«Law­fa­re» en Amé­ri­ca Lati­na: pano­ra­ma de este 2022

Las tác­ti­cas de cam­bio de régi­men en Amé­ri­ca Lati­na han cam­bia­do, des­de aque­llas san­grien­tas inva­sio­nes y gol­pes de Esta­do el Nor­te Glo­bal ha migra­do a un espec­tro de méto­dos de gol­pes blan­dos entre los cua­les se ins­cri­be el lla­ma­do law­fa­re. Según citan Cami­la Vollen­wei­der y Sil­vi­na Romano, se tra­ta de «un méto­do de gue­rra no con­ven­cio­nal en el que la ley es usa­da como un medio para con­se­guir un obje­ti­vo mili­tar». De mane­ra simi­lar es des­cri­to en Unres­tric­ted War­fa­re (Gue­rra irres­tric­ta), un libro de 1999 sobre estra­te­gia militar.

Agre­gan las inves­ti­ga­do­ras en «law­fa­re. La judi­cia­li­za­ción de la polí­ti­ca en Amé­ri­ca Lati­na» que, en 2001, el con­cep­to comen­zó a ser mane­ja­do en ámbi­tos dife­ren­tes a las Fuer­zas Arma­das esta­dou­ni­den­ses, tras la publi­ca­ción de un artícu­lo escri­to por el gene­ral de Fuer­za Aérea, Char­les Dun­lap, de la Duke Law School.

Afir­man que Esta­dos Uni­dos (por medio de la USAID) es uno de los prin­ci­pa­les pro­vee­do­res de ase­so­ría para la refor­ma de los apa­ra­tos jurí­di­cos en Amé­ri­ca Lati­na y el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia esta­dou­ni­den­se ha estre­cha­do en los últi­mos años los víncu­los con los apa­ra­tos judi­cia­les de la región en una supues­ta lucha anticorrupción.

Sien­do la demo­li­ción del Esta­do el obje­to de los dog­má­ti­cos neo­li­be­ra­les, este méto­do les ha sido fun­cio­nal, de tal mane­ra que «la per­se­cu­ción judi­cial se ha exa­cer­ba­do con­tra fun­cio­na­rios de gobier­nos don­de el Esta­do recu­pe­ró su pro­ta­go­nis­mo en mate­ria eco­nó­mi­co-social, agran­dan­do al Esta­do y reva­lo­ri­zan­do lo públi­co», dice la inves­ti­ga­ción. Así ha pasa­do con los expre­si­den­tes Manuel Zela­ya, Fer­nan­do Lugo, Cris­ti­na Fer­nán­dez de Kirch­ner (CFK), Rafael Correa, Evo Mora­les y varios de sus segui­do­res. Ade­más, fue el ins­tru­men­to para dar el gol­pe de Esta­do con­tra Dil­ma Rous­seff y para inha­bi­li­tar a Lula como can­di­da­to pre­si­den­cial en 2018 cuan­do enca­be­za­ba todas las encues­tas y abrir el camino a Jair Bol­so­na­ro en Brasil.

Duran­te este 2022, el law­fa­re ha goza­do de bue­na salud, aun cuan­do algu­nos casos se han cerra­do o están en pausa.

Casos al rojo vivo: Pedro Cas­ti­llo en Perú y CFK en Argentina

El pasa­do 7 de diciem­bre se agu­di­zó otro capí­tu­lo telú­ri­co en la polí­ti­ca perua­na lue­go de que el, has­ta ese día, pre­si­den­te cons­ti­tu­cio­nal inten­ta­ra fre­nar el ter­cer inten­to de moción de vacan­cia en su con­tra, y el quin­to para un pre­si­den­te en ejer­ci­cio en los últi­mos cin­co años. Ele­gi­do para el perio­do pre­si­den­cial de 2021 – 2026 y pos­te­rior­men­te aban­do­na­do por su par­ti­do, Pedro Cas­ti­llo emi­tió un decre­to que disol­vía tem­po­ral­men­te el Con­gre­so pocas horas antes de que el par­la­men­to vota­ra para apro­bar una moción de vacan­cia en su con­tra y jura­men­ta­ra a la vice­pre­si­den­ta Dina Boluarte.

