Palo y zanaho­ria: pre­sio­nes y extor­sio­nes de los Esta­dos Uni­dos para que­brar los víncu­los de Amé­ri­ca Lati­na con Rusia y China

En las dos últi­mas sema­nas, el Depar­ta­men­to de Esta­do des­ple­gó un ambi­cio­so pro­gra­ma de per­sua­sión extor­si­va sobre los paí­ses ubi­ca­dos en el lla­ma­do «hemis­fe­rio occi­den­tal», con el obje­ti­vo de limi­tar sus víncu­los comer­cia­les y de coope­ra­ción con Mos­cú y Bei­jing. Los mode­los de pro­xi­mi­dad des­ple­ga­dos en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be ofre­cen un amplio menú de alter­na­ti­vas que van des­de las ame­na­zas y las san­cio­nes has­ta la ofer­ta de mejo­res con­di­cio­nes para las expor­ta­cio­nes, garan­tías para la con­ti­nui­dad de reme­sas o para la auto­ri­za­ción amplia­da de visados.

El pasa­do 7 de abril se sus­pen­dió a la Fede­ra­ción Rusa del Con­se­jo de Dere­chos Huma­nos de las Nacio­nes Uni­das, como resul­ta­do de las denun­cias rea­li­za­das por Ucra­nia res­pec­to de crí­me­nes de gue­rra. La medi­da se lle­vó a cabo sin que media­ran rele­va­mien­tos ni inves­ti­ga­cio­nes en el terreno. El 21 de abril se resol­vió sus­pen­der a Rusia de su sitial como Obser­va­dor Per­ma­nen­te de la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos. En la pri­me­ra vota­ción la Argen­ti­na ava­ló la sus­pen­sión, mien­tras que en la segun­da inha­bi­li­ta­ción se abs­tu­vo. Entre estas dos vota­cio­nes, el Depar­ta­men­to de Esta­do inten­tó infruc­tuo­sa­men­te la expul­sión de Mos­cú del Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU.

El últi­mo miér­co­les, la secre­ta­ria del Teso­ro, Eneet Yellen, invi­tó a los minis­tros de eco­no­mía del G20 a boi­co­tear el dis­cur­so de Anton Silua­nov, jefe de la car­te­ra de hacien­da de Mos­cú. El repre­sen­tan­te argen­tino en el encuen­tro desa­rro­lla­do en Washing­ton dese­chó la can­ce­la­ción y per­ma­ne­ció en su ban­ca jun­to otros 16 fun­cio­na­rios. Las úni­cas tres repre­sen­ta­cio­nes que aban­do­na­ron las deli­be­ra­cio­nes fue­ron la pro­pia Yellen y los minis­tros de Cana­dá y el Rei­no Uni­do. En la con­fe­ren­cia de pren­sa, Yellen jus­ti­fi­có el limi­ta­do éxi­to del boi­cot pro­pues­to: «Para reti­rar a un país de cual­quier par­ti­ci­pa­ción se requie­re real­men­te un nivel de acuer­do muy alto en muchos foros, inclui­do el G20, y no hubo ese nivel de acuerdo».

La ofen­si­va de san­cio­nes, boi­cot y blo­queos está direc­ta­men­te rela­cio­na­da con el pro­pó­si­to de debi­li­tar a cual­quier país que defien­da su sobe­ra­nía con­tra las reglas impues­tas por Esta­dos Uni­dos, y/​o que bus­que arti­cu­lar blo­ques comer­cia­les alter­na­ti­vos al con­fi­gu­ra­do por el atlan­tis­mo. Esa fue la cau­sa geo­po­lí­ti­ca por la que se esti­mu­ló el con­flic­to ances­tral entre los sec­to­res nacio­na­lis­tas ucra­nia­nos y los rusos: se bus­có impe­dir la cons­ti­tu­ción de un eje geo­po­lí­ti­co con­ti­nen­tal eurá­si­co, capaz de arti­cu­lar a Euro­pa Occi­den­tal con el Sudes­te Asiá­ti­co, colo­can­do a Mos­cú como nexo entre ambos con­ti­nen­tes. Una vez en gue­rra –azu­za­da pre­via­men­te – , la máxi­ma auto­ri­dad del Teso­ro esta­dou­ni­den­se pos­tu­ló los pró­xi­mos pasos: «Lo recau­da­do por las ven­tas de petró­leo y gas es una fuen­te impor­tan­te de ingre­sos para Rusia. Sería muy útil bus­car la mane­ra de redu­cir esos ingresos».

