[nextpage title=«La importancia del problema campesino»]
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La importancia del problema campesino
En mi reciente viaje a Junán1, he investigado sobre el terreno la situación de cinco distritos2: Siangtan, Siangsiang, Jengshan, Liling y Changshá. Durante treinta y dos días, del 4 de enero al 5 de febrero, en las aldeas y capitales de distrito, reuní en conferencias de investigación a campesinos con experiencia y camaradas dedicados al movimiento campesino y escuché atentamente sus informaciones, lo que me permitió recoger abundante material. Muchos de los cómos y porqués del movimiento campesino resultaron ser exactamente lo contrario de lo que yo había oído decir a los shenshi en Jankou y Changshá. Vi y oí muchas cosas sorprendentes, de las que hasta ese momento no estaba enterado. Creo que cosas semejantes ocurren también en muchos otros lugares. Hay que poner término inmediatamente a todo comentario contra el movimiento campesino y corregir cuanto antes todas las medidas erróneas que respecto a él han tomado las autoridades revolucionarias. Sólo así se puede contribuir al desarrollo futuro de la revolución. Pues el actual ascenso del movimiento campesino es un acontecimiento grandioso. Dentro de poco, centenares de millones de campesinos en las provincias del centro, el sur y el norte de China se levantarán como una tempestad, un huracán, con una fuerza tan impetuosa y violenta que nada, por poderoso que sea, los podrá contener. Romperán todas las trabas y se lanzarán por el camino de la liberación. Sepultarán a todos los imperialistas, caudillos militares, funcionarios corruptos, déspotas locales y shenshi malvados. Todos los partidos y camaradas revolucionarios serán sometidos a prueba ante los campesinos y tendrán que decidir a qué lado colocarse. ¿Ponerse al frente de ellos y dirigirlos? ¿Quedarse a su zaga gesticulando y criticándolos? ¿Salirles al paso y combatirlos? Cada chino es libre de optar entre estas tres alternativas, sólo que los acontecimientos le obligarán a elegir rápidamente.
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¡Organizarse!
Por lo que respecta a los distritos del centro y del Sur de Junán, donde el movimiento campesino ha tomado fuerza, el desarrollo de éste se puede dividir, a grandes rasgos, en dos períodos. El primero, comprendido entre enero y septiembre del año pasado, fue un período de organización. Dentro de ese período, los meses de enero a junio constituyeron una fase de actividad clandestina y los de julio a septiembre, cuando el ejército revolucionario expulsó a Chao Jeng-ti3, una fase de actividad abierta. En ese período, las asociaciones campesinas no contaban con más de trescientos o cuatrocientos mil miembros, las masas bajo su dirección inmediata sumaban poco más de un millón de personas, apenas si había lucha en el campo, y, por consiguiente, en los demás sectores de la población casi no se criticaba a las asociaciones campesinas. Debido a que sus miembros servían como guías, exploradores o cargadores para el ejército de la Expedición al norte, ocurría incluso que oficiales de este ejército hablaban en términos favorables de esas asociaciones. El segundo período, comprendido entre octubre del año pasado y enero de este año, fue un período de acción revolucionaria. El número de miembros de las asociaciones campesinas aumentó vertiginosamente a los dos millones, y las masas bajo su dirección inmediata ascendieron a diez millones. Ya que los campesinos, al ingresar en las asociaciones, generalmente inscriben sólo un nombre por familia, a los dos millones de miembros corresponde una masa de unos diez millones. Casi la mitad de los campesinos de Junán ya están organizados. Y en distritos como Siangtan, Siangsiang, Liuyang, Changshá, Liling, Ningsiang, Pingchiang, Siangyin, Jengshan, Jengyang, Leiyang, Chensien y Anjua, casi todos los campesinos han ingresado en asociaciones campesinas o se encuentran bajo su dirección. Contando con organizaciones tan amplias, los campesinos entraron inmediatamente en acción y, en el término de cuatro meses, realizaron en el campo una gran revolución nunca vista en la historia.
[nextpage title=»¡Abajo los déspotas locales y shenshi malvados! ¡Todo el poder a las asociaciones campesinas! »]
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¡Abajo los déspotas locales y shenshi malvados! ¡Todo el poder a las asociaciones campesinas!
Los campesinos dirigen su ataque principal contra los déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley, y de paso atacan las ideas e instituciones patriarcales, a los funcionarios corruptos de la ciudad y las malas costumbres en el campo. Por su potencia y su ímpetu, este ataque es como una tempestad; quienes se inclinan ante él sobreviven, y quienes le oponen resistencia sucumben. Como resultado, los privilegios milenarios de los terratenientes feudales caen hechos añicos, y toda su dignidad y arrogancia son arrastradas por el suelo. Derrocado el poder de los terratenientes, las asociaciones campesinas han pasado a ser los únicos órganos de poder, y se ha hecho realidad la consigna de «¡Todo el poder a las asociaciones campesinas!». Las asociaciones son consultadas hasta por pequeñeces tales como una disputa entre marido y mujer. Ningún asunto se arregla sin la presencia de la gente de la asociación. Todo en el campo está prácticamente bajo el dictado de las asociaciones campesinas, que efectivamente «cumplen lo que dicen». A los que están fuera, sólo se les permite hablar bien de las asociaciones, y no se les deja decir nada malo de ellas. Los déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley están privados de todo derecho a hablar, y ninguno se atreve siquiera a murmurar media palabra en contra. Ante el poderío de las asociaciones campesinas, los déspotas locales y shenshi malvados más importantes han huido a Shanghai; los de segunda categoría, a Jankou; los de tercera, a Changshá; los de cuarta, a la capitales de distrito, y los de quinta categoría para abajo han tenido que rendirse en las aldeas a las asociaciones campesinas.
«Aquí tienen diez yuanes; por favor, déjenme entrar en la asociación», implora el shenshi malvado de poca monta. «¡Maldita la falta que nos hace tu cochino dinero!», le replican los campesinos.
Muchos terratenientes medianos y pequeños, campesinos ricos y hasta campesinos medios que antes se oponían a las asociaciones campesinas, ahora tratan en vano de ingresar en ellas. En los diverso lugares que visité, encontré a menudo gente así, que me suplicaba: «Por favor, señor miembro de comité, usted que viene de la capital provincial, ¡responda por mí!».
En tiempos de la dinastía Ching, las autoridades locales tenían para el censo dos registros: el regular y «el otro»; el primero para la gente de bien y el segundo para los bandidos, ladrones y demás; elementos nocivos. Y ahora, en algunos lugares, los campesinos se valen de esto para intimidar a los que en un comienzo estaban en contra de las asociaciones campesinas, diciendo: «¡A inscribirlos en el otro registro!».
Temerosas de verse inscritas en el «otro registro», esas personas hacen todos los esfuerzos imaginables por ingresar en las asociaciones campesinas, y no se tranquilizan hasta que ven sus nombres anotados en el registro de los miembros. Pero, como a menudo reciben el rechazo categórico de las asociaciones, viven constantemente con el alma en un hilo. Viendo cerradas las puertas de las asociaciones campesinas, se sienten como parias, o, según se dice en el campo, «meros trastos». En una palabra, las llamadas «pandillas de campesinos», que hace cuatro meses eran despreciadas, se han convertida ahora en instituciones sumamente honorables. Todos los que en el pasado se postraban ante el poder de los shenshi lo hacen ahora ante el poder de los campesinos. No hay quien no reconozca que el mes de octubre del año pasado marca la frontera entre dos mundos.
[nextpage title=»«¡Muy mal!» y «¡Muy bien!»»]
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«¡Muy mal!» y «¡Muy bien!»
La rebelión de los campesinos ha turbado el dulce sueño de los shenshi. En cuanto las noticias del campo alcanzaron a las ciudades, levantaron un tremendo alboroto entre los shenshi de allí. Llegado a Changshá, me encontré con toda clase de gente y oí muchos comentarios callejeros. Desde las capas sociales medias para arriba hasta el ala derecha del Kuomintang, no hay nadie que no resuma todo lo sucedido en una sola expresión: «¡Muy mal!». Bajo el impacto de la atmósfera creada en toda la ciudad por los rumores de los que gritan «¡Muy mal!», incluso personas bastante revolucionarias, cerrando los ojos e imaginándose lo que pasa en el campo, se sienten desmoralizadas e incapaces de negar que aquello va «mal». Incluso gente muy progresista se limita a decir: «Aunque va mal, resulta inevitable en el curso de la revolución». En resumen, a nadie le parece posible negar rotundamente la palabra «mal». Pero, como queda dicho más arriba, la realidad es que las grandes masas campesinas se han alzado para cumplir su misión histórica, que las fuerzas democráticas del campo se han levantado para derribar a las fuerzas feudales rurales. La clase patriarco-feudal de los déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley, constituye la base de la autocracia milenaria y es la piedra angular de los imperialistas, caudillos militares y funcionarios corruptos. Derribar a estas fuerzas feudales es el verdadero objetivo de la revolución nacional. En unos pocos meses, los campesinos han realizado lo que el Dr. Sun Yat-sen quiso pero no logró cumplir en los cuarenta años que consagró a la revolución nacional. Esta es una proeza extraordinaria nunca realizada, ni en cuarenta años ni en milenios. Está muy bien. No está «mal» en absoluto, ni mucho menos «muy mal». A todas luces, «muy mal» es la teoría que, en defensa de los intereses de los terratenientes, combate el levantamiento de los campesinos; es evidentemente la teoría de la clase terrateniente que procura mantener el viejo orden feudal e impedir el establecimiento de un nuevo orden democrático, es manifiestamente una teoría contrarrevolucionaria. Ningún camarada revolucionario debe hacerse eco de tal disparate. Quien tenga arraigadas concepciones revolucionarias y vaya alguna vez al campo y vea lo que allí sucede, seguro que se sentirá más alegre de lo que nunca ha estado. Millones de esclavos, los campesinos, están derribando a sus enemigos, los devoradores de hombres. Lo que hacen los campesinos es perfectamente justo, y ¡lo hacen muy bien! «Muy bien» es la teoría de los campesinos y de los demás revolucionarios. Todos los camaradas revolucionarios deben comprender que la revolución nacional exige una gran transformación en el campo. La Revolución de 19114 no llevó a cabo esta transformación, y por eso fracasó. Ahora sí que se está produciendo esta transformación, la cual constituye un importante factor para dar cima a la revolución. Todos los camaradas revolucionarios deben apoyar esta transformación; de lo contrario, estarán adoptando la posición de la contrarrevolución.
