Esta carta abierta es una respuesta al posicionamiento público expresado por Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) en X acerca del derrocamiento de Bashar al Assad y la desaparición de la República Árabe Siria.
En una serie de tweets del 8 de diciembre, Teresa Rodríguez se felicitaba por la caída del gobierno del “dictador” Assad. Teresa dejaba para mañana los “ojalás”, en una irresponsable referencia a que esta caída de Assad se había producido a manos de grupos yihadistas salafistas, liderados por Hayat Tharir al-Sham (HTS), que han pasado a controlar los mecanismos del estado sirio.
El posicionamiento de Teresa no se entiende sin analizar las posturas que su organización ‑Anticapitalistas- ha venido sosteniendo estos últimos años sobre la situación en Siria y que se ve concretada en la declaración publicada el 9 de diciembre.
Esta carta abierta pretende realizar una crítica de esas posturas, por entender que reproducen, tanto en forma como en fondo, una forma de hacer política y de analizar la realidad internacional que hace un flaco favor a cualquier movimiento de construcción de una Andalucía soberana y en vías al socialismo. De una Andalucía que sea consciente del lugar que ocupa en el mundo y las responsabilidades políticas que tenemos como periferia del centro imperialista. Esto es especialmente necesario por ser Teresa Rodríguez co-portavoz de Adelante Andalucía, espacio político que no ha ofrecido ningún otro análisis o declaración sobre lo ocurrido en Siria.
Como soberanistas, queremos poder político para realizar políticas y transformaciones a la medida de los intereses del pueblo trabajador andaluz, frente a los intereses de la burguesía y el capital español. Pero, ante todo, frente a los intereses del imperialismo que nos somete a la situación periférica y subalterna que causan toda la serie de problemas estructurales de nuestro pueblo. Como soberanistas, debemos saber situarnos y situar a Andalucía en el mundo, y analizar lo que ocurre en Siria como parte de la lucha de clases que se produce a nivel global.
Para comprender lo que ocurre y ha ocurrido en Siria, desde el 2011, pero también en las décadas anteriores, debemos comenzar entendiendo que en Siria, como en otros territorios post-coloniales, se ha vivido una tensión entre el desarrollo de proyectos políticos soberanos, con instituciones propias que puedan controlar sus recursos y tomar decisiones sobre su destino, por un lado. Y por el otro, la dependencia a los intereses neocoloniales imperialistas de EEUU, Francia, Gran Bretaña o Israel. Para el caso sirio, desde la década de 1950, el proyecto soberano tomó la forma del socialismo baazista, que accedió al poder en un golpe de estado en 1963. Este golpe, con gran apoyo popular, campesino y de las minorías sirias (alauita, cristiana, shiita, drusa…), venía a vehicular las aspiraciones populares de control de los mecanismos del estado sirio y el rechazo al expansionismo sionista.
La siria baazista será desde su nacimiento, y especialmente tras el 2011, acosada por diversas potencias imperialistas. En primer lugar, por EEUU, en forma de medidas coercitivas económicas o “sanciones”, el robo de activos o el control del petróleo que han supuesto un empobrecimiento del país y una guerra en toda regla. En segundo lugar, Israel, destacando la ocupación de los Altos del Golán en la Guerra de los 6 días en 1967. Y, por último, los grupos yihadistas financiados por Occidente y que tendrá en Hama (1982), su principal derrota contra el gobierno sirio. El motivo de esta enemistad imperialista occidental será por el proyecto baazista de naturaleza socialista, por la cual se defendía en sus Constituciones de 1973 y 2012 la influencia del estado sobre la economía siria, a través de la propiedad de empresas, subsidios a empresas locales, límites a la inversión exterior y restricciones a las importaciones. Pero también, el hecho de que la República Árabe Siria mantuviese su soberanía e independencia real a la hora de defenderse de su vecino estado de Israel y no alienarse con el imperialismo en la región.
La Siria de Al Assad, no exenta de contradicciones y errores, ha logrado tener un importante consenso de la población siria, especialmente de sus minorías, hasta el año 2011. Desde ese año, la aparición de diversos grupos armados dominados por los islamistas y yihadistas, así como la intromisión y redoble de la agresión de todo tipo por países como Turquía, Francia, Israel o EEUU, crearon las condiciones para una fragmentación del país y la aparición de diversos gobiernos que pugnaban por su control. Una denominada “guerra civil” que ha agotado al país, a su gobierno y a su población, que ha vivido una importante crisis migratoria y humanitaria.
