La reco­lo­ni­za­ción de Trump

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En memo­ria de Julio Chi­ri­nos, el Cabito.

La publi­ca­ción de la nue­va Estra­te­gia de Segu­ri­dad Nacio­nal (ESN) por par­te del inqui­lino de la Casa Blan­ca, el car­ni­ce­ro Trump no es un mero ajus­te retó­ri­co. Es la codi­fi­ca­ción explí­ci­ta y des­inhi­bi­da de una polí­ti­ca exte­rior que trans­for­ma al gobierno de Esta­dos Uni­dos en un bra­zo eje­cu­tor de la ava­ri­cia cor­po­ra­ti­va, decla­ran­do abier­ta­men­te su inten­ción de reco­lo­ni­zar eco­nó­mi­ca­men­te a sus veci­nos y tra­tar a las nacio­nes sobe­ra­nas como mer­ca­dos cau­ti­vos. Es Trump al res­ca­te del capi­ta­lis­mo. Este docu­men­to, jun­to a las recien­tes reor­ga­ni­za­cio­nes mili­ta­res como la crea­ción del Coman­do del Hemis­fe­rio Occi­den­tal del Ejér­ci­to de Esta­dos Uniods (USAWHC), con­fi­gu­ra una ame­na­za exis­ten­cial para los pue­blos de Amé­ri­ca Lati­na, el Cari­be y el Sur Glo­bal, des­po­jan­do la más­ca­ra de la «pro­mo­ción de la demo­cra­cia» para reve­lar un pro­yec­to pura­men­te extrac­ti­vis­ta y hegemónico.

El núcleo de la ame­na­za resi­de en la cláu­su­la más escan­da­lo­sa de la ESN, la exi­gen­cia de que «los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos deben otor­gar con­tra­tos sin lici­ta­ción a empre­sas esta­dou­ni­den­ses». Esta no es una suge­ren­cia, sino la reac­ti­va­ción de un «coro­la­rio Trump a la Doc­tri­na Mon­roe» que for­ma­li­za la rela­ción impe­rial. Se tra­ta de una exi­gen­cia de sumi­sión eco­nó­mi­ca, don­de la «pre­emi­nen­cia esta­dou­ni­den­se» se tra­du­ce en el dere­cho a expo­liar los recur­sos y el era­rio públi­co de nacio­nes sobe­ra­nas. Bajo el eufe­mis­mo de «opor­tu­ni­da­des de nego­cio», se escon­de una lógi­ca de saqueo que recuer­da a las con­ce­sio­nes for­za­das del siglo XIX, don­de las poten­cias extraían rique­za sin bene­fi­cio local. Es un gol­pe direc­to al desa­rro­llo endó­geno, a la trans­pa­ren­cia y a la posi­bi­li­dad de que los paí­ses del Sur esta­blez­can rela­cio­nes comer­cia­les mutua­men­te bene­fi­cio­sas con otros acto­res, como Chi­na, a quie­nes la estra­te­gia mira con «ali­vio» si se limi­tan a ser socios comer­cia­les sumi­sos. La ESN pone en la mira al multilateralismo.

Esta reco­lo­ni­za­ción eco­nó­mi­ca no vie­ne sola. Se apun­ta­la con una rees­truc­tu­ra­ción mili­tar des­pre­cia­ble. La crea­ción del USAWHC, uni­fi­can­do bajo un man­do úni­co de cua­tro estre­llas, la pre­pa­ra­ción de fuer­zas, la «segu­ri­dad hemis­fé­ri­ca» y la coope­ra­ción mili­tar, no es una mera efi­cien­cia admi­nis­tra­ti­va. Es la mili­ta­ri­za­ción de la polí­ti­ca exte­rior. Al decla­rar el hemis­fe­rio como «el tea­tro prio­ri­ta­rio», Washing­ton seña­la que está pre­pa­ran­do el apa­ra­to coer­ci­ti­vo para res­pal­dar sus exi­gen­cias eco­nó­mi­cas. La línea entre «coope­ra­ción con alia­dos» y «pre­sión sobre los menos pode­ro­sos» se des­va­ne­ce cuan­do el mis­mo Coman­do que «tra­ba­ja con alia­dos» tie­ne la misión de «afir­mar y hacer cum­plir» la Doc­tri­na Mon­roe. La ambi­güe­dad sobre Vene­zue­la —entre una «pre­dis­po­si­ción a la no inter­ven­ción» y el des­plie­gue de fuer­zas para «ame­na­zas urgen­tes»— es una tác­ti­ca cal­cu­la­da para man­te­ner la espa­da de Damo­cles sobre cual­quier gobierno que se resis­ta. La intro­mi­sión de Trump en las elec­cio­nes de Hon­du­ras es tan solo la con­ti­nui­dad en el cam­po real de quie­nes han dise­ña­do la Estra­te­gia de Segu­ri­dad Nacio­nal. Colom­bia, Chi­le, Bra­sil y cuan­to país lle­ve a cabo elec­cio­nes en los pró­xi­mos años es un capí­tu­lo aún por descubrir.

La estra­te­gia va más allá del hemis­fe­rio, expo­nien­do una visión hob­be­sia­na del mun­do, que se cen­tra en la nece­si­dad de un Esta­do fuer­te y abso­lu­to para evi­tar la «anar­quía». La demo­cra­cia, como valor, ha sido borra­da del léxi­co ofi­cial bajo un cinis­mo cal­cu­la­do. El «rea­lis­mo» que cele­bran ase­so­res como Dan Cald­well, del círcu­lo ínti­mo del secre­ta­rio de Gue­rra de Esta­dos Uni­dos, Pete Heg­seth es la real­po­li­tik del pilla­je, don­de las «tra­di­cio­nes» de regí­me­nes auto­ri­ta­rios son con­ve­nien­te­men­te res­pe­ta­das si abren sus che­que­ras, mien­tras se demo­ni­za a los gobier­nos pro­gre­sis­tas que no se plie­gan a la agen­da de extre­ma dere­cha de Washing­ton. En una entre­vis­ta. Dan Cald­well, seña­la­ba la idea cen­tral de la ESN: «Duran­te dema­sia­do tiem­po, el enga­ño sus­ten­ta­ba nues­tra polí­ti­ca exte­rior: la ilu­sión sobre el papel de Esta­dos Uni­dos en el mun­do, la ilu­sión sobre nues­tros intere­ses y la ilu­sión sobre lo que pode­mos lograr a tra­vés de la fuer­za militar».

Para los pue­blos del Sur, espe­cial­men­te de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, el men­sa­je es cla­ro y peligroso:

  1. Su sobe­ra­nía eco­nó­mi­ca está bajo ata­que direc­to. Se les orde­na renun­ciar a pro­ce­sos de lici­ta­ción jus­tos, cla­ves para la lucha con­tra la corrup­ción y el desa­rro­llo nacional.
  2. Su espa­cio geo­po­lí­ti­co se mili­ta­ri­za. La con­so­li­da­ción del USAWHC bajo una doc­tri­na de «pre­emi­nen­cia» impli­ca una vigi­lan­cia y pre­sión mili­tar per­ma­nen­tes. Nues­tro Cari­be es el tea­tro de operaciones.
  3. Son redu­ci­dos a la con­di­ción de vasa­llos. Su papel ya no es el de socios en un orden inter­na­cio­nal basa­do en reglas, sino el de pro­vee­do­res de con­tra­tos, recur­sos y sumi­sión estratégica.

Esta estra­te­gia no es una abe­rra­ción de un solo gobierno; es la mani­fes­ta­ción más cru­da y des­ca­ra­da de una lógi­ca impe­rial que ha ope­ra­do por déca­das, aho­ra libe­ra­da de su retó­ri­ca huma­ni­ta­ria que cons­ti­tu­ye real ame­na­za para las nacio­nes del Sur Global.

La agre­sión impe­rial bajo el man­to de la Estra­te­gia de Segu­ri­dad Nacio­nal no es solo un docu­men­to, es una decla­ra­ción de gue­rra eco­nó­mi­ca y una sen­ten­cia de vasa­lla­je. Trump y su círcu­lo han des­nu­da­do, sin pudor, el pro­yec­to impe­rial que por déca­das ope­ró tras el dis­fraz del libre comer­cio y la pro­mo­ción demo­crá­ti­ca. Hoy, el capi­ta­lis­mo voraz se vis­te de uni­for­me, exi­ge con­tra­tos a la fuer­za y decla­ra nues­tro hemis­fe­rio su patio trasero.

Fren­te a esta ofen­si­va, la sumi­sión no es una opción. La res­pues­ta debe ser tan cla­ra y con­tun­den­te como la ame­na­za, solo la uni­dad sobe­ra­na, la resis­ten­cia arti­cu­la­da y la fir­me defen­sa de la auto­de­ter­mi­na­ción pue­den enfren­ta­rae a un impe­rio que ya no pide per­mi­so, sino que exi­ge obe­dien­cia. El lla­ma­do no es a la nego­cia­ción, sino a la orga­ni­za­ción; no al diá­lo­go con el saqueo, sino a la cons­truc­ción colec­ti­va de alternativas.

Que la cara más sinies­tra del impe­ria­lis­mo sir­va enton­ces no como una capi­tu­la­ción de los pue­blos, sino como un deto­nan­te para la lucha. Que cada inten­to de reco­lo­ni­za­ción encuen­tre un muro de pue­blos uni­dos, deci­di­dos a escri­bir su pro­pio futu­ro. Por­que fren­te al pro­yec­to del des­po­jo, solo hay un camino posi­ble, la rebe­lión del Sur.

Miguel Ernes­to Sala­zar es pro­fe­sor en Geo­gra­fía e His­to­ria. Mili­tan­te del Par­ti­do Uni­do Socia­lis­ta de Vene­zue­la. Miem­bro del Equi­po Edi­to­rial de la Revis­ta Pue­blo En Armas.

6 de diciem­bre de 2025

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