[nextpage title=«Los llamados «excesos»»]
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Los llamados «excesos»
Hay otros que opinan: «Cierto que las asociaciones campesina son necesarias, pero están cometiendo demasiados excesos». Así razonan los que mantienen una posición intermedia. Pero, ¿qué ocurre en realidad? Es verdad que en las aldeas los campesinos «se han desmandado» hasta cierto punto. Las asociaciones campesinas, que gozan de autoridad suprema, no dejan ni abrir la boca a los terratenientes y reducen a polvo su prestigio. Todo esto viene a ser como si después de derribarlos por tierra les pusieran el pie encima. Los campesinos amenazan a los déspotas locales y shenshi malvado diciendo: «¡Te vamos a anotar en el otro registro!». Les imponen multas, los cargan de contribuciones y destruyen sus palanqueen. Irrumpen en masa en las casas de los déspotas locales y shenshi malvados que se oponen a las asociaciones campesinas, degüellan su cerdos y consumen sus cereales. Se permiten incluso arrellanarse un momento en los lujosos lechos de sus hijas y nueras. A la menor provocación, efectúan arrestos, colocan cucuruchos de papel a los arrestados y los hacen desfilar por las aldeas, diciéndoles: «¡Ahora sí que nos vas a conocer bien, shenshi malvado!». Haciendo cuanto les viene en gana y volviendo todo patas arriba, han creado una especie de terror en el campo. Eso es lo que algunos llaman cometer «excesos», «sobrepasar los límites justos al corregir un error», «cometer actos abusivos». Tales opiniones parecen razonables, pero en realidad son también erróneas. En primer lugar, son los propios déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley quienes han forzado a los campesinos a actuar así. Por siglos, se han aprovechado de su poder para tiranizar y pisotear a los campesinos; de ahí que éstos hayan reaccionado tan enérgicamente. Las rebeliones más violentas y los desórdenes más graves han tenido lugar invariablemente allí donde los déspotas locales, shenshi malvados y terratenientes sin ley habían perpetrado los peores ultrajes. La mirada de los campesinos es penetrante. Se dan perfecta cuenta de quién es malo y quién no lo es, quién es el peor y quién no es tan perverso, quién merece severo castigo y quién trato clemente, y muy rara vez el castigo no corresponde al crimen. En segundo lugar, hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan tranquila y delicada, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra. La revolución en el campo es una revolución mediante la cual el campesinado derroca el poder de la clase terrateniente feudal. Sin recurrir a la máxima fuerza, el campesinado jamás lograría derrocar el poder de los terratenientes, profundamente arraigado a través de los milenios. El campo necesita de un poderoso auge revolucionario, pues sólo éste puede agitar a los millones y millones de campesinos y convertirlos en una gran fuerza. Los «excesos» arriba mencionados son precisamente producto de la fuerza de los campesinos despertada por el poderoso auge revolucionario en las zonas rurales. Estos «excesos» son sumamente necesarios en el segundo período del movimiento campesino, el de acción revolucionaria. En este período, es imprescindible imponer la autoridad absoluta de los campesinos, prohibir toda crítica malévola a las asociaciones campesinas, derrocar todo el poder de los shenshi, derribarlos por tierra e, incluso, ponerles el pie encima. Los llamados «excesos» en este segundo período tienen todos un significado revolucionario. Para decirlo con toda franqueza, en todas las aldeas se necesita un breve período de terror. De lo contrario, resulta absolutamente imposible aplastar las actividades de los contrarrevolucionarios en el campo y derrocar el poder de los shenshi. Para corregir un error, hay que sobrepasar los límites justos; de otra manera, el error no será corregido5. Los que critican los «excesos» aparentemente se diferencian de los que gritan «¡Muy mal!», pero en el fondo unos y otros comparten el mismo punto de vista y sostienen la misma teoría de los terratenientes, que defienden los intereses de las clases privilegiadas. No podemos dejar de combatir resueltamente esta teoría, que obstaculiza el ascenso del movimiento campesino y, por consiguiente, socava la revolución.
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El llamado «movimiento de la chusma»
El ala derecha del Kuomintang afirma: «El movimiento campesino es un movimiento de la chusma, de campesinos holgazanes».
Comentarios como éste se oyen con frecuencia en Changshá. Fui al campo y oí decir a los shenshi: «Está bien crear asociaciones campesinas, pero los que ahora trabajan en ellas no sirven, ¡hay que reemplazarlos!». En nada difiere esta opinión de lo que dice el ala derecha del Kuomintang. Tanto los shenshi como el ala derecha de Kuomintang dicen que está bien organizar el movimiento campesino (como éste ha surgido ya, nadie se atreve a decir lo contrario), pero que la gente que lo dirige es incapaz. Sienten particular odio hacia los encargados de las asociaciones campesinas de base, y los tildan de «chusma». En suma, todos los que en otros tiempos eran despreciados y arrojados al barro y pisoteados por los shenshi y que no tenían un lugar en la sociedad ni derecho a opinar, ahora han levantado la cabeza. No sólo han levantado la cabeza, sino que han tomado el poder. Ahora son los dueños de las asociaciones campesinas de los cantones (el nivel más bajo) a las que han transformado en una fuerza terrible. Levantan sus ásperas y ennegrecidas manos y las ponen sobre la cabeza de los shenshi. Atan a los shenshi malvados, les colocan cucuruchos de papel y los hacen desfilar por las aldeas tirándolos de una soga (a esto se llama en Siangtan y Siangsiang «hacer desfilar por los poblados» y en Liling «hacer desfilar por los campos»). A diario machacan los oídos de los shenshi con sus agrias e implacables acusaciones. Los campesinos dictan órdenes y lo dirigen todo. Los que eran inferiores a todos están ahora por encima de todos, y por eso se afirma que «el mundo se ha vuelto patas arriba».
[nextpage title=«La vanguardia de la revolución»]
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La vanguardia de la revolución
De dos enfoques opuestos sobre una cosa o una persona se derivan dos apreciaciones opuestas. Buenos ejemplos son apreciaciones como «¡muy mal!» y «¡muy bien!», «chusma» y «vanguardia de la revolución».
Se ha señalado más arriba que los campesinos han llevado a cabo una obra revolucionaria nunca antes realizada y que han cumplida una importante labor para la revolución nacional. Pero ¿es que en esta gran obra revolucionaria, en esta importante labor revolucionaria, han tomado parte todos los campesinos? No. Hay tres categorías de campesinos: ricos, medios y pobres. Como viven en diferentes condiciones, tienen diferentes opiniones acerca de la revolución.
Durante el primer período, lo que los campesinos ricos habían oído decir era que el ejército de la Expedición al Norte había sufrido una aplastante derrota en Chiangsí, y Chiang Kai-shek había sido herido en una pierna6 y había regresado en avión a Kuangtung7, que Wu Pei-fu8 había recuperado la ciudad de Yuechou, y que las asociaciones campesinas de ningún modo podrían mantenerse por mucho tiempo y los Tres Principios del Pueblo9 jamás prosperarían, pues nunca se había visto nada parecido. Y cuando un encargado (generalmente uno de la «chusma») de la asociación campesina cantonal se presentaba, registro en mano, en casa de un campesino rico y le decía: «Le invitamos a afiliarse a la asociación campesina», ¿qué le respondía éste? Si se trataba de un campesino rico que tenía una actitud relativamente buena, respondía: «¿Asociación campesina? He vivido aquí decenas de años trabajando mi tierra,y nunca he visto nada como eso, sin embargo no me ha faltado qué echar a la olla. Mi consejo es que no sigan en esto». Si se trataba de un campesino rico que adoptaba una actitud francamente hostil, respondía: «¡Asociación campesina! ¡La asociación de los futuros decapitados! ¡No metan a la gente en líos!». Pero, cosa asombrosa, las asociaciones campesinas llevan ya varios meses de existencia y hasta han osado enfrentar a los shenshi. Han detenido a los shenshi de las vecindades que se negaban a entregar sus pipas de opio y los han hecho desfilar por las aldeas. En las capitales de algunos distritos, incluso se ha ajusticiado a shenshi importantes, entre ellos Yen Yung-chiu, de Siangtan, y Yang Chi-tse, de Ningsiang. Para el aniversario de la Revolución de Octubre, el mitin antibritánico y las grandes celebraciones de la victoria de la Expedición al Norte, unos diez mil campesinos por cantón realizaron manifestaciones de masas en imponentes columnas, llevando banderas de todos tamaños así como sus pértigas y azadones. Fue entonces cuando los campesinos ricos empezaron a sentirse perplejos y alarmados. En las grandes celebraciones de la victoria de la Expedición al Norte, se enteraron de que Chiuchiang había sido tomada, que Chiang Kai-shek no había sido herido en la pierna y que en realidad Wu Pei-fu había sido derrotado. Lo que es más, vieron claramente escritas en los «anuncios rojos y verdes» (carteles) consignas como «¡Wansui10 los Tres Principios del Pueblo!», «¡Wansui las asociaciones campesinas!», «¡Wansui los campesinos!». «¿Cómo?», se preguntaron los campesinos ricos, muy perplejos y alarmados, «¿los campesinos, wansui? ¿Es posible que a esta gente se le diga wansui?». Fue así como las asociaciones campesinas se sintieron dueñas de la situación. La gente de las asociaciones se puso a decir a los campesinos ricos: «¡Les apuntaremos en el otro registro!» o «¡Dentro de un mes, la cuota de ingreso será de diez yuanes por persona!». Sólo ante esta situación, comenzaron los campesinos ricos a ingresar, poco a poco, en las asociaciones campesinas11; algunos pagaron por su ingreso medio yuan o un yuan (en tanto que la cuota regular no pasaba de cien wen12) y otros consiguieron ser admitidos sólo después de haber logrado que alguien intercediera en su favor. Pero aún queda un buen número de recalcitrantes que hasta ahora no han ingresado en las asociaciones. Al ingresar, los campesinos ricos inscriben generalmente el nombre de un anciano de sesenta o setenta años de su familia, porque viven en constante temor al «reclutamiento». Después de su ingreso tampoco muestran interés por realizar ningún trabajo para las asociaciones campesinas. Permanecen siempre inactivos.
¿Y los campesinos medios? Su actitud es vacilante. Piensan que la revolución no les traerá mayores ventajas. Tienen arroz en sus ollas y nadie va a llamar a sus puertas en plena noche para reclamarles el pago de tal o cual deuda. Juzgando también las cosas según hayan existido o no, se preguntan con el ceño fruncido: «¿Podrá sostenerse la asociación campesina?». «¿Prosperarán los Tres Principios del Pueblo?». Su conclusión es: «¡Poco probable!». Se figuran que todo depende de la voluntad celestial y piensan: «¿Una asociación campesina? Pero ¿quién sabe si esto agradará al Cielo?». En el primer período, cuando la gente de las asociaciones campesinas se presentaba con el registro en casa de los campesinos medios y les decía: «Les invitamos a ingresar en la asociación campesina», ellos les contestaban: «¡No corre prisa!». Y no comenzaron a ingresar hasta el segundo período, cuando las asociaciones campesinas ya habían adquirido gran fuerza. Dentro de ellas se comportan mejor que los campesinos ricos, pero por el momento no se muestran muy entusiastas y prefieren continuar a la expectativa. Es absolutamente necesario que las asociaciones procuren el ingreso de los campesinos medios y hagan más trabajo de esclarecimiento entre ellos.
