Introducción
Analizando la situación social y política desde Andalucía, nos encontramos en un momento crítico caracterizado por el empobrecimiento de la población trabajadora y una desafección política que tiende a romper los marcos del bipartidismo sostén del régimen de la transición española de 1978. La profunda crisis global en la que nos encontramos desde los años 2007 – 2008 han ido endureciendo las políticas neoliberales y de recortes que han afectado a los sectores más humildes de la sociedad, a las clases trabajadoras y populares que son quienes están cargando con los costes
de dicha crisis. El pago a acreedores financieros, la multiplicación de las políticas de guerra, la liberalización de servicios y las privatizaciones (donde el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión ‑TTIP- no es más que otra de sus caras) suponen intentos desesperados de recuperar una tasa de beneficios perdidos a base de explotar más, si cabe, de manera cuantitativa y cualitativa, la vida de las poblaciones, la naturaleza y sus recursos tradicionales (conocimientos, técnicas de cultivo, modos de vida ‑cultura‑, etc.).
En Andalucía, esta realidad se ha unido a una estructura socio-económica resultado de décadas de políticas que ha perpetuado y agravado la dependencia de nuestra tierra al Estado español y europeo. Políticas que han promovido una agricultura extensiva con menor valor añadido que otros como el industrial y financiero y cuyos centros de poder y las ganancias han estado fuera del territorio. Una economía basada en monocultivos
, como el turismo y el inmobiliario, que ha provocado más paro, contaminación, pobreza y precariedad laboral. La entrada del Estado español en la Unión Europea creó una dependencia aún mayor de Andalucía a intereses exteriores y una profundización del latifundismo. Solo hay que mirar los números de las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC) para ver que éstas se concentran en los grandes propietarios de tierras y obvian el criterio fundamental de creación de empleo y desarrollo social. También ha provocado una intensificación del monocultivo en este sector, como es el caso del olivar y la producción de aceite de oliva de alta calidad. Incluso aunque los procesos de transformación se produzcan en nuestra tierra, una ausencia de fiscalidad de los gobiernos estatal y andaluz dejan que terminen en empresas británicas ‑es el caso de la industria cervecera Cruzcampo- y ello sin entrar en quien tiene la propiedad y el control de nuestros recursos e industrias (Moreno y Delgado, 2013: 90 – 95).
Andalucía se puede considerar, en este sentido, el sur-Periferia
dentro del norte-Centro
que en plena crisis del capitalismo global se está llevando la peor parte dentro de los países del Centro: Emigración de su población joven más cualificada, pérdida de salud, altas cotas de precariedad laboral y tasas de paro escandalosas y récord
en la Unión Europea. A esta situación de opresión se añade imponer a su territorio una frontera militarizada (Gibraltar y dos bases de la OTAN) y ser asiento de las industrias más contaminantes cuyas plusvalías se han apropiado agentes externos (polos industriales en Huelva y la Bahía de Algeciras) a lo que se añade la actual potenciación de la peligrosa minería a cielo abierto (Cruz-Rojo y Gil de San Vicente, 2015: 247 – 352). En definitiva, su papel se refuerza como expendedor
de mano de obra barata, territorio base para la explotación latifundista agroexportadora y territorio-frontera de la Europa civilizada
y militarizada frente a la amenazante
África. La reorganización del Mando África de Estados Unidos ‑AFRICOM- en la base de Morón o el refuerzo armamentístico de las bases y destacamentos estables en Andalucía; la deslocalización de empresas y desindustrialización de antiguos polos económicos; o la inmovilidad del campo andaluz en lo que a tenencia de la tierra se refiere; son pruebas de estas tendencias.
Ser consciente de esta realidad nacional, que se manifiesta de diferentes formas según los territorios y naciones donde nos encontremos, también implica no perder de vista el contexto internacional. Analizar las maniobras y movimientos que se están produciendo por la crisis profunda del capitalismo global que muestran en toda su crudeza la ausencia de valores humanísticos en la Unión Europea ante la situación de refugiados y población migrante. Crisis dentro de la cual está, lógicamente, el Estado español. Muy relacionado con lo anterior, hay que recordar las dramáticas consecuencias que para los pueblos de la periferia ha supuesto en el pasado y en el presente el terror, la violencia y la explotación más brutal ejercida por el imperialismo; y que precisamente por ello, han sido sus pueblos los que más han dado ejemplo de resistencias y victorias para el socialismo mundial. Como muy bien explica Samir Amin, las gentes del Sur han sido decisivas en la transformación del mundo como demuestra la historia del siglo XX, desde la revolución rusa, china, cubana y del pueblo vietnamita, junto a la dificultad que tienen los pueblos del Norte en cuestionar la propiedad del capital y el orden mundial imperialista (Amin en: Fanon, 2009: 16, 23 – 25).
