El segundo clásico canonizado del marxismo, Federico Engels, dijo una vez: «Nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción». Respecto a esto, la periodista venezolana María Linares comenta:
Si olvidamos esta tesis, le arrancamos al marxismo su alma viva, arrancamos sus bases teóricas más profundas: la dialéctica, la doctrina del desarrollo histórico pleno de contradicciones; quebrantamos su ligazón con las tareas prácticas determinadas de cada época, que pueden cambiar con cada nuevo viraje de la historia.
Y mejor aún lo expresó Fidel Castro en 1965: «Es una guía para la acción revolucionaria y no un dogma. Pretender enmarcar en especies de catecismos el marxismo es antimarxista».
Últimamente muchos marxistas, de los que saben de las marcas comerciales más que de las luchas de sus pueblos, canalizan su incontenible pacifismo apoyando a la OTAN y repiten como loros los terroríficos mantras sobre el régimen ruso, con un claro dejo de satisfacción y de superioridad intelectual citan una biografía de Simón Bolívar escrita por Carlos Marx en 1857, a pedido de Charles Dana, director del New York Daily Tribune para la New American Cyclopaedia (NAC), donde el genio revolucionario alemán literalmente destruye la imagen del Libertador. Un texto furibundo, injusto, basado en una lectura muy europea de los procesos y hechos en un continente lejano y poco comprensible desde la lógica del Viejo Mundo de entonces. Están saboreando y disfrutando con este texto, exhibiéndolo a todo el mundo con un enfermizo placer, como una especie de coprofilia política.
El enorme Karl Marx era un ser humano. No conocía América Latina y tenía todo el derecho de equivocarse en algunas opiniones, sobre todo en aquellas que, como la de Simón Bolívar, fueron basadas en interpretaciones de terceros. También se equivocó con otras cosas más importantes, como que el lugar de la futura revolución socialista en Europa no sería en su Europa, es decir, sucedió en Rusia, un país agrícola, mucho más atrasado que las industrializadas Inglaterra o Alemania. No es menos grande por eso.
Los jóvenes marxistas de ahora son muy diferentes a esos viejos personajes aburridos que pasaban la vida leyendo, pensando y soñando. Cuando se les dijo que para aprender primero había que desaprender, ellos cumplieron solo con la segunda parte, y con la gran finura que caracteriza a su generación, rechazaron la ingrata y absurda tradición de velar por los pobres. Aunque como son tan despiertos y críticos del sistema, optaron por ser marxistas. Además, les pareció muy cool lo de la barba. Ahora todos tienen una, hasta el presidente de Chile, el señor Gabriel Boric.
El inoportuno artículo de Marx sobre Bolívar ahora es un arma infalible. Y no es solo para atacar a Venezuela. Todo este Tercer Mundo no cabe en su ideal de marxismo, y no hay ninguna revolución que les sirva. Si ellos fueran un poco más cultos, su reclamo de hoy también incluiría la acusación de que «los comunistas cubanos apoyaron la dictadura de Batista», un tema tan querido por los demócratas de Miami, le sacarían más jugo al conflicto político entre Augusto César Sandino y Farabundo Martí y disfrutarían mucho más la tradicional definición marxista de que la clase campesina es «retrasada, reaccionaria y ultraconservadora» para desacreditar a todos los movimientos campesinos e indígenas que hoy son la principal, viva y, de lejos, la más organizada fuerza antineoliberal del sufrido continente latinoamericano. Por suerte, los caminos de la revolución no tienen mapas y el pensamiento colectivo no puede ser recluido en lemas ni guiones, se construye a diario con sangre, amor y sueños.
Mientras unos luchan dando sus vidas con todas las imperfecciones, errores políticos y faltas gramaticales, los otros deambulan de revista en revista, criticando a las masas ignorantes que «nunca entienden» y cobrando sus honorarios.
La izquierda antisoviética y anticomunista de ayer y la antibolivariana y antirrusa de hoy no es un simple oxímoron entre tantos absurdos del momento, sino partes del mismo proyecto del poder mundial capitalista que apostó por socavar la posibilidad de las luchas reales contra el imperialismo, el neocolonialismo y la explotación del hombre por el hombre, (y ahora pensando en inteligencia artificial, con la posibilidad actual de la explotación absoluta del hombre por la máquina)
Los fanáticos religiosos de la palabra de Marx, que como todos los dogmáticos que no tienen cómo entender la filosofía tal vez nunca se darán cuenta de que no solo confunden a las personas, sino que están haciendo un trabajo sucio a favor del sistema empeñado en dividir y desaparecer cualquier posibilidad de resistencia.
Ya sabemos qué piensan de Bolívar y que su blanco verdadero es Chávez, con el sueño de la unión latinoamericana. Así que esperemos la continuación de su delirio que vendrá con sus próximas revelaciones, seguramente sobre José Martí o Fidel Castro.
Quienes se equivoquen o no sean consecuentes con el pensamiento revolucionario fracasarán, serán derrotados e incluso suplantados, porque el marxismo no es una propiedad privada que se inscriba en un registro.
Fidel Castro.
P.D. ¿Algún revolucionario moderno ya acusó a Fidel de ser agente del imperialismo por haber aceptado dineros de los fondos norteamericanos para comprar el Granma? (para los más confundidos, el yate, no el diario).
Oleg Yasinsky