El nombramiento de Alberto Carrasquilla como codirector del Banco de la República fue una puñalada artera y un acto de venganza de Duque y Uribe contra el movimiento social que tumbó al ministro y la injusta reforma tributaria con la que pretendían, descaradamente, gravar con más impuestos a los pobres y llenar de gabelas y exenciones a los ricos.
El nuevo codirector del Banco de la República, experto en el manejo del arma criminal de la política neoliberal, no sabe cuánto cuesta un huevo. Es una provocación resucitar a Lázaro, al Lázaro Carrasquilla que quiere imponernos.
El responsable del estallido social no fue solo ese ministro de Hacienda: principalmente lo fueron Duque y el expresidente Uribe. Abramos bien los ojos. Ellos son los autores detrás del autor del estallido social. No peleemos tanto con el payaso. Resolvamos esto con los dueños del circo. Son ellos los que deben irse.
El arrogante Duque está desconociendo la soberanía del pueblo. La soberanía, como lo afirmara Antonio Nariño, reside en la masa de los habitantes. «Yo os declaro, pueblos, que ninguno puede poseer vuestra soberanía sino violenta e ilegítimamente» ‑decía el Libertador Simón Bolívar-. Todo acto que pretenda despojar al pueblo de su soberanía constituye usurpación. «La soberanía del pueblo es la única autoridad legítima de las naciones». Y es indivisible, intransferible e inalienable. Duque: quien la suplante es un tirano. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo; y su potestad, usurpación. Los gobiernos de la oligarquía deben «devolver al pueblo su soberanía primitiva para que rehaga su pacto social».
Durante el gobierno Duque el pueblo no ha ejercido su soberanía. Su opinión y sus justas reclamaciones han sido reprimidas con la fuerza pública, considerada como ejército privado de los ricos. Han criminalizado la protesta. Para el pueblo solo ha habido, plomo, ESMAD, represión violenta, uso desproporcionado de la fuerza, detenciones arbitrarias, asesinatos, desapariciones, y fascismo puro.
Este gobierno altanero de Duque, sólo ha servido para garantizar las ganancias de grandes empresarios. La fuerza de la movilización social debe sacarlo del Palacio de Nariño. A esa Casa de gobierno sólo deben entrar presidentes verdaderamente comprometidos con el pueblo, y con el rescate la dignidad humana de una nación.
En general, necesitamos en los cargos del Estado a personas éticas e idóneas. El Estado no puede seguir siendo madriguera de pícaros, ni de tramposos y violentos.
FARC-EP
Segunda MarquetaliaSeptiembre 2 de 2021