Volviendo a Europa, el gobierno de Syriza de Grecia ha demostrado que en la Unión Europea no caben alternativas al neoliberalismo y que no les tiembla la mano en condenar a la ruina y a la pobreza a un país entero con tal de no romper con el pago a sus acreedores y seguir la hoja de ruta de la austeridad. Por otro lado, hay que destacar las limitaciones propias del gobierno de Syriza dentro de Grecia, y la imposibilidad de avanzar hacia otra relación con Europa, el famoso referéndum donde el pueblo griego dijo no, pero que se desechó desde el propio gobierno y que sirve de ejemplo de cómo gobernar no significa tomar el poder, a diferencia de lo que la interpretación reformista y socialdemócrata de las izquierdas consideran. Es por ello que a nivel europeo, no se ven expresadas fórmulas económicas fuera del ámbito del keynesianismo que se consideren alternativas, reales, frente a las medidas neoliberales imperantes. Ya que estas estas últimas medidas, junto con el militarismo en alza, son vitales para el mantenimiento de un capitalismo mundial en profundas contradicciones económicas, políticas y éticas.
En el Estado español, pese a la desafección social, se producen diferentes movilizaciones, desde el estallido del 15M, las Mareas Sociales, la defensa del derecho a la vivienda o la organización del 22M. Es en este contexto de protestas que se vertebra candidaturas ciudadanas y un espacio político-electoral como es Podemos. A nivel territorial, a la situación excepcional ‑en el sentido positivo- de la lucha del pueblo vasco, destaca el independentismo catalán como expresión del enfrentamiento con el Régimen del 78 y una organización que, sembrada durante años, ha venido en ofrecer una auténtica victoria electoral a una organización independentista de izquierda, municipalista y anticapitalista, como es la CUP. Frente a esta plasmación político-institucional ‑o precisamente por ella‑, y salvo honrosas excepciones, la organización real de tejido sindical, vecinal, asociativo, etc. no es tan acusado, y ya han comenzado a aflorar críticas sobre su efecto desmovilizador. Lo que si es necesario recalcar es la casi inexistencia de organizaciones o movimientos que planteen una clara ruptura del capitalismo y una alternativa socialista, y nos volvemos a centrar en Andalucía.
Porque la experiencia es tozuda, sin movilización social, sin trabajo político de base, sin tejido vecinal, sindical y popular; sin organizaciones revolucionarias que actúen en el seno de dichos movimientos con una dirección política, toda práctica institucional caerá en saco roto. Seguirá la ausencia de una relación de fuerzas positiva para aplicar los cambios desde las bases y con un rechazo a la economía capitalista en toda su extensión, más allá de la crítica al neoliberalismo de los programas económicos de Podemos, Izquierda Unida o el Plan B europeo. También es fundamental conectar el trabajo práctico con unos objetivos teórico-políticos que impliquen superar el capitalismo y trazar una estrategia y una guía para la acción, una filosofía de la praxis como herramienta teórico-práctica de ayuda para la transformación social en su camino al socialismo.
Filosofía de la praxis para el estudio y transformación del capitalismo en sociedades concretas
Consideramos fundamental, en la línea teórico-política de un marxismo crítico, o filosofía de la praxis
, seguir profundizando en las principales contradicciones del capitalismo ‑en un lugar y espacio dado- si queremos transformar de manera radical dicha realidad, en este caso Andalucía. Porque el estudio del capitalismo, en su máxima riqueza y en su mayor generalidad, no puede ir desligado de la búsqueda activa de su eliminación y de su sustitución por otro sistema socio-económico libre de la explotación humana y natural que conlleva el primero. Búsqueda que consideramos la aportación fundamental de Karl Marx como Rosa Luxemburg (1899: 27,28) nos muestra con estas brillantes palabras:
¿Cuál es la clave que le permitió a Marx desentrañar los fenómenos capitalistas y resolver, como si nada, problemas cuya solución los genios más brillantes de la economía política burguesa ni siquiera llegaron a barruntar? Fue su concepción de la economía capitalista como fenómeno histórico, no solo en la medida en que lo reconocen en el mejor de los casos los economistas clásicos, es decir, en lo que respecta al pasado feudal del capitalismo, sino también en lo que concierne al futuro socialista del mundo.
