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Escue­la de Edu­ca­ción Popu­lar Alka­ra­ma: la edu­ca­ción como resis­ten­cia a per­der la memo­ria, nues­tro pre­sen­te y nues­tro futuro

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Cum­pli­mos casi dos años des­de que «Israel» inten­si­fi­có su ata­que geno­ci­da con­tra Gaza, una de las peo­res mues­tras de des­hu­ma­ni­za­ción de la his­to­ria con­tem­po­rá­nea. Esto no solo se debe a la mag­ni­tud de los crí­me­nes, sino tam­bién a la inac­ción, el silen­cio cóm­pli­ce o las eva­si­vas estra­te­gias dila­to­rias de algu­nos gobier­nos que brin­dan tiem­po e impu­ni­dad a la ocu­pa­ción para avan­zar con la lim­pie­za étni­ca pla­ni­fi­ca­da, no solo hacia Gaza, sino exten­dién­do­la cada vez más a Cis­jor­da­nia y Jeru­sa­lén. Se tra­ta, jus­ta­men­te, de un pro­yec­to colo­nial que bus­ca apro­piar­se de la mayor can­ti­dad de tie­rra posi­ble sin sus habi­tan­tes originarios.

En este tiem­po de bar­ba­rie abso­lu­ta, los ata­ques israe­líes con­tra la pobla­ción civil de Gaza han ase­si­na­do de mane­ra direc­ta a alre­de­dor de 61.000 per­so­nas, según el ser­vi­cio de salud de Gaza —cifras que se esti­man mucho mayo­res — , de las cua­les unas 19.000 eran niños y niñas. Se ha des­trui­do de mane­ra deli­be­ra­da casi la tota­li­dad de la infra­es­truc­tu­ra vital de la Fran­ja, con ata­ques pla­ni­fi­ca­dos diri­gi­dos espe­cial­men­te a los sopor­tes cul­tu­ra­les y edu­ca­ti­vos: escue­las, uni­ver­si­da­des, biblio­te­cas, museos, cen­tros de inves­ti­ga­ción y libre­rías, como par­te de un esfuer­zo mucho más amplio y pro­lon­ga­do que pre­ten­de el borra­do exis­ten­cial de un pueblo.

En este con­tex­to, en Gaza, bajo el rui­do cons­tan­te de los dro­nes, los repe­ti­dos des­pla­za­mien­tos for­za­dos, los cor­tes de elec­tri­ci­dad e inter­net, la esca­sez de agua y en con­di­cio­nes extre­mas —sin recur­sos, en tien­das de cam­pa­ña y en medio de un geno­ci­dio por armas y por ham­bru­na — , las y los docen­tes siguen expre­san­do la deter­mi­na­ción colec­ti­va de sos­te­ner la ense­ñan­za de niños y niñas.

La Escue­la Popu­lar Alter­na­ti­va Alka­ra­ma es un ejem­plo de este com­pro­mi­so con el dere­cho a la edu­ca­ción del pue­blo pales­tino. Por eso, nos pare­ce valio­so com­par­tir los tes­ti­mo­nios de dig­ni­dad y resis­ten­cia de sus docentes.

En el pri­mer tes­ti­mo­nio, Sha­ma Yous­sef Moha­med Farag Allah, espo­sa de un már­tir, nos dice:

Vivo en el cam­pa­men­to de Bab al-Ajar y tam­bién tra­ba­jo como pro­fe­so­ra en este cam­pa­men­to. Ense­ño inglés a los alum­nos de pri­me­ro, segun­do, ter­ce­ro y cuar­to cur­so. Fran­ca­men­te, nos enfren­ta­mos a gran­des difi­cul­ta­des en este cam­pa­men­to. Al ser un cam­pa­men­to nue­vo, nece­si­ta­mos mate­rial esco­lar, cua­der­nos, libros y bolí­gra­fos para los alum­nos, ya que la mayo­ría son niños huérfanos.

Cuan­do le pre­gun­ta­mos acer­ca del impac­to colo­nial de este geno­ci­dio y la situa­ción en la que fun­cio­nan las escue­las, afirma:

El colo­nia­lis­mo y, en par­ti­cu­lar, la gue­rra, tuvie­ron un impac­to en la edu­ca­ción, ya que esta se inte­rrum­pió duran­te un lar­go perio­do de tiem­po y los estu­dian­tes estu­vie­ron mucho tiem­po sin reci­bir ense­ñan­za. Cuan­do los pro­fe­so­res y las ini­cia­ti­vas edu­ca­ti­vas comen­za­ron, se hizo evi­den­te que el sis­te­ma se había vuel­to obso­le­to, redu­cién­do­se el entorno de apren­di­za­je al uso de las herra­mien­tas y medios más bási­cos. A menu­do, el entorno esco­lar es una tien­da de cam­pa­ña que no pro­te­ge del calor del verano ni del frío del invierno, y tam­bién es pro­ba­ble que se pro­duz­can bom­bar­deos repen­ti­nos en cual­quier lugar. No hay segu­ri­dad. La tien­da es una tela que no pro­te­ge ni resguarda.

