[EUS]
Eraso inperialista areagotzen dabil Sahel-en. Gaur egun, Afrikako zonalde hora Mendebalde Kolektiboaren hegemonia inperialistari eusteko borroka fronte garrantzitsuenetariko bat bihurtu da. Azken boladan, zonalde horretan dauden indar harremanak aldatzen ari dira: Mali, Burkina Faso eta Niger mendebaldeko uztarri inperialistaren aurka altxatzen hasi dira eta nazioarteko aliantza berriak sustatzeari ekin diote.
Ordea, mendebaldetik ez da elkartasun antiinperialistaren zantzurik antolatzen ari. Horren arrazoia Europako ezkerrean errepikatzen den gaixotasun zahar bat da: eurozentrismoa.
Sahelekiko eurozentrismoa bi modutan azaleratzen ari da. Lehenik, haien burua «marxistatzat» dutenak daude, egungo prozesu anti-kolonialak kritikatzen dituztenak «benetan sozialistak» ez izateagatik. Analisi dialektiko gisa saltzen diren «kritika» horiek, berriz, ezkertiartasun akademiko baten dogmatismoa eta eurozentrismoa goitik behera erreproduzitzen dute. Hegoalde Globalean eman diren askapen prozesuen aurka egin ziren akusazio berberak dira: Ho Chi Minh, Cabral, Fidel edo Sankararen aurka egin zirenak, besteak beste.
Bigarrenik, eurozentrismoaren fronte berriago bat dugu, are teleologikoagoa dena: geopolitikan adituak, dena «nazioarteko harremanen» betaurrekoen bitartez ikusten dutenak. Horien arabera, Sahelen gertatzen ari dena (Donbassen, Abya Yalan eta Ekialde Hurbilean gertatzen den moduan) «inperialisten arteko gerraren» ondorioa besterik ez litzateke. Hegoalde Globaleko herri langileek egiten dutena egiten dutela, peoi geopolitikoak baino ez lirateke izango. Diskurtso hori paternalismoaren adibide argia da: Hegoalde Globaleko herriak irteerarik gabeko begizta baten barruan harrapatzen ditu, beren etorkizunaren subjektu izateko inolako aukerarik gabekoa.
Bi diskurtso horiek marko epistemologiko bera dute, eurozentrismoarena, baita ondorioa ere: ezintasun politikoarena. Saheleko herri langileak inperialismoaren aurka mobilizatzen diren bitartean, «gure» inperialismoak herri horien aurkako gerra berria hasten du (ekonomikoa, kulturala eta militarra). Eta gu, bitartean, elkartasun internazionalista antolatu beharrean, Europatik eztabaidatzen gabiltza ea Sahelekoa «benetako iraultza» ote den, edota nola deskolonizatuko ginatekeen gu Sahelen biziko bagina.
Zentzugabekeria horren aurrean, mugimendu eta intelektual post-kolonialek (Fanon-etik Chakrabarty-ra) egiten ziguten deskolonizaziorako deia jasotzea premiazkoa da: borroka antiinperialista berrantola dezagun, eurozentrismoa apurtu, eta Europa probintzializatu.
Andrea Bartolo
2023ko irailaren 10a
[ES]
La ofensiva imperialista se intensifica en el Sahel. Desde hace años esta región de África occidental se ha convertido en uno de los frentes más importantes de la lucha para el mantenimiento de la hegemonía imperialista global del Occidente colectivo. En los últimos tiempos estamos asistiendo a un cambio en relaciones de fuerzas de la región: Burkina Faso, Níger, Mali y Guinea han reempezado, mediante cambios de gobierno y movilizaciones populares, a levantarse contra el yugo imperialista occidental y a buscar nuevas alianzas internacionales. Frente a esta nueva fase de lucha anti-colonialista y a la respuesta imperialista del Occidente colectivo y de sus marionetas, desde occidente no hay casi rastro de organización de la solidaridad internacionalista.
La razón de ello hay que buscarla en la vieja enfermedad recurrente de la izquierda europea: el eurocentrismo epistemológico. Nada nuevo bajo el sol: una parte de la izquierda occidental no pierde ocasión para demostrar su paternalismo, condescendencia y supremacismo, sobre todo cuando el Sur global se levanta.