Partimos de Marx y Engels, del marxismo clásico y también del posterior, pero reivindicándolo de otra manera. En relación con el tema que tratamos fue el comunista italiano Antonio Gramsci (1891−1937) quien acuña el concepto de filosofía de la praxis, entre otras muchas aportaciones teóricas, en su corta vida militante. Su concepto de hegemonía de la clase dominante que no solo se refería a la economía y a la política sino también a lo que llamó cultura del poder, a través de la educación, la religión y los medios de comunicación; planteando la unión de la superestructura y la infraestructura lo que expresó como sociedad civil, con su cultura, ideología, aparato del Estado y otros esenciales elementos que conforman una sociedad concreta, abordando el tema nacional como necesario avance para el socialismo internacional. Otra de sus grandes contribuciones fue señalar que la clases sociales no son absolutas o inmutables, sino cambiantes, según las dinámicas sociales de la historia concreta de cada país y como él lo aplicó en la Italia fascista que le tocó vivir.
Gramsci fue todo un ejemplo de militancia comunista y revolucionaria, que le costó torturas y años de cárcel. En la época convulsa de la sociedad italiana y europea planteaba una revolución de su país uniendo la lucha campesina y obrera, y proponiendo la toma del poder teniendo en cuenta que dicho poder incluye un conjunto de relaciones unidas dialécticamente en un todo social frente a la vulgarización del marxismo. Advirtiendo que la condiciones objetivas no hacen la revolución: hacen falta las condiciones subjetivas de las clases trabajadoras en su proceso de luchas económicas, pero también políticas y culturales en la construcción de un contrapoder popular (Gil de San Vicente, 2012: 189 – 198).
Compartimos también las ideas del filósofo algecireño (Cádiz), exiliado en México tras el golpe fascista español, Adolfo Sánchez Vázquez (1915−2011), que entiende el marxismo como una filosofía de la praxis. Esto no significa que sea una teoría pragmática, sino por el contrario, que intenta realizar el análisis de la realidad social lo más exacto y objetivo posible, con el fin de poder guiar los fines establecidos (revolucionarios) de la mejor manera. Se considera un defensor de la obra de Gramsci, sobre todo en lo relativo al trabajo que se debe hacer en el campo cultural y moral, respetando las idiosincrasias y características propias de cada pueblo y, en este sentido, no subordinarlo a la política. Critica al marxismo occidental (el que surge como negación de aquel que se da en los países del socialismo real) como eurocéntrico, ya que no considera las aportaciones de autores marxistas de África, Asia o latinoamericanos, ni aplica las ideas de Gramsci cuando intenta desarrollar alternativas a la socialdemocracia europea.
Sánchez Vázquez, considera la praxis como elemento central de superación del idealismo en la defensa del materialismo dialéctico1. Distingue la conciencia ordinaria
de la conciencia filosófica de praxis
. La conciencia ordinaria lleva a la práctica utilitaria que se hace de manera personal y a‑teórica, aislado de la teoría (empirismo simple), a lo sumo tras una reflexión personal o individual. Superar la conciencia ordinaria requiere una praxis social, una conciencia que aúna la teoría con la práctica social, una construcción de historia humana y social. En este sentido se critica el teoricismo y la interpretaciones mecanicistas o neopositivistas del marxismo porque se olvida la importancia de la praxis, como herramienta emancipadora de la lucha de clases. Praxis que implica también la generación de conocimientos, íntimamente unidos a la elaboración de fines en la actividad de la conciencia (o actividad humana). Se actúa conociendo, de la misma manera que se conoce, actuando
(Sánchez Vázquez, 1972: 158). El conocimiento humano se integra en la doble e infinita tarea del ser humano de transformar la naturaleza exterior y la suya propia. Es la actividad de la conciencia, para transformar la realidad natural o social que necesita de una teoría que tiene como objeto satisfacer una determinada necesidad humana, y […] el resultado es una nueva realidad, que subsiste independientemente del sujeto o de los sujetos concretos que la engendraron con su actividad subjetiva […].
(Sánchez Vázquez, 1972: 160). Es por ello que la teoría se ha ido acrecentando conforme aumentaba la transformación práctica de la naturaleza, según las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas (Sánchez Vázquez, 1972: 173 – 200). Y la práctica tiene una parte objetiva y otra subjetiva, objetiva en tanto que manipula elementos objetivos, ajenos al sujeto, pero ideal, subjetiva, en tanto le guía una teoría que tiene fuerte importancia en la realidad social, en los fines propuestos, en el conocimiento nunca absoluto de la realidad que se transforma continuamente (Sánchez Vázquez, 1972: 197 – 200).
Este breve repaso de la principal obra de Adolfo Sánchez Vázquez muestra de forma metafórica el viaje de ida y vuelta de un andaluz y mejicano, pero sobre todo su aplicación a las situaciones concretas de los países que necesitan su liberación. Resalta, junto a lo anterior, la importancia de la ciencia en las actividades productivas, que se da de forma paralela o similar a la importancia de la teoría revolucionaria para la praxis política. Porque no sólo se estudia la revolución desde las experiencias prácticas, sino también desde el análisis de las contradicciones del sistema actual: de ahí el interés en estudiar el capitalismo y su surgimiento. Teoría como fundamento científico de la sustitución revolucionaria del capitalismo por el socialismo, pero sin olvidar el análisis de las muchas ramificaciones que emergen de la cultura de los opresores y de los oprimidos, donde incluimos de forma destacada el estudio de la opresión heteropatriarcal como luego veremos.
