La Primera Guerra Mundial imperialista finalizó el 11 de noviembre de 1918, apenas 20 años la separan de la Segunda Guerra Mundial provocada de igual forma por las potencias capitalistas de occidente, como instrumento de rapacidad en busca del sometimiento de la humanidad a las ambiciones del militarismo nazi fascista de la Alemania hitleriana.
an quedado atrás otras, una serie de guerras pero maduran otras como lo advierte el escritor ruso G. Deborin, en su estupendo libro «La Segunda Guerra Mundial», publicado en 1977.
Estaban vivos los cálculos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos contra la Unión soviética, crearon el «Plan Dawes» para que resurgiera la industria pesada y bélica de Alemania, que incluía créditos estadounidenses, por miles de millones de dólares. En el fondo estaba la consigna de liquidar a lo que en ese momento se conoció como la URSS.
Norteamericanos, ingleses y franceses entraron en un descarado contubernio con lo más reaccionario de Alemania, Churchil, a quien la prensa capitalista nos lo muestra como un paladín de la paz, llegó a expresar su odio al Partido Comunista de la URSS de la que dijo que debía ser «asfixiada en su propia cuna».
Hombres de negocios, reaccionarios de las grandes potencias llegaron a plantear un pacto para crear un frente común antisoviético, el propio Eishinhower, Comandante de las tropas estadounidenses albergó la esperanza de que Alemania liquidara al Ejército rojo, pero ni el, ni los banqueros de Wall Street pensaron jamás en la magnitud de la resistencia de la URSS frente a la feroz ofensiva de la más grande y sanguinaria máquina de muerte que en ese momento era el Ejército Nazi, comandado por criminales de guerra que fueron derrotados y llevados a los tribunales internacionales.
Los círculos fascistas de Alemania, Japón e Italia causantes de la Segunda Guerra Mundial también tenían un plan de desatar una Tercera Guerra Mundial, en el «caso de una derrota de las tropas de Hitler». No lograron ese demencial propósito porque la victoria rusa fue tan contundente que se impuso en los países de donde los nazis fueron expulsados una política de reconstrucción y de paz hacia el futuro, de la cual surgieron principios aún vigentes de coexistencia pacífica entre países de diferentes formas de gobierno.
El mando aliado, bajo la influencia de los EE UU demoró demasiado tiempo para abrir el segundo frente en Europa, sólo lo hizo en 1944, cuando Alemania tenía la guerra perdida. Esa demora fue premeditada y también esperanzada en que el Ejército Soviético se extenuara haciéndole frente sólo a la ofensiva hitleriana.
Hasta los últimos días de los criminales de guerra del nazi fascismo ante el Tribunal de Nuremberg, la reacción imperialista mundial abogó por los sentenciados a muerte, con el deseo de que esos personajes sobrevivieran, se burlaran de la humanidad y del propio pueblo alemán al que causaron tanto daño.
Quedaron al descubierto planes y ayuda material de los monopolistas de la derecha, para que Alemania armara su ejército que asoló Europa, África, el Mediterráneo y parte de África, además de los planes destinados a Latinoamérica que también estaba en los cálculos de esclavización del mundo por el Tercer Reich.
PC Colombiano