Ade­más, el maes­tro rural y sin­di­ca­lis­ta dijo que con­vo­ca­ría elec­cio­nes para una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te y que se gober­na­ría median­te decre­tos ley. Tam­bién men­cio­nó que se impon­dría un toque de que­da des­de las 12 de la noche de ese día, ante lo que par­te de su gabi­ne­te y otros altos fun­cio­na­rios renun­cia­ron y denun­cia­ron que el man­da­ta­rio había per­pe­tra­do un gol­pe de Esta­do. La Poli­cía de Perú le detu­vo a la vez que la Fis­ca­lía de la Nación ini­ció accio­nes pre­li­mi­na­res para inves­ti­gar­le por «rebe­lión y cons­pi­ra­ción», los mis­mos deli­tos por los que Alber­to Fuji­mo­ri fue con­de­na­do a 25 años de cárcel.

Las ame­na­zas de las eli­tes eco­nó­mi­cas, y las eli­tes polí­ti­cas a su ser­vi­cio, con­tra Cas­ti­llo tuvie­ron un momen­to cum­bre ante­rior: el pasa­do 9 de agos­to se des­ple­gó un «espec­ta­cu­lar» ope­ra­ti­vo de alla­na­mien­to y deten­ción de per­so­nas vin­cu­la­das al enton­ces pre­si­den­te, alu­dien­do, «sin prue­bas mas con diver­sas con­je­tu­ras» (Ser­gio Moro dixit), la exis­ten­cia de una supues­ta orga­ni­za­ción cri­mi­nal cuya cabe­za sería Cas­ti­llo. La Fis­ca­lía inter­vino en las ins­ta­la­cio­nes del Pala­cio de Gobierno, argu­men­tan­do que ahí se encon­tra­ba escon­di­da su cuña­da Yeni­fer Pare­des, acu­sa­da, tam­bién sin prue­bas, de corrup­ción y otras imputaciones.

Otra manio­bra que era el «Plan B» en el Con­gre­so fue apro­bar una nor­ma que per­mi­te «sus­pen­der» al pre­si­den­te por inca­pa­ci­dad tem­po­ral con 66 votos en lugar de los 87 nece­sa­rios para la des­ti­tu­ción a par­tir de una figu­ra que se refie­re a a pro­ble­mas de salud u otros que le impi­dan ejer­cer tem­po­ral­men­te la presidencia.

En este caso se ha cons­trui­do una narra­ti­va repe­ti­da por los prin­ci­pa­les medios de comu­ni­ca­ción mien­tras, des­de el ámbi­to judi­cial, la Fis­cal Gene­ral Patri­cia Bena­vi­dez ha decla­ra­do que cuen­ta con más de 190 ele­men­tos pro­ba­to­rios para sus­ten­tar una acu­sa­ción con­tra Cas­ti­llo. Le acu­sa de lide­rar una supues­ta red corrup­ta que, des­de su Eje­cu­ti­vo, otor­gó lici­ta­cio­nes frau­du­len­tas de obras públi­cas. Se tra­ta de una cons­truc­ción de cul­pa­bi­li­dad a quie­nes toda­vía se les debe pro­bar el delito.

Más al sur, la vice­pre­si­den­ta argen­ti­na, Cris­ti­na Fer­nán­dez de Kich­ner (CFK), fue con­de­na­da el pasa­do 6 de diciem­bre por el Tri­bu­nal Oral Fede­ral 2 de la Ciu­dad Autó­no­ma de Bue­nos Aires (CABA) a seis años de pri­sión e inha­bi­li­ta­da de por vida para ejer­cer car­gos públi­cos por corrup­ción y fraude.