En este sentido, el marxismo es una aproximación diferente a la filosofía ‑por su carácter práctico y transformador‑, a la sociología ‑por su carácter dialéctico y militante- o a una opción meramente política ‑por suponer un método de análisis y no una receta política de aplicación a casos particulares-. De este modo, nos interesa traer aquí la reflexión filosófico-política de Carlos Marx, resumida en la XI Tesis de Feuerbach: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo
. Y a partir de estas características de lo que se trata es de intentar desarrollar el marxismo más dialéctico y crítico, como método, no como guía cerrada, que pueda aportar reflexiones, críticas y autocríticas a las luchas concretas de los diversos movimientos y organizaciones sociales. Y en este sentido es necesario destacar las aportaciones de Carlos Mariategui, quien en fechas tan tempranas como la década de 1920 trató el problema indígena en el Perú2.
Carlos Mariategui profundizó en el derecho indio a la educación, a la cultura, pero para él esos aspectos deben integrarse en las demandas de acceso a sus tierras comunales para avanzar al socialismo. Ya que las luchas y reivindicaciones indígenas, mientras se mantenga en el plano cultural o abstracto, carece de concreción histórica: debe haber reivindicación económica y política. El socialismo le lleva a plantear el problema en términos nuevos. No es un problema étnico o moral, como dicen los liberales, sino social, económico y político. Pasa de ver al indio como negación humana, parafraseando a Marx, a verlo en su contexto socio-económico. Analiza la colonización de su país por fuerzas internacionales capitalistas, imperialistas, ayudadas por las clases dominantes locales. Colonización en todas las facetas, denunciando, por ejemplo, como las manifestaciones religiosas, fueron introducidas por servicios secretos anglosajones en el siglo XIX y XX (Lowy, 2007: 108 – 126).
Mariategui defiende a los campesinos siguiendo el modelo revolucionario que se verá en Cuba (Ché) y China (Mao), entre otros. Asimismo, hizo una serie de reflexiones que chocaban con el modelo de paso al socialismo que se canonizaba en Europa (eurocéntrico y etnocéntrico): la vía al socialismo con el paso previo por la democracia capitalista. Destaca la importancia del pasado comunalista, el ayllu: Unidad familiar extensa o comunidad indígena que existía en periodos pre-colombinos, y que se mantiene en la actualidad. La milpa como unidad productiva, unidad de tierra cultivable o parcela, en el mundo andino y la minka como ayuda mutua entre campesinos o comunidades3. El socialismo que pide para América Latina se muestra en estas bellas palabras:
La historia es duración. No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco; vale la prédica constante, continua, persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la idea germinal, concreta, dialêctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento […] En nuestra bandera inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo. (Mariategui, 1928: 1.)
Este autor como, Gramsci y Lukacs en Europa, incorporaron la importancia de los aspectos subjetivos ‑aunque también comunistas de la talla de Wilheim Reich y Alexandra Kollontai- que fueron excepciones en el movimiento revolucionario marxista, y criticaron el materialismo vulgar y mecanicista del reformismo. En latinoamérica, destacan a principios del siglo XX: Julio Antonio Mella (del partido comunista cubano), Sandino en Nicaragua, o, posteriormente, autores como Eli de Gortari en México, Bolívar Echevarría en Ecuador y el conocido revolucionario Ché Guevara, cuyas obras y militancias son fundamentales para ver este marxismo teórico-práctico, dialéctico, concreto o nacionalizado. Que ha crecido teóricamente en una continua relación con la praxis, en una unidad dialéctica, en base a estudios concretos de realidades peculiares y en base a la necesidad de su transformación.
Defendemos la necesidad de encontrar un punto medio teórico-práctico que dé cuenta de las peculiaridades de cada territorio, pero que se integre en un análisis global de las contradicciones y características del capitalismo, con el fin de potenciar la acción de los movimientos y organizaciones que luchan en base a la experiencias revolucionarias de nuestro reciente pasado. Consideramos que el corpus del marxismo como teoría-matriz engloba y subsume todo aquello que tiene que ver con el sistema de explotación capitalista, con el resto de contradicciones que le son intrínsecas: ecológica, hetero-patriarcal, nacional; que lo explica todo de manera interrelacionada e histórica (Gil de San Vicente, 2011: 17 – 21). Que la explotación capitalista actual tiene un componente histórico de opresión de clase, étnico-nacional, patriarcal y de la naturaleza. Que el estudio de estas realidades permite desarrollar estrategias políticas, de praxis, para transformarla. Que el mundo no es caótico, sino que sigue normas en base a intereses de la clase en el poder. Que el capitalismo sobre todo se ha impuesto, ha impuesto su libre mercado, en base al puño de hierro del terror y la violencia, del terrorismo del estado. Que la ciencia, la educación, la tecnología, entre otros conocimientos, han surgido a la par de la necesidad de intereses económicos y militares para controlar el mundo y dominarlo; de la necesidad de conocerlo para conquistarlo y colonizarlo. Aunque lleve en su seno, como todas las demás experiencias su contrario: La cultura, la política, la ciencia, la educación y la tecnología al servicio del pueblo.
