Estados Unidos de Norteamérica ha tenido hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, se han opuesto a la opresión. Fraternidad, libertad y justicia social, han sido aspiraciones de los pueblos de la Unión Americana (USA).
En la ciudad de Omaha, situada en el estado de Nebraska, nació hace casi 85 años Malcolm Little, quien después fuera famoso mundialmente como Malcolm X, el musulmán internacionalista que se solidarizó con los pueblos que luchan contra el capitalismo, como lo manifestó durante su encuentro con Celia Sánchez Manduley, Fidel Castro Ruz y otros dirigentes revolucionarios cubanos en el Hotel Theresa de Harlem, Nueva York en septiembre de 1960.
Malcolm Little y sus familiares fueron víctimas de la discriminación y el odio racial imperante en Estados Unidos. Su padre, Earl Little, era pastor evangélico y se había convertido en un promotor de los derechos civiles. Recibió varias amenazas de muerte. Obligado a mudarse de casa en diferentes ocasiones, finalmente fue asesinado en 1931. El hallazgo del cuerpo mutilado cerca de una estación del autobús eléctrico, provocó tristeza y desequilibrio mental a su esposa Louise, quien debió ser internada en un centro psiquiátrico.
Hogares sustitutos y orfanatos fueron los escenarios donde Malcolm y sus hermanos sobrevivieron desde corta edad. Malcolm fue un buen estudiante en la primaria donde se destacó por su capacidad para comunicarse con sus compañeros y con los educadores. Quiso estudiar derecho para convertirse en un buen abogado pero le advirtieron que “por ser negro” iba a ser casi imposible. Dejó la escuela y se unió a grupos de vagos que se dedicaban a delinquir. A sus veinte años de edad fue condenado por robo y enviado a prisión. En la cárcel tuvo la fortuna de conocer a hermanos musulmanes que lo invitaron a estudiar el Islam. Leyó el Noble Corán, la vida del profeta Muhamad y publicaciones editadas por La Nación del Islam, una comunidad de musulmanes negros, dirigida entonces por Elija Mohamed.
El Islam cambió la vida de Malcolm Little. Su fe en Allah, el Creador, y la convivencia con sus hermanos musulmanes, le dieron fuerza para luchar por los derechos de los negros. Se enfrentó al imperio sin temores, porque un musulmán no teme a los opresores, solamente teme a Dios y sabe también que Allah es el Grande, Clemente y Misericordioso. En los años 60 del siglo XX, Malcolm X era un líder influyente y respetado.
Los estudios coránicos realizados por Malcolm X lo convirtieron no solo en crítico del sistema criminal que representaban los gobiernos de Estados Unidos, sino también en autocrítico. Viajó a La Meca, Arabia Saudita, para cumplir con la Peregrinación, uno de los cinco pilares del Islam y mientras visitaba la heroica y sagrada ciudad del profeta Muhammad comprendió que no todos los blancos eran partidarios del racismo y la opresión, por lo cual extendió su amor y solidaridad con todos los pueblos de la tierra.
Desde La Meca, escribió: “América necesita entender el Islam, porque esta es la religión que borra de la sociedad el problema del racismo. A lo largo de mis viajes en el mundo musulmán, yo me he encontrado, he hablado, e incluso he comido con las personas que en América habrían sido consideradas ‘blancos’, pero la actitud blanca estaba alejada de sus mentes por la religión del Islam. Yo nunca antes tuve una experiencia así, de hermandad sincera y verdadera, practicada conjuntamente por gente de todos los colores, independientemente de su raza”.
Malcolm X tenía muchos amigos y simpatizantes, pero también una cantidad de enemigos, incluso algunos sectarios que dentro de la comunidad llamada Nación del Islam le cuestionaban su apertura para hablar con blancos que sinceramente se enfrentaban al imperio y a su sistema capitalista, criminal, egoísta y opresor. Malcolm X estaba firmemente convencido de su fe islámica y de su justa lucha contra el Estado racista y agresor.
En 1964 abandonó la comunidad Nación del Islam con la intención de fundar otra donde tuvieran espacio todos los musulmanes. Siguió con su activismo político, compartió sus reflexiones y testimonio de vida. Malcolm X simbolizaba un peligro para el sistema imperialista y se convirtió en un fuerte opositor a Elija Mohamed, quien lo había visto, primero, con recelo y luego con odio. El 21 de febrero de 1965 mientras pronunciaba un discurso ante una multitud, tres jóvenes se le acercaron y dispararon 15 balazos sobre su cuerpo. Con la muerte de Malcolm X se reafirmó la presencia de violencia racista que ha estado presente en la historia estadounidense aunque los gobernantes hayan prometido a los ciudadanos de la patria de Abraham Lincoln, “fortalecer la democracia y las libertades”. Desde la presidencia de Calvin Coolidge en 1925 hasta el gobierno de Lyndon B. Johnson en los años sesenta del siglo XX.
Cuarenta y cinco años después del sacrificio de Malcolm X, en febrero de 2010 el ejemplo del internacionalista musulmán continúa vigente. Estados Unidos ha tenido otros gobiernos, casi todos, criminales y enemigos de la humanidad. Demócratas y republicanos se han repartido el poder y a través de sus guerras intervencionistas desean repartirse las riquezas de todos los países del mundo. Desde Washington se inventan nuevos “enemigos” y “peligros”. Pretextos para continuar ejerciendo la intervención y el saqueo. Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama son tres mandatarios diferentes. Sin embargo los tres pertenecen y han servido hasta hoy a un sistema desestabilizador y opresor.
Estudiar la vida y el pensamiento de Malcolm X dará fuerza a los musulmanes y revolucionarios en todo el continente para continuar la lucha desde diferentes trincheras contra el capitalismo salvaje que desarmoniza la Creación y pretende convertir el mundo en un basurero.