La dependencia de la ayuda exterior, la inestabilidad política, la pobreza crónica y los efectos del cambio climático son algunos de los obstáculos que impiden a Burkina Faso alcanzar la tan ansiada soberanía alimentaria.
En la actualidad, alrededor del 80% de la población de este país saheliano se dedica a la agricultura, que representa un tercio del PIB. A pesar de ello, el país sigue importando más de 200.000 toneladas de arroz al año.
Ante este reto, el Gobierno del presidente Ibrahim Traoré puso en marcha en 2023 la denominada «Ofensiva Agrícola», que está revolucionando el medio rural y sirve de modelo para el continente. El objetivo principal es acabar con la dependencia de las importaciones de productos alimenticios de consumo masivo.
Según Mark Gansonré, agricultor y representante de las asociaciones de agricultores en la Asamblea Nacional de Transición, en la aplicación del programa, el nuevo Gobierno ha tratado de escuchar a los agricultores del país. «Creo que [él] Traoré se ha tomado el tiempo necesario para comprender el grito del corazón de los agricultores burkineses».
«Desde 2002, hemos emprendido una serie de acciones, empezando por la reivindicación del reconocimiento de la agricultura como una profesión legítima y por derecho propio. Hemos conseguido una ley de orientación agrícola para estructurar este reconocimiento. También hemos trabajado para facilitar el acceso al crédito a los pequeños productores. Hoy hemos llegado a un punto de verdadera gratitud. Gracias a Dios, el año pasado, este Gobierno asignó 78.000 millones de francos CFA para la compra de material agrícola, poniéndolo a disposición de los agricultores», se congratula Gansonré.
Las cifras de la Ofensiva Agrícola
La ofensiva ya ha dado sus frutos en materia de autosuficiencia alimentaria. Los rendimientos por hectárea en el país han aumentado considerablemente desde el inicio de la ofensiva, con mejoras de entre el 35% y el 40%.
Lo más destacable es que el país ha alcanzado excedentes de cereales durante dos años consecutivos, lo que contrasta notablemente con la tendencia histórica de déficit anterior a la actual administración. En 2024, se cosecharon seis millones de toneladas de cereales en Burkina Faso.
Esto ha ocurrido a pesar de la presencia de grupos yihadistas fundamentalistas en todo el país. Para finales de este año, el programa agrícola tiene como objetivo crear 100 .00 puestos de trabajo para la población desplazada por el terrorismo. Aproximadamente el 54% del presupuesto está financiado por el sector privado y el 46% por el Estado.
«Si hay más de un millón de personas desplazadas, la mayoría de esta población se encuentra en zonas rurales. Muchos de estos agricultores han abandonado tierras que ya no podían cultivarse. Pero eso no nos impide producir hoy en día. A pesar del abandono de varias zonas agrícolas que no podían cultivarse, se ha prestado un importante apoyo para que, en las regiones donde aún existe capacidad productiva, los agricultores puedan intensificar la producción con el fin de alimentar al pueblo burkinés», subraya Gansonré.
Luc Damiba, asesor especial del primer ministro de Burkina Faso, considera que, incluso en un contexto de escasas precipitaciones, el país cuenta con buenas tierras y agua abundante, lo que, en su opinión, permite reorganizar la producción para abastecer a los ciudadanos. Subraya que garantizar una alimentación suficiente a la población es la base de cualquier proyecto nacional.
«Debemos trabajar con los campesinos, trabajar bien con ellos. Si no lo hacemos, los terroristas se apoderarán de ellos. Esa es la primera ventaja. La segunda es que producirán lo suficiente para alcanzar la autosuficiencia alimentaria. La tercera es que contaremos con actores políticos bien preparados y comprometidos con el avance de la revolución», analiza.
«Si no contamos con el mundo campesino para llevar a cabo la revolución, fracasaremos. Solo podemos contar con el mundo campesino para llevarla a cabo. Y Traoré ha empezado bien al adoptar esta política agrícola ofensiva, capaz de movilizar a este grupo, que se ha convertido en un actor político fundamental», añade Damiba.