El capitalismo, así, se ha visto conceptualizado como un modelo de explotación de una clase burguesa, con un desarrollo histórico de las clases dominadas y de la propia clase burguesa, en base a la lucha de clases que se ha desarrollado en el seno del sistema. Que la racionalidad de cada empresario concreto, en su parcela de explotación capitalista, en su búsqueda del máximo beneficio; se vuelve irracional en el conjunto del sistema burgués, del capital, que lo lleva a crisis constantes y a su decadencia económica y ética. Fue Rosa Luxemburgo (1899: 11) quien analizó y comprendió esa relación dialéctica entre la empresa capitalista mediana que, según el momento de expansión o regresión de la economía capitalista mundial, penetra y crece o termina desapareciendo:
Es falso que la historia de la empresa capitalista mediana avanza en línea recta hasta su extinción gradual. El curso de este proceso es, por el contrario, bien dialéctica, y avanza en medio de contradicciones. Los sectores capitalistas medianos se encuentra, al igual que los obreros, bajo la influencia de dos tendencias antagónicas, una ascendente y otra descendente. En este caso la tendencia descendente es el alza continua de la escala de la producción, que sobrepasa periódicamente las dimensiones de las parcelas medianas de capital y las elimina una y otra vez del terreno de la competencia mundial. La tendencia ascendente es, en primer lugar, la depreciación periódica del capital existente, que disminuye nuevamente […] La representa, además, la penetración de la producción capitalista en nuevas esferas. La lucha de la empresa mediana contra el gran capital no puede considerarse como una batalla de trámite parejo en la que las tropas del bando más débil retroceden continuamente en forma directa y cuantitativa. Antes bien debe verse como la destrucción periódica de las empresas pequeñas, que vuelven a crecer rápidamente para ser destruidas una vez más por la gran industria. Las dos tendencias pelotean a los estratos capitalistas medianos. La tendencia descendente deberá triunfar al final. El desarrollo de la clase obrera es diametralmente opuesto.
[…] Si uno reconoce que los pequeños capitalistas son los pioneros del progreso tecnológico, y si es cierto que éste constituye el pulso vital de la economía capitalista, entonces es claro que los pequeños capitalistas son parte integral del desarrollo capitalista y solo desaparecerán con éste […] La tasa de ganancia, es decir, el incremento relativo de capital ‑dijo Marx- es importante en primer término para los nuevos inversores de capital, que se agrupan en forma independiente. Apenas la formación de capital cae exclusivamente en manos de un puñado de grandes capitalistas, el fuego revivificante de la producción se extingue y muere.
¡Hay algo más actual que estas líneas magistrales de Rosa Luxemburg! Mondragón, Cruzcampo, Coosur, Abengoa, son ejemplos recientes y cercanos de cómo las empresas o cooperativas que fueron medianas terminan engullidas en el sistema capitalista mundial, desaparecidas o integradas en su sistema. De cómo en periodo de crisis profunda, como la actual, las clases burguesas en el poder solo hablan de emprendedores locales, de potenciar el conocimiento para crear nuevos nichos de negocios
que tienen que tender a ser competitivas en el mercado internacional, por un lado; y por el otro, abren las puertas de par en par a grandes inversiones de empresas transnacionales extractivistas y contaminantes (minería, industrias petroquímicas en Andalucía). La clase trabajadora mientras tanto acrecienta su empobrecimiento, trabajo precario y paro. Sin olvidar que este proceso cíclico se produce en un movimiento ascendente y descendente como las olas en las tormentas desatadas por el sistema global.