La expre­si­den­ta duran­te dos man­da­tos, entre 2007 y 2015, fue halla­da cul­pa­ble de «admi­nis­tra­ción frau­du­len­ta» y de des­viar casi mil millo­nes de dóla­res en fon­dos del gobierno a tra­vés de con­tra­tos de obras públi­cas duran­te su pre­si­den­cia, pero recha­zó otro car­go de diri­gir una orga­ni­za­ción cri­mi­nal. Mien­tras, ella ha reite­ra­do que los car­gos y los pro­ce­sos en su con­tra tenían moti­va­cio­nes polí­ti­cas y ha denun­cia­do la exis­ten­cia de «una mafia esta­tal y judi­cial para­le­la» que la per­se­guía y con­de­na­ba por deli­tos que no cometió.

«Demos­tré abso­lu­ta­men­te que de acuer­do a la Cons­ti­tu­ción, yo no mane­jé las leyes ni el pre­su­pues­to que fue apro­ba­do por los legis­la­do­res. Dicen que come­tí un deli­to por san­ción de leyes, pero no legis­lé ni san­cio­né las leyes. Y el Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca tam­po­co admi­nis­tra y eje­cu­ta el pre­su­pues­to», dijo CFK en su defensa.

La sen­ten­cia uti­li­zó un Decre­to de Nece­si­dad y Urgen­cia (DNU) para acre­di­tar el deli­to que supues­ta­men­te favo­re­cía al empre­sa­rio Láza­ro Báez, lo que fue pre­via­men­te ava­la­do por el Con­gre­so. En sep­tiem­bre pasa­do, tras el inten­to de ase­si­na­to en su con­tra, dijo que «me quie­ren muer­ta o pre­sa», al tiem­po que denun­cia­ba dis­cur­sos de odio y aver­sión expre­sa­dos en los medios de comu­ni­ca­ción por par­te de las fuer­zas opositoras.

Casos cerra­dos o en pau­sa: Lula en Bra­sil y Glas en Ecuador

En el país más exten­so, pobla­do y con la eco­no­mía más gran­de de nues­tra región, octa­va en el mun­do por su PIB, se incu­bó el law­fa­re de mane­ra tem­pra­na con el impeach­ment de la expre­si­den­ta Dil­ma Rous­seff en 2016.

El blan­co prin­ci­pal ha sido Luiz Inacio Lula da Sil­va, quien fue habi­li­ta­do el 8 de mar­zo de 2021 para com­pe­tir elec­to­ral­men­te cuan­do el Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral (SFT) lo absol­vió de los fal­sos car­gos que le for­mu­la­ron el juez Ser­gio Moro y el fis­cal Del­tan Dallag­nol. Pero ello no pudo borrar la ima­gen de un corrup­to desem­pe­ño guber­na­men­tal del exlí­der sin­di­cal en el gobierno; esta fue ins­ta­la­da en amplias capas de la pobla­ción por la des­co­mu­nal cam­pa­ña de men­ti­ras des­en­ca­de­na­da por los medios hege­mó­ni­cos bra­si­le­ños e internacionales.

Debi­do a esta cam­pa­ña, la coa­li­ción polí­ti­ca que acom­pa­ñó a Lula no logró mayo­ría en el Con­gre­so y el can­di­da­to tuvo que pasar a segun­da vuel­ta con­tra Bol­so­na­ro en la que ven­ció con un mar­gen de 50,9% a 49,1%. No impor­tó que se hubie­ran reti­ra­do los 25 casos en su con­tra; en aquel mar­zo el juez de la Cor­te Supre­ma, Ricar­do Lewan­dows­ki, dic­ta­mi­nó, como en los 24 casos ante­rio­res, que había un cla­ro pre­jui­cio con­tra el enton­ces expresidente.

El enjui­cia­mien­to fue escan­da­lo­so por­que Lula fue con­de­na­do y encar­ce­la­do duran­te 580 días con «evi­den­cias» poco fir­mes de haber acep­ta­do un apar­ta­men­to de una empre­sa cons­truc­to­ra mien­tras era pre­si­den­te. Mucho más escan­da­lo­so fue que el juez que le con­de­nó, Ser­gio Moro, y que tam­bién juz­gó la mayo­ría de los 25 casos lega­les en su con­tra, se con­vir­tió en el minis­tro de Jus­ti­cia del hoy salien­te Bol­so­na­ro, una con­fir­ma­ción impac­tan­te para muchos bra­si­le­ños de que la con­de­na ha sido un mon­ta­je político.