Dicho esto, desde el 8 de diciembre, con el control del gobierno provisional sirio por grupos yihadistas, ahora vendidos como moderados, el pueblo sirio no está más cerca de consolidar derechos, de vivir con mayor libertad, de tener mayor soberanía, de sentar las bases para construir el socialismo ni de resolver sus históricos problemas de dependencia y acoso del imperialismo y sionismo. Sino todo lo contrario: las primeras medidas económicas neoliberales abren el país a los capitales internacionales, legalizando el saqueo y robo del petróleo y trigo sirio. Además, la propia pérdida y merma de territorio sirio, en manos de sus vecinos aliados al imperialismo, Turquía por el norte e Israel por el sur, no van a ser respondidas por el gobierno. Por su parte, la limitación de los derechos de las mujeres, las ideas de fragmentar u organizar el territorio en clave étnico-religiosa o la persecución a minorías, todo ello aspectos que ya se han venido denunciando en los últimos días desde, son claros ejemplos del rumbo que toma el país bajo la bandera del terrorismo pro-imperialista.
No se tratá de “Ojalás”. Se trata de que en Siria había las bases para desarrollar y construir un proyecto soberano y socialista propio, genuino, que tenía el consenso de los principales partidos políticos de izquierda del país, y que establecía un freno y un coto a los intereses depredadores imperialistas y sionistas. Unas bases que han sido dinamitadas y destruidas con el apoyo directo y explícito de las burguesías occidentales y el yihadismo internacional, y el aplauso cómplice y torpe de una parte de la izquierda como Teresa y Anticapitalistas.
Lo acontecido en Siria no sólo tendrá ecos en el interior de ese país, sino fuera, porque supone un ataque al Eje de la Resistencia y, por el contrario, un balón de oxígeno para la entidad sionista. El pueblo palestino y su resistencia, el pueblo libanés y su resistencia, están hoy más lejos de conseguir derrotar al sionismo y se verán más expuestos al avance del genocidio y la colonización de Israel. La República Árabe Siria, que nunca ha reconocido al estado de Israel, no sólo era una vía de acceso de ayuda militar a las resistencias libanesas y palestinas vía Irán, sino un histórico freno político para las ansias expansionistas de ese Gran Israel.
Una de las mayores críticas al posicionamiento de Rodríguez y Anticapitalistas, es su uso y abuso en la utilización de elementos emocionales, y discursos o conceptos sin una base empírica sólida. Desde el uso de “cleptocracia” para referirse al gobierno sirio de Assad, pasando por responsabilizar a su gobierno de la escalada militar que vivió el país desde el 2011. Llegando a responsabilizar al gobierno de la destrucción o pobreza del país en una guerra que no ha provocado y bajo el ataque económico del imperialismo, afirmación muy grave ya que quita responsabilidad al campo imperialista y a la OTAN ‑incluida Turquía- como principal valedor y sostenedor de esta guerra y los grupos islamistas o kurdos que han tomado parte en ella. Hay que recordar que esta guerra ha estado atravesada por las abundantes fake news y noticias y vídeos falsos creados para demonizar a Assad, como recientemente hemos visto en las supuestas imágenes de la “liberación” de la cárcel de Sednaya.
Teresa, hoy Siria no está mejor que hace un mes, ni que en 2011. De hecho está peor: asistimos a la desaparición de un país a causa de los intereses imperialistas y de sectores de la población siria que defienden un proyecto político antidemocrático (salafismo yihadista) y neoliberal. Un proyecto que se sitúa en las antípodas de lo que queremos construir quienes nos definimos andalucistas, de izquierda o soberanistas. Tenemos ejemplos como el de Libia, donde los cantos de sirena de la lucha contra el “dictador” y por la “democracia” desembocó en una desaparición del país libio, su rapiña neocolonial y el triunfo de la reacción más descarnada. Siria, si los sectores más conscientes y antiimperialistas de su pueblo no lo evitan, puede ir por el mismo camino. Mañana, el “Ojalá”, será que el gobierno baazista siguiera en pie y Siria pudiera tomar con sus manos una soberanía e independencia que fuera más que una palabra. Una soberanía e independencia que le permita labrar su futuro junto al resto de pueblos en lucha contra el capitalismo y el imperialismo, a los que aspiramos a sumarnos. Porque no habrá soberanía ni socialismo posible, ni aquí ni en Siria, sin antiimperialismo.