Covid 19. La agroindustria está dispuesta a poner en riesgo de muerte a millones de personas

Covid 19. La agro­in­dus­tria está dis­pues­ta a poner en ries­go de muer­te a millo­nes de personas

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Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 mar­zo 2020 

Foto: Rob wallace

El coro­na­vi­rus man­tie­ne al mun­do en esta­do de shock. En lugar de com­ba­tir las cau­sas estruc­tu­ra­les de la pan­de­mia, los gobier­nos solo se están cen­tran­do en medi­das de emer­gen­cia. Con­ver­sa­mos con Rob Walla­ce sobre los peli­gros del COVID-19, la res­pon­sa­bi­li­dad de la agro­in­dus­tria y las solu­cio­nes sos­te­ni­bles para com­ba­tir las dolen­cias infec­cio­sas. Walla­ce es bió­lo­go evo­lu­ti­vo y filo­geó­gra­fo para la salud públi­ca en Esta­dos Uni­dos. Ha inves­ti­ga­do las nue­vas pan­de­mias duran­te 25 años y es autor del libro Big Farms Make Big Flu (Las gran­des gran­jas pro­du­cen gran­des gripes).

¿Cuán peli­gro­so es el coronavirus?

Depen­de de don­de te encuen­tres en el momen­to del bro­te local de COVID-19: nivel ini­cial, pico máxi­mo o fase tar­día. ¿Cómo está res­pon­dien­do el sis­te­ma de salud de la región? ¿Cuán­tos años tie­nes? ¿Eres inmu­no­ló­gi­ca­men­te vul­ne­ra­ble? ¿Cuál es tu esta­do gene­ral de salud? Por aña­dir una posi­bi­li­dad no diag­nos­ti­ca­ble: ¿tu inmu­no­ge­né­ti­ca, la gené­ti­ca que sub­ya­ce a tu defen­sa inmu­no­ló­gi­ca se ali­nea con­tra el virus o no?

¿Así que todo este albo­ro­to alre­de­dor del virus es solo una estra­te­gia para asus­tar a las personas?

No, en abso­lu­to. El COVID-19 regis­tra­ba una tasa de leta­li­dad (CFR, Case Fata­lity Rate) de entre 2 y 4 % en la fase ini­cial del bro­te en Wuhan. Fue­ra de Wuhan, el CFR pare­ce caer más o menos al 1% e inclu­so por deba­jo, pero tam­bién pare­ce aumen­tar en pun­tos aquí y allá, inclu­so en luga­res de Ita­lia y EE. UU. Su ran­go no pare­ce muy ele­va­do en com­pa­ra­ción con, por ejem­plo, el Sín­dro­me Res­pi­ra­to­rio Agu­do Gra­ve (SARS), que es del 10%; la gri­pe de 1918, del 5 – 20 %; la gri­pe aviar H5N1, del 60%; y, en algu­nos pun­tos, el ébo­la, con una tasa de mor­ta­li­dad del 90 %. Pero, cier­ta­men­te, supera el 0,1% de CFR de la inci­den­cia de la gri­pe esta­cio­nal. Sin embar­go, el peli­gro no es solo una cues­tión de tasa de mor­ta­li­dad, sino que tam­bién debe­mos afron­tar lo que se deno­mi­na pene­tra­ción de la tasa de ata­que comu­ni­ta­rio: qué pene­tra­ción tie­ne el bro­te entre el con­jun­to de la pobla­ción mundial.

¿Pue­de ser más específico?

La red glo­bal de via­jes tie­ne una conec­ti­vi­dad récord. Sin vacu­nas ni anti­ví­ri­cos espe­cí­fi­cos para el coro­na­vi­rus ni nin­gu­na inmu­ni­dad en estos momen­tos, inclu­so un virus con solo un 1% de mor­ta­li­dad pue­de supo­ner un peli­gro con­si­de­ra­ble. Con un perio­do de incu­ba­ción de has­ta dos sema­nas y cada vez más evi­den­cias de que hay trans­mi­sión antes de la dolen­cia –antes de que sepa­mos que las per­so­nas están infec­ta­das – , pocos luga­res esta­rían libres de infec­ción. Si, por ejem­plo, el COVID-19 regis­tra un 1% de víc­ti­mas mor­ta­les, el pro­ce­so de infec­ción de cua­tro mil millo­nes de per­so­nas supon­drá 40 millo­nes de muer­tes. Una peque­ña pro­por­ción de un gran núme­ro aún pue­de repre­sen­tar una gran cantidad.