Los campesinos pobres siempre han sido la fuerza principal en la ardua lucha en el campo. Tanto en la fase de actividad clandestina como en la de actividad abierta, siempre han luchado con energía. Son ellos los más dispuestos a aceptar la dirección del Partido Comunista. Son enemigos jurados de los déspotas locales y shenshi malvados y, sin la menor vacilación, asaltan sus fortalezas. Dicen a los campesinos ricos: «Ya hace mucho que ingresamos en la asociación campesina. ¿Por qué ustedes siguen vacilando?». Y los campesinos ricos les responden en tono burlón: «No tienen ustedes ni una teja encima de la cabeza, ni una pulgada de tierra bajo los pies. ¡No van a ingresar en la asociación campesina!». En efecto, los campesinos pobres nada temen perder. Muchos de ellos literalmente «no tienen ni una teja encima de la cabeza, ni una pulgada de tierra bajo los pies». ¿Qué les puede impedir afiliarse a las asociaciones campesinas? De acuerdo con la investigación realizada en el distrito de Changshá, los campesinos pobres constituyen el setenta por ciento de la población rural; los campesinos medios, el veinte por ciento; los terratenientes y los campesinos ricos, el diez por ciento. Este setenta por ciento de la población rural, los campesinos pobres, se divide, a su vez, en dos grupos: los indigentes13 y los relativamente indigentes14. Los primeros constituyen el veinte por ciento de la población rural; son los que no poseen nada en absoluto, es decir, los que no tienen ni tierra, ni fondos, ni medio alguno de subsistencia, y se ven obligados a abandonar sus hogares para enrolarse en el ejército, trabajar de peones contratados o mendigar por los caminos. Los del segundo grupo constituyen el cincuenta por ciento de la población rural; son los parcialmente desposeídos, los que tienen un poco de tierra y algunos fondos, pero no alcanzan a comer con lo que ganan y para quienes el año entero transcurre en medio de la angustia y el trabajo agobiador; entre ellos figuran los obreros artesanos, los arrendatarios (excepto los arrendatarios ricos) y los campesinos semipropietarios. La inmensa masa de los campesinos pobres, que representa el setenta por ciento de la población rural, es la columna vertebral de las asociaciones campesinas, la vanguardia en la lucha por el derrocamiento de las fuerzas feudales y los gloriosos pioneros en el cumplimiento de la grandiosa tarea revolucionaria, que durante tantos años ha estado sin realizar. De no ser por la clase de los campesinos pobres (la «chusma», como les llaman los shenshi), habría sido imposible crear la actual situación revolucionaria en el campo y no se podría derrocar a los déspotas locales y shenshi malvados y dar cima a la revolución democrática. Por ser los más revolucionarios, los campesinos pobres han conquistado la dirección de las asociaciones campesinas. Durante el primero y el segundo períodos, casi todos los presidentes y miembros de los comités de las asociaciones campesinas al nivel más bajo han sido campesinos pobres (de los encargados de las asociaciones campesinas cantonales en el distrito de Jengshan, un cincuenta por ciento son campesinos indigentes; un cuarenta por ciento, campesinos relativamente indigentes, y un diez por ciento, intelectuales pobres). Esta dirección de los campesinos pobres es absolutamente necesaria. Sin los campesinos pobres, no hay revolución. Negar su papel es negar la revolución. Atacarlos es atacar a la revolución. Ellos nunca se han equivocado en su orientación revolucionaria fundamental. Han desprestigiado a los déspotas locales y shenshi malvados. Los han derribado a todos, grandes y pequeños, y les han puesto el pie encima. Sus numerosos actos en el período de acción revolucionaria, calificados de «excesos», han sido justamente lo que la revolución necesitaba. Algunas autoridades, direcciones del Kuomintang y asociaciones campesinas a nivel de distrito en Junán han cometido una serie de errores. A petición de los terratenientes, incluso han enviado soldados a detener a encargados de las asociaciones campesinas de niveles inferiores. Un considerable número de presidentes y miembros de los comités de las asociaciones campesinas cantonales han sido encarcelados en Jengshan y Siangsiang. Este es un error sumamente grave, que estimula la arrogancia de los reaccionarios. Para juzgar si es o no un error basta con ver cuán jubilosos se ponen los terratenientes sin ley y cómo se espesa la atmósfera reaccionaria allí donde se detiene al presidente o a miembros del campesinado. Debemos combatir todas las calumnias contrarrevolucionarias tales como «movimiento de la chusma» y «movimiento de campesinos holgazanes» y, en particular, cuidar de no realizar acciones erróneas que ayuden a los déspotas locales y shenshi malvados en sus ataques a la clase de los campesinos pobres. Aunque entre los campesinos pobres que ocupan puestos dirigentes en las asociaciones campesinas, algunos tenían efectivamente defectos, la mayoría de ellos ya se han corregido. Estos mismosresponsables están prohibiendo enérgicamente los juegos de azar y liquidando el bandolerismo. Allí donde la asociación campesina es poderosa, los juegos de azar han sido prohibidos y han desaparecido totalmente, y el bandolerismo se ha eliminado. En algunos lugares, es realmente cierto que nadie se guarda lo que encuentra en el camino y que no se atrancan las puertas por la noche. De acuerdo con la investigación efectuada en Jengshan, el ochenta y cinco por ciento de los campesinos pobres que ocupan puestos dirigentes han hecho grandes progresos, han probado ser capaces y enérgicos en su trabajo; sólo el cinco por ciento restante tienen todavía uno que otro mal hábito. A estos últimos se les puede llamar, a lo sumo, «una minoría de elementos poco sanos», pero es absolutamente inadmisible tildarlos de «chusma» a todos en bloque, haciendo coro a los déspotas locales y shenshi malvados. El problema de la «minoría de elementos poco sanos» sólo puede resolverse, bajo la consigna de las asociaciones campesinas de fortalecer la disciplina, por medio de la propaganda entre las masas, la educación de dicha minoría y el reforzamiento de la disciplina en las asociaciones campesinas; en ningún caso se puede enviar arbitrariamente soldados a arrestar gente, pues así se menoscaba el prestigio de la clase de los campesinos pobres y se da alas a la arrogancia de los déspotas locales y shenshi malvados. Este punto requiere particular atención.
[nextpage title=«Catorce grandes conquistas»]
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Catorce grandes conquistas
En general, los que censuran a las asociaciones campesinas dicen que éstas han hecho muchas cosas malas. Ya he señalado más arriba que los golpes asestados por los campesinos a los déspotas locales y shenshi malvados son acciones completamente revolucionarias y nada hay en ellas de censurable. Son muchas las cosas que han hecho los campesinos, y a fin de responder a los ataques, debemos examinar detalladamente todas sus acciones, una a una, y ver qué han hecho en realidad. He resumido y clasificado sus actividades de los últimos meses; bajo la dirección de sus asociaciones, los campesinos han logrado, en total, las siguientes catorce grandes conquistas:
Organización de los campesinos en asociaciones campesinas
Esta es la primera gran conquista de los campesinos. A este respecto, ocupan el primer lugar distritos como Siangtan, Siangsiang y Jengshan, donde casi todos los campesinos están organizados y apenas existe algún «rincón perdido» en el que no se hayan puesto en movimiento. El segundo lugar lo ocupan distritos como Yiyang y Juayung, donde la mayoría de los campesinos están organizados, pero un número reducido aún no lo están. Vienen en tercer lugar distritos como Chengpu y Lingling, donde sólo una minoría de los campesinos están organizados mientras que la mayoría todavía no lo están. La parte occidental de Junán ocupa el cuarto lugar; a esta región, que se encuentra bajo el control de Yuan Tsu-ming15, no ha llegado aún la propaganda sobre la asociación campesina y, en muchos de sus distritos, los campesinos no están en absoluto organizados. En general, los distritos de la parte central de Junán, con Changshá como centro, son los más avanzados; los de la parte meridional vienen en segundo lugar y en la parte occidental apenas empiezan a organizarse. Según los datos recopilados en noviembre del año pasado por la Asociación Campesina Provincial de Junán, en 37 de los 75 distritos de la provincia se habían creado organizaciones con un total de 1.367.727 afiliados. De ellos, alrededor de un millón se organizaron en octubre y noviembre del año pasado, cuando estaba en pleno ascenso el poderío de las asociaciones campesinas, en tanto que hasta septiembre el número de miembros no pasaba de trescientos o cuatrocientos mil. En diciembre y enero, el movimiento campesino continuó su vigoroso crecimiento. Hasta finales de enero, el número total de afiliados de las asociaciones campesinas había alcanzado por lo menos a los dos millones. Como una familia hace inscribir en general un solo nombre al ingresar en la asociación campesina y cada familia consta en promedio de cinco individuos, las masas bajo la influencia de las asociaciones deben haber llegado a unos diez millones de personas. Este acelerado y sorprendente crecimiento explica por qué los déspotas locales, shenshi malvados y funcionarios corruptos han sido aislados, por qué la sociedad contempla con estupor que el mundo actual es completamente diferente al del pasado y por qué se ha realizado una gran revolución en el campo. Esta es la primera de las grandes conquistas alcanzadas por los campesinos bajo la dirección de sus asociaciones.
Golpes políticos a los terratenientes
La primera acción de los campesinos después de establecer su organización, consiste en reducir a polvo el prestigio y autoridad políticos de la clase terrateniente, sobre todo de los déspotas locales y shenshi malvados, es decir, en derrocar el poder de los terratenientes y establecer el poder de los campesinos en la sociedad rural. Esta lucha es sumamente seria y vital. Es la lucha central en el segundo período, el de acción revolucionaria. Sin la victoria en esta lucha, es absolutamente imposible la victoria en la lucha económica por la reducción de los arriendos y los intereses, por la obtención de tierras y otros medios de producción, etc. En muchos lugares de Junán, como en los distritos de Siangsiang, Jengshan y Siangtan, el poder de los terratenientes ha sido completamente derrocado y se ha implantado un único poder: el de los campesinos; naturalmente, allí se ha resuelto el problema del poder. Sin embargo, en Liling y algunos otros distritos hay todavía lugares (por ejemplo los sectores oeste y sur de Liling) donde el poder de los terratenientes, aunque aparentemente inferior al de los campesinos, en realidad se le está oponiendo subrepticiamente, debido a que allí la lucha política no ha sido suficientemente aguda. No se puede afirmar todavía que en esos lugares los campesinos hayan alcanzado la victoria política; tienen que llevar adelante la lucha política con redoblada energía hasta aplastar por completo el poder de los terratenientes. Los métodos empleados por los campesinos para asestar golpes políticos a los terratenientes son, en resumen, los siguientes:
- Revisión de las cuentas. En la administración de los fondos públicos locales, los déspotas locales y shenshi malvados, en la mayoría de los casos, han cometido desfalcos y adulterado las cuentas. Ahora los campesinos, sirviéndose de la revisión de las cuentas, han derribado a muchos déspotas locales y shenshi malvados. En numerosos lugares se han creado comisiones revisoras con el exclusivo objeto de ajustar cuentas con los déspotas locales y shenshi malvados, quienes tiemblan ante su sola presencia. La campaña por la revisión de las cuentas ha tomado gran amplitud en todos los distritos donde el movimiento campesino se ha desarrollado; su importancia estriba, más que en recuperar el dinero malversado, en poner al descubierto los crímenes de los déspotas locales y shenshi malvados y derribarlos de su posición política y social.
- Multas. Por delitos tales como los abusos e irregularidades descubiertos durante la revisión de las cuentas, los actos de crueldad contra los campesinos en el pasado, las actividades de zapa contra las asociaciones campesinas en el presente, las infracciones a la prohibición de los juegos de azar y la negativa a entregar las pipas de opio, los campesinos imponen multas: ese déspota local debe pagar esta suma, aquel shenshi malvado, tal otra. Las multas van desde algunas decenas hasta varios miles de yuanes. Desde luego, los que han sido multados por los campesinos quedan completamente desacreditados.
- Imposición de contribuciones. A los terratenientes codiciosos y desalmados, se les exigen contribuciones en dinero, que se destinan a socorrer a los necesitados, a organizar cooperativas y cajas de crédito campesino o a cubrir otras necesidades. La contribución en dinero es igualmente una forma de castigo, sólo que más suave que la multa. Para evitarse problemas, no son pocos los terratenientes que por su propia iniciativa dan contribuciones a las asociaciones campesinas.
- Protestas. Cuando alguien perjudica, de palabra o en los hechos, a la asociación campesina y el delito no es muy grave, se reúne un grupo de campesinos e irrumpe en casa del ofensor para protestar ante él, aunque no con mucho rigor. La persona generalmente se libra firmando un compromiso de «cesar y desistir», en el cual promete explícitamente que no volverá a perjudicar ni de palabra ni en los hechos el prestigio de la asociación campesina.
- Manifestaciones masivas. Ocurre a menudo que los campesinos organizan manifestaciones de masas contra un déspota local o shenshi malvado, abiertamente enemigo de las asociaciones campesinas. Los manifestantes comen en su casa y, como es natural, sacrifican cerdos y consumen cereales. Hace poco, en Machiaje, distrito de Siangtan, una multitud de quince mil personas realizaron una visita punitiva de este tipo a seis familias de shenshi malvados; se quedaron allí durante cuatro días y degollaron más de 130 cerdos. Estas manifestaciones terminan, por lo general, con la imposición de una multa.
- Desfiles con cucuruchos de papel por las aldeas. Esta práctica es muy frecuente en todas partes. A los déspotas locales y shenshi malvados les ponen cucuruchos de papel con inscripciones como: «déspota local fulano de tal» o «shenshi malvado mengano de cual». Amarrados con una cuerda, se les hace desfilar en medio de grandes multitudes. A veces, se baten gongs y se agitan banderas para llamar la atención de la gente. Esta forma de castigo, más que ninguna otra, hace temblar a los déspotas locales y shenshi malvados. El que ha sido castigado así, aunque sea una sola vez, queda completamente desacreditado y ya no puede volver a levantar la cabeza. Por eso, los ricos generalmente prefieren pagar una multa a que les pongan cucuruchos de papel. Pero si los campesinos insisten, han de llevarlos, quiéranlo o no. Cierta asociación campesina cantonal, muy ingeniosa, arrestó a un shenshi malvado y declaró que ese mismo día le pondría el cucurucho de papel. El shenshi malvado palideció de espanto. Pero luego la asociación campesina decidió no ponérselo ese día, considerando que si así lo hacía, el shenshi malvado podía, aceptando su suerte, perder el miedo al castigo, y que era mejor dejarlo irse a casa y ponérselo cualquier otro día. Sin saber cuándo le colocarían el cucurucho de papel, el shenshi malvado vivía día tras día en constante suspenso sin poder permanecer sentado ni dormir tranquilo.
- Reclusión en la cárcel distrital. Es un castigo más severo que poner cucuruchos de papel. Arrestado un déspota local o shenshi malvado, se le envía a la cárcel distrital y se encarga al jefe de distrito que lo sentencie. Hoy los que ocupan las cárceles ya no son los mismos que antes. En el pasado eran los shenshi quienes enviaban a los campesinos a la cárcel; ahora ocurre a la inversa.
