VERDADES QUE NO PODEMOS OLVIDAR SOBRE EL INVOLUCRAMIENTO
DE ESTADOS UNIDOS Y LA OLIGARQUÍA COLOMBIANA EN EL NARCOTRÁFICO
En 1859 Albert Niemman aisló la cocaína. La substancia tuvo un proceso de expansión planetaria, convirtiéndose en un componente bastante común en el relacionamiento de amplios sectores, especialmente de la sociedad estadounidense en poco tiempo. Podríamos decir que en menos de medio siglo su uso en ámbitos bohemios y artísticos no era extraño. Pero ya para mediados del siglo XX la presencia del alcaloide era fuerte entre las altas élites y entre círculos de farándula, que era donde se hacía más evidente, tocando además a franjas considerables de clase media.
El uso ascendente y extenso fue en gran medida ocasionado por la promoción “cándida” que en el medio siglo XIX hicieron personalidades religiosas, académicas, artísticas, etc., que para nada eran tachadas de antisociales, lo cual se hacía aludiendo a bebidas, elíxires y menjurjes de todo tipo, de los que se exaltaban virtudes y beneficios.
A finales del siglo XIX el laboratorio Parke Davis de los EEUU se disputaba con laboratorios Merck de Alemania, los réditos del consumo de la cocaína en los países del llamado primer mundo. Pero, por entonces se resaltaban al producto sus poderes curativos, que nada tenían que ver con el uso tradicional, ancestral de la hoja de coca.
El prohibicionismo inicia en los años 60, de manera extraña, no propiamente penalizando la producción del C17H21N04, sino la “masticación de la hoja de coca”, poniendo incluso un plazo de 25 años para erradicar los cultivos. Este prohibicionismo, entre 1961 y 1971, al tiempo que generó la institucionalidad y la burocracia de persecución, disparó el consumo. Para el caso de EEUU, los adictos a la cocaína, la heroína y las anfetaminas se elevó de 50.000 a 560.000 (ver datos de Antonio Escohotado en su libro Historia General de las Drogas. Madrid, 1995).
Este crecimiento también es notable en Europa y es conocida la victimización de sus ganancias por parte de EEUU en la financiación de la guerra sucia en Vietnam; al tiempo que se adelantaban los procesos de producción industrial y de tráfico a gran escala en Sudamérica, contando con la colaboración de sectores Estatales alineados con la visión y práctica geopolítica yanqui, ligada a la alérgica a cualquier movimiento alternativo de poder.
Recordemos aquí la opinión del poeta y ensayista canadiense Peter Dale Scott, cuando dice que “el escenario de organizaciones narcotraficantes ha sido, durante la mayor parte del tiempo, diverso, fragmentado y competitivo, pero si la alta corrupción brinda su cubrimiento, en especial si ella viene de la CIA o de otras agencias estadounidenses, las organizaciones protegidas se fortalecen, mientras esa protección se mantiene (…) las relaciones de las redes que llegan hasta los Estados Unidos son polifónicas y muy difíciles de describir en abstracto. Van más allá de la CIA.
Hoy los Estados Unidos, en nombre de la guerra contra las drogas, han hecho alianzas con fuerzas policiales, fuerzas armadas y agencias de inteligencia de Colombia y Perú, fuerzas conspicuas por sus propias alianzas con narcotraficantes en operaciones de contrainsurgencia”.
El poeta y ensayista recuerda que la raíz del problema gubernamental de las drogas en los EEUU, que “se distingue” del problema social de las drogas propiamente dicho, está en el Acta de Seguridad Nacional de 1947 y las órdenes derivadas de ellas. Tal acta exoneró a la CIA y sus plantas de personal del cumplimiento de la ley, lo cual se expandió a clientes narcotraficantes, que es lo que se ha mantenido como constante.
CADENA RADIAL BOLIVARIANA-VOZ DE LA RESISTENCIA. UNA PRODUCCIÓN DE LAS UNIDADES JORGE BRICEÑO, MARTÍN CABALLERO, JORGE ARTEL Y DANILO GARCÍA.
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FARC-EP Segunda MarquetaliaJunio 4 de 2020.
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