Vínculo con Sankara
La búsqueda de la soberanía alimentaria en la región tiene profundas raíces históricas, que se remontan a la revolución de Thomas Sankara en la década de 1980. La reforma agraria llevada a cabo por Sankara, además de distribuir las tierras entre quienes realmente las producían, tenía como objetivo involucrar políticamente a esta gran masa de pequeños agricultores. En 1987, tras cuatro años en el poder en Burkina Faso, la ONU reconoció por primera vez al país como autosuficiente en materia alimentaria.
Sin embargo, tras el asesinato del expresidente y líder de la histórica revolución burkinesa, décadas de políticas que favorecían los cultivos de exportación en detrimento de la agricultura familiar llevaron al país saheliano a depender de nuevo de los insumos externos.
El modelo colonial, dictado por las multinacionales agroindustriales mundiales, como Monsanto, ganó terreno en el país durante el régimen de Blaise Compaoré, artífice de la masacre de Sankara, que gobernó el país desde 1987 hasta 2014, con el apoyo del Gobierno francés.
Para Mark Gansonré, la puesta en marcha de la Ofensiva Agrícola es el símbolo de la alineación de Traoré con las ideas de Sankara.
«Es como si tuviéramos un Sankara. Sankara ha despertado. Es cierto que en su época la mayoría de la población no entendía del todo su visión. Era un movilizador… Pero hoy, tras su marcha, ha habido un despertar, y este Gobierno actual ha estimulado efectivamente ese despertar», afirmó.
Mecanización
La ofensiva del actual Gobierno se ha caracterizado por un importante apoyo directo a los productores rurales y por inversiones sin precedentes en mecanización. La estrategia se centra en el aumento sustancial de la producción en ocho ámbitos prioritarios: arroz, maíz, patata, trigo, pescado, ganadería, aves de corral y mango.
La financiación de la compra de maquinaria en el país, gran parte de la cual procede de China, se basa en dos fuentes principales: la nacionalización del oro y la creación de un fondo patriótico financiado por la propia población.
Desde que Traoré tomó el control de dos minas que antes pertenecían a una empresa que cotiza en la bolsa de Londres y comenzó la construcción de una refinería pública, el Gobierno ya ha destinado 179 millones de dólares estadounidenses a la compra de maquinaria agrícola.
Sawadogo Pasmamde, alias Oceán, artista polifacético y miembro del Centro Thomas Sankara para la Libertad y la Unión Africana, detalla la transformación.
«Por primera vez, se distribuyen tractores por todo el país. Se suministran insumos agrícolas a los agricultores, proporcionándoles todo lo que necesitan para producir. Además, todos los ingenieros agrónomos que trabajaban en las ciudades han sido trasladados al campo para supervisar y apoyar directamente a los agricultores. Y ahora vemos que los resultados comienzan a aparecer como recompensa a este esfuerzo», se congratula Oceán.
Los dos tipos de agricultura
Según el anuncio del Gobierno, la mecanización diferenciada incluye animales de tiro para los pequeños productores y, por otro lado, motocultores y tractores para las grandes empresas. Inicialmente, se distribuyeron más de 400 tractores, además de fertilizantes subvencionados. Para la campaña 2025 – 2026, el lote debería incluir la entrega de 608 tractores y 1102 motocultores.
Según Marc Gansonré, se trata de una demanda histórica de los agricultores del país que nunca se ha satisfecho plenamente. Recuerda que se realizó un primer intento durante la revolución liderada por Sankara, pero el proceso se interrumpió tras su muerte.
Durante la administración de Compaoré, añade, se llevó a cabo un programa que incluso distribuyó carros a los agricultores, pero sin los animales de tiro necesarios para su uso. La iniciativa quedó en suspenso durante años hasta que, tras las peticiones de los agricultores, se introdujeron subvenciones para arados y animales como burros y bueyes.
Aun así, el alcance de las políticas siguió siendo limitado. Según el parlamentario, en aquella época había alrededor de 1,4 millones de familias de agricultores en el país, pero menos de la mitad se beneficiaban de los programas: «la cobertura solo alcanzaba el 27%, y luego el 32%».