Estas son cifras alar­man­tes para un pató­geno con­si­de­ra­ble­men­te menos virulento…

Abso­lu­ta­men­te, y solo esta­mos a comien­zos del bro­te. Es impor­tan­te com­pren­der que muchas infec­cio­nes nue­vas cam­bian en el trans­cur­so de las epi­de­mias. La infec­ti­vi­dad, la viru­len­cia o ambas pue­den ate­nuar­se. Por otro lado, otros bro­tes aumen­tan en viru­len­cia. La pri­me­ra olea­da de la pan­de­mia de gri­pe, la pri­ma­ve­ra de 1918, fue una infec­ción rela­ti­va­men­te leve. Fue­ron la segun­da y ter­ce­ra olea­da de aquel invierno y has­ta el 1919 las que mata­ron millo­nes de personas.

Pero los escép­ti­cos de la pan­de­mia sos­tie­nen que hay menos per­so­nas infec­ta­das y menos muer­tes por el coro­na­vi­rus que por la gri­pe esta­cio­nal típi­ca. ¿Qué opina?

Seré el pri­me­ro en cele­brar­lo si este bro­te demues­tra ser un fra­ca­so. Pero estos esfuer­zos para des­car­tar el COVID-19 como un peli­gro menor citan­do otras enfer­me­da­des mor­ta­les, espe­cial­men­te la gri­pe, son una estra­ta­ge­ma retó­ri­ca para pre­sen­tar la preo­cu­pa­ción sobre el coro­na­vi­rus como inadecuada.

Así que la com­pa­ra­ción con la gri­pe esta­cio­nal es engañosa.

No tie­ne mucho sen­ti­do com­pa­rar dos pató­ge­nos en las dife­ren­tes sec­cio­nes de su epi­cur­va, es decir, su cur­va de desa­rro­llo. Sí, la gri­pe esta­cio­nal infec­ta a muchos millo­nes de per­so­nas en todo el mun­do, y la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud esti­ma que has­ta 650.000 per­so­nas mue­ren por su cau­sa cada año. Sin embar­go, el Covid-19 solo está en el prin­ci­pio de su desa­rro­llo epi­de­mio­ló­gi­co. Y a dife­ren­cia de la gri­pe, no tene­mos ni vacu­na ni inmu­ni­dad colec­ti­va para fre­nar la infec­ción y pro­te­ger a las pobla­cio­nes más vulnerables. 

Aun­que la com­pa­ra­ción sea enga­ño­sa, ambas enfer­me­da­des son cau­sa­das por virus que per­te­ne­cen inclu­so a un gru­po espe­cí­fi­co, los virus ARN. Ambos pue­den cau­sar enfer­me­da­des. Ambos afec­tan a la boca y la gar­gan­ta y a veces tam­bién a los pul­mo­nes. Ambos son bas­tan­te contagiosos.

Estas son simi­li­tu­des super­fi­cia­les que no tie­nen en cuen­ta una dife­ren­cia impor­tan­te entre los dos pató­ge­nos. Sabe­mos mucho sobre la diná­mi­ca de la gri­pe. Sabe­mos muy poco sobre el COVID-19, que está lleno de incóg­ni­tas. De hecho, hay mucha infor­ma­ción sobre el com­por­ta­mien­to del COVID-19 que no cono­ce­re­mos has­ta que el bro­te se desa­rro­lle por com­ple­to. Al mis­mo tiem­po, es impor­tan­te com­pren­der que no se tra­ta de COVID-19 ver­sus gri­pe esta­cio­nal, sino del COVID-19 y la gri­pe. La apa­ri­ción de múl­ti­ples infec­cio­nes capa­ces de des­en­ca­de­nar una pan­de­mia y afec­tar a pobla­cio­nes ente­ras de mane­ra com­bi­na­da debe­ría ser la prin­ci­pal preocupación.

