La noche del 18 al 19 de mayo pasados un grupo de militares atacó la residencia del presidente de la Asamblea Nacional de la República Democrática del Congo, Vital Kamerhe. Según las primeras informaciones difundidas, también estaba previsto atacar el Hotel Pullman, al que debía acudir el presidente de la República, Etienne Tshisekedi, y el Palacio de la Nación.
Los insurgentes, que estaban fuertemente armados, llevaron a cabo la operación ondeando banderas de Zaire, el nombre que Mobutu dio al Congo en 1971. Recordemos que Mobutu es el responsable de la destitución y detención de Patrice Lumumba, que fue ejecutado en enero de 1961 con la complicidad, hoy documentada, de la CIA. El mero hecho de blandir la bandera de Zaire ayuda a comprender la naturaleza política reaccionaria de este intento de golpe de Estado
Las fuerzas de seguridad frustraron este intento de golpe de Estado tras unos enfrentamientos que costaron la vida a dos policías y a cuatro insurgentes, incluido su jefe, Christian Malanga, un exmilitar congoleño con nacionalidad estadounidense. Han sido detenidos unos cuarenta asaltantes, incluidos dos ciudadanos estadounidenses.
Unas imágenes de un vídeo grabado con un teléfono móvil muestran a Malanga gritando: «Ha llegado la hora. Viva Zaire, vivan los hijos de Mobutu. Ha caído Félix Tshisekedi, hemos vencido». En unas declaraciones a la televisión nacional el general Sylvain Ekenge, portavoz de las fuerzas armadas, describe así los acontecimientos: «Las fuerzas de defensa y de seguridad han cortado de raíz un intento de golpe de Estado en el que participaban extranjeros y congoleños. Han sido detenidos varios estadounidenses, incluidos dos hombres blancos, y un congoleño nacionalizado británico».
Fracaso de un golpe de Estado
Christian Malanga no es un desconocido. Es un hombre de negocios instalado en Estados Unidos, donde primero obtuvo el estatuto de refugiado político y después la nacionalidad. En 2015 anunció su intención de derrocar el Gobierno congoleño por la fuerza: «La RDC necesita un militar para derrocar a Kabila y tomar el poder en la cúpula del Estado».
El periodista Christophe Rigaud explica lo siguiente al esbozar el retrato de este aventurero: «De perfil “aventurero”, Christian Malanga desempeña varios papeles. Además de la política, también hace negocios con las minas, en la RDC, pero también en Mozambique. Una fuente de seguridad nos indica que Malanga también estuvo en contacto con el exrebelde John Tshibangu en 2016 y 2017, cuando este excoronel del ejército regular, que había desertado, intentaba organizar una rebelión para derrocar a Joseph Kabila. En aquel momento Malanga y Tshibangu eran cercanos a antiguos mobutistas provenientes de [la región congoleña de] Equateur. Aunque parece claro que Christian Malanga está implicado en el ataque del domingo, es lícito preguntarnos por posibles cómplices exteriores».
Aunque todavía es demasiado pronto para concluir definitiva y precisamente acerca de la implicación de fuerzas extranjeras a la hora de alentar y/o fomentar el golpe de Estado, hay que constatar que se inscribe en un contexto de desestabilización de la República Democrática del Congo. En efecto, en el este del país el ejército congoleño se enfrenta a los rebeldes del movimiento M23 apoyados por Ruanda. En una crónica anterior documentamos estas injerencia de Ruanda, reconocida ahora por muchos informes y la propia ONU.
El «contrato del siglo»
El golpe de Estado se produce en un momento en el que desde hace una semana el ejército congoleño lleva a cabo una ofensiva para retomar el control de las ciudades ocupadas por los rebeldes. Lo que está en juego en el control de estas localidades es, simplemente, el control de la explotación de los minerales del este del Congo.
Más ampliamente, el contexto es también el de un acercamiento global entre la República Democrática del Congo y China para explotar estos minerales estratégicos. El pasado mes de enero se firmó un acuerdo entre ambos países por el que se otorga a la RDC el 55% de los beneficios de las concesiones mineras confiadas a China. Este acuerdo es una renegociación del contrato firmado en 2008 para intercambiar cobalto y cobre por la construcción de infraestructuras. La magnitud del contrato le valió el nombre de «contrato del siglo». En efecto, se trata de un contrato por valor de 9.000 millones de dólares, que se redujeron a 6.000 millones debido a la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI). En febrero de 2023 el presidente congoleño se pronunció a favor de renegociar el «contrato del siglo» al considerar que no se habían tenido suficientemente en cuenta los intereses congoleños. Estados Unidos consideró este anuncio una señal de un posible distanciamiento económico entre Pekín y Washington.
La prensa estadounidense y varios líderes políticos se interesaron repentinamente por la suerte de los mineros congoleños. Por ejemplo, en julio de 2023 el republicano Chris Smith denunció «al Partido Comunista Chino que explota los vastos recursos de cobalto de la RDC para alimentar su economía a costa de trabajadores explotados y utilizando mano de obra infantil».
También se ha propuesto un proyecto de ley en la Cámara de Representantes para prohibir la importación de litio y cobalto congoleños «provenientes del trabajo infantil y de otras formas de abuso». El acuerdo de renegociación de enero de 2024 pone fin a las esperanzas estadounidenses.
La RDC privilegia a China y Rusia
Recordemos que la RDC posee la casi totalidad de las reservas mundiales del precioso cobalto indispensable tanto para producir baterías eléctricas como para la industria aeroespacial y de defensa. En este contexto las últimas declaraciones del presidente de la RDC Félix Tshisekedi el pasado 4 de mayo no pueden sino preocupar a Washington. En efecto, declaró en una entrevista a [la cadena de televisión francesa] LCI: «China y Rusia son socios y están entrando por la puerta grande, por lo que creo que son quienes más van a ganar. ¿Qué es la democracia? En mayo del año pasado viajé a China, estuve con chinos con los que hablé en privado, me dijeron que estaban felices de vivir en su país en el sistema que tienen. ¿Quién soy yo para juzgar este sistema y afirmar que no es democrático?».
Al hablar en esta entrevista de sus relaciones con Rusia, el presidente congoleño precisó además: «No se nos debe juzgar, tenemos derecho a tener los amigos que queramos, somos amigos de todos aquellos que quieren ser nuestros amigos. Sí, el mes de junio acudiré a la Cumbre Rusia África. Los rusos quieren la amistad de África, de la RDC, ¿por qué se la íbamos a negar? No hay razón alguna».
Aunque es demasiado pronto para saber si hubo una intervención directa o indirecta de Estados Unidos en el golpe de Estado fracasado en la RDC, es indudable que el clima de guerra generalizada instaurado por la política exterior estadounidense alienta a aventureros en busca de poder y dispuestos a malvender la economía de su país para llegar al poder.
Saïd Bouamama
31 de mayo de 2024
Para saber más:
Clément Muamba, Coopération en Afrique: «La Chine et la Russie entrent par la grande porte, ce sont eux qui rafleront le plus la mise», Actualité, 5 de mayo de 2024, se puede consultar en la página web https://actualite.cd
«La tentative de coup d’État pourrait-elle attiser les tensions en RDC», VOA Afrique, 22 de mayo de 2024, se puede consultar en la página web https://www.voaafrique.com
Texto original: https://investigaction.net/rdc-soupcons-autour-dun-coup-detat-dejoue/
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos