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Ni la cap­tu­ra de Otoniel

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Ya nada sal­va ni redi­me al peor gobierno que ha teni­do Colom­bia en las últi­mas déca­das, el que le ha cau­sa­do las más horri­bles heri­das a los dere­chos socia­les y eco­nó­mi­cos de las inmen­sas mayo­rías, y con­tra las que ha dis­pa­ra­do sus fusi­les y su repre­sión más violenta.

La cap­tu­ra de un hom­bre solo y enfer­mo como Oto­niel que, des­de hacía cin­co años esta­ba exte­rio­ri­zan­do su dis­po­si­ción de diá­lo­go y su inten­ción de aco­ger­se a la jus­ti­cia, no es moti­vo para tan­ta alha­ra­ca. Nun­ca enten­di­mos por qué, cuan­do Oto­niel envió sus abo­ga­dos a plan­tear su deter­mi­na­ción a la Mesa de La Haba­na, del gobierno no salie­ra ni una leve res­pues­ta. Siem­pre tuvi­mos la impre­sión que su nega­ti­va la moti­va­ba el mie­do a que, por esa vía se cono­cie­ra la ver­dad sobre el nar­co­trá­fi­co en Colombia.

Esa ver­dad sobre quié­nes son los ver­da­de­ros nar­co­tra­fi­can­tes, los que se lucran del nego­cio, sigue sumer­gi­da en las tinie­blas. Solo se per­si­gue a los cam­pe­si­nos pobres que, obli­ga­dos por la situa­ción social, optan por el cul­ti­vo de la coca. A ellos los fumi­gan con gli­fo­sa­to y los per­si­guen con saña, pero nada hacen por inves­ti­gar a los ban­que­ros y empre­sa­rios invo­lu­cra­dos en lava­do de acti­vos, que son los que se que­dan con las ganan­cias del nar­co­trá­fi­co. ¿De dón­de vie­ne la pros­pe­ri­dad de algu­nas cade­nas de alma­ce­nes? Hace poco denun­cia­ron a un ban­co del Gru­po Aval en Cali por lavar acti­vos del nar­co­trá­fi­co, pero la noti­cia que solo fue flor de un día, murió aho­ga­da por los medios.

En la lucha con­tra el nar­co­trá­fi­co, un gobierno que lle­gó al Pala­cio de Nari­ño finan­cia­do con los dóla­res de la mafia, no mere­ce nin­gún aplau­so, por­que es un gobierno hipó­cri­ta. No mere­ce nin­gún aplau­so el nar­co Esta­do fun­da­do por el señor Álva­ro Uri­be Vélez. Un gobierno como el de Duque, solo pue­de cose­char la con­de­na y el repu­dio mun­dial. Las agen­cias esta­dou­ni­den­ses enca­be­za­das por la DEA son cie­gas, o no quie­ren ver de fren­te la ver­dad. Y Washing­ton –sólo para favo­re­cer a un pre­si­den­te pele­le- hace el oso al cer­ti­fi­car la lucha anti-dro­gas de un Esta­do con­tro­la­do por la mafia.

Oja­lá per­mi­tan a Oto­niel apor­tar su ver­dad. Y oja­lá no se tiren el sue­ño de la paz com­ple­ta que anhe­la Colombia.

FARC-EP

Segun­da Mar­que­ta­liaOctu­bre 25 de 2021

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