Por Marcelo Valko[1],Resumen Latinoamericano, 7 de octubre 2020.
foto: Estatua de Colón arrancada de su pedestal en Estados Unidos.
Destinar un día para conmemorar un evento entre los 365 que tiene un año no sirve de mucho, apenas cumplir con el mandato del calendario y quedar bien con poco, aunque obviamente peor es nada. Pero si la fecha en cuestión es el 12 de octubre el asunto adquiere otro matiz sobre todo en nuestro continente. Cuando era chico, en la escuela nos daban la tarea de hacer las tres carabelas utilizando cascaras de nuez, un escarbadientes por mástil y un papelito haciendo de vela con las infaltables cruces. Obviamente esas maestras que nunca ganarían un premio a la originalidad ignoraban que dichas cruces rojas que dibujábamos en las pequeñas velas era el emblema de los templarios, una orden de caballería que tenía estrecha relación con las cruzadas y que fue disuelta por el papado a comienzos del 1300 y exterminados la mayoría de sus miembros. Mientras tanto nos hablaban de los mares tempestuosos que surcaron las frágiles embarcaciones, del valor y tenacidad de Colón por seguir avanzando día tras día hacia lo desconocido y cuando sus marineros estaban a punto de amotinarse y arrojarlo al mar por la borda ¡Oh lá lá! El providencial grito: ¡Tierra a la Vista!
Distintos países americanos coinciden en denominar al 12 de octubre como Día de la Raza, Día de la Hispanidad, Aniversario del Descubrimiento de América, Columbus Day, Día de la Raza o simplemente como Día del Descubrimiento de América. En Argentina se reemplazó en 2010 el Día de la Raza por Día del Respeto a la Diversidad Cultural uno de esos eufemismos a los que somos tan afectos y que dice bien poco y nada sobre lo que ocurrió a partir de ese momento. En cambio en Venezuela se lo denomina Día de la Resistencia Indígena y en Bolivia Día de la Descolonización. Vale aclarar que en general la mayoría de nuestros países optaron por Día de la Raza. Más allá de lo problemático e inexacto que resulta el vocablo “raza” representa una imagen notable. La llegada de los europeos a estas cosas hace hincapié únicamente en UNA raza, ni siquiera dice Día de las Razas en plural, sino que utiliza invariablemente el singular. Creo interesante mencionar en el mismo sentido que en España pasó de llamarse Fiesta de la Raza a Día de la Hispanidad en la actualidad. Veremos que el uso del singular en lugar del plural, ya que unos llegaron donde estaban otros, no es un detalle menor. Para que se entienda y dado la brevedad de este artículo es pertinente ceñirme en los considerandos del decreto que en su momento estableció Argentina para celebrar el Día de la Raza, ya que son conceptos compartidos por otros países americanos para implementar dicho feriado. El decreto original de 1917 y que estuvo vigente hasta 2010 menciona al “genio hispano empresa ésta tan ardua y ciclópea sublime del genio de Colón” destacando a “la España descubridora y conquistadora que volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus trabajadores con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua”. En definitiva ese singular que se establece entre Descubridor y Descubierto ensalza únicamente a uno solo de los dos, es un Día de la Singularidad…
No hay que ser un eximio semiólogo para advertir la ausentificación de una presencia en donde vemos desfilar sabios, guerreros y sacerdotes en una proeza ciclópea dando la impresión que la “portentosa obra descubridora” desembarcó en un continente vacío, deshabitado, en un territorio de invisibles. El otro no figura ni en un pequeño renglón, ni siquiera para denostarlo. El 12 de octubre cuando comienza la invasión europea es el día de los Nosotros sin los Otros, allí se debe buscar el motivo del uso del singular en lugar del plural dada la invisibilidad de los habitantes originarios. De hecho la denominación indios, la más popular de todos los nombres impuestos a los originarios de estas lares surge de un desconcertante error geográfico que se mantiene en pie hace cinco siglo. Colón creyó estar en la India y por ende los llamo indios…
