Jean Pierre Chérid fue un protagonista esencial de la guerra sucia. Actuó, a sueldo de los servicios de inteligencia españoles, desde el franquismo hasta que murió en Biarritz, en 1984, al explotarle un auto-bomba que estaba manipulando para atentar contra varios refugiados políticos vascos. Un atentado que iban a reivindicar usando la sigla de los GAL. Otra de las numerosas siglas que emplearon para camuflar la guerra sucia: ATE, GANE, AAA, BVE… Y, finalmente, GAL.
André-Noël, el hermano mayor de Jean-Pierre Chérid, participó asimismo en la guerra sucia, hasta que fue detenido en Argelia en enero de 1976. Ambos eran antiguos miembros de la organización terrorista OAS, fundada en 1961 en Madrid para combatir a muerte la independencia de Argelia. También lo era Marcel Cardona, el mercenario muerto, el 5 de junio de 1975, al explotarle la bomba-lapa que estaba colocando, en Biarritz, en el auto de Josu Urrutikoetxea.
La OAS causó en pocos años miles de víctimas mortales y atentó varias veces contra el presidente francés Charles de Gaulle quien, tras servirse de la guerra sucia para acabar con ellos, les concedió la primera amnistía, en diciembre de 1964. Una medida de gracia que fue ampliando con rapidez, hasta el punto de que tras el mayo del 68 francés muchos de sus antiguos enemigos mortales de la OAS pasaron a ser sus aliados y a colaborar con los servicios secretos franceses.
No pocos de ellos trabajaron asimismo para los servicios españoles, y está demostrado que André-Noël Chérid lo hizo para ambos. Encima, simultáneamente, cometió al mismo tiempo atentados contra refugiados vascos en Iparralde, a sueldo de los servicios secretos españoles, y contra intereses argelinos, a sueldo de los franceses.
Así lo confesó cuando fue detenido en Argelia el 4 de enero de 1976, tras haber atentado contra el diario oficial del FLN, El Moudjahid. Al ser juzgado, volvió a confesar no solo su participación en ese atentado, sino también en bastantes otros, cometidos tanto contra refugiados políticos vascos, como contra librerías y negocios ligados a dichos refugiados.
Otro tanto confesó un mercenario estadounidense, Jay Simon Salby, detenido junto con André-Noël Chérid. Dicho mercenario participó, en 1961, en la fracasada invasión de Bahía Cochinos, en Cuba, y las autoridades de Estados Unidos se interesaron mucho por él cuando fue detenido en Argelia. Nótense los numerosos cables con referencias a él filtrados por WikiLeaks.
Según las declaraciones de Salby a la Policía argelina, para cometer los atentados contra los exiliados vascos se sirvieron como cobertura de la empresa TELMA, dirigida por un antiguo oficial del Ejército francés, Jean Rogue, y ubicada en la capital navarra, Iruñea. Dicha empresa era la base desde la que operaban Salby y otros mercenarios a los que identificó con toda claridad. Entre ellos, Jean-Pierre Chérid y su hermano André-Noël.
Muy significativamente, ni la justicia española ni la francesa se interesaron nunca por aquellas declaraciones, pese a que ambos Estados estaban directamente concernidos. Prueba de ello es que Jean-Pierre Chérid pudo seguir cometiendo atentados de guerra sucia, reivindicados usando diversas siglas (ATE, GANE, AAA, BVE…), bajo las órdenes de los servicios de inteligencia españoles.
En el caso de Salby, la Policía francesa dispuso de flagrantes pruebas materiales sobre su participación en al menos dos atentados en Iparralde en pleno franquismo, el 27 de agosto y el 16 de noviembre de 1975. El segundo de ellos, contra el carismático dirigente de ETA Txomin Iturbe. Dos de sus hijos resultaron heridos a causa de la bomba-lapa que colocaron bajo su coche.
Por lo que respecta al atentado del 27 de agosto de 1975, ametrallaron desde un vehículo una furgoneta en la que refugiados vascos volvían de una manifestación contra las penas de muerte que acabaría ejecutando el dictador Franco un mes después. Dos de los refugiados resultaron gravemente heridos e internados en el hospital de Baiona.
Una vez localizado cerca de la muga el vehículo utilizado en el atentado, la policía francesa pudo saber que había sido alquilado en Barcelona por un supuesto ciudadano paraguayo llamado Gregorio Villagrán Anderson. Precisamente, la falsa identidad que utilizaba Jay Simon Salby, y quedó al descubierto al ser detenido en Argelia junto con André-Noël Chérid.
Por su parte, la Policía británica pudo probar que, poco antes de ametrallar a los refugiados vascos, Salby había atentado contra la embajada argelina en Londres. El 18 de agosto de 1975, colocó en la embajada un potente explosivo que no detonó debido a un fallo. La huella dactilar de Salby que encontraron en el mismo no dejaba lugar a dudas sobre el autor.
Ese mismo día se cometieron otros dos atentados contra las embajadas argelinas en Bonn y Roma. Atentados en los que se empleó explosivo C4, de uso exclusivamente militar estadounidense, y tras los que estaban los servicios secretos franceses.
Semanas después, el Ministerio de Exteriores argelino dirigió una enérgica nota a París en el que denunciaba «la responsabilidad de los servicios franceses» y llamó «solemnemente la atención del g obierno francés sobre las graves consecuencias que podrían derivarse de las turbias acciones de los servicios especiales franceses» tratando de desestabilizar el régimen político argelino.
Por lo tanto, André-Noël Chérid y Jay Simon Salby actuaron, al mismo tiempo, a sueldo de los servicios secretos españoles franquistas y de los franceses republicanos; en ambos casos, realizando acciones de guerra sucia. Y bien significativamente, ni la Justicia francesa, ni la española, tomaron nunca medida alguna contra todos aquellos mercenarios que actuaban bajo la cobertura de la empresa TELMA, ubicada en Iruñea, a pesar de las abundantes pruebas de que disponían. Ni quisieron ni quieren saber absolutamente nada al respecto.
He ahí un flagrante caso de terrorismo de Estado franco-español. Otro más.
Xabier Makazaga, investigador del terrorismo de Estado
20 de noviembre de 2024