La ofen­si­va de Washing­ton se rela­cio­na con el sor­pre­si­vo fra­ca­so de sus san­cio­nes: a pesar de que se sepa­ró a Rusia del sis­te­ma SWIFT y se le con­ge­la­ron reser­vas en el exte­rior, el valor del rublo se esta­bi­li­zó en valo­res simi­la­res a los exhi­bi­dos en for­ma pre­via a la inter­ven­ción mili­tar; el gas, el petró­leo y el car­bón ruso siguen des­pa­chán­do­se hacia Euro­pa Occi­den­tal; y el Ban­co Cen­tral con­ti­núa incre­men­tan­do sus reser­vas inter­na­cio­na­les. Duran­te la últi­ma sema­na sumó 1.700 millo­nes de dóla­res, alcan­zan­do la suma de 611.100 millo­nes. Esa es la razón por la que el 13 de abril la por­ta­voz de la Casa Blan­ca, Jen Psa­ki, ade­lan­tó el pedi­do de exclu­sión de Vla­di­mir Putin de la pró­xi­ma cum­bre del G20, a rea­li­zar­se entre el 15 y el 16 de noviem­bre pró­xi­mos en Bali. Para refor­zar la pre­sión, la titu­lar del Teso­ro man­tu­vo el últi­mo mar­tes una reu­nión con el minis­tro de Finan­zas de la Repú­bli­ca de Indo­ne­sia, Sri Mul­ya­ni Indra­wa­ti, a quien le exi­gió supre­sión del Pre­si­den­te ruso de la lis­ta de invi­ta­dos para noviembre.

La aco­me­ti­da del Depar­ta­men­to de Esta­do se diri­ge prio­ri­ta­ria­men­te sobre Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (ALyC). A media­dos de abril, fun­cio­na­rios cer­ca­nos a Anthony Blin­ken se conec­ta­ron con el emba­ja­dor argen­tino en Washing­ton para con­mi­nar­lo a cues­tio­nar a Putin en la Comi­sión de Dere­chos Huma­nos de la ONU. La deci­sión de acom­pa­ñar la pro­pues­ta de sus­pen­sión de Rusia de dicha ins­ti­tu­ción fue deci­di­da por Alber­to Fer­nán­dez, Gus­ta­vo Béliz y San­tia­go Cafie­ro lue­go de las inti­mi­da­cio­nes extor­si­vas insi­nua­das en rela­ción con la con­ti­nui­dad de los acuer­dos con el Fon­do Mone­ta­rio Internacional.

Chan­ta­jes diplomáticos

Una arre­me­ti­da simi­lar se obser­vó duran­te las últi­mas dos sema­nas con­tra el gobierno mexi­cano, cues­tio­na­do por Washing­ton por su neu­tra­li­dad res­pec­to a la inter­ven­ción mili­tar rusa. La irri­ta­ción de la admi­nis­tra­ción Biden con­tra Andrés Manuel López Obra­dor (AMLO) se expre­só con rela­ción a la nacio­na­li­za­ción del litio –apro­ba­da duran­te la últi­ma sema­na por el Par­la­men­to– y la apro­ba­ción de la Ley de la Indus­tria Eléc­tri­ca, ava­la­da por la Supre­ma Cor­te de Jus­ti­cia. Una sema­na antes de estos dic­tá­me­nes, el ex jefe del Depar­ta­men­to de Esta­do de Barack Oba­ma y actual titu­lar de la agen­cia cli­má­ti­ca de la Casa Blan­ca, John Kerry, advir­tió que la nue­va legis­la­ción eléc­tri­ca gene­ra­ría «dete­rio­ros del medio ambien­te», y que su apli­ca­ción pro­du­ci­ría una exclu­sión de las empre­sas esta­dou­ni­den­ses que inver­tían en Méxi­co. AMLO infor­mó –lue­go de su reu­nión con Kerry– que Washing­ton pre­ten­día «impo­ner un gru­po para vigi­lar­nos, para obser­var [los deba­tes sobre las nor­ma­ti­vas eléc­tri­cas]. Eso no lo per­mi­te nadie. A lo mejor en otros tiem­pos, con gobier­nos sumi­sos, entre­guis­tas, pero ya no son los tiem­pos de antes».

La con­tra­rie­dad por las nue­vas regu­la­cio­nes eléc­tri­cas se suma al peli­gro –con­je­tu­ra­do por los fun­cio­na­rios esta­dou­ni­den­ses– de una poten­cial uti­li­za­ción del litio mexi­cano por par­te de las empre­sas chi­nas. La nacio­na­li­za­ción del mine­ral fue apro­ba­da el últi­mo mar­tes lue­go de que su pre­cio inter­na­cio­nal se incre­men­ta­ra un 400% en el últi­mo año. El litio es uno de los com­po­nen­tes cen­tra­les de las bate­rías nece­sa­rias para la fabri­ca­ción de vehícu­los eléc­tri­cos. La empre­sa auto­mo­triz Tes­la –del mega-millo­na­rio Elon Musk– apa­re­ce como uno de las impul­so­ras de las pre­sio­nes diplo­má­ti­cas y coer­ci­ti­vas para garan­ti­zar­se dicho insu­mo y evi­tar que esos recur­sos lle­guen a impul­sar la com­pe­ten­cia de los autos pro­du­ci­dos por Beijing.

La pro­duc­ción del mine­ral ten­dría que aumen­tar un 500% has­ta 2050 para poder hacer fren­te a la recon­ver­sión pro­duc­ti­va que se pre­ten­de para la indus­tria auto­mo­triz. El Ser­vi­cio Geo­ló­gi­co de los Esta­dos Uni­dos cuan­ti­fi­ca las tenen­cias de su vecino en 1,7 millo­nes de tone­la­das –el 2,3% de las reser­vas mun­dia­les. El líder es Boli­via, con 21 millo­nes, y en segun­do lugar apa­re­ce la Argen­ti­na, con 19 millo­nes. El 24 de julio de 2020 Musk res­pon­dió a una impu­tación sobre su par­ti­ci­pa­ción en el gol­pe con­tra Evo Mora­les, pro­mo­vi­do y ava­la­do por el Depar­ta­men­to de Esta­do: «Noso­tros derro­ca­re­mos a quién que­ra­mos». Según Ken­neth Smith, un con­tra­tis­ta de la emba­ja­da, Washing­ton y Otta­wa podrían impug­nar la nacio­na­li­za­ción del litio en Méxi­co ya que vul­ne­ra algu­nos de los acuer­dos alcan­za­dos en el T‑MEC (Tra­ta­do de libre comer­cio fir­ma­do por Cana­dá, Méxi­co y Esta­dos Uni­dos). El tema de fon­do es el temor a que Chi­na pue­da acce­der a algu­na por­ción de esa cade­na de valor, o a com­prar­le direc­ta­men­te al Esta­do su producto.

La ofen­si­va no es solo con­tra Méxi­co o la Argen­ti­na. La Casa Blan­ca ha repu­dia­do abier­ta­men­te la neu­tra­li­dad de los BRICS (alian­za eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca com­pues­ta por Bra­sil, Rusia, India, Chi­na y Sudá­fri­ca) en rela­ción con la inter­ven­ción mili­tar en Ucra­nia. Sin embar­go, el últi­mo mar­tes el minis­tro de Eco­no­mía de Jair Bol­so­na­ro, Pau­lo Gue­des, le res­pon­dió al Depar­ta­men­to de Esta­do anun­cian­do que pro­pon­drá la can­di­da­tu­ra argen­ti­na para ingre­sar al Nue­vo Ban­co de Desa­rro­llo del gru­po de los BRICS. La arre­me­ti­da de la admi­nis­tra­ción Biden tam­bién se vio frus­tra­da en Pana­má, don­de se hicie­ron pre­sen­tes Antony Blin­ken y Ale­jan­dro Mayor­kas, secre­ta­rios de Esta­do y de Segu­ri­dad Nacio­nal. La visi­ta pre­ten­dió impul­sar algún tipo de res­tric­ción a las embar­ca­cio­nes con pro­duc­tos chi­nos o rusos a tra­vés del canal, pero sus peti­cio­nes no fue­ron con­sen­ti­das. En el caso de Hon­du­ras, pese a las resis­ten­cias del gobierno de Xio­ma­ra Cas­tro, la depen­den­cia finan­cie­ra de las reme­sas pro­ve­nien­tes de fami­lia­res resi­den­tes en Esta­dos Uni­dos impu­so un ali­nea­mien­to res­pec­to de la situa­ción de Ucrania.

Vene­zue­la es para­dó­ji­ca­men­te una de las más favo­re­ci­das. Dada la sobe­ra­nía adqui­ri­da por ese país des­de 1999, Biden care­ce de meca­nis­mos extor­si­vos (polí­ti­cos, comer­cia­les o mili­ta­res), al tiem­po que implo­ra vol­car barri­les de petró­leo al mer­ca­do inter­na­cio­nal para evi­tar la espi­ral infla­cio­na­ria a nivel glo­bal. Lo mis­mo se inten­tó con Ara­bia Sau­di­ta, país al que se le soli­ci­tó aumen­tar la pro­duc­ción de petró­leo para bajar su pre­cio y soca­var de esa mane­ra la obten­ción de recur­sos de Mos­cú. El rei­no, sin embar­go, se negó a incre­men­tar la producción.

