En la medianoche del viernes, el Presidente de United Auto Workers, Shawn Fain, ordenó a casi el 95% de los trabajadores de la industria automovilística que siguieran trabajando y convocó una huelga en solo tres instalaciones: GM Wentzville Assembly en Missouri, Stellantis Toledo North Assembly en Ohio, y Ford Michigan Assembly, donde únicamente están en huelga los departamentos de montaje final y pintura.
Sería el mayor peligro para los trabajadores aceptar la afirmación de Fain de que la «huelga de pie» de la UAW es una «nueva innovación» que «mantiene a las empresas en suspenso». Esta supuesta «estrategia» fue concebida en la más estrecha coordinación con el gobierno de Biden y las compañías automotrices, y su propósito es aplastar a los trabajadores de las empresas del automóvil y llevar a cabo la guerra de los Tres Grandes contra la clase obrera. Viola la voluntad del 97% de las bases que votaron a favor de la huelga para conseguir las reivindicaciones de los trabajadores.
Los Tres Grandes y la red de bancos de Wall Street que las respaldan se regodean abiertamente mientras la UAW obliga a los trabajadores a mantener la producción. El valor de las acciones de dos de los Tres Grandes subió el viernes: las acciones de GM subieron un 0,83% y las de Stellantis un 2,18%, mientras que las de Ford alcanzaron su máximo del mes antes de cerrar con un descenso del 0,12%.
Un titular de CNN rezaba: «Las acciones del sector automovilístico suben mientras los inversores se desentienden de la huelga». El artículo señalaba que «los inversores no parecían demasiado molestos» por la huelga selectiva. La agencia de calificación crediticia Fitch Ratings emitió un comunicado el viernes en el que celebraba que la huelga «tendría un impacto financiero limitado en los tres principales fabricantes de automóviles».
The Wall Street Journal escribió que la selección de Wentzville Assembly, Toledo North Assembly y parte de Michigan Assembly Plant estaba deliberadamente dirigida a minimizar el impacto en los beneficios corporativos, señalando que «la acción podría haber sido más perturbadora, y algunos analistas se sorprendieron de que el sindicato no apuntara a más alto».
No cabe duda de que estas plantas fueron seleccionadas con mucha antelación por la UAW en colaboración con las empresas. El banquero de inversiones Louis Navellier dijo a CNN que una huelga limitada es en realidad buena para los Tres Grandes, especialmente porque la UAW no seleccionó plantas de motores con la capacidad de cerrar instalaciones adicionales. «Actualmente hay un exceso de inventario de estos vehículos en los concesionarios, por lo que la huelga de la UAW ayudará a los Tres Grandes a tener sus inventarios bajo control», dijo Navellier el viernes. «Una huelga corta de unas dos semanas podría ayudar a los Tres Grandes a ajustar sus inventarios y detener los descuentos excesivos».
The Free Press citó al abogado laboralista L. Steven Platt, del bufete pro-patronal Howard and Howard, y explicó que el plan de Fain dividirá a los trabajadores para debilitar su determinación y «crear tensión entre los que están en huelga y los que no».
Platt, el abogado partidario de la patronal, también dijo que la decisión de la UAW de obligar a los trabajadores a trabajar con un contrato caducado daba una gran ventaja a los Tres Grandes. «En este caso, el sindicato no aceptó prorrogar el convenio en los términos existentes durante las conversaciones contractuales», dijo Platt a Free Press. «Normalmente, es la dirección la que no acepta prorrogarlo. No entendí por qué el sindicato hizo esto dada la influencia que le da a la gerencia al hacer esto».
La CNBC reconoció que la estrategia de la UAW de mantener a los trabajadores trabajando sin contrato «da a las empresas mucha más capacidad» para bloquearlos y «abre más fácilmente la puerta a que las empresas contraten trabajadores de reemplazo permanentes».
El viernes, el presidente Joe Biden intervino inmediatamente en la huelga, anunciando que enviaba a Detroit a la secretaria de Trabajo en funciones, Julie Su, y al asesor de la Casa Blanca, Gene Sperling, para «ofrecer todo su apoyo a las partes para alcanzar su contrato» y evitar que la huelga fuera a más. «Seamos claros», dijo Biden, «nadie quiere una huelga. Lo diré otra vez, nadie quiere una huelga».