Ha esta­do inves­ti­gan­do epi­de­mias y sus cau­sas duran­te varios años. En su libro Big Farms Make Big Flu inten­ta esta­ble­cer cone­xio­nes entre las prác­ti­cas agrí­co­las indus­tria­les, la agri­cul­tu­ra eco­ló­gi­ca y la epi­de­mio­lo­gía viral. ¿Cuál es su visión?

El ver­da­de­ro peli­gro de cada nue­vo bro­te es el fra­ca­so o, mejor dicho, la nega­ti­va a com­pren­der que cada nue­vo COVID-19 no es un inci­den­te ais­la­do. El aumen­to de la inci­den­cia de los virus está estre­cha­men­te rela­cio­na­do con la pro­duc­ción de ali­men­tos y la ren­ta­bi­li­dad de las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les. Cual­quie­ra que pre­ten­da com­pren­der por qué los virus se están vol­vien­do más peli­gro­sos debe inves­ti­gar el mode­lo indus­trial de agri­cul­tu­ra y, más con­cre­ta­men­te, la pro­duc­ción gana­de­ra. En la actua­li­dad, pocos gobier­nos y pocos cien­tí­fi­cos están pre­pa­ra­dos para hacer­lo. Más bien todo lo con­tra­rio: cuan­do sur­gen nue­vos bro­tes, los gobier­nos, los medios de comu­ni­ca­ción e inclu­so la mayo­ría de las ins­ti­tu­cio­nes médi­cas están tan con­cen­tra­dos en las emer­gen­cias por sepa­ra­do que igno­ran las cau­sas estruc­tu­ra­les que lle­van a múl­ti­ples pató­ge­nos mar­gi­na­les a con­ver­tir­se en un fenó­meno glo­bal inesperado.

El aumen­to de la inci­den­cia de los virus está estre­cha­men­te rela­cio­na­do con la pro­duc­ción de ali­men­tos y la ren­ta­bi­li­dad de las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les. Cual­quie­ra que pre­ten­da com­pren­der por qué los virus se están vol­vien­do más peli­gro­sos debe inves­ti­gar el mode­lo indus­trial de agri­cul­tu­ra y, más con­cre­ta­men­te, la pro­duc­ción ganadera. 

¿Quié­nes son los responsables?

He men­cio­na­do la agri­cul­tu­ra indus­trial, pero hay un pano­ra­ma más amplio. El capi­tal enca­be­za el aca­pa­ra­mien­to de tie­rras en los últi­mos bos­ques pri­ma­rios y explo­ta­cio­nes agra­rias de peque­ños pro­pie­ta­rios en todo el mun­do. Estas inver­sio­nes impul­san la defo­res­ta­ción y un desa­rro­llo que con­du­ce a la apa­ri­ción de enfer­me­da­des. La diver­si­dad fun­cio­nal y la com­ple­ji­dad que repre­sen­tan estas vas­tas exten­sio­nes de tie­rra se uni­fi­can de tal mane­ra que los pató­ge­nos, pre­via­men­te ence­rra­dos, se están exten­dien­do a la gana­de­ría local y a las comu­ni­da­des huma­nas. En resu­men, los cen­tros del capi­tal mun­dial, luga­res como Lon­dres, Nue­va York y Hong Kong, deben ser con­si­de­ra­dos nues­tros prin­ci­pa­les focos de enfermedades.

¿De qué enfer­me­da­des hablamos?

En este momen­to, no hay pató­ge­nos libres de la influen­cia del capi­tal. Inclu­so las regio­nes más remo­tas se ven afec­ta­das aun­que sea des­de la leja­nía. El ébo­la, el zika, los coro­na­vi­rus, la reapa­ri­ción de la fie­bre ama­ri­lla, una varie­dad de gri­pes avia­res y la pes­te por­ci­na afri­ca­na se encuen­tran entre muchos de los pató­ge­nos que salen de las zonas más remo­tas del inte­rior hacia los cir­cui­tos periur­ba­nos, las capi­ta­les regio­na­les y, final­men­te, hacia la red mun­dial de via­jes. Solo hay unas pocas sema­nas de dife­ren­cia entre los mur­cié­la­gos del Con­go, que se cree que trans­mi­ten el virus del ébo­la, y los bañis­tas de Mia­mi que falle­cen a cau­sa del virus.