Y es que la lógica del capital es el máximo beneficio económico; las burguesías y los Estados compiten entre sí para acumular capital, tierras, oro, producción y no quedarse atrás en la competición internacional de dicha acumulación, a no ser dominado en esta lucha interimperialista. Evitar debilitarse frente a otros Estados y frente a su propio pueblo explotado que puede rebelarse. La irracionalidad del sistema global se vuelve violencia y necesita de la militarización para atacar a los pueblos, aunque primero se ceba sobre los más explotados de la periferia. Y no tan periferia, solo hay que observar la sangría cruel e hipócrita que el Capital (con Estados Unidos a la cabeza) está provocando en Siria. Y, como veremos a continuación, esta violencia, este terrorismo, estuvo en la base del surgimiento del sistema capitalista y necesita recurrir a él en el pasado y en la actualidad; en la búsqueda de capital. Ser consciente de esta situación, que no es totalmente nueva, es una cuestión teórica que afecta a las metas y orientaciones de los movimientos y organizaciones sociales y políticas, es praxis, auténtica filosofía de la praxis.
Génesis del capitalismo
El análisis concreto de la realidad concreta, pasa por un imprescindible estudio histórico de cómo hemos llegado a esta situación. Ya que es de vital importancia ver los condicionantes que han hecho posible el estado actual del sistema capitalista, su surgimiento y desarrollo. Surgimiento que tiene mucho que ver con la conexión entre Europa y América en el marco de este coloquio. Sin poder profundizar lo que nos gustaría en este tema por falta de espacio, sí es necesario señalar que en los siglos XV y XVI se ponen en marcha una serie de fenómenos, en el origen del capitalismo, a los que tenemos que seguir enfrentándonos hoy en día. Hablamos de una acumulación primitiva u originaria de capital, caracterizada por la violencia y el terrorismo sobre los pueblos con el fin de conseguir su perpetuación. Ésta tiene su base en la esclavitud como práctica productiva, sobre todo, en los territorios americanos, fruto de un comercio triangular entre las metrópolis europeas, África como “expendedor” de esclavos y una gran parte de América como zona colonizada que ofrece materias primas extraídas mediante el sometimiento y explotación de la población indígena4.
El nuevo modo de producción capitalista, que se daría de forma marginal en ciertos sectores de la industria y agricultura inglesa, holandesa o francesa (siglos XVII y XVIII), en un primer momento se basó en este esclavismo; en una creciente explotación de la naturaleza (vista como algo mecánico a la que se podía exprimir productivamente gracias al desarrollo de la ciencia); así como en un mayor control de la sociedad, de su reproducción a través del sometimiento del cuerpo de la mujer, su sexualidad, libertad y sus roles sociales (concretadas en las políticas pronatalistas combinadas con la asistencia pública en Francia e Inglaterra, el registro demográfico y la intervención del Estado en la supervisión de la sexualidad, la procreación y la vida familiar).
Este aspecto de la acumulación primitiva, la referida a la apropiación de tipo reproductivo y el aumento de la opresión patriarcal sobre las mujeres, no fue suficientemente analizada y considerada por el marxismo a pesar de su esencial importancia. Por lo que creemos necesario un mayor esfuerzo teórico y, sobre todo, práctico; una insistencia en la praxis para una auténtica liberación de la mujer. Porque esta opresión, que ha durado milenios, requiere de todo un abanico de análisis y prácticas objetivas y subjetivas al que volveremos en el último apartado de nuestra ponencia. En este sentido es imprescindible el texto de Silvia Federici, El Cáliban y la bruja5, que muestra que una parte fundamental, central, de esta apropiación primitiva, fue la de tipo reproductivo, patriarcal, que sigue condicionando la actual realidad de las mujeres. La autora analiza el origen y desarrollo del capitalismo desde un punto de vista feminista, pero también de la lucha de clases. De como la caza de brujas
que ejecutó y torturó a cientos de miles de mujeres durante los siglos XVI y XVII, bajo una crisis demográfica y económica, provocó una nueva división sexual del trabajo que confinó a las mujeres al trabajo reproductivo en el surgimiento del capitalismo (Federici, 2010: 26). En esos siglos, las políticas de tierra y trabajo de la era mercantilista; tanto la persecución de las brujas
como la trata de esclavos y los cercamientos
de las tierras comunales, su control y privatización, constituyeron un aspecto central de la acumulación y formación del proletariado moderno en Europa como en el Nuevo Mundo
(Sigerist, 2011: 94, 95)6. Y que, por tanto, la expropiación de los medios de producción de los trabajadores europeos y la esclavitud de los pueblos de América y África en las minas y plantaciones del Nuevo Mundo
no fueron los únicos factores de la acumulación
, ya que este proceso requirió la transformación del cuerpo y el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuerza de trabajo (Federici, 2010: 249, 250).
