A crowd gathers around a bus carrying released Palestinian prisoners as it arrives in the West Bank city of Beitunia, early Monday, Jan. 20, 2025. (AP Photo/Leo Correa)

Algu­nos pre­sos y pre­sas libe­ra­das hablan

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«La Resis­ten­cia hacía rega­los a las pre­sas de la ocu­pa­ción y a noso­tras nos arras­tra­ban por el pelo.»

«Está­ba­mos some­ti­das a opre­sión y abu­sos». Amal Shu­ja’i­ya, la pre­sa libe­ra­da, com­par­te su expe­rien­cia sobre su deten­ción y libe­ra­ción, las vio­la­cio­nes de la inti­mi­dad de las pre­sas y su feli­ci­dad por haber con­se­gui­do la libertad.

El pre­so libe­ra­do Ayham Jara­dat, de la ciu­dad de Sa’ir, al nor­te de Al-Jalil, habla de las difí­ci­les con­di­cio­nes que viven los pre­sos den­tro de las cár­ce­les de la ocu­pa­ción tras su libe­ra­ción como par­te del acuer­do de inter­cam­bio de pre­sos Tou­fan Al-Ahrar (Inun­da­ción de los Libres) de la resistencia.

Pasé unos 15 meses en la cár­cel de Ofer. El sufri­mien­to de los pre­sos es gra­ve. Si Dios quie­re, pron­to lle­ga­rá el ali­vio para todos ellos (los presos).

La ale­gría es indes­crip­ti­ble. La ale­gría es indes­crip­ti­ble. En un momen­to esta­ba en la sala de la pri­sión y de repen­te me encon­tré entre mi fami­lia y mis seres queridos.

Y esta vic­to­ria es una gran vic­to­ria. Que Dios esté con ellos [los pre­sos], que Dios se apia­de de nues­tros már­ti­res, y siem­pre reza­re­mos por ellos.

El pre­so libe­ra­do Ahmed Khashan, de la aldea de Bir Al-Basha, al sur de Yenín, abra­za a su fami­lia tras su libe­ra­ción como par­te del acuer­do de inter­cam­bio de pre­sos Tou­fan Al-Ahrar (Ria­da de los Libres) de la resistencia.

Ahmed es uno de los pre­sos que vol­vie­ron a ser dete­ni­dos tras haber sido libe­ra­dos en el pri­mer acuer­do de inter­cam­bio de pre­sos, en noviem­bre de 2023. Su her­mano Wis­sam Khashan fue mar­ti­ri­za­do el mis­mo día a prin­ci­pios del año pasado.

Al igual que nues­tro pue­blo en Gaza no nos olvi­dó en Cis­jor­da­nia, mi her­mano mar­ti­ri­za­do no olvi­dó su san­gre derra­ma­da por nosotros.

Expli­ca que no les infor­ma­ron del acuer­do de inter­cam­bio y que solo oye­ron susu­rros de los guar­dias que habla­ban entre ellos.

El día de su liber­tad, ves­ti­dos de gris y espo­sa­dos, los lle­va­ron a la pri­sión de Ofer. Solo al lle­gar le infor­ma­ron de que «des­gra­cia­da­men­te hoy van a ser libe­ra­dos en un acuer­do de inter­cam­bio por segun­da vez». Tam­bién le infor­ma­ron de que esta­ba ter­mi­nan­te­men­te prohi­bi­da cual­quier for­ma de cele­bra­ción, reu­nión o refe­ren­cia a la resistencia.

En pri­mer lugar, me gus­ta­ría dar las gra­cias a la Resis­ten­cia por lo que ha hecho. De hecho, lo que ha hecho la Resis­ten­cia no lo ha hecho nun­ca nadie.

¡Nues­tra Resis­ten­cia levan­ta la cabe­za bien alta! La Resis­ten­cia está por enci­ma del mun­do entero.

Ahmed expli­ca que su deten­ción fue difí­cil. Sobre todo por­que fue dete­ni­do el día en que mar­ti­ri­za­ron a su her­mano. «Mi her­mano fue ente­rra­do y me pri­va­ron de des­pe­dir­me de él. Estoy orgu­llo­so de que mi her­mano sea un már­tir y feliz de que Dios le eli­gie­ra para este honor».

Expli­ca que la situa­ción en la cár­cel es extre­ma­da­men­te difí­cil. Difí­cil en tér­mi­nos de repre­sión, pali­zas y humi­lla­cio­nes. A pesar de todo, los pre­sos se man­tie­nen firmes.

La sar­na afec­tó a todos los pre­sos, y algu­nos inclu­so lle­ga­ron al pun­to de con­tem­plar el sui­ci­dio, pero se man­tu­vie­ron fir­mes. «La Resis­ten­cia no les olvidará».

Me sien­to feliz pero tam­bién tris­te por los que he deja­do atrás. Hay quie­nes son mayo­res y mere­cen ser libres hoy, per­so­nas que han pasa­do años en pri­sión. Que Dios les con­ce­da ali­vio y les apoye.

