Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Lo que dejó el 2020, entre la dis­to­pía y la esperanza

Por Gerar­do Szal­ko­wicz. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 31 de diciem­bre de 2020.

Es casi una obvie­dad que cual­quier mira­da ana­lí­ti­ca que inten­te des­ci­frar el 2020 esta­rá mar­ca­da por lo que la pan­de­mia nos hizo y por lo que hici­mos con la pan­de­mia. Esta reno­va­ción del ciclo que impo­ne el calen­da­rio gre­go­riano que­dó sub­su­mi­da en el iné­di­to ciclo en desa­rro­llo que atra­vie­sa la huma­ni­dad. Así y todo, la épo­ca del año tira para parar la pelo­ta y esbo­zar balan­ces que vayan más allá de la vorá­gi­ne infor­ma­ti­va o los efí­me­ros pos­teos. Ima­gi­nan­do un sobre­vue­lo por el con­ti­nen­te, va un repa­so ‑arbi­tra­rio y aco­ta­do- sobre lo que dejó el año para Lati­noa­mé­ri­ca y cómo se per­fi­la el 2021.

El pun­to neu­rál­gi­co, el tópi­co exclu­yen­te a des­ta­car, es el devas­ta­dor impac­to socio­eco­nó­mi­co de la covid-19. En un recien­te infor­me, la Comi­sión Eco­nó­mi­ca para Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (Cepal) ase­gu­ró que «si se com­pa­ran dife­ren­tes indi­ca­do­res sani­ta­rios, eco­nó­mi­cos, socia­les y de des­igual­dad, Amé­ri­ca Lati­na es la región más gol­pea­da del mun­do emer­gen­te». Las frías esta­dís­ti­cas repor­tan que has­ta aho­ra más de 490 mil per­so­nas falle­cie­ron por coro­na­vi­rus –la región con más muer­tes per cápi­ta y casi un ter­cio de las regis­tra­das en el mun­do- y más de 15 millo­nes se con­ta­gia­ron. Gran par­te de los paí­ses ya atra­vie­san la segun­da ola y reto­ma­ron las res­tric­cio­nes, mien­tras va arran­can­do el tan ansia­do pro­ce­so de vacunación.

La Cepal indi­ca que Lati­noa­mé­ri­ca cerró el año con una caí­da del 7,7%, lo que con­fi­gu­ra la peor cri­sis en los últi­mos 120 años, y que la pobre­za alcan­zó al 37,3% de la pobla­ción (231 millo­nes de per­so­nas), unos 45 millo­nes más que en 2019. Ade­más, según la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT), se des­tru­ye­ron en el año más de 34 millo­nes de empleos en la región, lo que gene­ró un récord de des­ocu­pa­ción del 11.4%. El des­em­pleo afec­tó más a las muje­res, prin­ci­pa­les sos­te­nes de las tareas de cui­da­do: el des­cen­so de la par­ti­ci­pa­ción feme­ni­na en el mer­ca­do labo­ral fue de ‑10,4% fren­te al ‑7,4% de los varones.

Las res­pues­tas esta­ta­les fue­ron dis­pa­res y hubo esca­sas accio­nes coor­di­na­das. Si bien algu­nos gobier­nos reac­cio­na­ron mejor ante la emer­gen­cia sani­ta­ria, en gene­ral las medi­das de asis­ten­cia para miti­gar el des­ca­la­bro eco­nó­mi­co resul­ta­ron insu­fi­cien­tes. Fue­ron con­ta­das las ini­cia­ti­vas que toca­ron el bol­si­llo de las éli­tes (como el impues­to a la rique­za por úni­ca vez en Argen­ti­na o per­ma­nen­te en Boli­via) y bri­lla­ron por su ausen­cia polí­ti­cas estruc­tu­ra­les que apun­ten a rever­tir la con­cen­tra­ción de la riqueza.

La pan­de­mia fun­cio­nó como una gran lupa que des­nu­dó las pési­mas con­di­cio­nes de vida de las gran­des mayo­rías: si Amé­ri­ca Lati­na ya era la región más des­igual del mun­do, las cica­tri­ces que va dejan­do no hicie­ron más que pro­fun­di­zar esa des­igual­dad. Segu­ra­men­te tran­si­te­mos un 2021 de fuer­te con­flic­ti­vi­dad social.
Reim­pul­so des­de abajo

Pero no todo el pano­ra­ma es deso­la­dor: en los últi­mos meses apa­re­cie­ron algu­nos sín­to­mas de espe­ran­za. El hecho polí­ti­co del año fue la recu­pe­ra­ción de la demo­cra­cia en Boli­via y el arra­sa­dor triun­fo del MAS. Con el 55% de los votos y por más de 26 pun­tos, Luis Arce lle­gó a la pre­si­den­cia para dejar atrás al fatí­di­co gobierno de fac­to de Jea­ni­ne Áñez.