La colonización del continente americano, comenzó a sentar las bases de una explotación de los grupos indígenas (trabajos forzados mediante la mit’a7), de su riqueza natural y sus conocimientos. Esta dominación de comunidades, materias primas y saberes, y se potenció, fundamentalmente, en el siglo XIX con el establecimiento, ya en una lógica completamente capitalista, de las repúblicas oligárquicas en América cuyo marco político fueron los recién inventados estado-nación. El avance del capital, frenado en parte en el siglo XX por los movimientos de resistencia y oposición organizada de sus mujeres y hombres, continua hasta nuestros días. Desde entonces, el capitalismo latinoamericano tomó un papel subordinado, en un modelo neocolonial, a los intereses del centro imperialista, y con los problemas prácticos ‑políticos, revolucionarios- que ello conlleva, como expuso la obra de Mariategui de forma magistral en su pugna con el APRA (Partido Aprista Peruano)8.
Andalucía, por su parte, se establece como territorio fundamentalmente latifundista y de explotación agropecuario tras la conquista de Al-Andalus (siglos XIII-XV). En su tierra también se vivieron los procesos de sometimiento de las mujeres y control de su sexualidad, pero no se desarrollaron estructuras capitalistas de producción, más allá del papel que la Casa de Contratación en la Carrera de Indias jugó en la llegada de metales preciosos redistribuidos a la Europa capitalista, y que se vio reflejada en el dinamismo de la agricultura y el comercio de la Baja Andalucía. Debemos destacar cómo con la pérdida de las colonias, en el siglo XIX, hay proyectos de la burguesía andaluza (fundamentalmente malagueña, sevillana y gaditana) para desarrollar un modelo económico capitalista de tipo industrial, posibilidad que fue segada por las propias oligarquías terratenientes andaluzas y las burguesías catalanas y vascas, en el naciente modelo de estado-nación español centralizado. Será este momento el que marque la tendencia actual, muy bien explicada por Manuel Delgado Cabeza (2013: 93 – 128), de un territorio periférico, de explotación de materias primas y de mano de obra barata para el resto del Estado, con importancia en el monocultivo turístico y de explotación agrícola intensiva costera, y extensiva interior.
Por una nueva sociedad andaluza fuera del capitalismo
Defendemos que es más necesario que nunca plantearse la sustitución del sistema capitalista por otro socialista o comunitario. Como también consideramos esencial reconstruir la propia historia de explotaciones del sistema capitalista (de clase, patriarcal, nacional, de la naturaleza) para conocer sus características actuales en Andalucía, donde nos encontramos, pero también conocer y solidarizarnos con la historia de las luchas de los pueblos de cualquier lugar del mundo, porque existen nexos internacionales muy potentes que hace que nuestros problemas y luchas concretas y particulares tengan mucho en común con las de otros pueblos cercanos y lejanos.
Que Andalucía no solo es una nación oprimida por el Estado español, ya que éste participa a su vez de un sistema, de una dictadura del capital y de la clase burguesa internacional que se resiste a verse despojada de sus privilegios. Resistencia que adquiere muchos ropajes visibles e invisibles siendo uno fundamental su carácter represivo, la actual Ley de Seguridad Ciudadana es solo una de las puntas de ese Iceberg. Como aspecto internacional de este carácter violento y militarista, es patente la amenaza que supone a cualquier movimiento emancipador las bases militares de la OTAN asentadas en nuestro territorio.
Estas cuestiones son silenciadas por el reformismo y por las ilusiones de una democracia parlamentaria en el Estado español y en otros Estados europeos que muestran cada vez más descaradamente su carácter reaccionario e imperialista, de manipulación ideológica a través de sus grandes medios de comunicación. Situaciones que deben continuamente denunciarse no solamente como un medio defensivo de los movimientos y organizaciones sociales y políticas; sino también porque hay que mostrar que ningún verdadero poder popular: ningún cambio en profundidad se dará en el actual marco burocrático-militar. Aquí estamos aludiendo a la defensa y búsqueda de un soberanía política del pueblo andaluz, para lo cual debemos potenciar modelos municipalistas y asamblearios que permitan una democracia real sobre la que sustentar la nueva sociedad. A nivel propositivo, también queremos señalar la necesaria transformación de la propiedad privada de medios de producción por una propiedad colectiva y comunitaria, donde se defienda la soberanía económica para todo nuestro pueblo.
Esta soberanía económica, debe ir, por su parte, de la mano de una soberanía alimentaria, ya que entendemos que nuestra tierra es lo suficientemente rica en recursos naturales, saberes y culturas tradicionales y sostenibles en esta materia, como para que tengamos que importar la mayoría de alimentos que consumimos, tal como ocurre en la actualidad. Por supuesto, necesitamos desarrollar una soberanía tecnológica, energética, de productos manufacturados, de la salud, etc. que de cuenta de las necesidades básicas de nuestra población sin depender del actual marco de producción y reproducción capitalista globalizado, que externaliza costes ambientales y humanos en países más pobres y explotados de la periferia, a costa de nuestro bienestar
. Aquí, entraríamos también en la fundamental crítica a la fetichización de la mercancía y del valor de cambio ‑del consumo- que en este sistema se convierte en sagrado, para sustituirlo por una economía del valor de uso, del buen vivir del que la cultura y modo de vida andaluza aporta tanto, en el que satisfacer las necesidades básicas de la población y sus riquezas creativas sea el motor de la sociedad y de sus inquietudes.