En cuan­to a la impor­tan­cia de la escue­la y los desa­fíos que se le pre­sen­tan a las y los docen­tes, expre­sa que «por supues­to, hay que man­te­ner la edu­ca­ción, espe­cial­men­te en el con­tex­to de estas gue­rras, para que crez­ca una gene­ra­ción edu­ca­da, una gene­ra­ción capaz de enfren­tar los desa­fíos con una men­te sana, una gene­ra­ción cons­cien­te. Como pro­fe­so­ras y pro­fe­so­res, nos enfren­ta­mos a muchos desa­fíos: la fal­ta de herra­mien­tas y medios sufi­cien­tes, la fal­ta de segu­ri­dad en el entorno. A menu­do, el tra­ba­jo de los pro­fe­so­res es volun­ta­rio y no tie­ne nin­gu­na remu­ne­ra­ción económica».

El segun­do tes­ti­mo­nio nos lo pro­por­cio­na Aman Abdu­lahay Al-Mubahuh, espo­sa de un már­tir y madre de niños már­ti­res. Ella relata:

Fui­mos ata­ca­dos en nues­tra casa, pero, gra­cias a Dios, me que­da un hijo huér­fano. Por supues­to, los niños de Gaza han sufri­do mucho duran­te estos dos años: han per­di­do sus hoga­res, a sus padres, madres, her­ma­nos y her­ma­nas, sus escue­las, los ele­men­tos bási­cos para vivir, como comi­da, bebi­da y vivien­da, y se han vis­to pri­va­dos de la segu­ri­dad y la tran­qui­li­dad en la Fran­ja. Por supues­to, los niños de la Fran­ja de Gaza no viven como los demás niños del mun­do, ya que se ven pri­va­dos de los ele­men­tos más bási­cos para la vida que exis­ten en el mundo.

Tam­bién nos dice que la Fran­ja de Gaza se enfren­ta a nume­ro­sos retos, espe­cial­men­te en el ámbi­to de la edu­ca­ción y la infan­cia, y rela­ta que muchos niños no han for­ta­le­ci­do su edu­ca­ción, pri­me­ro como con­se­cuen­cia de la pan­de­mia del Coro­na­vi­rus y aho­ra por el geno­ci­dio en cur­so. «Tene­mos que apo­yar­los y luchar con ellos todo lo que pode­mos. Si Dios quie­re, vamos a seguir con ellos todo lo posi­ble». Nos dice ade­más: «El maes­tro, como cual­quier ciu­da­dano pales­tino, pue­de ser ata­ca­do en cual­quier lugar; yen­do al tra­ba­jo y en cual­quier lugar pue­de ser bom­bar­dea­do, él y su familia».

En cuan­to a los desa­fíos, encuen­tra impor­tan­te la fal­ta de per­so­nal docen­te, «espe­cial­men­te por­que ha habi­do bom­bar­deos y ata­ques direc­tos con­tra ellos, por lo que nece­si­ta­mos, por supues­to, un buen equi­po docen­te o inten­ta­mos apro­ve­char lo que tene­mos». Nos dice tam­bién que las con­di­cio­nes en las que fun­cio­na la escue­la son las «del mie­do al ham­bre y la tra­ge­dia», «no hay un entorno segu­ro, un entorno edu­ca­ti­vo segu­ro, ni siquie­ra aulas ade­cua­das. Los estu­dian­tes vie­nen con mie­do; es decir, te dicen que tie­nen ham­bre y que no tie­nen lo míni­mo nece­sa­rio para poder venir a la escuela».

Como polí­ti­ca colo­nial, «Israel» nece­si­ta impo­ner su narra­ti­va domi­nan­te; por lo tan­to, ata­car al sis­te­ma edu­ca­ti­vo es un impe­ra­ti­vo de la ocu­pa­ción. Como con­tra­ca­ra, el pue­blo pales­tino desa­fía las narra­ti­vas colo­nia­les colo­can­do a la edu­ca­ción como uno de sus pila­res fun­da­men­ta­les de resis­ten­cia, sumud (per­se­ve­ran­cia), pre­ser­va­ción de su his­to­ria e iden­ti­dad, y como empo­de­ra­mien­to de las nue­vas generaciones.

29 de agos­to de 2025

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