La secuen­cia se coro­nó el 9 de noviem­bre con el épi­co retorno de Evo Mora­les, su reco­rri­da por el país y el acto con un millón de per­so­nas en el aero­puer­to de Chi­mo­ré, de don­de había par­ti­do al exi­lio jus­to un año antes tras el gol­pe de Estado.

Un par de sema­nas antes, el pue­blo chi­leno pro­ta­go­ni­za­ba otra jor­na­da his­tó­ri­ca. Con un alu­vión de votos supe­rior al 78%, se apro­bó el ple­bis­ci­to para ela­bo­rar una nue­va Cons­ti­tu­ción que reem­pla­ce a la de 1980 y des­mon­te los ama­rres de la dic­ta­du­ra pinochetista.

Fue la pri­me­ra gran con­quis­ta de las mul­ti­tu­des que irrum­pie­ron en las calles en octu­bre de 2019 y mar­có un hito en esta épo­ca tran­si­cio­nal sig­na­da por la idea fuer­za del “Chi­le des­per­tó”, por la rabia acu­mu­la­da que deto­nó el esta­lli­do social y que aho­ra tie­ne el desa­fío de plas­mar­se en el pro­ce­so cons­ti­tu­yen­te que, como dato salien­te, ten­drá pari­dad de género.

Tam­bién en Perú se vivie­ron hechos dis­rup­ti­vos. El 9 de noviem­bre el Con­gre­so des­ti­tu­yó al pre­si­den­te Mar­tín Viz­ca­rra en una manio­bra muy flo­ja de pape­les y des­ató una nue­va cri­sis que con­so­li­dó el des­cré­di­to hacia la cla­se polí­ti­ca. Lo nove­do­so fue la enor­me movi­li­za­ción popu­lar, pro­ta­go­ni­za­da prin­ci­pal­men­te por jóve­nes, en un país carac­te­ri­za­do por la apa­tía. La rebe­lión logró la rápi­da renun­cia de su suce­sor, el empre­sa­rio gana­de­ro Manuel Merino, y dio lugar a la desig­na­ción del mode­ra­do Fran­cis­co Sagas­ti para gober­nar la tran­si­ción hacia las pre­si­den­cia­les de abril.

Las secue­las del gol­pe par­la­men­ta­rio debi­li­ta­ron al régi­men mol­dea­do por la Cons­ti­tu­ción de Fuji­mo­ri de 1993 y amplia­ron las chan­ces para que el des­con­ten­to pue­da ser capi­ta­li­za­do por algu­na fuer­za pro­gre­sis­ta, como la que lide­ra Veró­ni­ka Men­do­za, y que, como en Chi­le, se masi­fi­que el recla­mo de una nue­va Constitución.

La era pan­dé­mi­ca tam­bién abrió nue­vos desa­fíos para el cre­cien­te y poten­te movi­mien­to femi­nis­ta lati­no­ame­ri­cano, que debió rein­ven­tar­se para visi­bi­li­zar el incre­men­to de la vio­len­cia de géne­ro aún en con­tex­to de cua­ren­te­na. El año cerró con una gran con­quis­ta en mate­ria de dere­chos: la lega­li­za­ción del abor­to en Argen­ti­na. Tras años de luchas masi­vas, la «marea ver­de» hizo reali­dad una de sus prin­ci­pa­les ban­de­ras y le dio un espal­da­ra­zo a todas las muje­res y disi­den­cias de la región..

Los pró­xi­mos meses esta­rán mar­ca­dos por los vai­ve­nes de la pan­de­mia y el pro­ce­so de vacu­na­ción. A la par, se vie­ne una serie de elec­cio­nes que pue­den tor­cer la corre­la­ción de fuer­zas actual. El calen­da­rio arran­ca en febre­ro en Ecua­dor, don­de el can­di­da­to del correís­mo Andrés Arauz tie­ne bue­nas chan­ces de ganar, y segui­rá en Perú (abril) y Chi­le (noviem­bre). Aso­ma un 2021 con bue­nas expec­ta­ti­vas de que con­ti­núe el reflu­jo de la hege­mo­nía neo­li­be­ral y se con­so­li­de el reim­pul­so de un blo­que pro­gre­sis­ta que recons­tru­ya la inte­gra­ción latinoamericana.

Itu­rria /​Fuen­te

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