- «Destierros». La intención de los campesinos no es desterrar a los déspotas locales y shenshi malvados notorios por sus crímenes, pero sí arrestarlos o ejecutarlos. Estos huyen por temor a ser detenidos o ejecutados. En los distritos donde el movimiento campesino se ha desarrollado con fuerza, casi todos los principales déspotas locales y shenshi malvados han huido, lo cual equivale al destierro. De ellos, los de primera categoría han huido a Shanghai; los de segunda, a Jankou; los de tercera, a Changshá, y los de cuarta, a las capitales de distrito. De todos estos fugitivos, los que se encuentran más seguros son los refugiados en Shanghai. Algunos de los que huyeron a Jankou, por ejemplo, tres shenshi malvados del distrito de Juayung, han terminado siendo detenidos y llevados de vuelta. Aquellos que se han refugiado en Changshá corren aún mayor peligro de ser aprehendidos en cualquier momento por coterráneos suyos que estudian en esa capital provincial. En esta ciudad vi con mis propios ojos cómo los estudiantes detenían a dos de ellos. Aquellos que han huido a las capitales de distrito ya son de cuarta categoría, y es fácil que los descubran los campesinos, cuyos ojos y oídos son innumerables. Las dificultades financieras del gobierno provincial de Junán fueron atribuidas por las autoridades correspondientes al hecho de que los campesinos habían «desterrado» a los ricos, lo que hacía difícil la recaudación de dinero. Esto da una idea de hasta qué punto no se tolera en sus propias aldeas a los déspotas locales y shenshi malvados.
- Fusilamientos. Este castigo se reserva a los peores déspotas locales y shenshi malvados y lo imponen los campesinos junto con otros sectores de la población. Por ejemplo, a instancias de los campesinos y otros sectores de la población, las autoridades fusilaron a Yang Chi-tse, de Ningsiang, a Chou Chia-kan, de Yueyang, a Fu Tao-nan y Sun Po-chu, de Juayung. En el caso de Yen Yung chiu, de Siangtan, fueron los campesinos y otros sectores de la población los que obligaron al jefe del distrito a que aceptara sacarlo de la cárcel, y los mismos campesinos lo fusilaron. Liu Chao, de Ningsiang, fue muerto a golpes por los propios campesinos. Actualmente, Peng Chi-fan, de Liling, y Chou Tien-che y Tsao Yun, de Yiyang, esperan la sentencia a muerte del «tribunal especial para juzgar a los déspotas locales y shenshi malvados». La ejecución de un déspota local o un shenshi malvado de tanta importancia repercute en todo el distrito y contribuye muy eficazmente a la extirpación de los males remanentes del feudalismo. En cada distrito hay por lo menos varios déspotas locales y shenshi malvados de esa importancia y en algunos distritos se cuentan hasta por decenas. El único medio eficaz para aplastar a la reacción es ajusticiar en cada distrito por lo menos a unos cuantos déspotas locales y shenshi malvados culpables de los más odiosos crímenes. Cuando los déspotas locales y shenshi malvados tenían todo su poder, asesinaban a los campesinos sin pestañear. En el poblado de Sinkang, distrito de Changshá, Je Mai-chan, jefe de los cuerpos de defensa, durante los diez años que ejerció sus funciones, fue personalmente responsable del asesinato de cerca de mil campesinos menesterosos, lo que describía eufemísticamente como «ajusticiamiento de bandidos». En Siangtan, mi distrito natal, los jefes de los cuerpos de defensa del poblado de Yintien, Tang Ch n‑yen y Luo Shu-lin, en los catorce años transcurridos desde 1913, asesinaron a más de cincuenta personas y enterraron vivas a cuatro. Las primeras víctimas fueron dos mendigos absolutamente inocentes. Tang Ch n‑yen dijo: «¡Empecemos por matar a un par de mendigos!», y así perdieron la vida dos personas. Tal era la crueldad de los déspotas locales y shenshi malvados en otros tiempos, tal era el terror blanco que implantaron en el campo, y ahora que los campesinos se han levantado y han fusilado a unos cuantos y han creado un poco de terror para aplastar a los contrarrevolucionarios, ¿qué razón hay para decir que no deberían actuar así?
Golpes económicos a los terratenientes
- Prohibición de la salida de los cereales, del alza de su precio y de su acaparamiento para la especulación. Este es uno de los grandes acontecimientos de los últimos meses en la lucha económica de los campesinos de Junán. Desde octubre del año pasado, los campesinos pobres han impedido la salida de los cereales de los terratenientes y campesinos ricos y han prohibido el alza de su precio y su acaparamiento con fines especulativos. Con ello han alcanzado plenamente sus objetivos: está totalmente controlada la fuga de los cereales, su precio ha bajado considerablemente y ha desaparecido su acaparamiento especulativo.
- Prohibición del alza de los arriendos y los depósitos de garantía; propaganda en favor de su rebaja. En julio y agosto del año pasado, cuando las asociaciones campesinas eran aún débiles, los terratenientes, siguiendo su vieja práctica de máxima explotación, notificaron uno tras otro a los arrendatarios que aumentarían sin falta los arriendos y los depósitos de garantía. Pero hacia octubre, cuando la fuerza de las asociaciones campesinas había crecido considerablemente y los campesinos se pronunciaban unánimemente en contra del alza de los arriendos y los depósitos de garantía, los terratenientes no se atrevieron a musitar palabra sobre el alza. A partir de noviembre, ganada ya la supremacía sobre los terratenientes, los campesinos, en un nuevo paso adelante, realizan propaganda por la rebaja de los arriendos y los depósitos de garantía. Dicen: «Lástima que nuestra asociación no hubiera sido lo bastante fuerte cuando pagamos los arriendos el otoño pasado, si no, los habríamos rebajado entonces». Ahora, los campesinos están realizando una amplia campaña de propaganda por la reducción de los arriendos que deben pagar el otoño próximo; por su parte, los terratenientes andan preguntando sobre cómo ha de efectuarse la reducción. En cuanto a la reducción de los depósitos de garantía, ya está en marcha en Jengshan y otros distritos.
- Prohibición de la cancelación de los arrendamientos. Todavía en julio y agosto del año pasado hubo muchos casos en que los terratenientes quitaban la tierra a algunos arrendatarios para dársela a otros. Pero a partir de octubre, nadie se ha atrevido a hacerlo. Ahora ya no hay ni que hablar de esta práctica. El único problema que existe en cierta medida es si un terrateniente puede o no cancelar un arrendamiento para cultivar la tierra por sí mismo. En algunos lugares, los campesinos no permiten esto tampoco. En otros, lo permiten, pero surge entonces la cuestión de la desocupación de los arrendatarios. A este problema no se le ha encontrado todavía una solución uniforme.
- Reducción de los intereses. Se han reducido los intereses sobre los préstamos en todo el distrito de Anjua; también han habido reducciones en otros distritos. Sin embargo, allí donde las asociaciones campesinas son poderosas, los terratenientes suspenden completamente los préstamos, temerosos de que «los bienes sean comunizados»; en las aldeas ya casi no se conceden préstamos. Actualmente, la reducción de los intereses sobre los préstamos se limita a las antiguas deudas No sólo se han reducido los intereses sino que incluso se ha prohibido a los acreedores urgir la devolución de las sumas prestadas. El campesino pobre dice: «No me reproche. La cosecha es mala. ¡Le pagaré el año que viene!».
Derrocamiento del poder feudal de los déspotas locales y shenshi malvados. destrucción de los órganos de poder en los tu y los tuan
Los antiguos órganos de poder en los tu (territorios) y los tuan (cantones), sobre todo a nivel del tu, que es inmediatamente inferior al distrito, se hallaban casi exclusivamente en manos de los déspotas locales y shenshi malvados. En el tu, tenían bajo su jurisdicción entre diez mil y cincuenta o sesenta mil habitantes. Tenían fuerzas armadas propias, como los cuerpos de defensa; facultad para establecer impuestos por su propia cuenta, como por ejemplo, el impuesto por mu de tierra17, y facultades judiciales propias, como la de detener, encarcelar, interrogar y castigar a su antojo a los campesinos. Los shenshi malvados que manejaban esos organismos eran prácticamente monarcas del campo. Para los campesinos contaban menos el presidente de la República, los tuchn18 o los jefes de distrito que estos monarcas del campo; eran éstos sus verdaderos «amos»; bastaba un leve carraspeo de uno de tales «amos» para que el campesino comprendiese que debía ponerse en guardia. Pero como resultado de la actual rebelión en el campo, ha sido derribada en todas partes la autoridad de los terratenientes, y con ello, lógicamente se han desmoronado los órganos administrativos rurales en manos de los déspotas locales y shenshi malvados. Los jefes de tu y de tuan se han escondido y no se atreven ni a asomar la punta de la nariz; descargan todos los asuntos locales sobre la asociación campesina. Despachan a la gente diciendo:
– ¡Yo no me meto en camisa de once varas!
Cuando en una conversación se refieren a esos jefes, los campesinos comentan con ira:
– ¿Esos tipos? ¡Están terminados!
Y esa expresión «están terminados» describe fielmente la situación de los antiguos órganos administrativos rurales en los lugares por donde ha pasado la tormenta de la revolución.
Derrocamiento de las fuerzas armadas de los terratenientes y creacion de las fuerzas armadas de los campesinos
En Junán, las fuerzas armadas de la clase terrateniente son relativamente reducidas en la parte centro, pero más numerosas en el Oeste y en el Sur. Un promedio de unos seiscientos fusiles por distrito, hace un total de cuarenta y cinco mil para los setenta y cinco distritos; en realidad, puede haber más. En el centro y en el Sur de Junán, donde el movimiento campesino se ha desarrollado bien y los campesinos se han levantado con tal ímpetu que la clase terrateniente no ha podido oponerles resistencia, la mayor parte de sus fuerzas armadas se han rendido a las asociaciones campesinas y se han puesto de parte del campesinado, como por ejemplo, en los distritos de Ningsiang, Pingchiang, Liuyang, Changshá, Liling, Siangtan, Siangsiang, Anjua, Jengshan y Jengyang. Una pequeña parte de esas fuerzas, en algunos distritos como Paoching, toma una posición neutral, pero tiende a capitular. Otra pequeña parte, en distritos como Yichang, Linwu y Chiaje, se mantiene hostil hacia las asociaciones campesinas, pero los campesinos la están atacando y probablemente la liquidarán dentro de poco. Las fuerzas armadas arrebatadas a los terratenientes reaccionarios son todas reorganizadas como «unidades permanentes de las milicias de casa por casa»19, bajo la autoridad de los nuevos organismos rurales de administración autónoma, que son órganos de poder del campesinado. La asimilación de estas antiguas fuerzas armadas es una de las formas en que los campesinos crean las suyas propias. Otra forma, nueva, es la organización de destacamentos armados de picas, bajo la dirección de las asociaciones campesinas. La pica es una vara larga con una punta de hierro de dos filos; solamente en el distrito de Siangsiang, se cuenta con cien mil de estas armas. En otros distritos, como por ejemplo, Siangtan, Jengshan, Liling y Changshá, su número oscila entre las setenta mil y las ochenta mil, cincuenta mil y sesenta mil o treinta mil y cuarenta mil, respectivamente. En todos los distritos donde existe el movimiento campesino, estos destacamentos crecen rápidamente. Los campesinos armados de picas forman «unidades irregulares de las milicias de casa por casa». Estos enormes destacamentos armados de picas son más poderosos que las viejas fuerzas antes mencionadas y constituyen una fuerza armada recién nacida, ante cuya sola vista tiemblan los déspotas locales y shenshi malvados. Las autoridades revolucionarias de Junán deben procurar que la organización de estas fuerzas armadas se haga efectivamente extensiva a los más de veinte millones de campesinos de los setenta y cinco distritos de la provincia, que cada campesino, joven o de mediana edad, tenga una pica, y no deben imponer ninguna restricción a estos destacamentos como si fueran algo temible. ¡Quien se asuste de estos destacamentos es un verdadero cobarde! Sólo se asustan los déspotas locales y shenshi malvados, pero ningún revolucionario debe tenerles miedo.
