1. No perdamos de vista la estrategia de EE.UU. contra Cuba. La premisa con la que EE.UU. ha actuado siempre en lo referente a la Revolución Cubana, establecida incluso en los documentos desclasificados del Departamento de Estado, es que debe crearse y fortalecerse una oposición cubana a la revolución que le permita a los gringos desatar una poderosa ofensiva de propaganda que realce esa oposición y justifique todas las medidas económicas y militares que puedan emprender en su guerra contra Cuba.
2. Orlando Zapata, quien murió recientemente después de una prolongada huelga de hambre, no era un disidente político. Se trataba de un delincuente común que había estado recurrentemente en la cárcel y que hasta el último momento decidió relacionarse con las organizaciones financiadas por EE.UU., las cuales lo alentaron a la huelga de hambre. La injerencia de quienes actúan dentro de Cuba a favor de intereses extranjeros, hicieron imposible salvarle la vida a pesar de los esfuerzos de los médicos cubanos en cuanto fue hospitalizado. Para aprovechar la ola alta de la campaña contra Cuba, Guillermo Fariñas inició otra huelga de hambre en su casa; se trata de un militante de la disidencia que se ha destacado por trabajar como locutor en Radio Martí, estación que ilegalmente transmite desde Estados Unidos hacia territorio cubano y que está pública y abiertamente financiada por el gobierno yanqui.
3. Quienes hoy ponen a trabajar a los medios masivos de comunicación para denunciar las supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba no lo hacen por genuino interés en ellos, ni siquiera por vocación periodística. Se trata de una campaña mediática con un claro tinte político. En todo el mundo, la noticia de la muerte de Zapata apareció en las primeras planas, pero no se dijo nada de Claudia Larissa Brizuela, asesinada un día después por su participación en el Frente Nacional de Resistencia Popular contra el golpe de Estado en Honduras, por poner sólo un ejemplo. La verdad es que la inmensa mayoría de los medios que aparentan una enorme preocupación por los huelguistas de hambre en Cuba, no están realmente interesados en salvar sus vidas. Son unos verdaderos hipócritas pues lo que buscan es alentarlos a que se mueran para poder arreciar la campaña contra el régimen de la isla. Lo que presenciamos no es una nota periodística ni un artículo de opinión, sino una guerra ideológica que pretende demonizar a Cuba y a su revolución.
4. Esta campaña busca presentar a Cuba como una isla del terror donde cualquiera que hable contra Fidel o la revolución es inmediatamente encarcelado. Nada más falso. Existe crítica dentro de Cuba y ésta no es castigada, sino alentada; en ningún país latinoamericano existen tantos espacios de expresión y decisión mediante los cuales la sociedad discute directamente con los más altos niveles de dirección del país: comités barriales, asambleas en centros de trabajo, organizaciones de masas, etcétera. La llamada disidencia tiene a su disposición herramientas de sobra para hacer que se oiga su voz y para proponer cambios en la política de la isla, pero deben ganarse a un amplio sector de cubanos para lograrlo. Su problema radica en que sus críticas al sistema son simplemente falsas, o bien que tratan de apoyarse en problemas reales, los mismos que los cubanos abordan en las instancias creadas por la Revolución, para alentar los intereses del imperio al seno de la sociedad cubana. El programa político de la disidencia no tiene coherencia, es más una serie de consignas aprendidas de memoria, y por ello no convoca. En Cuba, quien decide colaborar de forma abierta (y documentada) con una potencia extranjera para actuar contra el país, lo que se gana es el desprestigio y el repudio de las masas, no su apoyo.
5. La disidencia por sí misma resulta incluso inofensiva para el socialismo cubano; el peligro que representa tiene que ver con quién actúa detrás de ella: el imperio más poderoso de la historia que no ha dudado en utilizar el bloqueo, el terrorismo y la guerra con la peregrina idea de destruir al socialismo cubano. Y si Cuba es atacada por Estados Unidos tiene todo el derecho a defenderse