La pre­sa libe­ra­da Rula Has­sa­nein, de Belén, habla de las difí­ci­les con­di­cio­nes que vivió en las cár­ce­les de ocu­pa­ción tras su libe­ra­ción como par­te del acuer­do de inter­cam­bio de pre­sos Tou­fan Al-Ahrar (Inun­da­ción de los Libres) de la resistencia.

La trá­gi­ca situa­ción en la que viven las pre­sas es real­men­te difí­cil. Se han pro­du­ci­do impor­tan­tes vio­la­cio­nes por par­te de la admi­nis­tra­ción peni­ten­cia­ria en su tra­to a las dete­ni­das. Muchos de estos casos ni siquie­ra pue­den men­cio­nar­se en los medios de comu­ni­ca­ción debi­do a su carác­ter deli­ca­do, sobre todo en lo que res­pec­ta a las muje­res en general.

Por ejem­plo, no se nos pro­por­cio­na­ron artícu­los de pri­me­ra nece­si­dad, como cor­ta­uñas. Estu­vie­ron prohi­bi­dos duran­te más de tres o cua­tro meses, y tenía­mos que cor­tar­nos las uñas con los dientes.

Tam­bién se nos nega­ba el acce­so a artícu­los como pei­nes, por lo que uti­li­zá­ba­mos hor­qui­llas de plás­ti­co para cepi­llar­nos el pelo.

Se con­fis­ca­ban todos los sumi­nis­tros de los que dis­po­nían los pre­sos, inclui­da la ropa, median­te una repre­sión cons­tan­te, ins­pec­cio­nes repe­ti­das y cacheos al des­nu­do que afec­ta­ban a muchas dete­ni­das. Inclu­so se lle­va­ron dife­ren­tes tipos de hijabs.

La trá­gi­ca situa­ción que viví per­so­nal­men­te como madre lac­tan­te fue indes­crip­ti­ble. Dejé a mi hija cuan­do sólo tenía 9 meses. Fue una situa­ción extre­ma­da­men­te difí­cil que no se pue­de des­cri­bir; no hay len­gua­je que pue­da expre­sar los sen­ti­mien­tos de una madre sepa­ra­da de su bebé.

Cuan­do me detu­vie­ron, pedí que me deja­ran lle­var con­mi­go a mi hija peque­ña por­que toda­vía esta­ba toman­do el pecho y depen­día mucho de mí. Había naci­do pre­ma­tu­ra, de casi dos meses, y su esta­do de salud era deli­ca­do, pero me dene­ga­ron la petición.

A pesar de reci­bir varias deci­sio­nes judi­cia­les que me con­ce­dían la liber­tad debi­do a mi situa­ción, los tri­bu­na­les mili­ta­res insis­tie­ron en pro­lon­gar mi detención.

El pri­sio­ne­ro libe­ra­do Qas­sem Ja’a­fa­ra (17 años) habla sobre su libe­ra­ción ayer como par­te de la pri­me­ra fase del acuer­do de inter­cam­bio de pri­sio­ne­ros Tou­fan Al-Ahrar (Inun­da­ción de los Libres) de la resistencia.

Pasé 15 meses y medio en pri­sión en con­di­cio­nes difí­ci­les. Ayer me pusie­ron en liber­tad. Sali­mos de la pri­sión de Megid­do a las 15:00 en auto­bús hacia la pri­sión de Ofer y lue­go a Al-Maskobiya.

Los guar­dias de la pri­sión nos dije­ron que están prohi­bi­das las cele­bra­cio­nes, los dul­ces, tocar el cla­xon y col­gar banderas.

Antes de su libe­ra­ción, las fuer­zas de ocu­pa­ción ata­ca­ron su domi­ci­lio, agre­die­ron a su fami­lia y detu­vie­ron a tres muje­res periodistas.

Iyad Ja’a­fa­ra, padre de Qas­sem, rela­ta la libe­ra­ción de su hijo.

Cuan­do reci­bí la noti­cia de la libe­ra­ción de mi hijo, me puse muy con­ten­to. Doy gra­cias a Dios por haber­le vis­to en buen esta­do de salud. Hemos sufri­do mucho duran­te su encar­ce­la­mien­to en los pasi­llos de los tri­bu­na­les. Ayer, los trá­mi­tes fue­ron difí­ci­les. Pri­me­ro fui­mos a cua­tro salas para fir­mar las con­di­cio­nes de la pues­ta en liber­tad, la más impor­tan­te de las cua­les era impe­dir las cele­bra­cio­nes, los petar­dos y la dis­tri­bu­ción de dul­ces. Lue­go espe­ré delan­te de Al-Mas­ko­bi­ya des­de las sie­te de la tar­de has­ta la una de la madru­ga­da. Cuan­do mi hijo salió, nos reuni­mos con él en un vehícu­lo poli­cial y me impi­die­ron hablar con él o abrazarlo.