Ana­lis­tas afir­man que Moro y Dallag­nol for­man par­te del pro­gra­ma del Depar­ta­men­to de Esta­do de Esta­dos Uni­dos para, con el pre­tex­to de com­ba­tir la corrup­ción, liqui­dar polí­ti­ca­men­te a can­di­da­tos o fun­cio­na­rios defen­so­res de pro­pues­tas con­tra­rias al neo­li­be­ra­lis­mo y favo­ra­bles a las cau­sas popu­la­res. Así han ser­vi­do de correa de trans­mi­sión aco­pla­da a la labor de des­in­for­ma­ción y difa­ma­ción del entra­ma­do de medios hege­mó­ni­cos y estruc­tu­ras de redes digi­ta­les diri­gi­das des­de eli­tes transnacionales.

La ultra­de­re­cha bra­si­le­ña apues­ta per­ma­nen­te­men­te a la des­es­ta­bi­li­za­ción y has­ta a la vio­len­cia esti­mu­la­da por el pro­pio Bol­so­na­ro, quien se negó a reco­no­cer el resul­ta­do de la segun­da vuel­ta del pasa­do 30 de octu­bre. A raíz de ello, mili­tan­tes de la extre­ma dere­cha blo­quea­ron rutas en todo el país y se mani­fes­ta­ron fren­te a cuar­te­les para exi­gir a los uni­for­ma­dos que inter­vi­nie­ran para frus­trar el retorno de Lula. Bra­si­lia, la capi­tal, ha sido esce­na­rio de gra­ves dis­tur­bios per­pe­tra­dos por mani­fes­tan­tes bol­so­na­ris­tas, que con­vir­tie­ron zonas de esa capi­tal en un ver­da­de­ro «esce­na­rio de guerra».

El man­da­ta­rio salien­te ha con­ven­ci­do a sus segui­do­res de que el pro­ce­so elec­to­ral fue frau­du­len­to y de que es into­le­ra­ble que un hom­bre con­de­na­do por corrup­ción acce­da al poder. Aun cuan­do no ha mos­tra­do evi­den­cias de frau­de y que las 25 con­de­nas fue­ron anu­la­das por el SFT.

En Ecua­dor, las acu­sa­cio­nes con­tra el exvi­ce­pre­si­den­te Jor­ge Glas (2013−2017), de la mis­ma coa­li­ción polí­ti­ca del expre­si­den­te Rafael Correa (2007−2017), se cen­tran prin­ci­pal­men­te en los 13,5 millo­nes de dóla­res que supues­ta­men­te reci­bió de la cons­truc­to­ra bra­si­le­ña Ode­brecht. Las acu­sa­cio­nes tie­nen poca o nin­gu­na evi­den­cia con­tun­den­te, y los pro­ce­di­mien­tos lega­les están lle­nos de irre­gu­la­ri­da­des como la fal­ta de ape­la­ción, se apli­có una sen­ten­cia de seis años en lugar de cin­co y, por supues­to, su tras­la­do a un penal de máxi­ma segu­ri­dad don­de su vida corre mucho más peli­gro por el dete­rio­ro de su salud.

Glas se entre­gó a la jus­ti­cia ecua­to­ria­na en octu­bre de 2017 (año en que fue reelec­to) para lim­piar su nom­bre por­que, en sus pro­pias pala­bras, «los que son ino­cen­tes no tie­nen por qué huir». Duran­te el pro­ce­so de jui­cio polí­ti­co, que comen­zó en ese diciem­bre, fue decla­ra­do cul­pa­ble de reci­bir sobor­nos de la cons­truc­to­ra bra­si­le­ña y con­de­na­do a seis años de pri­sión. Las irre­gu­la­ri­da­des deve­la­ron las moti­va­cio­nes polí­ti­cas y el empe­ño de Lenín Moreno, coor­di­na­do con la eli­tes, de pur­gar al gobierno de cual­quier opo­si­ción a su agen­da neoliberal.

