Día Internacional de los trabajadores
Su nacimiento tiene que ver con los mártires de Chicago y el valor que a estos hechos asignó la II Internacional y la sociedad humana entera.
Aún hoy con un creciente apoyo del proletariado de EE.UU. la fecha no tiene reconocimiento oficial del Estado en donde se produjeron los crímenes.
Algo similar ocurre con el día internacional de la mujer. Son hechos que recuerdan con mucha fuerza cómo se impuso en el mundo el modo de producción capitalista: a sangre y fuego.
Mucho han hecho los trabajadores del mundo por avanzar imponiendo condiciones más humanas en las relaciones que determinaba el capitalismo.
Tal vez los hechos más significativos han sido entre otros en la historia: la comuna de Paris en 1871 y la revolución rusa en 1917. El primer hecho, breve en el tiempo, culminó con el exterminio de los comuneros. El segundo, más extendido, mereció la mayor preocupación de los partidos del capitalismo, que pasaron de la guerra al bloqueo y posteriormente la burocracia hizo el resto.
Durante mucho tiempo se trabajó la idea por parte de los líderes del capitalismo y los lideres del estado soviético post Lenin de que se trataba de la competencia entre dos modos de producción. Mucho nos costó entender que ésta no pasaba más allá de un grosero capitalismo de Estado, aun cuando su origen obedecía a la necesidad de terminar con la explotación del hombre por el hombre.
El capitalismo aceptó el reto y muchas conquistas del mundo moderno son producto de la intensa movilización de los trabajadores en todo el planeta. La seguridad social, la previsión, son el resultado de este proceso. Casos como la Alemania de Bismarck muestran cómo la derecha sentía la necesidad de establecer reglas para preservar el funcionamiento capitalista.
Pero el capitalismo tiene en su seno un pecado original. Necesita siempre reinvertir, convertir la plusvalía en capital. Primero las crisis tuvieron un marco nacional, luego ya al finalizar la Segunda Guerra Mundial sus líderes vieron la necesidad de fijar reglas para su expansión internacional.
Las condiciones nacionales que se dieron cuando los hechos que originaron los sucesos de Chicago, ahora se trasladaban al plano internacional.
Las terribles condiciones que provocaba en los trabajadores la primera revolución industrial se repite ahora con los bolsones de miseria extrema que prácticamente aumentan en todos los países del mundo.
Es entonces el 1 de mayo un día de reflexión, de examen, de estudio, de la experiencia histórica, para retemplar fuerzas ante la mayor crisis de la historia del modo de producción capitalista.
Tal vez nunca estuvo tan cercano el poder hacer realidad el sueño de los comuneros parisinos, de los revolucionarios soviéticos, que ante la crisis del sistema y sus crímenes soñaron con un mundo mejor.
La diferencia con los sueños anteriores es que esta crisis como nunca antes pone en peligro la propia existencia de la humanidad. La experiencia propia de querer hacer algo mejor hoy no puede someterse a los marcos nacionales, necesita de las reformas que pueden llevar a la práctica lo mejor que la humanidad entera tiene en todos sus terrenos.
En este primero de mayo el objetivo es la democracia económica, la unidad de gobiernos, partidos, movimientos, sindicatos, etc. etc., en pos de dar muerte a los paraísos fiscales, instrumentar que los recursos que la sociedad necesita como tal deben provenir de impuestos a la circulación del dinero, eliminando los impuestos al consumo, al trabajo, midiendo el dinero con una sola medida universal.
Los mártires de Chicago no vieron cumplidos sus sueños, pero el camino que transitaron es el que ha recorrido la humanidad, que hoy necesita más que nunca de la audacia de sus mejores exponentes.
¡Ciudadanos del mundo uníos! ¡Un mundo mejor es posible!