Derrocamiento del poder del señor jefe de distrito y de sus alguaciles
No se puede depurar la administración de distrito a menos que los campesinos se alcen. Así lo ha demostrado ya el caso del distrito de Jaifeng, provincia de Kuangtung, y así lo demuestra ahora, en forma aún más evidente, el ejemplo de Junán. En un distrito donde los déspotas locales y shenshi malvados detentan el poder, quienquiera que llegue a ocupar el cargo de jefe de distrito es casi invariablemente un funcionario corrupto. En los distritos donde ya se han alzado los campesinos, la administración es íntegra, sean quienes fueren los jefes de distrito. En los que yo he recorrido, éstos tienen que consultarlo todo de antemano con las asociaciones campesinas. En los que el poder de los campesinos es particularmente fuerte, la palabra de la asociación campesina está dotada de fuerza mágica. Si la asociación exige el arresto de un déspota local o un shenshi malvado por la mañana, el jefe de distrito no se atreve a postergarlo hasta el mediodía; si exige que lo haga al mediodía, no se atreve a dejarlo para la tarde. Cuando el poder campesino apenas comenzaba a hacerse sentir en el campo, los jefes de distrito actuaban en contubernio con los déspotas locales y shenshi malvados en contra de los campesinos. Cuando el poder de los campesinos creció hasta igualar al de los terratenientes, los jefes de distrito trataron de complacer tanto a éstos como a aquéllos, aceptando algunas proposiciones de las asociaciones campesinas y rechazando otras. Al afirmar más arriba que la palabra de la asociación campesina está dotada de fuerza mágica, me refiero a la época en que el poder de los terratenientes ya ha sido totalmente derrocado por el de los campesinos. Actualmente, la situación política en distritos como Siangsiang, Siangtan, Liling y Jengshan es la siguiente:
- Todas las decisiones se toman en un consejo conjunto del jefe de distrito y los representantes de las organizaciones revolucionarias de masas. El consejo es convocado por el jefe de distrito y se reúne en las oficinas de la administración de distrito. En algunos distritos se denomina «consejo conjunto de la administración local y las organizaciones de masas» y, en otros, «consejo de asuntos de distrito». En estos consejos participan, además del jefe de distrito, los representantes de las siguientes organizaciones a nivel de distrito: la asociación campesina, la federación sindical, la asociación de comerciantes, la unión de mujeres, la unión de maestros y empleados de los centros de enseñanza, la unión estudiantil y la dirección del Kuomintang20. En estas reuniones, el jefe de distrito es influido por las opiniones de los representantes de las organizaciones de masas y siempre se somete a su voluntad. Por tanto, la adopción de un sistema democrático de comités en la administración de distrito no representará ningún problema en Junán. Los actuales órganos de poder a nivel de distrito ya son bastante democráticos en su forma y en su esencia. Y esta situación ha surgido en el curso de los últimos dos o tres meses, es decir, después de que los campesinos se sublevaron en todo el campo y derribaron el poder de los déspotas locales y shenshi malvados. Los jefes de distrito no comenzaron a halagar a las organizaciones de masas hasta que vieron que sus antiguos soportes se habían desplomado y que si no hallaban otros nuevos no podrían mantenerse en sus puestos; esto ha conducido a la situación arriba expuesta.
- El asistente judicial no tiene casos que atender. El sistema judicial de Junán está todavía organizado de tal manera que el jefe de distrito se ocupa también de administrar la justicia y el asistente judicial le ayuda a instruir los procesos. Para enriquecerse, los jefes de distrito y sus subalternos recurrían a toda clase de arbitrariedades en la recaudación de impuestos y contribuciones, en el enganche de reclutas y en la consecución de provisiones para las fuerzas armadas, así como a la extorsión y a la prevaricación en los juicios civiles o criminales. Esto último constituía la más regular y segura fuente de sus ingresos. En los últimos meses, con la caída de los déspotas locales y shenshi malvados, han desaparecido los picapleitos. Lo que es más, todos los problemas grandes y pequeños de los campesinos se solucionan ahora en las asociaciones campesinas de los diferentes niveles. Así, el asistente judicial de la administración de distrito se ha quedado prácticamente sin nada que hacer. El de Siangsiang me dijo: «Cuando no había asociaciones campesinas, llegaban diariamente a las oficinas de la administración de distrito un promedio de sesenta pleitos civiles o criminales; ahora se reciben solamente cuatro o cinco por día». De tal manera, los jefes de distrito y sus subalternos no tienen más remedio que quedarse con los bolsillos vacíos.
- Los guardias armados, policías y alguaciles andan escondidos y no se atreven a ir a las aldeas a extorsionar. En otro tiempo, los aldeanos temían a la gente de la ciudad; ahora sucede lo contrario. En particular, esa infame jauría de policías, guardias armados y alguaciles, mantenidos por las autoridades de distrito, tienen miedo de ir a las aldeas, y si lo hacen, ya no se atreven a extorsionar a nadie. Tiemblan de espanto apenas ven las picas de los campesinos.
Derrocamiento de la autoridad de clan (autoridad de los templos ancestrales y de los jefes de clan), la autoridad religiosa (autoridad del dios protector de la ciudad y de las divinidades locales) y la autoridad marital
En China, los hombres viven dominados generalmente por tres sistemas de autoridad: 1) el sistema estatal (la autoridad política), estructurado en órganos de poder a nivel nacional, provincial, de distrito y cantonal; 2) el sistema de clan (la autoridad de clan), que comprende desde los templos ancestrales del clan y del linaje hasta los jefes de familia, y 3) el sistema sobrenatural (la autoridad religiosa) constituido en su conjunto por las fuerzas subterráneas: el rey de los infiernos, el dios protector de la ciudad y las divinidades locales, y por las fuerzas celestiales: dioses y divinidades, desde el Emperador de los Cielos hasta los más diversos espíritus. En cuanto a las mujeres, además de estar sometidas a estos tres sistemas de autoridad, se encuentran dominadas por los hombres (la autoridad marital). Estas cuatro formas de autoridad ‑política, de clan, religiosa y marital- encarnan la ideología y el sistema feudo-patriarcales en su conjunto y son cuatro gruesas sogas que mantienen amarrado al pueblo chino, y en particular al campesinado. Se ha descrito más arriba cómo los campesinos derrocan la autoridad política de los terratenientes en el campo, que constituye el pilar de los demás sistemas de autoridad. Con el derrocamiento de la autoridad política de los terratenientes, comienzan a tambalear la autoridad de clan, la religiosa y la marital. Allí donde la asociación campesina es poderosa, los jefes del clan y los que administran el dinero del templo ancestral ya no se atreven a oprimir a los miembros de menor jerarquía del clan ni a desfalcar el dinero del templo. Los peores de ellos han sido derrocados como déspotas locales y shenshi malvados. Ya no se atreven a infligir los crueles castigos corporales o penas capitales que antes aplicaban en los templos ancestrales, tales como apalear a la gente, ahorcarla o enterrarla viva. Se ha roto la vieja costumbre que prohibía a las mujeres y a los pobres participar en los banquetes del templo ancestral. En Paikuo, distrito de Jengshan, las mujeres irrumpieron en el templo, acomodaron sus posaderas en los asientos y se pusieron a comer y a beber, mientras los «venerables» patriarcas del clan no tuvieron más remedio que dejarles hacer a su antojo. En otro lugar, donde los campesinos pobres estaban excluidos de tales banquetes, un grupo de ellos irrumpieron en el templo y bebieron y comieron hasta hartarse, en tanto que los déspotas locales, shenshi malvados y otros señores de largas vestiduras, aterrados, pusieron pies en polvorosa. A la par del desarrollo del movimiento campesino, tambalea en todas partes la autoridad religiosa. En muchos lugares, las asociaciones campesinas han ocupado y utilizan como sede los templos de los dioses. En todas partes propugnan la incautación de los bienes de los templos a fin de crear escuelas para los campesinos y cubrir los gastos de las asociaciones campesinas, y llaman a esos ingresos «rentas públicas procedentes de la superstición». En Liling, está de moda la prohibición de las prácticas supersticiosas y la destrucción de ídolos. En los territorios del norte de dicho distrito, los campesinos prohíben las procesiones religiosas de casa en casa con el dios del clan. En el templo de Fupoling, en Lukou, había muchos ídolos, pero como la dirección territorial del Kuomintang no tenía suficiente espacio para instalarse, todos esos ídolos, grandes y pequeños, fueron amontonados en un rincón, sin que los campesinos objetaran nada. Desde entonces, rara vez se practican sacrificios a los dioses, ritos religiosos y ofrenda de lámparas, cuando muere alguien en una familia. El iniciador de esto, Sun Siao-shan, presidente de la asociación campesina, se ha granjeado el profundo odio de los sacerdotes taoístas de la localidad. En el convento de monjas de Lungfeng, del III Territorio del norte, los campesinos y los maestros primarios convirtieron los ídolos en leña que usaron para cocinar carne. En el monasterio de Tungfu, en el sector sur, más de treinta ídolos fueron quemados por estudiantes y campesinos y sólo se salvaron dos pequeñas imágenes del «Señor Pao» que les arrebató un viejo campesino diciendo: «¡No cometan un pecado!». En los lugares donde predomina el poder de los campesinos, sólo los campesinos viejos siguen creyendo en los dioses; los jóvenes y los de mediana edad han perdido la fe. Y como las asociaciones campesinas se encuentran en manos de estos últimos, en todos esos lugares se lleva a cabo el derrocamiento de la autoridad religiosa y la erradicación de las supersticiones. En lo que concierne a la autoridad marital, siempre ha sido relativamente débil en las familias de los campesinos pobres porque las mujeres de estas familias, por necesidad económica, tienen que participar en el trabajo físico en mayor medida que las mujeres de las clases acomodadas y, por consiguiente, tienen mayor derecho a hablar y a decidir en los asuntos familiares. Durante los últimos años, con la creciente ruina de la economía rural, se ha minado la base de la dominación del hombre sobre la mujer. Y recientemente, con el surtimiento del movimiento campesino, las mujeres han comenzado en muchos lugares a organizar uniones de mujeres campesinas; ha llegado para ellas la hora de levantar la cabeza, y la autoridad marital es sacudida día a día. En una palabra, con el crecimiento del poder de los campesinos, están tambaleando la ideología y el sistema feudo-patriarcales en su conjunto. Pero en el período actual, los esfuerzos de los campesinos se concentran en la destrucción de la autoridad política de los terratenientes. Allí donde ésta ya se ha destruido completamente, los campesinos empiezan su ataque contra la autoridad de clan, la autoridad religiosa y la dominación del hombre sobre la mujer. Sin embargo, este ataque está aún en sus comienzos, pues no se podrá acabar por completo con estos tres males hasta que los campesinos hayan alcanzado la victoria completa en la lucha económica. Por lo tanto, en la actualidad, debernos orientar a los campesinos a dedicar sus máximos esfuerzos a la lucha política por el derrocamiento definitivo del poder de los terratenientes. Y luego, hay que iniciar sin demora la lucha económica para resolver en forma radical el problema de la tierra y otros problemas económicos de los campesinos pobres. En cuanto al sistema de clan, las supersticiones y la desigualdad entre el hombre y la mujer, su eliminación será consecuencia natural de la victoria en las luchas política y económica. Si se hacen demasiados esfuerzos para abolir forzada y prematuramente estas cosas, los déspotas locales y shenshi malvados se valdrán de ello como pretexto para difundir, con el propósito de socavar el movimiento campesino, consignas contrarrevolucionarias tales como «las asociaciones campesinas no respetan a los antepasados», «blasfeman contra los dioses y destruyen la religión» y «abogan por comunicar a las mujeres». Ejemplos son los recientes casos de Siangsiang, provincia de Junán, y de Yangsin, provincia de Jupei, donde los terratenientes explotaron la oposición de algunos campesinos a la destrucción de los ídolos. Son los propios campesinos quienes instalaron los ídolos y ellos, cuando llegue el momento, los tirarán con sus propias manos; no es necesario que otros lo hagan en su nombre antes de tiempo. La política de propaganda del Partido Comunista a este respecto debe ser «tensar el arco pero no disparar la flecha, indicando solamente la postura» 21. A los propios campesinos les corresponde tirar los ídolos y derribar los templos de las vírgenes mártires y los pórticos conmemorativos en honor de las viudas castas y fieles; es erróneo que otros lo hagan por ellos.
