image-19.png

Por qué Hamas nun­ca se ren­di­rá: la lógi­ca de la resis­ten­cia fren­te al genocidio

Tabla de contenidos

Nota: El siguien­te artícu­lo fue publi­ca­do en julio en la pági­na web ofi­cial en inglés de las Bri­ga­das Al-Qassam.

En medio de uno de los ata­ques mili­ta­res más bru­ta­les y pro­lon­ga­dos de la his­to­ria moder­na, muchas voces vuel­ven a pedir al Movi­mien­to de Resis­ten­cia Islá­mi­ca (Hamas) que se rin­da y depon­ga las armas.

Estos lla­ma­mien­tos se pro­du­cen mien­tras «Israel», res­pal­da­do incon­di­cio­nal­men­te por Esta­dos Uni­dos y tole­ra­do por gran par­te de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, libra una gue­rra impla­ca­ble con­tra Gaza, carac­te­ri­za­da por una bru­ta­li­dad sin pre­ce­den­tes, cas­ti­gos colec­ti­vos y un sufri­mien­to gene­ra­li­za­do de la pobla­ción civil.

El mun­do obser­va, a menu­do en silen­cio o con com­pli­ci­dad, cómo esta gue­rra desa­fía todas las leyes inter­na­cio­na­les, los dere­chos huma­nos y las nor­mas éti­cas. Sin embar­go, per­sis­te la exi­gen­cia de que Hamas deje de resis­tir, que se rin­da y que acep­te efec­ti­va­men­te la ani­qui­la­ción de la lucha de su pue­blo. Estas voces se divi­den en tres gran­des categorías:

Las del enemi­go: voces israe­líes, esta­dou­ni­den­ses y sio­nis­tas que bus­can la sumi­sión total median­te la fuer­za abru­ma­do­ra, la des­truc­ción y la muerte.

Las voces cóm­pli­ces o cobar­des, que cul­pan a la resis­ten­cia pales­ti­na de los crí­me­nes de gue­rra de «Israel», con­vir­tien­do a la víc­ti­ma en agresor.

Las voces bien­in­ten­cio­na­das pero equi­vo­ca­das, per­so­nas angus­tia­das por el cos­te humano, deses­pe­ra­das por ver el fin del derra­ma­mien­to de san­gre, inclu­so si eso sig­ni­fi­ca la rendición.

Este artícu­lo está diri­gi­do espe­cial­men­te al ter­cer grupo.

Por qué la resis­ten­cia no depon­drá las armas

La pre­gun­ta cen­tral es sim­ple: ¿por qué Hamas, jun­to con otras fac­cio­nes de la resis­ten­cia pales­ti­na en Gaza, sigue luchan­do con­tra una supe­rio­ri­dad abru­ma­do­ra? ¿Por qué no se rin­de para evi­tar más pér­di­das de vidas?

A pri­me­ra vis­ta, todos los indi­ca­do­res mili­ta­res, polí­ti­cos y mediá­ti­cos sugie­ren que la resis­ten­cia está aco­rra­la­da. «Israel» posee una enor­me capa­ci­dad des­truc­ti­va y el res­pal­do de las super­po­ten­cias mun­dia­les. Los regí­me­nes ára­bes, muchos de ellos nor­ma­li­za­dos con «Israel», per­ma­ne­cen en gran medi­da en silen­cio. El cos­te en vidas pales­ti­nas es abru­ma­dor. Y, sin embar­go, la resis­ten­cia per­du­ra. ¿Por qué?

Por­que ren­dir­se no solo sería una derro­ta estra­té­gi­ca, sino un sui­ci­dio moral, nacio­nal y existencial.

Ren­dir­se sig­ni­fi­ca el fin de la causa

El lide­raz­go de Hamas ha deja­do cla­ra su posi­ción des­de el ini­cio de esta gue­rra: bus­ca una paz dig­na y jus­ta, que pre­ser­ve los dere­chos de los pales­ti­nos y hon­re los sacri­fi­cios rea­li­za­dos. Pero la ren­di­ción, tal y como la exi­gen «Israel» y sus alia­dos, no trae­ría la paz. Borra­ría la pro­pia cau­sa pales­ti­na. Nin­gún movi­mien­to de resis­ten­cia en la his­to­ria ha depues­to las armas ante un enemi­go empe­ña­do en su exter­mi­nio y ha sobrevivido.

Ren­dir­se no sal­va­ría Gaza. Invi­ta­ría a la masa­cre, al des­pla­za­mien­to y a la ani­qui­la­ción. Recom­pen­sa­ría el genocidio.

