Ver­sio­nes oficiales

El Esta­do espa­ñol ha mon­ta­do innu­me­ra­bles men­ti­ras per­fec­ta­men­te ela­bo­ra­das, las cono­ci­das como ver­sio­nes ofi­cia­les, que ha con­se­gui­do ven­der como cier­tas. Se tra­ta de secre­tos de Esta­do que, en la gran mayo­ría de los casos, son muy difí­ci­les de des­mon­tar con prue­bas irre­fu­ta­bles, por­que el Esta­do dis­po­ne de todo tipo de medios para lle­var a cabo sus sucias «tareas» sin dejar prue­ba alguna.

Afor­tu­na­da­men­te, en Eus­kal Herria muchas per­so­nas se han mos­tra­do siem­pre refrac­ta­rias a las ver­sio­nes ofi­cia­les. Han des­con­fia­do de ellas con muchí­si­ma razón y se han man­te­ni­do aler­ta, con la espe­ran­za de que, tar­de o tem­prano, la ver­dad ter­mi­ne por impo­ner­se. Y no cejan en denun­ciar que esas ver­sio­nes ofi­cia­les, bien cubier­tas como secre­tos de Esta­do, son puras falacias.

Sé de sobra que, en ese tipo de casos, es extre­ma­da­men­te difí­cil que toda la ver­dad sal­ga a relu­cir, pero ahí está el caso de Mikel Zabal­za como prue­ba de que algu­nas ver­sio­nes ofi­cia­les ter­mi­nan por empe­zar a res­que­bra­jar­se gra­cias a la ingen­te labor lle­va­da a cabo para que se escla­rez­ca lo que real­men­te suce­dió. En efec­to, en ese caso empie­zan a ver­se los fru­tos del infa­ti­ga­ble tra­ba­jo de denun­cia para el que se han emplea­do todo tipo de medios, inclui­da una exce­len­te película.

Recuér­de­se que Mikel Zabal­za fue dete­ni­do por la Guar­dia Civil, en la madru­ga­da del 26 de noviem­bre de 1985, jun­to con otras per­so­nas, entre las que se encon­tra­ba su novia, y bien es ver­dad que hoy es el día en que sigue sin poder­se pro­bar cómo murió exac­ta­men­te. Sin embar­go, cada vez más gen­te con­si­de­ra que la ver­sión ofi­cial, que las auto­ri­da­des espa­ño­las siguen defen­dien­do a toda cos­ta, no se sos­tie­ne en abso­lu­to. Es impo­si­ble que suce­die­ra lo que las auto­ri­da­des pre­ten­den que suce­dió. Imposible.

Todas las per­so­nas dete­ni­das jun­to con Mikel Zabal­za fue­ron pues­tas en liber­tad sin car­go alguno en su con­tra y denun­cia­ron haber sido some­ti­das a duras tor­tu­ras. Entre ellas, se encon­tra­ba Ion Arretxe que escri­bió un con­mo­ve­dor tes­ti­mo­nio con­tan­do lo que le suce­dió duran­te aque­llos inter­mi­na­bles días en su libro Intxau­rron­do. La som­bra del nogal.

Tal y como cuen­ta Ion, que falle­ció no hace mucho, «nada más sacar­le de la cama, le lle­va­ron al mon­te, le embu­tie­ron en dos sacos de plás­ti­co de los que se usan para sacar escom­bros, le envol­vie­ron con cin­ta de emba­lar como a una momia y le inte­rro­ga­ron metién­do­le la cabe­za, una y otra vez, en el agua de un río». Des­pués, lo lle­va­ron a Intxau­rron­do, don­de siguie­ron torturándolo.

Des­de el prin­ci­pio, muchas per­so­nas se mos­tra­ron com­ple­ta­men­te segu­ras de que Mikel murió mien­tras era some­ti­do a una de aque­llas sesio­nes de tor­tu­ras. Como en muchos otros casos, quie­nes par­ti­ci­pa­ron en aquel cri­men, con la ayu­da y apo­yo de las auto­ri­da­des, mon­ta­ron una ver­sión ofi­cial según la cual Mikel habría con­fe­sa­do el lugar don­de se encon­tra­ba un zulo con armas de ETA. A raíz de ello, fue con­du­ci­do por varios guar­dias civi­les a loca­li­zar con exac­ti­tud dicho zulo que, por cier­to, nun­ca apareció.

