En estos días de agosto tórrido, de verano son muchas las fechas que tenemos las y los internacionalistas en esa agenda que no acaba nunca, que debe revisarse, releerse y sobre todo no olvidar, mucho menos olvidar a quienes allí aparecen.
Sobresalen entre esos nombres dos militantes soberanistas, independentistas, revolucionarios que fueron asesinados por el franquismo y el fascismo español. Uno cuando apenas empezaba este franquismo al que nos referimos, otro cuando agonizaba pero preparaba ya esa transición-trampa, que nos regaló 40 años más de franquismo. Por de pronto.
El llamado alzamiento nacional fue especialmente cruel en Andalucía. Fueron miles los jornaleros y jornaleras que fueron asesinados. Junto a ellos trabajadores de diferentes sectores, referentes de la cultura nacional andaluza (Como olvidar a Federico García Lorca, aún en una cuneta olvidada de Granada) y hasta población civil en desbandada que ante los crímenes ya conocidos del fascismo-falangismo fue ametrallada y asesinada por miles en una carretera de Málaga.
Pero si hemos destacado a Blas Infante es porque era la esperanza de la resurrección de la Andalucía auténtica, la de los pueblos blancos, la del cante jondo, la que no olvidaba su pasado glorioso antes de la invasión de 1492… Blas situándolo en su época, hablaba claramente de los dos ejes en los cuales se apoya la verdadera libertad de los pueblos…la soberanía, el derecho a la independencia y un régimen social alejado del capitalismo. Aunque no era exactamente comunista, hay que saber reconocerlo en los años que le tocó vivir y era más partidario de un socialismo libertario.
Una persona similar en bastantes aspectos a James Conolly, el auténtico héroe y referente de la Irlanda de esa época, si bien había otros aspectos que les diferenciaba. Era un peligro para España, así lo aseguraron sus verdugos y así era efectivamente, un peligro para esa España monárquica, aniquiladora de pueblos, corrupta y capitalista que venimos padeciendo desde hace ya más de 80 años… por eso fue fusilado.
Causa vergüenza como su asesino intelectual, la víbora Queipo de Llano aún ocupe un lugar de honor en la historia oficial de esta España a la que nos referimos. Por eso la obligación de las internacionalistas es recordarlo y seguir insistiendo en esa Andalucía que sigue sin ser doblegada, trabajadora, militante, revolucionaria… no la que nos venden desde los medios de comunicación del sistema
Moncho Reboiras es el otro mártir al que nos referíamos. Este sí comunista, antifascista, antifranquista, combativo… militante de UPG que en aquellos años era la referencia revolucionaria del Pueblo Trabajador Galego.
Objetivo prioritario de la policía del régimen franquista que conocían su abnegación y constancia en la militancia así como su referencialidad, no pararon hasta dar con él.
Fue en Ferrol, patria chica de Franco, pero también pueblo proletario, trabajador, galego, que en aquellos años duros de movilización y represión era una de la referencia de esa Galiza combativa a la que nos referimos.
Lo mataron sin contemplaciones. Tenían claro que su destino no iba a ser la cárcel, sino el cementerio. Para la historia ha dejado unas palabras vibrantes… «Qué importa que nos maten, si dejamos semilla de victoria…»
Lejos está Galiza de su liberación nacional y social. También Andalucía. También Euskal Herria tenemos lejos nuestra revolución pendiente. Que importa si los que estamos vivos y vivas en estos años de oscuridad no vemos esas revoluciones de liberación nacional, feministas y socialistas… La historia nos ha reservado otra tarea, dejar semillas de victoria.
Por eso la tremenda importancia de lo que comentábamos al principio. Es importantísimo que esa llama no se apague. Que esas semillas de las que hablaba Moncho las recoja otra generación y puedan culminar esa revolución pendiente.
No siempre es la mejor época para luchar por el socialismo, pero siempre hay que hacerlo, dijo Lenin.
Esa es la tarea. No se trata de nuestros egos ni peleas cainitas entre organizaciones. Ser comunista es algo mucho más grande. Se trata de nuestros pueblos y su futuro socialista.