El recuer­do de las trai­cio­nes del pasado

Los pales­ti­nos cono­cen a este enemi­go. Recuer­dan la his­to­ria, no como pági­nas de un libro, sino como un trau­ma gra­ba­do en su pro­pia super­vi­ven­cia. En 1982, la resis­ten­cia pales­ti­na en el Líbano se vio obli­ga­da a exi­liar­se bajo garan­tías inter­na­cio­na­les. ¿El resul­ta­do? La masa­cre de Sabra y Sha­ti­la, en la que miles de civi­les inde­fen­sos fue­ron ase­si­na­dos por los alia­dos de «Israel» mien­tras el mun­do mira­ba para otro lado.

Recuer­dan los Acuer­dos de Oslo, que pro­me­tían la paz pero tra­je­ron la ocu­pa­ción. Recuer­dan cada alto el fue­go que «Israel» vio­ló, cada acuer­do roto, cada pro­me­sa traicionada.

Tam­bién recuer­dan Ucra­nia, que en su día alber­gó el ter­cer arse­nal nuclear más gran­de del mun­do. En 1994, Ucra­nia renun­ció a sus armas a cam­bio de «garan­tías de segu­ri­dad» occidentales.

Hoy, su líder es humi­lla­do en Washing­ton, lle­va­do de la mano para fir­mar la renun­cia a la sobe­ra­nía de su país a cam­bio de una super­vi­ven­cia tem­po­ral. Ese es el futu­ro que ofre­ce la rendición.

No es obs­ti­na­ción, es supervivencia

Quie­nes piden a la resis­ten­cia que se rin­da por com­pa­sión hacia el sufri­mien­to de Gaza qui­zá no se dan cuen­ta de lo que real­men­te están pidien­do. Están, inten­cio­na­da­men­te o no, ali­neán­do­se con el ver­du­go, pidien­do a la víc­ti­ma que deje de resis­tir­se a su pro­pia aniquilación.

La resis­ten­cia pales­ti­na tie­ne mil razo­nes para no ren­dir­se. Su enemi­go no solo bus­ca el con­trol, sino la des­apa­ri­ción: del pue­blo, la tie­rra, la memo­ria y la iden­ti­dad. Su cau­sa no es la rebel­día cie­ga, sino la super­vi­ven­cia, la dig­ni­dad y la jus­ti­cia. Su nega­ti­va a ren­dir­se no se basa úni­ca­men­te en el orgu­llo o la ideo­lo­gía. Está arrai­ga­da en la memo­ria his­tó­ri­ca, la sabi­du­ría polí­ti­ca y la volun­tad de un pue­blo que se nie­ga a ser borra­do. La resis­ten­cia cono­ce el pul­so de su pue­blo. No se guía por una retó­ri­ca dis­tan­te, sino por el dolor vivi­do de la ocu­pa­ción, el ase­dio y la trai­ción repetida.

Una gue­rra por la dig­ni­dad, no solo por el territorio

Al resis­tir, Hamas y el movi­mien­to de resis­ten­cia pales­tino en gene­ral afir­man una ver­dad fun­da­men­tal: que inclu­so en los momen­tos más oscu­ros, la dig­ni­dad impor­ta. Que un pue­blo tie­ne dere­cho a defen­der­se. Que la jus­ti­cia no pue­de ser dic­ta­da por tan­ques y drones.

No están solos. En todo el mun­do, millo­nes de per­so­nas están con Gaza, no gobier­nos, sino per­so­nas. No los pode­ro­sos, sino los que tie­nen prin­ci­pios. La resis­ten­cia actual no solo lle­va con­si­go las espe­ran­zas de los pales­ti­nos, sino tam­bién las de todos los pue­blos opri­mi­dos que ven en Gaza un refle­jo de sus pro­pias luchas.

El camino a seguir

La resis­ten­cia pales­ti­na no bus­ca una gue­rra sin fin. Bus­ca jus­ti­cia. Bus­ca liber­tad. Bus­ca un futu­ro en el que los niños pales­ti­nos no naz­can bajo el blo­queo y los bom­bar­deos. Pero sabe, y la his­to­ria lo con­fir­ma, que la ren­di­ción nun­ca ha traí­do ese futuro.

Has­ta que lle­gue el día en que ter­mi­ne la ocu­pa­ción, se levan­te el ase­dio y los pales­ti­nos con­si­gan su dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción, que les ha sido nega­do duran­te tan­to tiem­po, la resis­ten­cia con­ti­nua­rá, por­que la ren­di­ción no es una opción cuan­do está en jue­go la supervivencia.

Y ese día no está lejos, para aque­llos que creen, resis­ten y se sacrifican.

Twitter
Facebook
Telegram

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *