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«Nues­tra liber­tad está cerca»

Por qué los jóve­nes pales­ti­nos eli­gen la resis­ten­cia armada

Me reu­ní con com­ba­tien­tes de la resis­ten­cia de la Bri­ga­da Tul­ka­rem para una entre­vis­ta en los calle­jo­nes del cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem, en la Cis­jor­da­nia ocu­pa­da. Habla­ron sobre por qué luchan con­tra Israel y cuá­les son sus sue­ños para el futuro.

El mes pasa­do, me reu­ní con el coman­dan­te de las Bri­ga­das al-Quds de la Yihad Islá­mi­ca Pales­ti­na —par­te de la Bri­ga­da Tul­ka­rem— en un calle­jón del cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem, en el nor­te de la Cis­jor­da­nia ocu­pa­da. Ghaith Rad­wan me salu­dó con una leve son­ri­sa y ojos con­fia­dos que hacían poco para ocul­tar su evi­den­te cau­te­la. Él y varios com­ba­tien­tes de la resis­ten­cia en el cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem nos die­ron la bien­ve­ni­da a mí y al gru­po de perio­dis­tas para una bre­ve entre­vis­ta en la que habla­ría­mos sobre el pri­mer ani­ver­sa­rio del 7 de octu­bre. El joven com­ba­tien­te, con su rifle en el rega­zo, nos con­tó por qué deci­dió enfren­tar­se al ejér­ci­to israelí.

Ghaith, de solo 27 años, nos con­tó cómo se unió a las filas de la resis­ten­cia en el cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem duran­te el año pasa­do. Habló de cómo, des­pués del 7 de octu­bre, su sue­ño de via­jar libre­men­te por Pales­ti­na sin pues­tos de con­trol ya no era una débil esperanza.

«Todo el mun­do tie­ne la ambi­ción de ser libre», dijo. «Cami­nar como en cual­quier país inde­pen­dien­te sin encon­trar un pues­to de con­trol de la Auto­ri­dad Pales­ti­na unos metros más ade­lan­te y un pues­to de con­trol israe­lí des­pués de eso, y más allá de eso, los colo­nos atacando».

«Vivi­mos den­tro de una pri­sión», explicó.

Poco des­pués de que nos reuni­mos, el jue­ves 3 de octu­bre, Ghaith fue uno de los 20 pales­ti­nos que murie­ron en un ata­que aéreo israe­lí con­tra un edi­fi­cio resi­den­cial en medio del cam­pa­men­to. Ade­más de Ghaith, Zahi Oufi, coman­dan­te de las Bri­ga­das Qas­sam ali­nea­das con Hamas en el cam­pa­men­to, tam­bién fue asesinado.

Jun­to con los com­ba­tien­tes, una fami­lia ente­ra que se encon­tra­ba en el segun­do piso del edi­fi­cio fue ani­qui­la­da, inclui­da la madre, el padre y los dos hijos. Ghaith y sus cama­ra­das esta­ban sen­ta­dos en un popu­lar café en la plan­ta baja del edi­fi­cio cuan­do un avión de com­ba­te israe­lí lan­zó una bom­ba sobre el edi­fi­cio, mar­can­do la pri­me­ra vez des­de la Segun­da Inti­fa­da que un avión de este tipo había sido des­ple­ga­do en Cisjordania.

Las his­to­rias de Ghaith y de muchos de sus cama­ra­das se han vis­to trun­ca­das en los últi­mos meses des­de que el ejér­ci­to israe­lí lan­zó una ope­ra­ción mili­tar a gran esca­la en el nor­te de Cis­jor­da­nia lla­ma­da «Ope­ra­ción Cam­pa­men­tos de Verano», que duró varias semanas.

Libran­do una gue­rra asimétrica

Des­de el 7 de octu­bre, las tác­ti­cas de las fuer­zas israe­líes en el tra­to con Cis­jor­da­nia han cam­bia­do. El ejér­ci­to israe­lí comen­zó a uti­li­zar ata­ques aéreos con avio­nes no tri­pu­la­dos, heli­cóp­te­ros Apa­che y, por pri­me­ra vez el 3 de octu­bre, avio­nes de com­ba­te. Según el Cen­tro Pales­tino Moa­ta, el ejér­ci­to israe­lí ha lle­va­do a cabo 998 incur­sio­nes en toda la gober­na­ción de Tul­ka­rem des­de el 7 de octu­bre. Ade­más, se des­tru­ye­ron 601 pro­pie­da­des per­te­ne­cien­tes a resi­den­tes, inclui­da la des­truc­ción total de 125 viviendas.

Duran­te la entre­vis­ta, Ghaith le dijo a Mon­do­weiss que su lucha con Israel era injus­ta debi­do al gran des­equi­li­brio de poder.

«Me enfren­to a la ocu­pa­ción con un rifle y unas pocas balas, mien­tras que ellos me enfren­tan con avio­nes de gue­rra, exca­va­do­ras, vehícu­los mili­ta­res y dro­nes de reco­no­ci­mien­to», dijo. «Nun­ca ha sido una pelea jus­ta. El ejér­ci­to de ocu­pa­ción inva­de el cam­pa­men­to con equi­po mili­tar com­ple­to, y todo lo que ten­go es este rifle».

Ghaith hizo un ges­to hacia el M‑16 colo­ca­do en su rega­zo, una de las muchas armas de este tipo que se com­pran en el mer­ca­do negro de Cis­jor­da­nia, en su mayo­ría de Israel. Se ase­gu­ró de seña­lar que, a pesar de todo su pode­río mili­tar, las fuer­zas israe­líes no podían lle­gar a los com­ba­tien­tes excep­to a tra­vés de ata­ques aéreos y ata­ques selec­ti­vos con avio­nes no tri­pu­la­dos. Nos dijo que la mayo­ría de los com­ba­tien­tes de la resis­ten­cia en el cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem han sido ase­si­na­dos de esta mane­ra y no a tra­vés de enfren­ta­mien­tos terrestres.

«En los enfren­ta­mien­tos, el ejér­ci­to es más débil de lo que se pien­sa», dijo Tareq al-Doush, de 29 años, uno de los com­pa­ñe­ros de Ghaith y coman­dan­te local de las Bri­ga­das de los Már­ti­res de al-Aqsa, ali­nea­das con Fatah, en el cam­pa­men­to. Asin­tió con la cabe­za ante la afir­ma­ción de Gaith. «La mayo­ría de nues­tros már­ti­res fue­ron ase­si­na­dos por ata­ques aéreos, no por balas».0

«Solo son más fuer­tes con sus avio­nes y sus vehícu­los blin­da­dos», dijo Tareq.

Ghaith con­ti­nuó con­tán­do­nos cómo se unió a la resis­ten­cia en Tul­ka­rem, que se había desa­rro­lla­do en el trans­cur­so de dos años de cre­cien­te resis­ten­cia arma­da en el nor­te de Cis­jor­da­nia. Uno de los hitos más impor­tan­tes de esos años fue la fun­da­ción de la Bri­ga­da Tul­ka­rem en mar­zo de 2022, un gru­po para­guas de orga­ni­za­cio­nes que incluía a Fatah, Hamás y la Yihad Islá­mi­ca Palestina.

«Lo más duro que he expe­ri­men­ta­do es el mar­ti­rio de mi her­mano, y lue­go de mis ami­gos», dijo Ghaith. «Esto me hizo seguir en mi camino. Pero no esta­mos luchan­do por un már­tir ni por nadie más; esta­mos luchan­do en bus­ca de la liber­tad. Un sol­da­do ton­to que no sabe nada de la vida vie­ne y cie­rra nues­tras calles y con­tro­la nues­tras vidas. Los que nos encar­ce­lan son extran­je­ros en esta tie­rra y debe­rían vol­ver a sus países».

