­rior­men­te Par­ti­do Comu­nis­ta). Otra izquier­da se posi­cio­na con las fuer­zas isla­mis­tas en el nivel de resis­ten­cia com­par­ti­da al anti­co­lo­nia­lis­mo, pero se dis­tan­cia en el nivel de la agen­da social, como el Fren­te Popu­lar para la Libe­ra­ción de Pales­ti­na (FPLP). Una ter­ce­ra izquier­da equi­pa­ra a Hamas y la Auto­ri­dad Pales­ti­na con la espe­ran­za de ser vis­ta como una alter­na­ti­va a ambos, apa­ren­te­men­te afir­man­do que «ambos son igual­men­te malos», pero sien­do inca­paz de orga­ni­zar una alter­na­ti­va social o polí­ti­ca, como el Fren­te Demo­crá­ti­co para la Libe­ra­ción de Palestina.

La noción de ser «social­men­te regre­si­vo» o «social­men­te pro­gre­sis­ta» en el pano­ra­ma polí­ti­co actual de Pales­ti­na es, por decir lo míni­mo, suma­men­te com­ple­ja. ¿Cómo, por ejem­plo, pode­mos recon­ci­liar los par­ti­dos de izquier­da que apo­yan for­mas de regre­sión social y auto­ri­ta­ris­mo polí­ti­co en Cis­jor­da­nia como la situa­ción actual de los res­tos del Par­ti­do Comu­nis­ta? ¿Cómo pode­mos siquie­ra defi­nir la «regre­sión social» en el con­tex­to de un colo­nia­lis­mo de colo­nos que avan­za y que bus­ca borrar una socie­dad ente­ra? ¿No es la resis­ten­cia a ese colo­nia­lis­mo en sí mis­ma un acto pro­gre­sis­ta que empo­de­ra­rá a los des­po­seí­dos? ¿Y no es la cola­bo­ra­ción en sí mis­ma una fuer­za social­men­te regre­si­va por­que subor­di­na a los colo­ni­za­dos? ¿O es más impor­tan­te la ideo­lo­gía pro­cla­ma­da por quie­nes resisten?

¿Por dón­de empe­za­mos a arti­cu­lar una agen­da social­men­te pro­gre­sis­ta en situa­cio­nes con­cre­tas como Cis­jor­da­nia, don­de la Auto­ri­dad Pales­ti­na uti­li­za una com­bi­na­ción de prác­ti­cas auto­ri­ta­rias, insis­te en for­mas de edu­ca­ción ban­ca­ria, emplea estruc­tu­ras socia­les tra­di­cio­na­les como fami­lias y cla­nes, y ve en el inte­rior un enemi­go que es el enemi­go final, crean­do las con­di­cio­nes para una gue­rra civil y una divi­sión en cur­so mien­tras los pales­ti­nos tam­bién inten­tan luchar con­tra la inva­sión y la des­apa­ri­ción colo­nial. En un plano estric­ta­men­te «occi­den­tal», no exis­te una fuer­za total o total­men­te pro­gre­sis­ta en Pales­ti­na, sino solo ele­men­tos o dis­po­si­cio­nes pro­gre­sis­tas, inclu­so den­tro de for­ma­cio­nes polí­ti­cas que son des­car­ta­das como regresivas.

Crí­ti­ca ocul­ta a la resis­ten­cia armada

En estos artícu­los suce­si­vos, encon­tra­mos una con­tor­sión des­con­cer­tan­te que bus­ca soca­var el apo­yo a la resis­ten­cia, par­ti­cu­lar­men­te a la resis­ten­cia arma­da. Hay un cre­cien­te reco­no­ci­mien­to entre muchos en «Occi­den­te» de la nece­si­dad y efi­ca­cia de la resis­ten­cia, o al menos de que des­pués de déca­das de negli­gen­cia al expli­car sus fuen­tes y su nece­si­dad, uno podría comen­zar el pro­ce­so de lidiar con su reali­dad. Esto inclu­ye invo­lu­crar­se con él sin vol­ver­lo pro­fano. Este giro en la izquier­da occi­den­tal no sig­ni­fi­ca que haya abra­za­do repen­ti­na­men­te el isla­mis­mo, pero reco­no­ce la natu­ra­le­za de la con­di­ción en la que están atra­pa­dos los pales­ti­nos: una feroz colo­nia de colo­nos que se nie­ga a hablar un len­gua­je polí­ti­co con aque­llos a quie­nes con­si­de­ra abyec­tos, que depen­de de vio­len­cia exce­si­va e impu­ni­dad diplo­má­ti­ca y legal, y que emplea un com­ple­jo sis­te­ma de for­mas de con­trol arqui­tec­tó­ni­co, tec­no­ló­gi­co e indirecto.

Pero lo más preo­cu­pan­te es que la per­sis­ten­cia y evo­lu­ción de la resis­ten­cia arma­da desa­fían algu­nas de las teo­rías, intere­ses y dis­po­si­cio­nes polí­ti­cas ope­ra­ti­vas de la inte­lec­tua­li­dad pales­ti­na, inclui­da la ansie­dad de una ver­da­de­ra rup­tu­ra en el régi­men colo­nial que per­mi­ta comen­zar el tra­ba­jo de descolonización.

Estas son las teo­rías que han per­sis­ti­do duran­te déca­das, uti­li­zan­do un tema de con­ver­sa­ción amplia­men­te acep­ta­do de que los pales­ti­nos debe­rían abs­te­ner­se de la resis­ten­cia arma­da para cul­ti­var una ima­gen favo­ra­ble en Occi­den­te y en el esce­na­rio glo­bal en general.

La noción pre­do­mi­nan­te es que la resis­ten­cia arma­da es fun­da­men­tal­men­te incom­pa­ti­ble con gene­rar sim­pa­tía por la cau­sa pales­ti­na. Feti­chi­zan una lec­tu­ra par­ti­cu­lar de la Pri­me­ra Inti­fa­da como un mode­lo ejem­plar de una revuel­ta popu­lar en gran medi­da no vio­len­ta y gene­ra­li­za­da, capaz de con­vo­car el apo­yo de las masas, la socie­dad civil y los orga­nis­mos lega­les inter­na­cio­na­les, ape­lan­do así a las sen­si­bi­li­da­des libe­ra­les de las socie­da­des occi­den­ta­les dominantes.

Por supues­to, tal lec­tu­ra tam­bién ocul­ta el ata­que psí­qui­co e ideo­ló­gi­co que los pales­ti­nos enfren­ta­ron a raíz de la Segun­da Inti­fa­da, que inten­tó gra­bar en la con­cien­cia pales­ti­na la noción de que la resis­ten­cia es inú­til, que la resis­ten­cia arma­da solo trae­rá estra­gos y que los pales­ti­nos no pue­de ni debe enfren­tar­se mili­tar­men­te a Israel debi­do a la asi­me­tría en el poder. Sin embar­go, al igual que la Auto­ri­dad Pales­ti­na, una alter­na­ti­va desa­fian­te cons­trui­da en torno a la «resis­ten­cia popu­lar» o la «resis­ten­cia popu­lar pací­fi­ca» solo se uti­li­zó como herra­mien­ta ideo­ló­gi­ca y psí­qui­ca para sos­te­ner lo que Abu Mazen y la Auto­ri­dad Pales­ti­na lla­ma­ron «coope­ra­ción de segu­ri­dad sagra­da». Se con­ci­bie­ron muy pocos inten­tos de orga­ni­zar la resis­ten­cia popu­lar y, en muchos casos, tam­bién fue­ron com­ba­ti­dos por la Auto­ri­dad Pales­ti­na y su sis­te­ma de segu­ri­dad y se enfren­ta­ron a una vio­len­cia gra­ve tan­to en Gaza como en Cisjordania.

La idea de que la izquier­da occi­den­tal se haya con­ver­ti­do repen­ti­na­men­te en ani­ma­do­ra de Hamas es pro­fun­da­men­te fal­sa. Jodi Dean no cele­bró a Hamas, pero tal vez encon­tró algo esti­mu­lan­te en el acto de desa­fío: la mar­cha para rom­per el régi­men colo­nial que rodea Gaza. Se ali­neó con par­te de la izquier­da pales­ti­na que par­ti­ci­pa en la resis­ten­cia. La mayo­ría de los pales­ti­nos com­par­tían el sen­ti­mien­to de Dean ese día en par­ti­cu­lar, inclui­dos muchos que más tar­de se des­ilu­sio­na­ron o revi­sa­ron sus pun­tos de vis­ta, ya sea por con­si­de­ra­cio­nes éti­cas o debi­do a la cam­pa­ña de bom­bar­deos masi­vos y la gue­rra geno­ci­da de Israel, lo que lle­vó a algu­nos a con­cluir que «no valía la pena».

