Resumen Latinoamericano, 26 de septiembre de 2020.
La mañana de este sábado amaneció con la toma de tierras de Guernica hecho lodazal, mientras como casi toda la noche, se descargaba un auténtico diluvio sobre las muy precarias viviendas de las mujeres, hombres y miles de niñes que resisten desde hace más de dos meses en el predio.
En ese marco ocurrieron dos hechos muy significativos y que marcan el nivel de desprolijidad con que se está moviendo el gobierno bonaerense, que en vez de buscar una solución al conflicto dilata la posibilidad de hacerlo, sabiendo que faltan muy pocos días para el 1 de octubre, fecha en que el juez Martín Rizzo ha dispuesto el desalojo por la fuerza. En las primeras horas de la mañana, un grupo de funcionarios llegó hasta un local que una de las organizaciones que acompañan la ocupación tiene en Guernica. La idea era reunirse tras cita previa con delegados de la toma y las organizaciones sociales. Vale recordar que la reunión establecida como «mesa de diálogo» que debía deliberar el viernes no lo hizo porque el Gobierno la suspendió pocos minutos antes de la hora de inicio.
En esta ocasión el grupo de funcionarios, llegó otra vez con las manos vacías e insistiendo en argumentos que ya fueron rechazados en varias oportunidades. Pero cual fue la sorpresa que se llevaron delegados y referentes sociales cuando recibieron una llamada desde la misma toma, donde les decían que una delegación encabezada por el ministro de Desarrollo Social, Andrés «Cuervo» Larroque, se había presentado en el sitio, con la idea de hablar individualmente con los vecinos y repetirles el argumento de entregar una suma de dinero si desalojaban pacíficamente, algo que ya el funcionario Juan Marino, había intentado ofrecer 24 horas antes y los vecinos le dieron la espalda.
Así fue que con la sospecha de que habían caído en una «maniobra distractiva», los participantes de la primera reunión levantaron la misma y se fueron todos a gran velocidad hacia la toma. Cuando llegaron, juntos con numerosos vecinos mantuvieron un tenso diálogo con Larroque, al que no se lo había dejado entrar al lugar «ya que no tiene nada para ofrecer». Después de un duro diálogo, finalmente le dijeron que no aceptaban otra oferta que una solución que les permita quedarse adonde ya llevan dos meses «y vos nunca apareciste por aquí» como le gritó un vecino al que el temporal le había destruido su carpa. Otros exigieron «tierra por tierra», cuando los funcionarios insistían en que los iban a relocalizar si abandonaban los terrenos ocupados. Larroque tuvo que marcharse en medio de gritos y la consigna de «si quieren desalojarnos, va a haber kilombo», cantada por los vecinos y vecinas presentes.
Luego, en su página de twitter, Larroque señaló que había ido al lugar «para dialogar» y agradecía a Monseñor Lugones y el acompañamiento de sus enviados, el padre Javier Juárez, el diácono Gustavo Oubiña y Sebastián Zalimbe de Pastoral Social.
Por su parte, los delegados y las organizaciones decidieron acelerar el plan de lucha para resistir, y este lunes marcharán hacia el Ministerio ubicado en la ciudad de La Plata.