¿Qué papel desem­pe­ñan las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les en este proceso?

El pla­ne­ta Tie­rra es hoy en día en gran par­te una gran fábri­ca agrí­co­la indus­trial, tan­to en tér­mi­nos de bio­ma­sa como de uso de la tie­rra. La agro­in­dus­tria tie­ne como obje­ti­vo aca­pa­rar el mer­ca­do de ali­men­tos. El pro­yec­to neo­li­be­ral está dise­ña­do para ayu­dar a las empre­sas de los paí­ses indus­tria­li­za­dos más desa­rro­lla­dos a robar tie­rras y recur­sos de los paí­ses más débi­les. Como resul­ta­do, muchos de estos nue­vos pató­ge­nos pre­via­men­te liga­dos a eco­sis­te­mas fores­ta­les que se habían desa­rro­lla­do duran­te lar­gos perío­dos de tiem­po están sien­do libe­ra­dos y ame­na­zan al mun­do entero.

¿Cuá­les son los efec­tos de los méto­dos de pro­duc­ción de la agroindustria?

La agri­cul­tu­ra, orga­ni­za­da según las nece­si­da­des capi­ta­lis­tas y en sus­ti­tu­ción de la eco­lo­gía natu­ral, pro­por­cio­na los medios exac­tos por los que un pató­geno pue­de desa­rro­llar los feno­ti­pos más viru­len­tos e infec­cio­sos. No se podría dise­ñar un mejor sis­te­ma para gene­rar enfer­me­da­des mortales.

La expan­sión de los mono­cul­ti­vos gené­ti­cos de ani­ma­les de gran­ja eli­mi­na cual­quier barre­ra inmu­no­ló­gi­ca que pue­da estar dis­po­ni­ble para ralen­ti­zar o fre­nar la transmisión. 

¿Cómo es eso?

La expan­sión de los mono­cul­ti­vos gené­ti­cos de ani­ma­les de gran­ja eli­mi­na cual­quier barre­ra inmu­no­ló­gi­ca que pue­da estar dis­po­ni­ble para ralen­ti­zar o fre­nar la trans­mi­sión. Las gran­des dimen­sio­nes y las altas den­si­da­des de pobla­ción faci­li­tan mayo­res tasas de trans­mi­sión. Estas con­di­cio­nes de haci­na­mien­to depri­men la res­pues­ta inmu­no­ló­gi­ca de los ani­ma­les. El alto ren­di­mien­to de los ani­ma­les, como par­te indi­so­lu­ble de cual­quier pro­duc­ción indus­trial, pro­por­cio­na a los virus un sumi­nis­tro cons­tan­te de nue­vos ani­ma­les hués­pe­des, lo que pro­mue­ve su viru­len­cia. En otras pala­bras, la agro­in­dus­tria está tan orien­ta­da a los bene­fi­cios que la deci­sión de uti­li­zar un virus que podría matar a mil millo­nes de per­so­nas pare­ce com­pen­sar el riesgo.

¡¿Qué?!

Estas empre­sas pue­den sim­ple­men­te tras­la­dar el cos­te de sus ope­ra­cio­nes de ries­go epi­dé­mi­co a todos los demás: los pro­pios ani­ma­les, los con­su­mi­do­res, los agri­cul­to­res, las comu­ni­da­des loca­les y los gobier­nos de todas las juris­dic­cio­nes. Los daños son tan gran­des que la agro­in­dus­tria tal como la cono­ce­mos esta­ría aca­ba­da para siem­pre si inclu­yé­ra­mos estos cos­tes en las cuen­tas de la empre­sa. Nin­gu­na empre­sa podría sopor­tar el cos­te de los daños causados.

En muchos medios se afir­ma que el pun­to de par­ti­da del coro­na­vi­rus fue un mer­ca­do de ali­men­tos exó­ti­cos en Wuhan. ¿Es cierto?