Sí, hay muchas voces que detes­tan a Hamas en Gaza, Cis­jor­da­nia y en todo el sis­te­ma polí­ti­co pales­tino, por innu­me­ra­bles razo­nes. Entre ellos hay muchos en la «izquier­da» pales­ti­na que uti­li­zan sus dife­ren­cias ideo­ló­gi­cas y la divi­sión entre isla­mis­tas y secu­la­res como facha­da para su recha­zo total a la «resis­ten­cia». Como dijo Bas­sel Al-Araj, si la izquier­da en Pales­ti­na quie­re com­pe­tir con los isla­mis­tas, debe­ría hacer­lo en resis­ten­cia. Muza­wa­da a tra­vés de la acción.

Hamas, a fin de cuen­tas, es la arti­cu­la­ción con­tem­po­rá­nea de una lar­ga his­to­ria de resis­ten­cia que inclu­ye a los cam­pe­si­nos de la Pales­ti­na ante­rior a la Nak­ba, a los revo­lu­cio­na­rios pales­ti­nos en el exi­lio duran­te los pri­me­ros años de la OLP y a los isla­mis­tas que toma­ron el amplio poder. Ini­cia­ti­va a gran esca­la en los años 80 y más allá.

Muchos miem­bros de la izquier­da secu­lar han pali­de­ci­do, recha­zan­do la resis­ten­cia de Hamas no por la con­vic­ción de su inevi­ta­ble fra­ca­so, sino más bien por una ansie­dad pro­fun­da­men­te arrai­ga­da sobre su poten­cial éxito.

Esto no es sim­ple­men­te una opo­si­ción éti­ca al uso de la vio­len­cia; es el temor de que los isla­mis­tas pue­dan demos­trar ser más efec­ti­vos que su pro­pia pos­tu­ra polí­ti­ca, aho­ra en gran medi­da melan­có­li­ca y des­mo­vi­li­za­da. Mien­tras tan­to, cier­tas fac­cio­nes den­tro de la eli­te pales­ti­na ven a Israel como un faro de moder­ni­dad y están impul­sa­das por un pro­fun­do mie­do a su pro­pia socie­dad per­ci­bi­da como «regre­si­va», una indi­ca­ción reve­la­do­ra de sus dis­po­si­cio­nes ideo­ló­gi­cas, atra­pa­das en el atrac­ti­vo del Otro y ate­rro­ri­za­das. del poten­cial eman­ci­pa­dor de las masas palestinas.

Tener dife­ren­cias polí­ti­cas e ideo­ló­gi­cas con Hamas y des­acuer­dos tác­ti­cos, inclui­dos pro­ble­mas éti­cos con sus obje­ti­vos o sus capa­ci­da­des béli­cas, es una cosa. Pero soca­var el nivel míni­mo de com­pren­sión de por qué los pales­ti­nos, en todas sus for­ma­cio­nes ideo­ló­gi­cas y arti­cu­la­cio­nes his­tó­ri­cas, ven la resis­ten­cia en todas sus for­mas arma­das y des­ar­ma­das como una nece­si­dad, es otra. De hecho, es poco menos que des­ca­ra­do, espe­cial­men­te en un ambien­te que des­pi­de a los pro­fe­so­res por expre­sar cual­quier emo­ción o sim­bo­lis­mo de apo­yo a la resis­ten­cia palestina.

De hecho, el mun­do pue­de reco­no­cer la nece­si­dad de la resis­ten­cia y los esfuer­zos de los indi­vi­duos para luchar y recu­pe­rar lo que han per­di­do. Hacer­lo va más allá del con­cep­to de vic­ti­mis­mo al que muchos libe­ra­les en Pales­ti­na y algu­nos den­tro de la izquier­da quie­ren que limi­te­mos nues­tra lucha: una for­ma de sub­je­ti­vi­dad pales­ti­na que solo pro­vo­ca lástima.