Durante una breve rueda de prensa en la que anunció la intervención, Biden reconoció: «He estado en contacto con ambas partes sobre esto en las últimas semanas», una admisión de que la Casa Blanca y las empresas ayudaron a urdir la «huelga selectiva» como mecanismo para quebrar la voluntad de los trabajadores. Esta es también la razón por la que Biden declaró la semana pasada que sabía que no habría huelga. Este era el plan desde el principio.
La rapidez de la intervención de la administración Biden demuestra que están en juego cuestiones geopolíticas estratégicas para Wall Street y el imperialismo estadounidense. La transición a los vehículos eléctricos es una prioridad geopolítica de primer orden, necesaria para contrarrestar a los rivales de la clase dirigente en China. Pero más allá de esto, la intervención de Biden también tiene como objetivo asegurar una mano de obra mal pagada y servil para la producción en tiempos de guerra, ya que se intensifica la guerra contra Rusia en un conflicto cada vez más directo.
La clase política y los medios de comunicación corporativos son conscientes de que la medida de Fain ha provocado una inmensa ira entre los trabajadores de base.
Politico señaló que la burocracia de la UAW tiene «los ánimos por domar» entre las bases, y el Wall Street Journal advirtió que «los miembros también están furiosos». Merrick Masters, profesor de relaciones obrero-patronales de la Wayne State University, declaró a Free Press: «No se puede dar por sentado que estos otros trabajadores que están callados vayan a ser favorables a este proyecto». Citando a otro abogado laboralista, el Free Press añadió que la medida de Fain puede «generar desprecio entre los trabajadores».
Estas nerviosas declaraciones son un reconocimiento de que los trabajadores del automóvil poseen un inmenso poder potencial. Ese poder está restringido por la burocracia de la UAW, que colabora con la Casa Blanca y las empresas para traicionar a los trabajadores.
Está surgiendo un poderoso movimiento entre los trabajadores de base del sector del automóvil en Estados Unidos y en todo el mundo. Hay 1.100 miembros de la UAW en huelga contra Blue Cross Blue Shield de Michigan y más de 100 en huelga contra el fabricante de piezas de automóviles Dometic en Pottstown, Pensilvania. En las próximas semanas expiran los contratos de decenas de miles de trabajadores de la UAW, entre otros, en Los Casinos de Las Vegas, Yangfeng, General Dynamics, Allison Transmission, Flex-N-Gate, Mayco y Mack Trucks.
Los trabajadores del automóvil estadounidenses forman parte de un movimiento internacional de la clase obrera. El 18 de septiembre vence el contrato de 20.000 trabajadores canadienses de la automoción y este mes vencen los contratos de 150.000 trabajadores del automóvil y el metal en Turquía y de 30.000 trabajadores del automóvil en Corea del Sur. Los trabajadores de las plantas de GM en México están pidiendo a sus compañeros que ralenticen la producción para apoyar la huelga en Estados Unidos. Los trabajadores de Alemania también luchan contra el cierre de plantas provocado por la transición a los vehículos eléctricos.
Los trabajadores del automóvil cuentan con poderosos aliados en todos los sectores. En la actualidad hay una huelga de más de 100.000 actores y guionistas y 85.000 trabajadores sanitarios de Kaiser Permanente acaban de votar a favor de la huelga (un 98%). Los trabajadores del automóvil de Lear en Hammond, Indiana, y los empacadores de carne de Hormel en Austin, Minnesota, han rechazado recientemente contratos de liquidación.
Durante décadas, los burócratas sindicales de cada país han mantenido separadas estas luchas para minar la fuerza de la clase obrera, pero hoy es urgentemente necesario unir estas luchas en un poderoso movimiento por la igualdad social.
Una huelga total es necesaria, pero hay que luchar por ella. Dicha huelga es crítica no solo desde el punto de vista de ganar la lucha de los trabajadores de los Tres Grandes, sino para impulsar un movimiento que revierta décadas de ataques contra los derechos y el nivel de vida de los trabajadores de todo el mundo.
Eric London
15 de septiembre de 2023
Fuente: https://www.wsws.org/en/articles/2023/09/15/iwzf-s15.html