En el campo, también tuve ocasión de hacer propaganda entre los campesinos contra las supersticiones. Dije entonces:
Si usted cree en los Ocho Caracteres22, es que espera buena suerte. Si cree en la geomancia23, es porque espera beneficiarse con la ubicación de las tumbas de sus antepasados. Este año, en unos pocos meses, los déspotas locales, shenshi malvados y funcionarios corruptos han sido todos derrocados. ¿Es posible que hasta hace unos pocos meses a todos ellos la suerte les sonriera aún y la buena ubicación de las tumbas de sus antepasados les fuera todavía propicia, pero que de repente, en los últimos meses, la suerte les haya vuelto la espalda y las tumbas de sus antepasados hayan dejado de favorecerlos? Los déspotas locales y shenshi malvados se burlan de las asociaciones campesinas en estos términos: «¡Qué curioso! Hoy el mundo es un mundo de miembros de comités. ¡Fíjate, no puedes ir ni a la letrina sin que te tropieces con alguno de ellos!». Y efectivamente, en la ciudad y el campo, en los sindicatos y las asociaciones campesinas, en el Kuomintang y el Partido Comunista, en todos ellos, sin excepción, hay miembros de comités ejecutivos. El mundo es de verdad un mundo de miembros de comités. Pero ¿se debe esto a los Ocho Caracteres y a la ubicación de las tumbas de los antepasados? ¡Qué extraño! ¡De súbito se han vuelto propicios los Ocho Caracteres de todos los miserables del campo! ¡Y las tumbas de sus antepasados han comenzado de repente a favorecerlos! ¿Y los dioses? Venérenlos tanto como quieran. Pero si sólo tuvieran al Señor Kuan24 y a la Diosa de la Misericordia, y no a las asociaciones campesinas, ¿habrían podido derrocar a los déspotas locales y shenshi malvados? Esos dioses y diosas dan lástima. Ustedes los han venido venerando desde hace siglos, ¡pero ninguno de ellos ha derrocado, en bien de ustedes, ni a un solo déspota local, ni a un solo shenshi malvado! Ahora ustedes quieren que se les rebajen el arriendo. Permítanme hacerles una pregunta: ¿Cómo piensan conseguirlo? ¿Creyendo en los dioses o creyendo en las asociaciones campesinas?
Mis palabras hicieron estallar en carcajadas a los campesinos.
Difusión de la propaganda política
Aun si se hubieran creado diez mil escuelas de ciencias jurídicas y políticas, ¿habría sido posible dar en tan poco tiempo una educación política a todo el mundo, hombres y mujeres, niños y viejos, hasta en las aldeas más remotas y los rincones más olvidados del campo, como lo han hecho ahora las asociaciones campesinas? Creo que no. «¡Abajo el imperialismo!», «¡Abajo los caudillos militares!», «¡Abajo los funcionarios corruptos!» y «¡Abajo los déspotas locales y shenshi malvados!». Estas consignas políticas vuelan sin alas hacia jóvenes, adultos, viejos, mujeres y niños de las innumerables aldeas, penetran en sus mentes y desde dentro afloran a sus labios. Si usted se detiene a mirar un grupo de niños jugando, y ve que uno de ellos se enfada con otro, se enciende su mirada, patea y agita el puño, entonces podrá oír en seguida este grito penetrante: «¡Abajo el imperialismo!».
En la zona de Siangtan, cuando los niños que pastorean los bueyes se ponen a jugar a la guerra, uno de ellos hace de Tang Sheng-chi, y el otro, de Ye Kai-sin25. Poco después, uno resulta derrotado y el otro lo persigue. El perseguidor es Tang Sheng-chi, y el perseguido, Ye Kai-sin. Casi todos los niños de los pueblos saben, por supuesto, cantar la canción «¡Abajo las potencias imperialistas!», y ahora la cantan incluso muchos niños del campo.
Hay también campesinos que saben recitar de memoria el testamento del Dr. Sun Yat-sen. De él extraen términos tales como «libertad», «igualdad», «Tres Principios del Pueblo» y «tratados desiguales», y los aplican, aunque de manera bastante tosca, en su vida cotidiana. Cierta vez un individuo con aspecto de shenshi y un campesino se encontraron en un sendero. Dándose aires de importancia, el primero negó el paso al segundo. Enojado, el campesino le gritó: «¡Déspota local! ¡shenshi malvado! ¿No conoces los Tres Principios del Pueblo?». Los hortelanos de los suburbios de Changshá sufrían constantemente los vejámenes de la policía cuando llevaban sus legumbres a la ciudad. Pero ahora han encontrado un arma: los Tres Principios del Pueblo. Cuando un policía injuria o golpea a un campesino que vende legumbres, éste se defiende invocando inmediatamente los Tres Principios del Pueblo y deja al policía sin saber qué contestar. Cierta vez que en Siangtan se produjo una discordia entre una asociación campesina de territorio y otra de cantón, el presidente de esta última declaró: «¡Nos oponemos a los tratados desiguales que nos quiere imponer la asociación campesina de territorio!».
La difusión de la propaganda política en todo el campo hay que acreditarla enteramente al Partido Comunista y a las asociaciones campesinas. Carteles, dibujos y discursos de fácil comprensión han producido entre los campesinos un efecto tan amplio y rápido, que es como si cada uno hubiera pasado por una escuela política. Según las informaciones de los camaradas dedicados al trabajo rural, se hizo una propaganda política muy amplia con ocasión de tres campañas de masas: las manifestaciones antibritánicas; la conmemoración de la Revolución de Octubre y las grandes celebraciones de la victoria de la Expedición del Norte. En esas oportunidades, allí donde existían asociaciones campesinas se hizo una amplia propaganda política, que puso en movimiento a todo el campo y dio enormes resultados. De ahora en adelante, ha de prestarse atención a aprovechar todas las oportunidades para dar a las consignas sencillas arriba mencionadas un contenido cada vez más rico y un sentido cada vez más claro.
Prohibiciones campesinas
Desde el momento en que las asociaciones campesinas, bajo la dirección del Partido Comunista, implantaron su autoridad en el campo, los campesinos comenzaron a prohibir o restringir todo lo que les disgustaba. Las tres cosas más estrictamente prohibidas son: los juegos de fichas y naipes, los otros juegos de azar y el opio.
- Los juegos de fichas y naipes. Donde las asociaciones campesinas son poderosas, el mah-jong, el dominó y los juegos de naipes están totalmente prohibidos.
La asociación campesina del XIV Territorio de Siangsiang hizo quemar dos canastas llenas de fichas de mah-jong.
Quien vaya al campo, comprobará que ya no se practica ningún juego de fichas y naipes; al que infringe esta prohibición se le castiga inmediatamente sin el menor miramiento.
- Los otros juegos de azar. Ahora, los mismos antiguos «jugadores empedernidos» están prohibiendo los juegos de azar; en los lugares donde las asociaciones campesinas son poderosas, estos vicios, al igual que los juegos de fichas y naipes, han desaparecido por completo.
- El opio. Su prohibición es extremadamente rigurosa. Cuando las asociaciones campesinas ordenan la entrega de las pipas de opio, nadie se atreve a desobedecer. En Liling, a un shenshi malvado que no había entregado su pipa se le hizo desfilar por la aldea.
La campaña de los campesinos por «desarmar a los fumadores de opio», en nada cede, por su impetuosidad, al desarme de las tropas de Wu Pei-fu y de Sun Chuan-fang26 por el ejército de la Expedición al Norte. Los «wansui» (así es corno los shenshi malvados llaman en mofa a los campesinos) han desarmado a los venerables padres de un buen número de oficiales del ejército revolucionario, ancianos ya enviciados y que no pueden vivir sin su pipa. Los wansui han prohibido no sólo sembrar la adormidera y fumar el opio, sino también su tráfico. Grandes partidas del opio enviado de Kuichou a Chiangsí, a través de los distritos de Paoching, Siangsiang, Yousien y Liling, han sido interceptadas y quemadas. Esto ha afectado los ingresos del gobierno. Finalmente, tomando en consideración la necesidad del ejército de obtener fondos para la Expedición al Norte, la Asociación Campesina Provincial ha dado orden a las asociaciones campesinas de base de «postergar temporalmente la prohibición del tráfico del opio». Pero esto ha provocado gran descontento entre los campesinos.
Aparte de estas tres cosas, hay muchas más que han sido prohibidas o restringidas por los campesinos; citaremos algunos ejemplos:
- El tambor de flores. Son representaciones teatrales indecentes; están prohibidas en muchos lugares.
- Los palanquines. En muchos distritos, particularmente en Siangsiang, ha habido casos de destrucción de palanquines. Los campesinos, que odian profundamente a los que viajan en palanquines, están siempre dispuestos a destruirlos, pero las asociaciones campesinas se lo impiden. La gente que trabaja en las asociaciones explica a los campesinos: «Destruyendo los palanquines no hacen ustedes más que ahorrarles dinero a los ricos y condenar a la desocupación a los porteadores. ¿No creen que esto perjudica a los nuestros?». Comprendido el asunto, los campesinos han ideado otro medio para castigar a los ricos: han elevado considerablemente la tarifa de los porteadores.
- Elaboración de alcoholes y de azúcar. En todas partes se ha prohibido el uso de cereales para fabricar alcoholes y azúcar, lo que ha provocado incesantes quejas entre los dueños de destilerías y refinerías. En Futienpu, distrito de Jengshan, no se prohíbe la elaboración de alcohol, pero se ha fijado un precio de venta tan bajo que los fabricantes de bebidas alcohólicas, no teniendo perspectivas de ganancias, se han visto obligados a interrumpir su negocio.
- Cría de cerdos. Se ha limitado el número de cerdos que puede criar cada familia, ya que los cerdos consumen grano.
- Cría de gallinas y patos. En Siangsiang se ha prohibido la cría de gallinas y patos, pero las mujeres se oponen a ello. En Yangtang, distrito de Jengshan, no se permite tener más de tres gallinas o patos por familia, y en Futienpu, no más de cinco. En muchos lugares, la cría de patos está absolutamente prohibida, pues los patos no sólo se comen el grano, sino que además destruyen los brotes de arroz, haciendo así más daño que las gallinas.
- Festines. En todas partes están prohibidos los festines suntuosos. En Shaoshan, distrito de Siangtan, se ha determinado que no se puede servir a los invitados más que tres clases de carnes: de pollo, de pescado y de cerdo. Está prohibido servir platos preparados con brotes de bambú, algas o tallarines de lentejas. En Jengshan, se ha resuelto que el número de platos servidos en un banquete no puede pasar de ocho. En el III Territorio del este del distrito de Liling, se permite servir solamente cinco platos; en el II Territorio del norte, tres platos de carne y tres de legumbres; en el III Territorio del oeste, están prohibidos los banquetes de Año Nuevo Lunar. En Siangsiang, están prohibidos los «banquetes con rollos de huevo y carne», que en modo alguno son suntuosos. Cierta vez que una familia del II Territorio de Siangsiang ofreció un «banquete con rollos de huevo y carne» con motivo de la boda de un hijo, un grupo de campesinos, al ver violada la prohibición, irrumpió en la casa y desbarató la fiesta. En el poblado de Chiamo, distrito de Siangsiang, se abstienen de todo plato refinado y en los sacrificios a los antepasados no se ofrecen más que frutas.
- Los bueyes. Son considerados un tesoro por los campesinos. El dicho «quien mata un buey en esta vida será buey en la otra» equivale prácticamente a un dogma religioso; por lo tanto, no se puede matar bueyes. Antes de que existiera el poder de los campesinos, éstos sólo podían recurrir al tabú religioso para oponerse a la matanza del ganado bovino y no tenían fuerza real para prohibirla. Desde que surgieron, las asociaciones campesinas han hecho extensiva su jurisdicción al ganado bovino y han prohibido su matanza en la ciudad. De las seis carnicerías de la capital de Siangtan, cinco están ahora cerradas y la restante no sacrifica más que bueyes enfermos o inútiles. En todo el distrito de Jengshan está terminantemente prohibida la matanza del ganado bovino. Un campesino cuyo buey se quebró una pata, no se atrevió a matarlo sin antes consultar a la asociación campesina. Cuando la Cámara de Comercio de Chuchou cometió la imprudencia de hacer degollar un buey, los campesinos fueron a la ciudad y exigieron responsabilidades a esa entidad, la cual, además de pagar una multa, tuvo que quemar triquitraques a modo de desagravio.