La resis­ten­cia es prepolítica

Inclu­so en ausen­cia de movi­mien­tos arma­dos for­ma­les o for­ma­cio­nes ideo­ló­gi­cas estric­tas, Cis­jor­da­nia fue tes­ti­go del sur­gi­mien­to de gru­pos peque­ños e infor­ma­les: círcu­los de con­fian­za, gru­pos de ami­gos y uni­da­des arma­das de peque­ña esca­la que tras­cen­die­ron las fron­te­ras ideo­ló­gi­cas. Esto sig­ni­fi­ca que cual­quier aná­li­sis debe par­tir de reali­da­des tan­gi­bles. Pro­yec­tar mar­cos idea­li­za­dos y rígi­dos sobre los gru­pos polí­ti­cos no sólo es inú­til sino inte­lec­tual­men­te pere­zo­so y pro­fun­da­men­te igno­ran­te del hecho de que esta gene­ra­ción segui­rá resis­tien­do.

La resis­ten­cia es pre­po­lí­ti­ca. Exis­te orgá­ni­ca­men­te entre esta gene­ra­ción de pales­ti­nos que siguen sien­do borra­dos de su tie­rra y siguen per­dien­do a sus ami­gos y seres que­ri­dos. Son esas fuer­zas las que logran orga­ni­zar esa resis­ten­cia laten­te y ter­mi­nan con­vir­tién­do­se en una fuer­za a tener en cuen­ta en la socie­dad pales­ti­na. Es una nece­si­dad, e inclu­so en su mili­ta­ri­za­ción, sur­ge de reali­da­des mate­ria­les tan­gi­bles, más que de deci­sio­nes ideo­ló­gi­cas únicamente.

El temor pre­do­mi­nan­te, como siem­pre, es que, bajo la apa­rien­cia de dife­ren­cias ideo­ló­gi­cas sig­ni­fi­ca­ti­vas (que tam­bién sos­ten­go), nues­tra crí­ti­ca de la resis­ten­cia se con­vier­ta en un inten­to de extin­guir su posi­bi­li­dad misma.

Hamas repre­sen­ta solo uno de muchos pro­yec­tos polí­ti­cos e inten­tos his­tó­ri­cos de rom­per el Muro de Hie­rro impues­to por Israel. Pue­de que fra­ca­se o pue­de que ten­ga éxi­to, pero no ha hecho nada que otras fuer­zas social­men­te pro­gre­sis­tas en Pales­ti­na no hayan inten­ta­do. Más impor­tan­te aún, Hamas en Gaza no es sim­ple­men­te una influen­cia exter­na o una impor­ta­ción; está intrín­se­ca­men­te entre­te­ji­do en el teji­do social más amplio y, como míni­mo, mere­ce algo más que ser des­car­ta­do suma­ria­men­te por moti­vos sim­plis­tas de ser «regre­si­vo» ver­sus «pro­gre­sis­ta».

Hamas no va a nin­gu­na par­te en la polí­ti­ca pales­ti­na. Es una enti­dad polí­ti­ca enér­gi­ca que ha apren­di­do astu­ta­men­te de los erro­res de su pre­de­ce­so­ra, la OLP, tan­to en la gue­rra como en las nego­cia­cio­nes. Ha inver­ti­do meticu­losa­men­te sus recur­sos inte­lec­tua­les, polí­ti­cos y mili­ta­res en com­pren­der a Israel y su cen­tro de gra­ve­dad psí­qui­co. Nos gus­te o no, Hamas es aho­ra la fuer­za prin­ci­pal que lide­ra la lucha palestina.

La izquier­da debe afron­tar este hecho bási­co. No se pue­de basar la soli­da­ri­dad con Pales­ti­na en una polí­ti­ca que des­es­ti­me, pase por alto o exclu­ya a Hamas. Esta pos­tu­ra no logra cap­tar las com­ple­ji­da­des y con­tra­dic­cio­nes inhe­ren­tes a la lucha pales­ti­na. Al hacer­lo, la izquier­da pasa por alto la línea divi­so­ria entre cola­bo­ra­ción y resistencia.

Abdal­ja­wad Omar es estu­dian­te de doc­to­ra­do y pro­fe­sor a tiem­po par­cial en el Depar­ta­men­to de Filo­so­fía y Estu­dios Cul­tu­ra­les de la Uni­ver­si­dad Birzeit.

31 de mayo de 2024

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