El 28 de noviem­bre pasa­do, Glas salió de pri­sión tras una bole­ta de liber­tad emi­ti­da horas antes por el juez de la Uni­dad Penal de San­to Domin­go, Emer­son Curi­pa­llo. Las medi­das cau­te­la­res pre­ci­san que el exvi­ce­pre­si­den­te se pre­sen­te una vez por sema­na en la Peni­ten­cia­ría del Lito­ral, ubi­ca­da en la ciu­dad de Gua­ya­quil de la pro­vin­cia de Gua­yas, así como la prohi­bi­ción de sali­da del país.

El 10 de noviem­bre, el Tri­bu­nal de Ape­la­ción de la Cor­te Nacio­nal de Jus­ti­cia (CNJ) ecua­to­ria­na había revo­ca­do la sen­ten­cia de ocho años de pri­sión en su con­tra. El tri­bu­nal decla­ró por una­ni­mi­dad la vul­ne­ra­ción al debi­do pro­ce­so y a la defen­sa de los pro­ce­sa­dos, per­mi­tien­do que el exvi­ce­pre­si­den­te soli­ci­ta­ra la uni­fi­ca­ción de penas para acce­der a la pre­li­ber­tad, lue­go de haber cum­pli­do más de 75% de la con­de­na mayor en su con­tra. Tie­ne dos sen­ten­cias fir­mes de seis y ocho años de pri­sión, res­pec­ti­va­men­te, sien­do la pri­me­ra por un caso de aso­cia­ción ilí­ci­ta y la segun­da por cohe­cho agravado.

Ya antes, en abril pasa­do, el pre­si­den­te de la CNJ, Iván Saqui­ce­la, fir­mó la orden de extra­di­ción de Correa, tam­bién acu­sa­do por el actual gobierno neo­li­be­ral de Gui­ller­mo Las­so de reci­bir sobor­nos duran­te su últi­ma cam­pa­ña pre­si­den­cial. En res­pues­ta, Bél­gi­ca, don­de Correa resi­de des­de 2017, le con­ce­dió asi­lo polí­ti­co. El expre­si­den­te ya tenía sus dere­chos polí­ti­cos sus­pen­di­dos por 25 años (pocas horas antes de su ins­crip­ción como can­di­da­to para las elec­cio­nes de 2021) y fue sen­ten­cia­do por cohe­cho en el deno­mi­na­do caso Sobor­nos 2012 – 2016. Ese deli­to, así como los de pecu­la­do, la con­cu­sión y el enri­que­ci­mien­to ilí­ci­to son impres­crip­ti­bles en Ecua­dor, tam­bién fue afec­ta­do jun­to a Glas en noviem­bre pasa­do por el embar­go de sus cuen­tas, bie­nes mue­bles e inmue­bles por par­te de la Pro­cu­ra­du­ría General.

Aun cuan­do los casos son dis­tin­tos en esta­tus y gra­dos de con­mo­ción polí­ti­ca, la bús­que­da de cri­sis per­ma­nen­te per­sis­te en paí­ses que pue­dan ser suje­tos o vías de pro­yec­tos polí­ti­cos alter­na­ti­vos. El Nor­te Glo­bal no nece­sa­ria­men­te requie­re hacer­se con el poder en estos paí­ses a los que, vía law­fa­re, con­vier­te en sate­li­tes. Le bas­ta con gene­rar el caos, la des­truc­ción y/​o nive­les de frag­men­ta­ción que no per­mi­tan el sufi­cien­te poder para opo­ner­se al saqueo de sus recursos.

Es evi­den­te que segui­rán las embes­ti­das para rete­ner la uni­po­la­ri­dad glo­bal. Afga­nis­tán, Irak, Yemen, Siria, Soma­lia, Etio­pía, Libia, Sudán, Yugos­la­via… han cons­ti­tui­do dra­má­ti­cos ejem­plos de ello.

Misión Ver­dad

15 de diciem­bre de 2022

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