En el caso de Cuba la situa­ción es ambi­va­len­te. Por pri­me­ra vez des­de 2018, el 21 de abril se lle­va­ron a cabo reunio­nes entre fun­cio­na­rios esta­dou­ni­den­ses y cuba­nos para dar­le con­ti­nui­dad a los acuer­dos migra­to­rios incum­pli­dos por las auto­ri­da­des de Washing­ton en los últi­mos cua­tro años. Estos encuen­tros con­ce­di­dos por la admi­nis­tra­ción de Biden bus­can des­com­pri­mir los nive­les de con­fron­ta­ción con Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be –sin dejar de extor­sio­nar– para vol­ver a prio­ri­zar lo que los think tanks demó­cra­tas deno­mi­nan la «emer­gen­cia euro­asiá­ti­ca». Sin embar­go, las san­cio­nes con­tra Putin pare­cen hacer más mella en sus socios que en Mos­cú: a prin­ci­pios de febre­ro par­tió des­de Rusia un car­gue­ro con una dona­ción de 19.526 tone­la­das de tri­go para La Haba­na. El emba­ja­dor ruso en La Haba­na, Andréi Gus­kov, expli­có que la demo­ra se debió a la des­co­ne­xión de varios ban­cos rusos del sis­te­ma SWIFT, que impi­die­ron abo­nar el flete.

Quien no pare­ce con­tar con ese tipo de pro­ble­mas es Colom­bia, el úni­co que sigue a pie jun­ti­llas las reco­men­da­cio­nes de Washing­ton. Mien­tras Iván Duque sigue sin dar expli­ca­cio­nes sobre las coti­dia­nas masa­cres de diri­gen­tes socia­les y cam­pe­si­nos, sus auto­ri­da­des se suman de for­ma auto­má­ti­ca a todas las medi­das y dis­cur­sos soli­ci­ta­dos por la Casa Blan­ca. El jue­ves la voce­ra del Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res de la Fede­ra­ción de Rusia, María Sajá­ro­va, des­ta­có en un comu­ni­ca­do que «toma­mos nota de las decla­ra­cio­nes del Pre­si­den­te de Colom­bia sobre las rela­cio­nes ruso-colom­bia­nas. Lamen­ta­mos que las hicie­ra en el espí­ri­tu de la retó­ri­ca nega­ti­va impues­ta a otros paí­ses por el gobierno de Esta­dos Unidos».

La embes­ti­da con­tra Chi­na –pro­mo­vi­da por Washing­ton– inclu­ye zanaho­rias y augu­rios: se les repi­te a los gobier­nos de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be que en el futu­ro podrán sus­ti­tuir seg­men­tos de las cade­nas de sumi­nis­tro, hoy con­tro­la­dos por Chi­na, pre­sa­gian­do una nue­va eta­pa de des­lo­ca­li­za­ción (nearsho­ring) que impul­sa­ría el cre­ci­mien­to del sub­con­ti­nen­te, si es que son capa­ces de ofre­cer mer­ca­dos inter­nos redu­ci­dos y sala­rios exiguos.

El mode­lo pro­mo­vi­do por la admi­nis­tra­ción Biden es el de una frag­men­ta­ción per­ma­nen­te de la eco­no­mía mun­dial, con dos cir­cui­tos alter­na­ti­vos de comer­cio y coope­ra­ción inter­na­cio­nal basa­dos en blo­ques geo­po­lí­ti­cos. Para lograr ese obje­ti­vo debe­rá esme­rar­se en cor­tar sóli­dos lazos e impe­dir –de for­ma simul­tá­nea– que Eura­sia no logre elu­dir el apartheid impuesto.

El nove­lis­ta Henry Miller des­li­zó, poco tiem­po antes de su falle­ci­mien­to, una duda que inquie­ta de for­ma pun­zan­te a los ana­lis­tas inter­na­cio­na­les: «Mi úni­ca duda es saber si Esta­dos Uni­dos aca­ba­rá con el mun­do, o si el mun­do va a aca­bar con Esta­dos Unidos».

Jor­ge Elbaum

24 de abril de 2022

Fuen­te: https://​www​.elcohe​tea​la​lu​na​.com/​p​a​l​o​-​y​-​z​a​n​a​h​o​r​ia/

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