Dil­ma Vana Rous­sef, pre­si­den­ta de Bra­sil – Blo­gue­ros y Corres­pon­sa­les de la Revolución

Ex gue­rri­lle­ra y mujer. Son los dos atri­bu­tos que ten­drá, por pri­me­ra vez en la his­to­ria, un pre­si­den­te de Bra­sil. Dil­ma Vana Rous­seff, eco­no­mis­ta de 62 años, ganó ayer las elec­cio­nes al supe­rar con cre­ces la fron­te­ra del 50 por cien­to de los votos. Ex jefa de la Casa Civil, equi­va­len­te a núme­ro dos del Gobierno, la can­di­da­ta que superó hace un año un cán­cer lin­fá­ti­co, hizo reali­dad el sue­ño de Luiz Inacio Lula da Sil­va y el suyo pro­pio: lle­gar a la Pre­si­den­cia del país más gran­de y más rico de Iberoamérica.
Según los resul­ta­dos ofi­cia­les escru­ta­do el 99% de los votos, Dil­ma, del PT (Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res), obtu­vo el 56% , y José Serra (Par­ti­do Socia­de­mó­cra­ta) se que­dó en el 44%. Cla­ra vic­to­ria de Rous­seff. La mano dere­cha de Lula, o su répli­ca en feme­nino, como insis­tie­ron en cam­pa­ña, será, des­pués de 39 varo­nes pre­si­den­tes con­se­cu­ti­vos, la pri­me­ra mujer en ocu­par la Jefa­tu­ra del Estado.
La favo­ri­ta del actual pre­si­den­te, pue­de decir que lo suyo ha sido, pese a su agnos­ti­cis­mo y a nece­si­tar una segun­da vuel­ta, lle­gar y besar el san­to. Des­co­no­ci­da por la inmen­sa pobla­ción bra­si­le­ña has­ta hace poco, en cua­tro meses de cam­pa­ña ha dado la vuel­ta a la tor­ti­lla elec­to­ral. Al fren­te de una alian­za de izquier­das lide­ra­da por el PT (Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res) Dil­ma, como se refie­re a ella la pren­sa, ha echa­do defi­ni­ti­va­men­te por tie­rra las aspi­ra­cio­nes del social­de­mó­cra­ta José Serra (PSDB) de ocu­par el pues­to de Lula en el Pala­cio de Pla­nal­to (sede del Ejecutivo).
Aecio Neves José Serra, de 68 años, pue­de des­pe­dir­se de sus ambi­cio­nes pre­si­den­cia­les. Por segun­da vez ha fra­ca­sa­do en el inten­to (la otra fue con­tra el pro­pio Lula en 2003). La expli­ca­ción de su derro­ta la dio antes de cono­cer­la: «Hoy (por ayer) habla el pue­blo. Eso es una de las belle­zas de la demo­cra­cia», decla­ró a la hora de votar. Los social­de­mó­cra­tas no debe­rán bus­car mucho entre sus filas para encon­trar un líder, Aecio Neves, hijo del ex pre­si­den­te Tan­cre­do Neves, se per­fi­la como el ele­gi­do indis­cu­ti­ble para tra­tar de resu­ci­tar un par­ti­do que vivió su mejor épo­ca con el Gobierno de Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so (1995−2003).
Pero de eso hace ya ocho años, los mis­mo s que lle­va Lula en el poder.
«Comien­za una nue­va fase de la demo­cra­cia y las per­so­nas que asu­man la direc­ción del país debe­rán tener sen­ti­do repu­bli­cano y sen­ti­do demo­crá­ti­co para gober­nar para todos». Las pala­bras de Rous­seff, des­pués de votar en Por­to Ale­gre, se inter­pre­ta­ron como una decla­ra­ción de prin­ci­pios ins­pi­ra­da en los men­sa­jes ini­cia­les de Luiz Inacio Lula da Sil­va, el pre­si­den­te en ejer­ci­cio que aban­do­na­rá el poder con el 80 por cien­to de adhe­sión, el mayor índi­ce de popu­la­ri­dad de la his­to­ria. El tono de Lula ayer estu­vo ale­ja­do del de su com­pa­ñe­ra des­de hace una déca­da en el PT. Cali­fi­có la can­di­da­tu­ra de Serra de «menor» y le acu­só de des­atar «una agre­si­vi­dad inima­gi­na­ble con­tra Dil­ma». Tam­bién decli­nó for­mar par­te del futu­ro Gobierno.
El men­sa­je con­ci­lia­dor de la has­ta ayer can­di­da­ta «petis­ta», hoy triun­fa­do­ra, vino acom­pa­ña­do de un anun­cio en el que ase­gu­ró que gober­na­rá «con todos los par­ti­dos que inte­gran la coa­li­ción». La alian­za de izquier­da que enca­be­za Dil­ma Rous­seff es un con­glo­me­ra­do de una dece­na de par­ti­dos de todo pela­je, como el PMDB (Par­ti­do del Movi­mien­to Demo­crá­ti­co Bra­si­le­ño), el más anti­guo, el de mayor pre­sen­cia en Bra­sil y el más famo­so por ven­der o alqui­lar su apo­yo al mejor pos­tor. A éste per­te­ne­ce Michel Temer, el can­di­da­to a vice­pre­si­den­te de Dil­ma Rous­seuff, un per­so­na­je que ha pasa­do des­aper­ci­bi­do duran­te la cam­pa­ña, pero que en el futu­ro podría desem­pe­ñar un papel impor­tan­te en el Ejecutivo.
Inves­ti­du­ra, en Año Nue­vo El pró­xi­mo pri­me­ro de enero, fecha de la inves­ti­du­ra pre­si­den­cial, Dil­ma Rous­seff se
con­ver­ti­rá en la mujer más pode­ro­sa de Bra­sil, un país con tama­ño de con­ti­nen­te (die­ci­sie­te veces mayor que Espa­ña) y cer­ca de dos­cien­tos millo­nes de habi­tan­tes. Por delan­te le espe­ran cua­tro años de gobierno con una heren­cia que para sí qui­sie­ra cual­quier otro pre­si­den­te de este hemis­fe­rio y de gran par­te del mundo.
Bra­sil, la octa­va eco­no­mía del mun­do, man­tie­ne un ciclo sos­te­ni­do de cre­ci­mien­to de ocho años.
Lula da Sil­va , el pre­si­den­te con­ver­ti­do en mito, logró redu­cir a la míni­ma expre­sión la infla­ción, aumen­tar las reser­vas del Ban­co Cen­tral, atraer inver­sio­nes y mejo­rar los ver­gon­zo­sos índi­ces socia­les de Bra­sil. La cara oscu­ra de este gigan­te ame­ri­cano se encuen­tra en 64 millo­nes de anal­fa­be­tos y doce millo­nes de habi­tan­tes que viven en favelas.

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