En los pri­me­ros días de su par­ti­ci­pa­ción en la resis­ten­cia, Ghaith dice que las cosas eran más fáci­les. «No había exca­va­do­ras D9 y no había tan­ta des­truc­ción en el cam­pa­men­to», dijo. Des­pués del 7 de octu­bre, los ata­ques de Israel se inten­si­fi­ca­ron en tér­mi­nos de muer­tes, dura­ción y esca­la de des­truc­ción. «Algu­nos se rin­die­ron, mien­tras que otros con­ti­nua­ron por el camino de la resis­ten­cia. Y seguimos».

Las recien­tes incur­sio­nes fue­ron difí­ci­les para Ghaith y sus com­pa­ñe­ros com­ba­tien­tes por­que las fuer­zas israe­líes recu­rrían al cas­ti­go colec­ti­vo para disua­dir a la comu­ni­dad de alber­gar a los jóve­nes de la resis­ten­cia. «Des­car­ga­ron su ira con­tra los resi­den­tes del cam­pa­men­to y sus pro­pie­da­des. Des­tru­ye­ron su infra­es­truc­tu­ra y cas­ti­ga­ron a la gen­te del cam­po», expli­có Ghaith. «En todas las casas cer­ca de las que bus­cá­ba­mos refu­gio se les colo­ca­ban bom­bas [por el ejér­ci­to] y las explotaban».

Para Ghaith y los demás miem­bros de la Bri­ga­da Tul­ka­rem, el obje­ti­vo de estas medi­das puni­ti­vas era cla­ro. «Están tra­tan­do de des­truir la base de apo­yo popu­lar en el cam­pa­men­to», dijo.

Le pre­gun­té cómo se sen­tía rodea­do por toda esta des­truc­ción, y me res­pon­dió que eso lo impul­só a bus­car ven­gan­za. «El colono ocu­pan­te quie­re impo­ner su poder sobre noso­tros. Quie­re demos­trar que tie­ne el control».

«Pero una vez que ter­mi­na la reda­da, muchas per­so­nas se comu­ni­can con noso­tros y expre­san su gra­ti­tud de que este­mos a sal­vo. Cuan­do ven la des­truc­ción del cam­po, sim­ple­men­te dicen: «Mejor per­der tu rique­za que per­der a tus hijos», continuó.

Tareq al-Doush se hizo eco de los sen­ti­mien­tos de Ghaith, insis­tien­do en que los com­ba­tien­tes extra­je­ron su fuer­za de la popu­lar base de apo­yo del cam­pa­men­to. «Nues­tra deter­mi­na­ción pro­vie­ne de las muje­res, los ancia­nos y los niños del cam­pa­men­to», expli­có. «Ellos nos dan nues­tra fuerza».

«Segui­re­mos movi­li­zán­do­nos, gene­ra­ción tras gene­ra­ción», prometió.

Cuan­do le pre­gun­ta­mos a Ghaith si temía que la resis­ten­cia ter­mi­na­ra des­pués de él, res­pon­dió con una leve son­ri­sa. «Es cier­to que Pales­ti­na es una tie­rra de “naci­mien­to”, pero una per­so­na no pue­de evi­tar sen­tir mie­do por lo que suce­de­rá des­pués de su mar­ti­rio. ¿Habrá per­so­nas que per­ma­nez­can en este camino?».

Hizo una pau­sa antes de con­ti­nuar. «Este camino nun­ca se ha dete­ni­do para nadie. Cuan­do Jihad Sheha­da, fun­da­dor de la Bri­ga­da en el cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem, fue ase­si­na­do, todo el mun­do dijo que su muer­te pon­dría fin a la resis­ten­cia. Pero, por el con­tra­rio, se inten­si­fi­có. En la épo­ca de la yihad, éra­mos sie­te hom­bres, y lue­go nues­tro núme­ro aumen­tó. Cada vez que uno de ellos era mar­ti­ri­za­do, noso­tros solo crecíamos».