- El vagabundeo. Una resolución aprobada en Liling prohíbe pedir limosna tocando el tambor en celebración de la llegada de la primavera, o bendiciendo a los dueños de casa, o bien cantando al son del Lienjua. En otros distritos, ya nadie practica este tipo de mendicidad, sea porque ha sido prohibida o porque ha desaparecido por sí sola. Los «mendigos chantajistas» o «vagabundos», que solían conducirse en forma muy agresiva, ahora han tenido que someterse a las asociaciones campesinas. En Shaoshan, distrito de Siangtan, los vagabundos, que utilizaban el templo del dios de la lluvia como refugio habitual, no temían a nadie, pero se marcharon furtivamente después de que surgieron las asociaciones campesinas. En el mismo distrito, la asociación campesina cantonal de Juti detuvo a tres vagabundos y los obligó a acarrear arcilla para cocer ladrillos. También se han adoptado resoluciones prohibiendo la onerosa costumbre de hacer visitas y regalos para el Año Nuevo Lunar.
Además, en diferentes lugares se han dictado muchas otras prohibiciones de menor importancia: en Liling, por ejemplo, se ha prohibido efectuar procesiones de casa en casa con el dios del clan, ofrendar comestibles refinados, quemar vestidos y moneda de papel el Día de los Difuntos y pegar carteles de la suerte para el Año Nuevo Lunar. En Kushui, distrito de Siangsiang, se ha prohibido hasta fumar las pipas de agua. En el II Territorio, se ha prohibido quemar triquitraques y petardos de triple carga; en el primer caso, la multa es de 1,20 yuan y, en el segundo, de 2,40 yuanes. En los VII y XX territorios han sido prohibidos los ritos religiosos para los difuntos, y en el XVIII Territorio, los presentes funerarios en dinero. Las cosas como éstas son tantas que resulta imposible enumerarlas todas, y se las puede llamar en general prohibiciones campesinas.
Estas prohibiciones revisten gran importancia en dos aspectos. Primero, representan una rebelión contra las malas costumbres sociales, como los juegos de fichas y naipes, los otros juegos de azar y el opio, costumbres nacidas del corrupto medio político de la clase terrateniente y que son barridas a la caída del poder de esta clase. Segundo, constituyen una forma de autodefensa contra la explotación por los negociantes de las ciudades, como ocurre con la prohibición de festines, de ofrendas de comestibles refinados, etc. Como los precios de los artículos industriales son sumamente altos y los de los productos agrícolas sumamente bajos, y como los campesinos sufren enormes privaciones y son explotados sin piedad por los comerciantes, para defenderse tienen que estimular la austeridad. En cuanto a la prohibición de la salida de los cereales antes mencionada, se la impone para evitar toda alza de su precio, pues a los campesinos pobres no les alcanzan sus propios cereales para alimentarse y se ven obligados a comprarlos en el mercado. Todo esto se debe a la miseria de los campesinos y a la contradicción entre la ciudad y el campo, y en modo alguno significa que los campesinos rechacen los artículos industriales y el comercio con la ciudad practicando la así llamada doctrina de la civilización oriental27. En defensa de sus intereses económicos, los campesinos tienen que organizar cooperativas de consumo para la compra en común de las mercancías. También es necesario que el gobierno ayude a las asociaciones campesinas a crear cooperativas de crédito (de préstamo). Entonces, naturalmente, los campesinos no tendrán que recurrir a la prohibición de la salida de los cereales para impedir el alza de su precio; tampoco tendrán que rechazar, como medio de autodefensa económica, la entrada en el campo de algunos artículos industriales.
Eliminación del bandolerismo
En mi opinión, ningún gobernante de ninguna dinastía, desde Yu, Tang, Wen y Wu hasta los emperadores de la dinastía Ching y los presidentes de la República, ha tenido tanto poder para eliminar el bandolerismo como el que tienen hoy las asociaciones campesinas. Donde éstas son fuertes, no queda ni rastro de bandidos. Es sorprendente que en muchos sitios hayan desaparecido hasta los ladrones de legumbres. En algunos lugares aislados todavía quedan algunos rateros, pero el bandolerismo ha desaparecido por completo en todos los distritos que recorrí, incluso en aquéllos antes infestados de bandidos. Esto se explica por las siguientes razones:
- Los bandidos no tienen dónde esconderse, pues por todas partes, en montañas y valles, se encuentran los miembros de las asociaciones campesinas que, a la primera llamada, acuden por centenares armados de picas y palos.
- Con el desarrollo del movimiento campesino, el precio del arroz ha bajado ‑en la primavera pasada, un dan28 de arroz (sin descascarillar) valía seis yuanes, pero ya para el invierno, costaba sólo dos yuanes– y así el problema de la alimentación de la población se ha hecho menos grave que antes.
- Los miembros de las sociedades secretas29 han ingresado en las asociaciones campesinas y a través de ellas pueden demostrar abierta y legalmente su valentía y descargar su rencor, de manera que las organizaciones secretas «montaña», «templo», «altar» y «agua»30 ya no tienen razón de ser. Matando cerdos y ovejas de la clase de los déspotas locales y shenshi malvados e imponiéndoles fuertes contribuciones y multas, tienen suficientes oportunidades para dar salida a su cólera contra sus opresores.
- Los ejércitos han reclutado gran número de soldados, y muchos «malhechores» se han alistado. Así pues, la plaga del bandolerismo se ha extinguido con el ascenso del movimiento campesino. En este sentido, incluso los shenshi y los ricos aprueban las asociaciones campesinas. Dicen: «¿Las asociaciones campesinas? Para ser justos, también tienen algo de bueno.»
Con la prohibición de los juegos de fichas y naipes, los otros juegos de azar y el opio, y con la eliminación del bandolerismo, las asociaciones campesinas se han ganado la simpatía de la gente en general.
Abolición de los impuestos exorbitantes
Mientras el país no sea unificado y no sean derrocadas las fuerzas del imperialismo y de los caudillos militares, no habrá manera de liberar a los campesinos de la pesada carga de los impuestos y las contribuciones del gobierno o, en términos más explícitos, de la carga de los gastos de guerra del ejército revolucionario. Sin embargo, con el surgimiento y desarrollo del movimiento campesino y la caída de los déspotas locales y shenshi malvados, se han abolido o, al menos, reducido, los impuestos exorbitantes (como el impuesto por mu de tierra) que cargaron a los campesinos los déspotas locales y shenshi malvados cuando la administración rural estaba en sus manos. Esto también debe contarse entre los méritos de las asociaciones campesinas.
El movimiento por la educación
En China han tenido acceso a la educación sólo los terratenientes, y no los campesinos. Pero la cultura de los terratenientes ha sido creada por los campesinos, pues todo lo que la constituye no es sino sangre y sudor de campesino. El noventa por ciento de la población de China no ha recibido ninguna educación, y de ese sector la abrumadora mayoría son campesinos. Con la caída del poder de los terratenientes en el campo, comenzó el movimiento de los campesinos por la educación. Veamos con qué entusiasmo los campesinos, que siempre detestaron las escuelas, abren ahora escuelas nocturnas. Ellos nunca miraron con buenos ojos las «escuelas al estilo extranjero». En mis años de estudiante, cuando volvía a mi aldea y era testigo de la oposición a esas escuelas, compartía la opinión de los «estudiantes y maestros al estilo extranjero» y me ponía de parte de esas escuelas, pensando que los campesinos, en todo caso, estaban más o menos equivocados. En 1925, cuando era ya comunista y tenía una concepción marxista, pasé seis meses en el campo y llegué a comprender que yo había sido el equivocado y que la razón la tenían los campesinos. Los textos que se usaban en las escuelas primarias rurales hablaban únicamente de las cosas de la ciudad y no respondían a las necesidades del campo. Además, los maestros de escuela primaria tenían una actitud muy mala hacia los campesinos y, en lugar de ayudarlos, se ganaban su antipatía. Por eso los campesinos preferían la enseñanza al estilo antiguo (que ellos llamaban «clases chinas») a las escuelas modernas (que calificaban de «clases extranjeras»), y les gustaban los maestros al estilo antiguo y no los de las escuelas primarias. Ahora establecen por todas partes escuelas nocturnas, a las que denominan escuelas campesinas. Algunas ya han abierto, otras se están preparando; hay un promedio de una escuela por cantón. Los campesinos ponen gran entusiasmo en la creación de estas escuelas, y a ellas son las únicas a las que consideran como propias. Los recursos para las escuelas nocturnas vienen de «las rentas públicas procedentes de la superstición», de los dineros de los templos ancestrales y de otros fondos y propiedades públicos ociosos. Las oficinas de distrito de educación se proponían usar ese dinero para establecer escuelas públicas, es decir, «escuelas al estilo extranjero» no adecuadas a las necesidades de los campesinos, mientras éstos querían destinarlo a crear sus propias escuelas. El resultado de la disputa fue que el dinero se distribuyó entre ambas partes, y en algunos lugares se ha entregado todo a los campesinos. El desarrollo del movimiento campesino ha dado por resultado una rápida elevación del nivel cultural del campesinado. No está lejano el día en que se verán surgir decenas de miles de escuelas en las aldeas de toda la provincia; eso será muy diferente de la vana charlatanería de los intelectuales y de los llamados «pedagogos» en torno a la «educación universal», que, a pesar de toda su alharaca, jamás ha pasado de ser una frase hueca.
El movimiento cooperativo
Los campesinos tienen real necesidad de cooperativas, sobre todo de cooperativas de consumo, de compra y de crédito. Cuando compran artículos, los explotan los comerciantes; cuando venden sus productos agrícolas, los estafan los comerciantes; cuando piden dinero o arroz prestado, los explotan los usureros. Y están ansiosos de encontrar una solución a estos tres problemas. Durante las operaciones militares en el valle del río Yangtsé, el invierno pasado, cuando las rutas comerciales quedaron cortadas y el precio de la sal subió mucho en Junán, numerosos campesinos organizaron cooperativas para la compra de sal. Cuando los terratenientes suspendieron los préstamos, en muchos lugares los campesinos, necesitados de dinero, intentaron organizar cajas de crédito. El gran problema es la falta de estatutos de organización modelo y detallados. Organizadas espontáneamente por los propios campesinos, estas cooperativas con frecuencia no se ajustan a los principios que las rigen, por lo cual los camaradas que trabajan entre los campesinos reclaman con insistencia esos estatutos. Si el movimiento cooperativo cuenta con una orientación adecuada, podrá desarrollarse por todas partes paralelamente a las asociaciones campesinas.
Reparacion de caminos y diques
Este es otro logro de las asociaciones campesinas. Antes del surgimiento de éstas, los caminos rurales se encontraban en pésimo estado. Sin dinero era imposible repararlos y como los ricos se negaban a dar, no había más remedio que dejarlos en mal estado. Si se hacían algunas reparaciones, era a título de obra de caridad; se recolectaban unas monedas entre las familias que «deseaban ganar méritos para el otro mundo» y se construían algunos caminos estrechos y malos. En cuanto aparecieron las asociaciones campesinas, emitieron disposiciones especificando las anchuras: tres, cinco, siete o diez chi31, según las necesidades de las diferentes vías y dieron a los terratenientes que vivían a lado y lado de los caminos la orden de encargarse cada uno de determinado tramo. Una vez dictada la orden, ¿quién podría atreverse a desobedecer? Pronto aparecieron numerosos caminos buenos. Y esto no es obra de la caridad, sino de la coacción, mas un poco de coacción de este tipo no es en absoluto algo malo. Lo mismo sucedía con los diques. Los implacables terratenientes no pensaban sino en expoliar al máximo a los arrendatarios y no querían gastar ni un céntimo en la reparación de diques; dejaban que se secaran los estanques y que los arrendatarios se murieran de hambre, sin importarles nada fuera del cobro de la renta. Ahora que hay asociaciones campesinas, se puede ordenar sin contemplaciones a los terratenientes que reparen los diques. Cuando un terrateniente se niega a hacerlo, la asociación campesina le dice afablemente: «Muy bien, ya que no quieres hacer la reparación, contribuye en grano: un dou por jornada». Como eso sería un mal negocio, los terratenientes se apresuran a repararlos por su cuenta. Es así como han sido reparados muchos de los diques que se encontraban en mal estado.