Sí y no. Hay prue­bas espa­cia­les que lo res­pal­dan. El ras­treo de los con­tac­tos aso­cia­dos con las infec­cio­nes con­du­ce al mer­ca­do mayo­ris­ta de maris­cos de Hunan en Wuhan, don­de tam­bién se ven­den ani­ma­les sal­va­jes. Al pare­cer, las mues­tras han iden­ti­fi­ca­do el extre­mo occi­den­tal del mer­ca­do don­de se guar­da­ban los ani­ma­les sal­va­jes. Pero ¿cuán­to debe­mos remon­tar­nos en la inves­ti­ga­ción? ¿Cuán­do empe­zó la emer­gen­cia exac­ta­men­te? El foco en el mer­ca­do pasa por alto los orí­ge­nes de la agri­cul­tu­ra sil­ves­tre en el inte­rior y su cre­cien­te mer­can­ti­li­za­ción. En todo el mun­do, y tam­bién en Chi­na, los ali­men­tos sil­ves­tres se están con­vir­tien­do cada vez más en un sec­tor eco­nó­mi­co estruc­tu­ra­do. Pero su rela­ción con la agro­in­dus­tria va más allá de sim­ple­men­te com­par­tir la mis­ma fuen­te de ingre­sos. A medi­da que la pro­duc­ción indus­trial (de cer­dos, aves de corral y simi­la­res) se expan­de en el bos­que pri­ma­rio, pre­sio­na a los pro­duc­to­res de ali­men­tos sil­ves­tres para que se aden­tren más en los bos­ques en bus­ca de las pobla­cio­nes ori­gi­na­les, aumen­tan­do así la inter­ac­ción con los nue­vos pató­ge­nos, inclui­do el COVID-19, e incre­men­tan­do su propagación.

El COVID-19 no es el pri­mer virus que se desa­rro­lla en Chi­na y que el gobierno tra­tó de encubrir.

Sí, pero este no es un caso espe­cial chino. Los Esta­dos Uni­dos y Euro­pa tam­bién han ser­vi­do como «pun­tos cero» para las nue­vas infec­cio­nes vira­les, más recien­te­men­te el H5N2 y el H5Nx, y sus repre­sen­tan­tes mul­ti­na­cio­na­les y neo­co­lo­nia­les impul­sa­ron el sur­gi­mien­to del ébo­la en Áfri­ca occi­den­tal y del zika en el Bra­sil. Y duran­te los bro­tes de gri­pe por­ci­na (H1N1) en 2009 y de gri­pe aviar (H5N2), los fun­cio­na­rios de salud de los Esta­dos Uni­dos encu­brie­ron a la agroindustria.

La OMS ha decla­ra­do aho­ra una emer­gen­cia sani­ta­ria de inte­rés inter­na­cio­nal. ¿Es ade­cua­do este paso?

Sí. El peli­gro de un pató­geno de este tipo es que las auto­ri­da­des sani­ta­rias no tie­nen un con­trol sobre la dis­tri­bu­ción esta­dís­ti­ca del ries­go. No tene­mos idea de cómo pue­de res­pon­der el pató­geno. Hemos pasa­do de un bro­te en un mer­ca­do a infec­cio­nes en todo el mun­do en cues­tión de sema­nas. El pató­geno podría sim­ple­men­te morir. Esto sería genial, pero no lo sabe­mos. Una mejor pre­pa­ra­ción aumen­ta­ría las pro­ba­bi­li­da­des de redu­cir la velo­ci­dad de pro­pa­ga­ción del pató­geno. La decla­ra­ción de la OMS tam­bién es par­te del que yo deno­mino “tea­tro pan­dé­mi­co”. Las orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les han muer­to por inac­ción. Me vie­ne a la men­te la Socie­dad de Nacio­nes. El gru­po de orga­ni­za­cio­nes de la ONU siem­pre está preo­cu­pa­do por su rele­van­cia, poder y finan­cia­ción. En cam­bio, tal acti­vis­mo tam­bién pue­de con­ver­ger en la pre­pa­ra­ción y pre­ven­ción que el mun­do nece­si­ta para inte­rrum­pir las cade­nas de trans­mi­sión de COVID-19.

La rees­truc­tu­ra­ción neo­li­be­ral del sis­te­ma de aten­ción médi­ca ha empeo­ra­do tan­to la inves­ti­ga­ción como la aten­ción gene­ral de los pacien­tes, por ejem­plo, en los hos­pi­ta­les. ¿Qué dife­ren­cia podría com­por­tar un sis­te­ma de salud mejor dota­do para com­ba­tir el virus?