«Y, gracias a Dios, llegó el actual presidente, que comprendió desde el principio la necesidad de apoyar la mecanización», subraya.
Según Marc, la mecanización en el país se lleva a cabo hoy en día de forma diferenciada, respetando las dimensiones espaciales de cada zona cultivable y la capacidad financiera de las familias productoras.
Explica que en Burkina Faso existen dos tipos de agricultura: las explotaciones familiares y las grandes empresas agrícolas que necesitan maquinaria pesada.
«Dar un motocultor o un tractor a alguien que no tiene los medios para mantener adecuadamente este equipo es como no hacer nada. Por eso trabajamos para que los pequeños productores sigan recibiendo apoyo con arados y animales de tiro, mientras que los que han progresado un poco más pueden trabajar con motocultores», explica Gansonré.
«Cuando las precipitaciones no superan los 5 milímetros y hay que sembrar, es necesario cultivar la mayor superficie posible en las siguientes 24 a 48 horas. Y hacerlo manualmente es muy difícil. Por eso se han introducido sembradoras y motocultores para mejorar la preparación del suelo», añade.
Creación de industrias
Más allá de la producción, el objetivo del Gobierno de Burkina Faso con su Ofensiva Agrícola es la industrialización y la adición de valor a los productos cultivados localmente. En el país, la creación de unidades de transformación ha generado puestos de trabajo e incluso ha permitido a los agricultores convertirse en accionistas de algunas de las fábricas que se han abierto.
La primera fábrica de transformación de tomates del país, inaugurada en 2024 en Bobo-Dioulasso, cuenta con una participación del 20% del Estado y un 80% de capital comunitario, organizado por la APEC, la Agencia de Promoción del Emprendimiento Comunitario. La organización, fundada en 2022, cuenta principalmente con el apoyo de la pequeña y mediana burguesía nacional.
Souleymane Yougbare, director del Consejo Nacional de Agricultura Ecológica de Burkina Faso (CNABio), considera que la iniciativa ha reducido la dependencia de las importaciones y ha desarrollado la economía local.
«Si tenemos, por ejemplo, puré de tomate 100% burkinés, eso nos permite proteger nuestros mercados, nos permite ser autónomos en cuanto al consumo de puré de tomate y también evitar casos de intoxicación. No sabemos cómo se produce lo que importamos», afirma Yougbare.
También destaca cómo la fábrica ha añadido valor a la producción de los agricultores, que antes perdían gran parte de su cosecha debido a la falta de canales de distribución alternativos.
«Antes, la producción de tomates en Burkina Faso era muy alta, pero, lamentablemente, los productores perdían gran parte de ella porque los tomates se pudrían en los campos o tenían que venderse a precios muy bajos. Es triste. Incluso había exportadores, o más bien importadores y exportadores, que venían a comprar a precios ridículamente bajos y revendían en otros países. Todo esto destruye nuestra economía», opina.
Por otro lado, Yougbare sostiene que el avance de la industrialización en el país debe ir acompañado de una reflexión sobre sus repercusiones. «Cuando pensamos en industrialización, y el nombre lo dice, hay que tener cuidado de que no traiga consigo otros problemas, como vemos en los países desarrollados: contaminación de la capa de ozono, impacto en el clima… Por lo tanto, las soluciones deben ser realmente locales, adaptadas a nuestro contexto y a nuestras necesidades», explica.
El diputado Marc Gansonré considera que el país está viviendo actualmente un cambio de conciencia, «un espíritu de patriotismo» que lleva a la población a decir: «Si queremos ser autónomos, está bien recibir ayuda, pero es preferible que trabajemos nosotros mismos para encontrar soluciones a nuestros problemas internos. Y lo que no podamos hacer, lo podemos buscar fuera».
Concluye: «Reconozco que se trata de elementos realmente nuevos que observamos hoy en día, gracias a la visión del jefe del Estado y de su Gobierno. Esto nos da una gran esperanza de que, pronto, África Occidental sea un ejemplo para otros países».
Pedro Stropasolas (Brasil de Fato)
16 de noviembre de 2025