Dicha ver­sión ofi­cial sos­tie­ne que, en el tra­yec­to, cuan­do esta­ban atra­ve­san­do el túnel de Endar­latza, Mikel con­si­guió esca­par­se de los guar­dias que lo cus­to­dia­ban y se lan­zó espo­sa­do al río Bida­soa don­de se aho­gó. Su cadá­ver apa­re­ció vein­te días des­pués, en un lugar que ya había sido ras­trea­do varias veces por la Cruz Roja.

Han trans­cu­rri­do casi cua­ren­ta años des­de enton­ces y cada vez hay más gen­te que no se cree en abso­lu­to esa ver­sión ofi­cial que han impues­to valién­do­se de la ley de secre­tos ofi­cia­les fran­quis­ta que sigue en vigor. Una ley de la que se sir­ven para ocul­tar casos de terro­ris­mo de Esta­do como éste, por­que los esta­dos elu­den a toda cos­ta reco­no­cer su par­ti­ci­pa­ción en actos terroristas.

En el caso de Mikel Zabal­za, cada vez son más nume­ro­sas las per­so­nas que mues­tran serias dudas sobre lo que real­men­te suce­dió, pero las auto­ri­da­des siguen enro­ca­das en la nega­ción pura y dura. Siguen defen­dien­do la ver­sión ofi­cial. Ade­más, han ascen­di­do has­ta el máxi­mo gra­do en el esca­la­fón mili­tar, tenien­te gene­ral, a uno de los agen­tes que, según dicha ver­sión, cus­to­dia­ba a Mikel cuan­do huyó: Artu­ro Espe­jo Valero.

Por otra par­te, es indu­da­ble que los exper­tos inter­na­cio­na­les en reso­lu­ción de con­flic­tos dan una enor­me impor­tan­cia al reco­no­ci­mien­to del daño cau­sa­do, que los Esta­dos evi­tan por com­ple­to. Un reco­no­ci­mien­to que, como remar­can los exper­tos de modo uná­ni­me, es la base impres­cin­di­ble para que se resuel­va cual­quier conflicto.

Quie­nes nie­gan la impor­tan­cia capi­tal de dicho reco­no­ci­mien­to, ten­drán que expli­car por qué elu­den a toda cos­ta hablar de ese tema y, en su lugar, se empe­ñan tan­to en remar­car que el sum­mum de la mal­dad con­sis­te en jus­ti­fi­car las accio­nes violentas.

Ade­más, quie­nes insis­ten tan­to en ese tema tam­bién pasan de pun­ti­llas sobre el hecho evi­den­te de que cuan­do a los Esta­dos no les que­da otro reme­dio que admi­tir que han uti­li­za­do vio­len­cia ile­gal, bien se encar­gan de jus­ti­fi­car­lo de una u otra for­ma. Es lo que ha suce­di­do, por ejem­plo, con la gue­rra sucia prac­ti­ca­da por las auto­ri­da­des espa­ño­las con la com­pli­ci­dad de las francesas.

Dichas auto­ri­da­des se han esfor­za­do siem­pre en dejar las menos prue­bas posi­bles y el pre­si­den­te Feli­pe Gon­zá­lez mani­fes­tó con rotun­di­dad en su día que «No hay prue­bas, ni nun­ca las habrá». Sin embar­go, actua­ron con suma pre­po­ten­cia, sobre todo en el caso de los GAL, y a con­se­cuen­cia de ello deja­ron, muy a su pesar, no pocas pruebas.

Al ser tan con­tun­den­tes las prue­bas de la impli­ca­ción de las auto­ri­da­des espa­ño­las, estas empe­za­ron a jus­ti­fi­car los aten­ta­dos, pre­ten­dien­do que fue gra­cias a todos aque­llos ase­si­na­tos como con­si­guie­ron que las auto­ri­da­des fran­ce­sas empe­za­ran a cola­bo­rar. Una enor­me fala­cia, por­que dicha cola­bo­ra­ción esta­ba inclui­da en un acuer­do secre­to fran­co-espa­ñol esta­ble­ci­do antes de que se ini­cia­ran loa aten­ta­dos rei­vin­di­ca­dos usan­do la sigla GAL.

Puro terro­ris­mo de Esta­do franco-español.

Xabier Maka­za­ga, inves­ti­ga­dor del terro­ris­mo de Estado

14 de octu­bre de 2024

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