Exis­te la terri­ble pero reve­la­do­ra his­to­ria del emplea­do de una empre­sa de dis­po­si­ti­vos médi­cos de Mia­mi que, al vol­ver de Chi­na con sín­to­mas simi­la­res a la gri­pe, hizo lo correc­to para su fami­lia y su comu­ni­dad y exi­gió que un hos­pi­tal local le hicie­ra la pru­ba de COVID-19. Temía que su exiguo segu­ro médi­co de la Oba­ma­ca­re no cubrie­ra las prue­bas. Y esta­ba en el correc­to, dado que la prue­ba cos­ta­ba 3720 dóla­res. En el caso de los Esta­dos Uni­dos, una de las deman­das podría ser la apro­ba­ción de una orden­de emer­gen­cia que exi­ja que duran­te el bro­te de una pan­de­mia, el gobierno fede­ral se haga car­go de todas las fac­tu­ras médi­cas rela­cio­na­das con las prue­bas de infec­ción y el tra­ta­mien­to tras un resul­ta­do posi­ti­vo. Que­re­mos ani­mar a la gen­te a bus­car ayu­da en lugar de escon­der­se —e infec­tar a otras per­so­nas— por­que no pue­den pagar el tra­ta­mien­to. La solu­ción obvia es un ser­vi­cio sani­ta­rio esta­tal que cuen­te con el per­so­nal y el equi­po ade­cua­dos para esas emer­gen­cias en toda la comu­ni­dad, de for­ma que nun­ca se des­ani­me la coope­ra­ción comunitaria.

Uti­li­zar la cri­sis del coro­na­vi­rus para pro­bar los últi­mos méto­dos de con­trol auto­crá­ti­co es un sello dis­tin­ti­vo del capi­ta­lis­mo desastroso. 

Tan pron­to como se des­cu­bre el virus en un país, los gobier­nos de todas par­tes reac­cio­nan con medi­das puni­ti­vas auto­ri­ta­rias, como la cua­ren­te­na de regio­nes y ciu­da­des ente­ras. ¿Están jus­ti­fi­ca­das esas medi­das drásticas?

Uti­li­zar la cri­sis del coro­na­vi­rus para pro­bar los últi­mos méto­dos de con­trol auto­crá­ti­co es un sello dis­tin­ti­vo del capi­ta­lis­mo desas­tro­so. En lo que res­pec­ta a la salud públi­ca, pre­fie­ro ate­ner­me a la con­fian­za y la com­pa­sión, que son varia­bles impor­tan­tes en una epi­de­mia. Sin cual­quier de las dos, los gobier­nos pier­den el apo­yo de la pobla­ción. El sen­ti­do de soli­da­ri­dad y de res­pe­to mutuo es una par­te fun­da­men­tal para sobre­vi­vir jun­tos a tales ame­na­zas. Las cua­ren­te­nas auto­im­pues­tas con el apo­yo ade­cua­do –ayu­da veci­nal, camio­nes de sumi­nis­tro de ali­men­tos de puer­ta a puer­ta, per­mi­so de tra­ba­jo y segu­ro de des­em­pleo– pue­den gene­rar este tipo de cooperación.

Cómo sabrá, en Ale­ma­nia, la AfD es un par­ti­do nazi ‘de fac­to’ con 94 esca­ños en el Par­la­men­to. La ultra­de­re­cha y otros gru­pos en aso­cia­ción con polí­ti­cos del AfD usan la cri­sis del coro­na­vi­rus. Difun­den fal­sos infor­mes sobre el virus y exi­gen más medi­das auto­ri­ta­rias en el gobierno: res­trin­gir los vue­los y la entra­da a las per­so­nas migran­tes, el cie­rre de fron­te­ras y la cua­ren­te­na forzada.