Las catorce conquistas arriba mencionadas han sido logradas por los campesinos bajo la dirección de las asociaciones campesinas. Quisiera que el lector reflexionara y dijera si alguna de ellas es mala en su espíritu fundamental y en su significación revolucionaria. Los únicos que las consideran malas, creo yo, son los déspotas locales y shenshi malvados. Resulta harto curioso que desde Nanchang32 haya salido la noticia de que Chiang Kai-shek, Chang Ching-chiang33 y otros caballeros desaprueban sobremanera las actividades de los campesinos de Junán. Comparten su opinión los dirigentes de derecha de Junán, Liu Yue-chi34 y compañía. Todos ellos han dicho: «¡Pero si se ha vuelto todo rojo!» Y yo pienso: ¡Qué quedaría de la revolución nacional sin este poquito de rojo! Hablan a diario de «despertar a las masas populares», pero se mueren de miedo apenas éstas se levantan. ¿En qué se diferencia esto del amor del Señor Ye por los dragones35?
Mao Zedong
Marzo de 1927
- La provincia de Junán era en esa época el centro del movimiento campesino en China.
- La división administrativa de China era: provincia, distrito, territorio y cantón (poblado). El cantón era la menor de las divisiones administrativas y abarcaba varias aldeas.
- Gobernador de Junán en aquel tiempo y agente de los caudillos militares del Norte. En 1926 fue derrocado por el ejército de la Expedición al Norte.
- La Revolución de 1911 derrocó el régimen autocrático de la dinastía Ching. El 10 de octubre de ese año, incitada por las organizaciones revolucionarias de la burguesía y de la pequeña burguesía, una parte del Nuevo Ejército de la dinastía Ching emprendió un levantamiento en Wuchang, provincia de Jupei, al que siguieron sucesivos levantamientos en otras provincias, y muy pronto la dominación de la dinastía Ching se vino abajo. El 1 de enero de 1912 se fundó en Nankín el Gobierno Provisional de la República de China y Sun Yat-sen fue elegido Presidente Provisional. La Revolución triunfó gracias a la alianza de la burguesía con los campesinos, los obreros y la pequeña burguesía urbana. Sin embargo, debido a que el grupo dirigente de la Revolución tenía un carácter conciliador y, en lugar de dar beneficios reales a los campesinos, cedió ante la presión del imperialismo y de las fuerzas feudales el Poder cayó finalmente en manos de Yuan Shi-kai, caudillo militar del Norte y así fracasó la Revolución.
- La antigua expresión china «sobrepasar los límites justos al corregir un error» antes era citada con frecuencia para poner trabas a las actividades de la gente únicamente se permitían reformas dentro de los límites del orden establecido en tanto que se prohibía todo acto dirigido a destruir por completo el viejo orden. Se consideraban «justas» las acciones dentro de dichos límites, en tanto que las orientadas a la completa destrucción del viejo orden eran descritas como «sobrepasar los límites justos». Ésta es también una teoría propia de los reformistas y de los oportunistas dentro de las filas revolucionarias. El camarada Mao Zedong refuta aquí esta teoría reformista. Su frase: «Para corregir un error, hay que sobrepasa los límites justos; de otra manera, el error no será corregido» significa que para terminar con el viejo orden feudal hay que emplear métodos revolucionarios de masas y no métodos revisionistas, métodos reformistas.
- Durante el invierno de 1926 y la primavera de 1917, cuando el ejército de la Expedición al norte alcanzó la cuenca del río Yangtsé, Chiang Kai-shek aún no se había revelado completamente como contrarrevolucionario y las masas campesinas todavía lo consideraban revolucionario. Los terratenientes y los campesinos ricos, por su parte, estaban descontentos con él y hacían correr el rumor de que el ejército de la Expedición al Norte había sufrido derrotas y que Chiang Kai-shek había sido herido en una pierna. Chiang Kai-shek se desenmascaró completamente como contrarrevolucionario cuando efectuó el 11 de abril de 1927 el golpe de Estado contrarrevolucionario en Shanghai y otros lugares, masacrando a los obreros, reprimiendo a los campesinos y atacando al Partido Comunista. A partir de ese momento, los terratenientes y los campesinos ricos cambiaron de actitud y comenzaron a apoyarlo.
- La provincia de Kuangtung fue la primera base de la revolución durante el período de la Primera Guerra Civil Revolucionaria (1924−1927).
- Uno de los exponentes más notorios de los caudillos militares del norte. Junto con Tsao Kun, quien se hizo famoso por su fraudulenta elección a la presidencia en 1923, pertenecía a la camarilla de Chili de los caudillos militares de norte. Apoyó a Tsao Kun para jefe de esta camarilla. Se los conocía como «Tsao Wu». Después de haber derrotado en 1920 a tuan Chi-yui, caudillo militar de la camarilla de Anjui, Wu Pei-fu se aseguró el control del gobierno de los caudillos militares del Norte en Pekín, como agente del imperialismo anglo-norteamericano. Fue él quien hizo masacrar el 7 de febrero de 1923 a los ferroviarios de la línea Pekín-Jankou, que se habían declarado en huelga. En 1924, fue derrotado en su guerra con Chang Tsuo-lin (conocida comúnmente como la «guerra entre las camarillas de Chili y Fengtien») y, en consecuencia, fue despojado del poder en Pekín. Pero, en 1926, instigado por los imperialistas japoneses e ingleses, se alió con Chang Tsuo-lin, y así retornó al poder. Wu Pei-fu fue el primer enemigo derrotado por el ejército de la Expedición al Norte, cuando éste inició su marcha desde Kuangtung en 1926.
- Los Tres Principios del Pueblo son los principios y el programa enunciados por Sun Yat-sen para la revolución democrático-burguesa en China sobre las cuestiones del nacionalismo, la democracia y la vida del pueblo. En 1924, en el Manifiesto del I Congreso Nacional del Kuomintang, Sun Yat-sen reinterpretó los Tres Principios del Pueblo, entendiendo el nacionalismo como oposición al imperialismo y expresando activo apoyo al movimiento obrero y campesino. Así, los viejos Tres Principios del Pueblo se convirtieron en los nuevos, que entrañan las Tres Grandes Políticas: alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista y ayuda a los campesinos y obreros. Los nuevos Tres Principios del Pueblo proporcionaron la base política para la cooperación entre el Partido Comunista y el Kuomintang durante el período de la Primera Guerra Civil Revolucionaria. Véase Sobre la nueva democracia, Obras Escogidas de Mao Zedong, tomo II.
- Wansui significa literalmente «diez mil años». En la época feudal, esta expresión era utilizada como forma de trato para dirigirse a los emperadores. Ahora sólo se emplea como exclamación en el sentido de «¡Viva!».
- No se debía haber permitido que los campesinos ricos ingresaran en las asociaciones campesinas; esto no lo sabían aún las masas campesinas en 1927.
- Un yuan, la unidad monetaria, equivalía a 100 fenes. Las dos eran monedas de plata. El wen era una moneda fraccionaria de cobre. Debido a sus diferentes cotizaciones en distintos lugares y períodos, resulta imposible determinar una tasa de cambio única entre el wen y el fen. En aquella época, en Junán, un fen equivalía a 60 wen.
- Aquí el camarada Mao Zedong se refiere a los asalariados agrícolas (proletarios del campo) y a los lumpemproletarios del campo.
- Aquí el camarada Mao Zedong se refiere a los semiproletarios del campo.
- Caudillo militar de la provincia de Kuichou, que en ese entonces ocupaba la parte occidental de Junán.
- En Junán, tu correspondía a territorio y tuan a cantón. Los viejos órganos administrativos de los tu y de los tuan eran instrumentos de los terratenientes para dominar a los campesinos.
- El régimen de los déspotas locales y shenshi malvados explotaba cruelmente a los campesinos cargándoles un impuesto por mu de tierra, además de los impuestos territoriales corrientes.
- El tuchn era el gobernador militar de una provincia designado por el régimen de los caudillos militares del norte. Reunía en sus manos el poder político y militar de la provincia, y era un virtual dictador. En confabulación con los imperialistas, mantenía un régimen feudo-militar en su territorio.
- Tipo de organización armada en el campo. La calificación de «casa por casa» significa que cada familia campesina, casi sin excepción, había de participar en estas milicias. Después de la derrota de la revolución en 1927, en muchos lugares estas milicias cayeron en manos de los terratenientes y se transformaron en organizaciones armadas contrarrevolucionarias.
- En esa época, muchas de las direcciones de distrito del Kuomintang, bajo liderazgo del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, establecido en Wuján aplicaban las Tres Grandes Políticas de Sun Yat-sen: alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista y ayuda a los campesinos y obreros, y constituían órganos de la alianza revolucionaria de los comunistas, el ala izquierda del Kuomintang y otros revolucionarios.
- Frase sacada del Mencio. Su significación es la siguiente: Al enseñar su arte un gran maestro de tiro al arco sólo tensa el arco, pero no suelta la flecha, aunque dé la impresión de que está a punto de dispararla. Aquí el autor emplea esta frase para indicar que los comunistas deben primero guiar a los campesinos en la obtención de plena conciencia política y después dejar que éstos, por propia iniciativa voluntariamente, desechen las creencias supersticiosas y otras malas costumbres y hábitos, y no deben dictarles órdenes ni hacer las cosas en vez de ellos.
- Práctica supersticiosa china para pronosticar la suerte según la hora, el día, el mes y el año del nacimiento de las personas.
- Creencia supersticiosa según la cual la ubicación de las tumbas de los antepasados influye en la fortuna de los descendientes. El geomántico pretende ser capaz de decir si un lugar determinado y sus alrededores son propicios.
- El Señor Kuan (Kuan Yu, 160 – 219), guerrero de la época de los Tres Reinos, era venerado tradicionalmente como un dios.
- Tang Sheng-chi fue un general que combatió al lado de la revolución durante la Expedición al Norte y Ye Kai-sin, un general secuaz de los caudillos militares del Norte, que luchó contra la revolución.
- Caudillo militar que en esa época gobernaba las provincias de Chiangsú, Chechiang, Fuchién, Chiangsí y Anjui. Fue el verdugo que reprimió las insurrecciones de los obreros de Shanghai. En el invierno de 1926, sus fuerzas principales fueron aplastadas por el ejército de la Expedición al Norte en Nanchang y Chiuchian provincia de Chiangsí.
- Doctrina reaccionaria partidaria de conservar el atrasado modo de producción agrícola y la cultura feudal del Oriente, y opuesta a la civilización científica moderna.
- Medida de peso china que en esa época equivalía a unos 60 kilogramos.
- Con relación a las sociedades secretas, véase Análisis de las clases de sociedad china.
- «Montaña», «templo», «altar», «agua», eran palabras usadas para denomina a algunas de las sectas de las sociedades secretas primitivas.
- Medida de longitud china que equivale a un tercio de metro.
- Cuando Nanchang fue tomada por el ejército de la Expedición al Norte en noviembre de 1926, Chiang Kai-shek aprovechó la ocasión para establecer allí su cuartel general. Agrupó en torno suyo a los elementos del ala derecha del Kuomintang y a algunos politicastros de los caudillos militares del norte, se confabuló con los imperialistas y fraguó su complot contrarrevolucionario para enfrentarse Wuján, en ese entonces, centro de la revolución. Finalmente, el 12 de abril de 1927 traicionando a la revolución, Chiang Kai-shek dio un golpe de Estado en Shanghai y perpetró una espantosa masacre.
- Uno de los jefes del ala derecha del Kuomintang y miembro del «trust o cerebros» de Chiang Kai-shek.
- Cabecilla de la Sociedad de Izquierda, importante organización anticomunista de entonces en Junán.
- En el libro de Liu Siang (77−6 a.n.e.) escrito en tiempos de la dinastía Jan, se narra la siguiente historia: «Al Señor Ye le gustaban mucho los dragones; sus armas, sus instrumentos y las esculturas que ornaban su palacio, tenían todos forma de dragón. Enterado de ello, un dragón de verdad descendió del cielo y fue a echar un vistazo por la ventana del Señor Ye, pero su cola se deslizó por la puerta. Al ver al dragón, el Señor Ye echó a correr abandonándolo todo, blanco de terror y como alucinado. Era que al Señor Ye no le gustaban los dragones, sino solamente lo que tuviera forma de dragón». El camarada Mao Zedong utiliza aquí este símil para mostrar que Chiang Kai-shek y sus congéneres tenían siempre a flor de labios la palabra revolución, pero, en realidad, temían y combatían la revolución.