Otros 1.600 títulos fueron publicados bajo su dirección en las editoriales Vozes y La Rosa dos Tempos, dedicada a los temas de género.
Nació casi ciega y solo a los 66 años logró una buena visión gracias a una cirugía. Pero ese problema no le había impedido estudiar Física y Economía, tener cinco hijos en un matrimonio de 23 años, impulsar el feminismo brasileño y oponerse a la dictadura militar que rigió el país entre 1964 y 1985.
Tampoco obstaculizó su papel como difusora de la Teología de la Liberación a través de Vozes, la editorial católica que codirigió con el teólogo Leonardo Boff.
IPS: ¿Cómo explica que las mujeres tengan ya más escolaridad que los hombres pero sigan ganando salarios inferiores y sufriendo más el desempleo y la informalidad?
ROSE MARIE MURARO: Eso está mejorando, las mujeres ya ganan cerca de 90 por ciento de lo que ganan los hombres. Un gran obstáculo es la baja representación femenina en los legislativos de la nación, los estados y los municipios.
Las mujeres tienden a votar más por los hombres. La candidata presidencial Dilma Rousseff tiene más apoyos masculinos que femeninos, según las encuestas. Es necesaria una campaña por el voto femenino.
IPS: ¿Por qué las mujeres no hacen prevalecer su mayoría absoluta como electorado?
RMM: Debido al prejuicio en ellas mismas de que la mujer es inferior. Todavía tenemos una mayoría de conservadoras entre las mujeres, que defienden el patriarcado y consideran el hombre más preparado para gobernar.
Además, como parece «natural» que los hombres tienen más posibilidad de ser elegidos, los partidos otorgan a ellos más recursos. Las candidatas quedan entonces con menos propaganda y menos dinero en sus campañas electorales.
Pero ya hubo una revolución desde la píldora anticonceptiva. Hace 40 años solo teníamos un cinco por ciento de parlamentarias, hoy el doble. Brasil sigue con uno de los índices más bajos, lejos del 50 por ciento de los países del norte europeo, pero estamos mejorando por el trabajo feminista.
Es interesante que para las elecciones de octubre tengamos dos buenas candidatas a la Presidencia, con Dilma Rousseff en mejores condiciones de ganar porque está apoyada por un gran hombre, que redujo la pobreza en el país, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. (La otra aspirante es Marina Silva, ex ministra del Ambiente y postulada por el Partido Verde)
IPS: En Brasil está establecida una cuota femenina de 30 por ciento en las candidaturas de cada partido. ¿Esto no ayuda a la mayor participación?
RMM: Muy poco, porque los partidos no la cumplen y falta autoestima a las mujeres que, al juzgarse inferiores, no se postulan. Además está el tema de las candidatas «naranjas», hijas, esposas o hermanas de políticos conocidos que sí triunfan. Es una «participación perversa».
IPS: ¿No es contradictorio con la superioridad de las mujeres en años de estudios y su mayoría en la enseñanza secundaria y universitaria?
RMM: Es que sólo escolaridad no basta, es necesaria una educación específica de género. Que no se separen juguetes para niños y niñas, que ellas y ellos practiquen los mismos deportes, niños con muñecas, niñas en el futbol. Hay que modificar la enseñanza machista, que es competitiva, para que sea colaboradora.
IPS: Pero la enseñanza está en manos femeninas, las mujeres dominan la docencia.
RMM: Físicamente, pero no mentalmente. Es necesario formar a las profesoras para la educación de género. Es necesario cambiar los libros. El vocabulario está impregnado de machismo, la gramática está volcada al hombre y se puede imaginar cómo están las mentes de las personas.
La tarea es gigantesca, demanda generaciones porque los cambios culturales son más profundos y por ende más lentos. Pero están en marcha. Hace 30 años yo luchaba solitaria, aplastada. Ahora la sociedad me pone alfombras de flores. Hubo avances, victorias no, porque esa palabra tiene dentro la competitividad machista.
IPS: Usted vincula la equidad de género con un cambio radical en la economía. ¿Por qué?
RMM: Sí, porque la economía aún es masculina, lo que significa dominación y competición, la matemática del gana-pierde, la maximización de los intereses. La visión de la mujer es la opuesta, colaboradora, desarrolla la economía solidaria, el gana-gana, poniendo a la persona en primer lugar y no a la utilidad.
IPS: ¿Cómo se manifiesta concretamente esa economía femenina?
RMM: En el microcrédito, por ejemplo, que es para pobres y casi todo destinado a mujeres insolventes. En las experiencias de economía solidaria con monedas complementarias. En Fortaleza (gran ciudad del nordeste brasileño) con la moneda complementaria se logró transformar una primera «favela»(barriada pobre) insalubre en un barrio saneado, de clase media.
La economía del cuidado (de niños, adultos mayores y enfermos) es netamente femenina y poco valorada en el mercado. Las mujeres suman 90 por ciento de las cuidadoras, según las Naciones Unidas. La mujer en el poder cambia la naturaleza del dinero.
Es lo que explico en el libro «Reinventando el capital-dinero», que debo lanzar en el primer semestre de 2011.
IPS: También escribió «Diálogo para el Futuro», junto con la economista estadounidense Hazel Henderson, donde propone sustituir conceptos y mediciones como el PIB (producto interno bruto).
RMM: El PIB cuenta como riqueza el dinero ficticio y recursos que se pierden, por ejemplo, el petróleo que se exporta y no es renovable. Tendría que descontar la contaminación, la deforestación, la degradación de la tierra.
La destrucción de la especie humana la provoca el hombre que promovió el súper-consumo y no quiere pagar por la contaminación. El juicio de la humanidad viene por el medio ambiente, que cuando se manifiesta acaba con la especie, vengo advirtiendo eso hace 40 años.
IPS: ¿El feminismo supone también otra ciencia y tecnología?
RMM: Sí, la mujer tiene otra forma de hacer ciencia, colaboradora, de ciencia para la vida, con distribución para todos, nunca patentaría células como Craig Venter (el biólogo estadounidense que encabezó el proyecto privado del genoma humano).
¿Por qué? Porque carga el feto, alimenta al bebé, cuida de todos. Otros datos de las Naciones Unidas apuntan que es femenina 80 por ciento de la militancia ecológica, 90 por ciento de la militancia contra la guerra y 70 por ciento de la militancia contra la pobreza.