El eurocentrismo respecto al Sahel se está declinando, hoy en día, de dos formas: por un lado, están los autodenominados «marxistas», los que critican los actuales procesos anti-coloniales por no ser «verdaderamente socialistas», por ser «interclasistas» y «chovinistas». Lo curioso de estas críticas, que se venden como sesudos análisis dialécticos, es que reproducen in toto el dogmatismo y el eurocentrismo de un cierto izquierdismo académico, que es una lacra desde hace 70 años.
Son las mismas «críticas» que se hicieron contra todo proceso de liberación nacional y social de la periferia imperialista, contra Ho Chi Minh, Amilcar Cabral, Fidel Castro, Thomas Sankara, Hugo Chávez y un largo etcétera.
Esta corriente academicista no analiza las contradicciones propias de la «periferia imperialista», no estudia los efectos sobre la composición de clase de los procesos de desarrollo desigual, de la guerra cultural, del racismo, ni el papel del complejo lingüístico-cultural y de la opresión nacional sobre la construcción subjetiva de la clase revolucionaria de la periferia imperialista. Una vez más, este eurocentrismo (disfrazado de marxismo) rima con dogmatismo: lejos de toda dialéctica entre teoría y práctica, cuando la práctica no coincide con la teoría, desechan la práctica.
El otro frente del eurocentrismo epistemológico es más nuevo, pero no por ello menos teleológico: los expertos de geopolítica, los que ven todo bajo las lentes de las «relaciones internacionales». Según estos, lo que está pasando en el Sahel (igual que en Donbass, Abya Yala y Oriente Medio) es, sencillamente, fruto de una «guerra inter-imperialista» y del choque entre «intereses occidentales y sino-rusos». Respecto a esta corriente, nos encontramos con un dúplice problema: por un lado, por como conciben el imperialismo: el imperialismo pasa de ser un complejo sistema de dominación y dependencia, basado sobre el desarrollo desigual y la «violencia muda» de las relaciones económicas a ser una categoría moral(ista).
Por otro lado, y todavía más, por su determinismo: la lectura que hacen de la realidad se convierte, en efecto, en una especie de profecía autocumplida, aplicable a cualquier situación y coyuntura. Según los expertos de geopolíticas, hagan lo que hagan los pueblos trabajadores del Sur global (en el caso del Sahel, por ejemplo, que se revelen contra el colonialismo occidental, que haya movilizaciones populares contra las fuerzas de ocupación francesas, que se organicen armadas de defensa popular…) serán siempre e inevitablemente peones geopolíticos, marionetas al servicio de este o aquel imperialismo.
Este discurso es el summum del paternalismo, salvacionismo y supremacismo: atrapa a los pueblos del Sur global dentro de un bucle sin salida, sin ninguna posibilidad de ser sujetos de su futuro, sin ninguna esperanza de emancipación.
Los dos discursos (el purista «marxista» y el cospiranóico geopolítico), a pesar de las diferencias, comparten marco epistemológico, etnocentrismo y eurocentrismo, y, sobre todo, consecuencia práctica: impotencia e inmovilismo político. Mientras los pueblos trabajadores del Sahel se levantan contra el imperialismo y mientras «nuestro» imperialismo (el del Occidente colectivo) empieza una nueva guerra de castigo (económica, comercial y cultural, antes que militar) contra estos pueblos, nosotros, en lugar de organizar el anti-imperialismo y la solidaridad internacionalista, estamos debatiendo, desde Europa, sobre si esa es una «verdadera revolución» y/o de como nos descolonizaríamos nosotros en el hipotético caso en que viviéramos en Sahel (!).
Hoy como ayer, sigue actual y urgente el llamamiento a la descolonización que nos hacían los movimientos e intelectuales post-coloniales, desde Fanon a Chakrabarty: ¡Organicemos el antiimperialismo, destruyamos el eurocentrismo, provincialicemos Europa!
Andrea Bartolo
10 de septiembre de 2023