Las pro­me­sas del 7 de octubre

«Gaza defi­ni­ti­va­men­te me impac­tó. Cuan­do ocu­rrió el 7 de octu­bre, lo cele­bra­mos aquí en el cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem con un des­fi­le de autos y segui­mos con­du­cien­do por los vecin­da­rios. Por supues­to, me dio moti­va­ción y me hizo creer que sere­mos libe­ra­dos. Esta­mos luchan­do aquí por nues­tra patria y nues­tra dig­ni­dad», dijo Ghaith.

«El 7 de octu­bre fue como un sue­ño para noso­tros», agre­gó Tareq. «Estoy segu­ro de que dor­mi­re­mos y des­per­ta­re­mos de nue­vo para ver el sue­ño cre­cer aún más. Sere­mos liberados».

Tareq cree que la gue­rra en Gaza unió a los com­ba­tien­tes de la resis­ten­cia y unió a las dife­ren­tes fac­cio­nes de la resis­ten­cia. La Bri­ga­da Tul­ka­rem ejem­pli­fi­có esta uni­fi­ca­ción. «Las fac­cio­nes no nos divi­den. Al final, somos la Bri­ga­da Tul­ka­rem… Todos somos del mis­mo ban­do, de la mis­ma gen­te, de la mis­ma san­gre, y vivi­mos por un mis­mo objetivo».

Otro com­ba­tien­te de la resis­ten­cia, que pre­fi­rió no ser iden­ti­fi­ca­do, dijo que los ase­si­na­tos, bom­bar­deos y reda­das que los israe­líes han esta­do lle­van­do a cabo des­de el 7 de octu­bre eran todos un inten­to de borrar la ale­gría que los pales­ti­nos sin­tie­ron ese día.

«Cada vez que dudo en tomar mi arma y resis­tir la ocu­pa­ción, recuer­do el 7 de octu­bre», dijo. «Y sien­to que nues­tra liber­tad está cerca».

Sue­ños de libertad

La mayo­ría de los com­ba­tien­tes de la resis­ten­cia que he cono­ci­do a lo lar­go de los años no tie­nen más de 30 años, y la mayo­ría han teni­do vein­te años. Sien­do tan jóve­nes, la deter­mi­na­ción de Ghaith y sus cama­ra­das de unir­se a la resis­ten­cia nos lle­vó a pre­gun­tar­les por qué resistían.

Lo que era cohe­ren­te en todas sus res­pues­tas era la vida que que­rían lle­var des­pués de la libe­ra­ción. La mayo­ría de ellos expre­sa­ban aspi­ra­cio­nes des­ar­man­te­men­te sim­ples, como ser capaz de con­du­cir un auto­mó­vil duran­te horas sin ser dete­ni­dos en un pues­to de con­trol, o mover­se libre­men­te sin el temor de ser ase­si­na­dos por la bala de un sol­da­do o asal­ta­dos por una tur­ba de colo­nos. Otros sim­ple­men­te anhe­la­ban no vivir con el mie­do cons­tan­te de ser arres­ta­dos, una sen­sa­ción que expe­ri­men­ta­ron mucho antes de con­ver­tir­se en combatientes.

«Mi sue­ño per­so­nal es vivir como cual­quier per­so­na que se sien­te cómo­da en su vida. No hay pales­tino que se sien­ta cómo­do. Cual­quie­ra que diga lo con­tra­rio está min­tien­do. Nadie pue­de estar tran­qui­lo mien­tras está ocu­pa­do», dijo Ghaith. «El cómo­do es un trai­dor o no tie­ne nin­gún pro­ble­ma con la ocupación».

El otro sue­ño de Ghaith es el mis­mo que el de cual­quier otro des­cen­dien­te de refu­gia­dos que cre­cie­ron en el cam­po. Todos quie­ren vol­ver a los pue­blos y ciu­da­des de los que fue­ron des­pla­za­dos sus ante­pa­sa­dos en 1948. «Mis raí­ces se remon­tan a una aldea lla­ma­da Wadi al-Hawa­ris en el dis­tri­to de Hai­fa», expli­có Ghaith. «Mi abue­lo solía con­tar­me sobre eso y cómo era su vida. Estoy luchan­do con­tra la ocu­pa­ción por­que quie­ro visi­tar mi tie­rra algún día. Cada pales­tino, cada per­so­na, cada refu­gia­do tie­ne el sue­ño de regre­sar a su tierra».

