Cada 8 de marzo la lucha del movimiento de mujeres y las organizaciones crece en el objetivo de hacer comprender que la violencia hacia las mujeres es un tema de resolución urgente, de derechos humanos para las humanas.
…“Violencia abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y o física”… (Susana Velázquez, del libro Violencias cotidianas, violencia de género).
“En Argentina más de 4.500.000 mujeres son víctimas de alguna forma de violencia. 165 femicidios, más de 600 mujeres y niñas desaparecidas, cientos de mujeres violadas y cientos de mujeres que mueren por abortos clandestinos son la realidad que como sociedad todavía no queremos ver y no nos cuestionamos. Por eso persiste la ausencia de estadísticas oficiales sobre las diferentes manifestaciones de la violencia sexista, y como correlato son insuficientes las políticas públicas, leyes, campañas de prevención. Lo mismo sucede con los presupuestos acordes para la realización de una efectiva asistencia integral a las víctimas”. Fabiana Tuñez, coordinadora de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, relataba así a los medios en el año 2008 esas cifras escalofriantes, cuando esa organización daba a conocer su primer informe de femicidios.
Femicidios, no crímenes pasionales
La triste realidad indica que en el último informe de 2010, se registraron 260 femicidios. En los primeros tres meses de este año se consignan once casos de mujeres quemadas por sus parejas, casi la misma cantidad del total del año pasado.
“Como agentes del cambio y la transformación social, debemos comenzar a llamar a las cosas por su nombre, y desterrar definitivamente los conceptos que vienen del patriarcado y la dominación” explica Lucía Sabaté, abogada, y colaboradora de La Casa del Encuentro.
“En los medios masivos suele llamarse “crimen pasional” al homicidio cometido entre marido y mujer, concubina y concubino, novio y novia, parejas anteriores, amantes ‑continúa Sabaté- En la jerga periodística, la palabra “pasión” se utiliza para expresar un marcado entusiasmo por ciertas prácticas y disciplinas. Así, es común escuchar o leer “pasión por el fútbol” o “pasión por la música”, por citar sólo dos ejemplos, Sin embargo, jamás en mi vida he escuchado que cuando un barrabrava asesina a otro de un equipo adversario, se caracterice el hecho como “crimen pasional”, por no hablar ya de un músico exaltado que rompe su guitarra en la cabeza de un colega. Salvo, claro está, que la colega sea mujer y haya existido una relación afectiva con el homicida”.
«El Femicidio es una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, es el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer a quien considera de su propiedad. El término Femicidio es político, es la denuncia a la naturalización de la sociedad hacia la violencia sexista», explican desde la Casa del Encuentro, e indican en su último informe (de enero a diciembre de 2010) que 260 mujeres fueron asesinadas en Argentina por violencia sexista. “Ellas ya no están, no pueden contar qué les pasó. Pero hay muchas que necesitan ayuda hoy. Es nuestro compromiso reclamar para que se haga justicia”, insisten.
Asesinada por ser lesbiana
El 7 de marzo 2010, hace ya un año, moría en el Hospital de Urgencias, Natalia Noemí Gaitán de 27 años. Una joven que vivía en Parque Liceo 2da Sección de la Ciudad de Córdoba, y salía con una chica del barrio. Se fueron a vivir juntas. El padrastro de su novia, Daniel Torres, fue a buscarla y la llevó de regreso a la casa con él. Natalia intentó explicarle sobre la relación que tenían, sobre ese amor. La respuesta fue un disparo a no más de medio metro de distancia. Sin que medie pelea alguna, fue lisa y llanamente un fusilamiento.
El viernes 4 de marzo en Buenos Aires se realizó frente a la Casa de Córdoba una «Sentada violeta» donde acudieron varias organizaciones para recordar a Natalia y en reclamo de justicia. Los Jóvenes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) exigieron allí «la inmediata reforma de la Ley Antidiscriminatoria que contemple a la diversidad sexual y haga explícita la no discriminación por orientación sexual e identidad de género y su expresión», además de la «incorporación en el Código Penal de la figura legal de «crimen de odio» relacionado los crimenes contra lesbianas, gays, trans, travestis así como también la figura legal de «femicidio» para los crímenes contra las mujeres.
No nacimos para ser prostituidas
“La prostitución no es una profesión ni un oficio, es la última esclavitud que queda”, dijo cierta vez la psicóloga feminista catalana Victoria Sau, desmitificando la construcción cultural que el patriarcado se encarga de imponer en nuestras mentes: la cosificación de los cuerpos.
En Argentina cientos de niños, niñas y mujeres son secuestradas por las redes de trata con fines de explotación sexual. De esta forma la trata de personas y la prostitución son caras visibles de la misma violencia. Por eso, diversas organizaciones luchan contra este flagelo, entre ellas la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM) 25 de Noviembre, dentro de la Campaña abolicionista “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución”, quienes manifiestan que las publicidades graficas en la calle, los volantes que fomentan la explotación sexual “están generando una cultura que legitima que los hombres vayan al prostíbulo a consumir cuerpos de mujeres y a ejercer violencia y que las chicas estén en esos lugares para ser prostituidas. Queremos llamar la atención de la gente para que se desnaturalice este fenómeno”.
Con respecto a las políticas públicas, Marta Fontenla, militante feminista de ATEM critica la Ley 26.364, de Prevención y Sanción de la Trata de personas y Asistencia a las víctimas, porque “es ineficiente y para nada efectiva, el Poder Ejecutivo tiene que instrumentar un buen programa de atención y asistencia a las víctimas, porque los actuales no dan respuestas, no alcanzan y no son eficientes. Por eso queremos que haya una buena contención psicológica para la recuperación de la identidad y la autoestima de las víctimas. Además, el Estado debe entregar préstamos de dinero o créditos para microemprendimientos para que puedan organizar su vida, estabilizarse y conseguir un trabajo”.
Aborto, un derecho negado
En Argentina se calcula que entre 460 mil y 600 mil mujeres recurren cada año al aborto clandestino. Desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito afirman que “cada año mueren en Argentina según estadísticas oficiales 100 mujeres por prácticas de abortos clandestinos e inseguros, aunque investigaciones médicas informan de un sub-registro en el registro de la mortalidad por gestación (mortalidad materna). Por una obvia y recurrente razón, siempre son mujeres pobres y jóvenes. El aborto constituye la principal causa de muerte de mujeres gestantes.
Desde el retorno a la democracia, las estadísticas oficiales revelan que la primera causa de muerte en mujeres embarazadas es el aborto clandestino; esto quiere decir, que en casi treinta años de democracia ininterrumpida esta cifra no se ha modificado. Por lo tanto, no ha habido ningún gobierno que a través de políticas públicas coherentes y sistemáticas repare y ponga fin de manera histórica y contundente a tantas muertes absurdas, muertes evitables. Son mujeres a las que se les niega un derecho humano principalísimo: el derecho a existir, a ser y no sólo a reproducir. Tienen vedado el acceso a la “justicia social” y a los llamados planes de igualdad de oportunidades”.
Organización y lucha
En el país varias organizaciones luchan día a día contra todo tipo de violencia hacia las mujeres. No sólo denunciando sino también asistiendo con psicólogas, trabajadoras sociales y abogadas a las mujeres, con el objetivo de hacer comprender que la violencia hacia las mujeres es un tema de resolución urgente, de derechos humanos para las humanas.