Hoy en día la conmemoración de esa fecha adquiere un matiz muy diferente de las cascaras de nuez con las que se equiparaba el descubrimiento en mi niñez. En Descubri-MIENTO y otros de mis libros hago hincapié en que hubo más Mientos que Descubris (es decir más mentiras que reales descubrimientos). Además ni bien desembarcaron en estas costas se inició un proceso tan nefasto como sangriento. La ambición de los imperios mediante el Tratado de Tordesillas trozó la geografía en suculentas tajadas y América dejó de tener autoridad para gobernarse, se extinguió su propiedad y dominio. Todo se tradujo mal y los que nunca estuvieron escondidos fueron descubiertos, Europa se apropió de lo que tenía dueño, el territorio se transformó en espacio de conquista, las legítimas riquezas que poseían sus culturas se transformaron en un botín que los conquistadores “encontraban” y obviamente se lo quedaba, sus conocimientos se redujeron a humo en millares de hogueras y otro tanto sucedía con las personas leídas como objetos: los hombres utilizados como combustible biológico hasta morir y las mujeres como deshago sexual. Y pensar que algunos escribas de la elite insisten en edulcorar lo ocurrido con la cantinela del Encuentro de dos mundos… El tema es simple, no se puede celebrar el inicio del mayor genocidio de la historia en tiempo y espacio.
Son muy poderosos los intereses para imponerle a la sociedad toda, una pedagogía del olvido y la mentira, haciendo un culto a la desmemoria, un catecismo del olvido. En realidad la desmemoria busca borrar culpas, busca mirar para otro lado, procura la inocencia imposible, aspira a que todo siga como está y contarnos cuentos. No en vano el poeta León Felipe aseguró “que la cuna del hombre la mecen con cuentos /que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos… han inventado todos los cuentos”.
De un tiempo a esta parte, desde distintos ámbitos educativos, centros culturales, concejos deliberantes, secretarías de culturas municipales, sindicatos, comienza a cuestionarse incluso cual es la fecha que debería conmemorarse. Cada vez es mayor el consenso que no acepta celebrar con júbilo esa invasión. Por ejemplo, en múltiples actos, se conmemora el 11 de octubre como “ultimo día de la libertad americana” y para algunos está bien que así se haga. Aunque advertimos que dentro del arco de los que se denominan progresistas existe una suerte de convicción cuasi-patológica por la derrota, de ubicarse siempre como perdedores. Insistiendo con lo último, en el fracaso, siempre a la cola del carro vencedor.
Tal vez por eso, en nuestro caso, preferimos celebrar LO PRIMERO en lugar de LO ULTIMO. Preferimos conmemorar el 12 de octubre como el PRIMER DIA DE RESISTENCIA ante ese ultraje, ante esa ocupación criminal que fue la Conquista, que esta tan pero tan lejos de haber sido un edulcorado “encuentro de culturas” en lugar de derramar lágrimas sobre el último día de la libertad.
Los pueblos del mundo siempre están a la vanguardia de sus gobernantes, siempre caminando mucho más lejos que la mirada laberíntica de la burocracia, los pueblos son expeditivos, saben que el futuro es ahora, por eso es tan relevante lo ocurrido en numerosos países a partir del asesinato de George Floyd con el derribo de las estatuas de Colón y otros conquistadores como también lo vimos en Chile el año pasado por lo que significa esa “gesta”.
Los Hernán Cortes, los Francisco Pizarro, los Pedro de Valdivia, los Augusto Pinochet, los Jorge Videla deben quedar atrás de una buena vez. Deben quedar atrás aquellos que militan la impunidad del rebaño y que no aceptan la condición humana del otro y que necesitan que los pueblos mantengan su lugar de siervo de la gleba, de combustible biológico, de brazo barato, de sirvientes, en definitiva: de esclavos a la sombra del amo. Ya no más. ¡Ahora es cuando! Es lento, pero viene…
[1] Autor de numerosos textos, psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar genocidio indígena.