La prohi­bi­ción de via­jar y el cie­rre de fron­te­ras son deman­das con las que la ultra­de­re­cha radi­cal quie­re “racia­li­zar” lo que aho­ra son enfer­me­da­des glo­ba­les. Esto es, por supues­to, un sin­sen­ti­do. En este pun­to, dado que el virus ya se está pro­pa­gan­do por todas par­tes, lo úni­co sen­sa­to que se pue­de hacer es ase­gu­rar que el sis­te­ma públi­co de salud sea lo sufi­cien­te­men­te fuer­te como para tra­tar y curar a cual­quier per­so­na infec­ta­da. Y, por supues­to, debe­mos dejar de robar la tie­rra a los pue­blos ori­gi­na­rios y pro­vo­car los emi­gra­ción masi­va en pri­mer lugar, solo así podre­mos evi­tar que los pató­ge­nos emerjan.

¿Cuá­les serían las solu­cio­nes sos­te­ni­bles para luchar con­tra las enfer­me­da­des infecciosas?

Para redu­cir la apa­ri­ción de nue­vos bro­tes de virus, la pro­duc­ción de ali­men­tos debe cam­biar radi­cal­men­te. La auto­no­mía de los agri­cul­to­res y un sec­tor públi­co fuer­te pue­den redu­cir el efec­to de las cade­nas de con­ta­gio uni­di­rec­cio­na­les y las infec­cio­nes des­con­tro­la­das. Esto inclu­ye la pro­mo­ción de la bio­di­ver­si­dad de gana­do y de cul­ti­vos, y la refo­res­ta­ción estra­té­gi­ca, tan­to en cada explo­ta­ción agra­ria como en todo el ámbi­to regio­nal. Se debe per­mi­tir que los ani­ma­les des­ti­na­dos a la ali­men­ta­ción se repro­duz­can local­men­te para trans­mi­tir los meca­nis­mos de inmu­ni­dad. Se tra­ta de com­bi­nar una pro­duc­ción jus­ta con una cir­cu­la­ción equi­ta­ti­va de los bie­nes. Esto inclu­ye sub­ven­cio­nes a la agri­cul­tu­ra eco­ló­gi­ca y a los pre­cios de ven­ta, y pro­gra­mas para los con­su­mi­do­res. Estos pro­yec­tos deben ser pro­te­gi­dos fren­te a las limi­ta­cio­nes impues­tas por la eco­no­mía neo­li­be­ral tan­to a los indi­vi­duos como a las comu­ni­da­des y defen­di­dos con­tra la ame­na­za de la opre­sión del Esta­do diri­gi­da por el capital.

La pro­duc­ción de ali­men­tos alta­men­te indus­tria­li­za­da depen­de de prác­ti­cas que ponen en peli­gro a toda la huma­ni­dad y, en este caso, con­tri­bu­yen a des­en­ca­de­nar una nue­va pan­de­mia mortal. 

¿Qué debe­ría exi­gir la izquier­da ante la cre­cien­te diná­mi­ca de los bro­tes de enfermedades?

La agro­in­dus­tria como for­ma de repro­duc­ción social debe ser abo­li­da para siem­pre, aun­que solo sea por una cues­tión de salud públi­ca. La pro­duc­ción de ali­men­tos alta­men­te indus­tria­li­za­da depen­de de prác­ti­cas que ponen en peli­gro a toda la huma­ni­dad y, en este caso, con­tri­bu­yen a des­en­ca­de­nar una nue­va pan­de­mia mortal.

Debe­ría­mos exi­gir que los sis­te­mas ali­men­ta­rios se socia­li­cen de tal mane­ra que estos pató­ge­nos peli­gro­sos no pue­dan desa­rro­llar­se. Para lograr­lo, la pro­duc­ción de ali­men­tos debe rein­te­grar­se a las nece­si­da­des de las comu­ni­da­des rura­les. Esto reque­ri­rá, en pri­mer lugar, prác­ti­cas agro­eco­ló­gi­cas que pro­te­jan el medio ambien­te y a los agri­cul­to­res que cul­ti­van los ali­men­tos. El pano­ra­ma gene­ral es este: nece­si­ta­mos curar la grie­ta meta­bó­li­ca que sepa­ra nues­tra eco­lo­gía de nues­tra eco­no­mía. En resu­men, tene­mos un mun­do que ganar.

Tra­duc­ción de la entre­vis­ta a Rob Walla­ce por Yaak Pabst, para la revis­ta Marx21

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