La pre­sa libe­ra­da Raghad Amro, de Dura, al sur de Al-Jalil, habla de las malas con­di­cio­nes de deten­ción a las que esta­ban some­ti­das las pre­sas den­tro de las cár­ce­les de la ocu­pa­ción, así como de los momen­tos de su liberación.

Pasa­mos por muchos momen­tos difí­ci­les y con­di­cio­nes inso­por­ta­bles, pero ala­ba­do sea Dios, esos momen­tos han pasa­do. Todos esos momen­tos dolo­ro­sos se olvi­dan en el ins­tan­te de la liber­tad y en el momen­to de ver a la pro­pia familia.

Sin­ce­ra­men­te, sufri­mos muchas vio­la­cio­nes, repre­sio­nes y abu­sos den­tro de las cár­ce­les de la ocu­pa­ción. Nos enfren­tá­ba­mos a ins­pec­cio­nes dia­rias, duran­te las cua­les se regis­tra­ba la mayo­ría de las habi­ta­cio­nes. Nos gol­pea­ban, repri­mían, nos rocia­ban con gas y nos qui­ta­ban el hiyab a la fuer­za delan­te de otras muje­res de la prisión.

Nos pri­va­ron de muchas nece­si­da­des bási­cas, como pro­duc­tos de higie­ne per­so­nal, ropa y man­tas cuan­do hacía frío. La comi­da que nos daban era insu­fi­cien­te en can­ti­dad y de muy mala calidad.

Las con­di­cio­nes nun­ca fue­ron fáci­les, pero pedi­mos a Dios que todos los pre­sos, hom­bres y muje­res, sean libe­ra­dos y dis­fru­ten de esta liber­tad por­que su situa­ción actual es muy calamitosa.

Rela­tan­do el día de su libe­ra­ción, dice:

Sobre las 11 de la maña­na, vinie­ron y nos dije­ron que hoy nos libe­ra­rían a todos. Lla­ma­ron a un gru­po de noso­tras ‑11 pre­sas- y nos lle­va­ron a una ins­pec­ción. La ins­pec­ción fue extre­ma­da­men­te humi­llan­te, casi un cacheo al des­nu­do, lo que fue muy angus­tio­so psi­co­ló­gi­ca­men­te. Pero des­pués segui­mos adelante.

Subimos al auto­bús, al que me gus­ta lla­mar «el mal­di­to auto­bús hela­do». Fue uno de los momen­tos más duros del día. Encen­die­ron el aire acon­di­cio­na­do, aun­que ya hacía un frío que pela­ba, sobre todo por­que nos habían con­fis­ca­do la ropa de invierno. Duran­te el tras­la­do, arras­tra­ban a los pri­sio­ne­ros por el pelo, prohi­bién­do­nos levan­tar la cabe­za o sen­tar­nos ergui­dos. Nues­tras cabe­zas debían man­te­ner­se miran­do hacia nues­tras pier­nas. Fue­ron momen­tos de tortura.

Nos colo­ca­ban en el sue­lo, que esta­ba lleno de pie­dre­ci­tas, de rodi­llas, y nos prohi­bían mover­nos, hablar o inclu­so mirar a nues­tro alre­de­dor. Al cabo de un rato, saca­ron una gran pan­ta­lla, don­de pusie­ron un vídeo varias veces. El vídeo mos­tra­ba la des­truc­ción en Gaza y acu­sa­ba a deter­mi­na­das per­so­nas de cau­sar­la. Tam­bién mos­tra­ba figu­ras que habían sido ata­ca­das duran­te la gue­rra. El vídeo era psi­co­ló­gi­ca­men­te angus­tio­so, pero, gra­cias a Dios, nin­guno de noso­tros se inmu­tó ante tales inten­tos de doblegarnos.

No podía­mos creer que nos libe­ra­ran has­ta el momen­to en que vimos a nues­tras fami­lias. Fue, en mi opi­nión, un momen­to his­tó­ri­co, un momen­to de ale­gría des­bor­dan­te. La sen­sa­ción más her­mo­sa que he expe­ri­men­ta­do nun­ca fue cuan­do vi a mi madre y me di cuen­ta de que todo el sufri­mien­to de los últi­mos cin­co meses había lle­ga­do a su fin en el momen­to en que abra­cé a mi madre y a mi padre.

Su padre habla de su gra­ti­tud tras la libe­ra­ción de su hija gra­cias al acuer­do de inter­cam­bio de pri­sio­ne­ros Tou­fan Al-Ahrar (Inun­da­ción de los Libres) de la Resis­ten­cia: «Se lo debe­mos a todos los que sufrie­ron en Gaza para que pudié­ra­mos ver estos momentos».

La madre de Ragh­da añade:

Damos gra­cias a Allah por estos momen­tos. Aun­que están mez­cla­dos con dolor y tris­te­za, el dolor es lo pri­me­ro por­que ten­go un hijo que sigue en la cár­cel, y la tris­te­za es por lo que le ha pasa­do a la gen­te de Gaza. Pero estas muje­res han sali­do con la cabe­za bien alta, con­vir­tien­do esto en una gran y mag­ní­fi­ca cele­bra­ción palestina.

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