La res­pues­ta de Tareq no es dife­ren­te. Habló de su sue­ño de regre­sar a la aldea de Sidi Ali, en el dis­tri­to de Jaf­fa, de la que fue des­pla­za­do su abue­lo. «Todos los días me sen­ta­ba con mi padre y mi abue­la, y me habla­ban de mi pue­blo con vis­tas al mar. Esta con­ver­sa­ción ha que­da­do gra­ba­da en mi men­te des­de la infan­cia», dijo.

«Segui­ré resis­tien­do has­ta que lle­gue a ese pue­blo con vis­tas al mar. Me encan­ta el cam­pa­men­to, pero este no es nues­tro lugar. Nues­tro lugar está en Sidi Ali», prometió.

Tareq era el mayor de los com­ba­tien­tes de la resis­ten­cia en el cam­po de refu­gia­dos de Tul­ka­rem. Ante­rior­men­te lo había encon­tra­do hablan­do con sus cama­ra­das en los calle­jo­nes del cam­po. Me dio la impre­sión de que los otros com­ba­tien­tes lo tra­ta­ban como si fue­ra un her­mano mayor. Cuan­do pre­gun­té por alguien para entre­vis­tar, todos men­cio­na­ron inme­dia­ta­men­te el nom­bre de Tareq, sabien­do que era un ora­dor elocuente.

Pero cuan­do le pre­gun­té a Tareq cómo era lide­rar a todos, lo pri­me­ro que men­cio­nó fue a su madre. «Hace diez días que no veo a mi madre. La ocu­pa­ción bom­bar­deó nues­tra casa de varios pisos y la que­mó, y mi madre se mudó a vivir a otra casa, a la que me resul­ta difí­cil lle­gar», dijo Tareq. «Cada diez días más o menos, mi madre vie­ne a ver­me aquí por las calles y callejones».

Le pre­gun­té cuál sería el men­sa­je que le daría a su madre. «Si Dios quie­re, sere­mos libe­ra­dos. Y si me con­vier­to en már­tir, quie­ro decir­le que ella es la per­so­na que más amo en la vida, y su fe en Dios debe per­ma­ne­cer fuer­te. No quie­ro que se ape­ne por mí; quie­ro que se rego­ci­je en mi martirio».

La para­do­ja en las res­pues­tas de estos com­ba­tien­tes fue sor­pren­den­te. Todos decían que lucha­ban por poder vivir una vida dife­ren­te, y cada uno de ellos vivía con la expec­ta­ti­va de que serían ase­si­na­dos en cual­quier momen­to y se con­ver­ti­rían en már­ti­res. El sue­ño de una vida dife­ren­te, para muchos de ellos, ha esta­do al lado del sue­ño del mar­ti­rio mismo.

Al día siguien­te del ata­que aéreo con­tra el café en el que murie­ron Ghaith y sus cama­ra­das, cien­tos de resi­den­tes salie­ron a las calles para par­ti­ci­par en su cor­te­jo fúne­bre. Duran­te el fune­ral de Ghaith, la gen­te lo car­gó sobre sus hom­bros, can­tán­do­le con una melo­día lúgu­bre: «¿A dón­de vas, Ghaith? ¡Abris­te nues­tras heridas!».

Enton­ces otro cán­ti­co res­pon­dió, más fuer­te e insis­ten­te que el pri­me­ro, como si res­pon­die­ra a la orden de Ghaith de con­ti­nuar la lucha des­pués de que él se hubie­ra ido: «¡Ghaith, tú eres nues­tro líder, nues­tro héroe, nues­tro maes­tro! ¡Apren­de­mos de ti, Ghaith!».

Shatha Hanaysha es una perio­dis­ta pales­ti­na radi­ca­da en Jenin, en la Cis­jor­da­nia ocupada

29 de octu­bre de 2024

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