Estemos en Andalucía o en otra nación oprimida de Europa, de Latinoamérica o de cualquier lugar del mundo, constatamos la actualidad del análisis de la economía política de Marx y de la dialéctica en general. Que la ley tendencial a una menor tasa de ganancia y las consecuentes crisis económicas y políticas, producto de las contradicciones del sistema capitalista global, nos obliga a orientar la salida hacia el socialismo, frente al capitalismo y el imperialismo. Que nuestra consciencia política de la situación actual también nos debe movilizar en lo personal y social. Contra la burocracia, la obediencia y la sumisión hacia el Estado y sus múltiples opresiones que alcanzan hasta nuestras vidas más personales, contra la sumisión a la familia burguesa patriarcal, contra la opresión heteropatriarcal mediante la resistencia emancipadora de las mujeres y también de los hombres. Porque no podemos ser creíbles en nuestra lucha política si nuestra lucha personal está coja, si nuestra vida más personal está llena de contradicciones.
Por tanto, en Andalucía, tenemos mucho que trabajar para potenciar nuestras consciencias liberadoras en los contextos personales, sociales y políticos, interrelacionados dialécticamente. En la actualidad necesitamos insistir más en los aspectos políticos de nuestra consciencia de pueblo, sin olvidarnos de las contradicciones en el ámbito personal y frente a la opresión heteropatriarcal. Nos ayudaremos de la teoría y de la práctica, de las enseñanzas de la lucha de clases, de las experiencias de resistencias colectivas pasadas y presentes. Aumentar nuestras capacidades críticas y autocríticas dentro de los movimientos sociales y sindicales ‑en lo político- y de los ejemplos que mujeres, aunque también cada vez más hombres, nos muestran al decidir vivir sus vidas libres, no sumisas a todo tipo de fetiches de seguridad ‑en lo personal. La práctica emancipadora en todos estos imprescindibles terrenos modela nuestro pensamiento y lo hace autocrítico para seguir esa lucha de compromiso, de praxis radical, que va a la raíz de los problemas. Desde los más concretos a los más generales, y aunque ambos contextos son fundamentales, será desde lo personal y local donde el movimiento se hace y lo orienta hacia lo más general, porque es a partir de la base de las organizaciones militantes y la base de nuestras vidas coherentes con el nivel de implicación y capacidad de lucha, como podremos tejer hilos de resistencia popular.
Si optamos por el cambio, por la lucha revolucionaria, debemos dirigirla estratégicamente hacia los objetivos de una sociedad, y una vida, claramente diferente, antagónica con la civilización
del capital y antagónica con la cómoda, pero falsa, vida y familia indisoluble burguesa. En definitiva, de forma progresiva y a los niveles que las personas y grupos militantes puedan y quieran, hay que optar por el cambio en todos esos aspectos para lograr la felicidad, la buena vida, que los andaluces y andaluzas tienen de forma muy profunda en su cultura más genuina y ancestral. Cuando las mujeres y hombres de Andalucía demostramos, nos decidimos, ante los problemas, por una opción libre y plena, por el ideal de felicidad humana, aunque en muchos aspectos seamos derrotados, represaliados, en muchos otros salimos fortalecidos y nuestro esfuerzo se perpetuará en las nuevas generaciones.
Y en esta dialéctica de la lucha de clases, en esta disyuntiva o dilema, luchar o dejar hacer, obedecer al Amo
o a la Ama
9, el miedo es un elemento muy a tener presente. El miedo no solo a la represión en todos sus aspectos, sino también a la libertad como tan bien analizó Erich Fromm, el miedo a lo desconocido, a cambiar nuestra cómoda normalidad
. El miedo que nos inmoviliza, consciente o inconscientemente, y que Wilheim Reich estudió desde su disciplina, la psicología, explicando los comportamientos irracionales en el duro momento político que le tocó vivir. Que lo que es necesario explicar, no es por que el oprimido se subleva o el desgraciado se separa o se enfrenta a su situación de miseria afectiva, sino por qué la mayoría de los oprimidos no se sublevan y la mayoría de los que viven en una miserable relación afectiva no rompen con su situación.
Y es que los cambios históricos para las personas y paras los pueblos suponen decisión, elección y acción a nivel individual y colectivo. Nunca podremos estar seguros que nuestra opción sea certera, pero si estamos seguras que los movimientos, las luchas de los de abajo
crean nichos, experiencias para los actuales y futuros hombres y mujeres nuevas; y porque en el proceso, se mejoran nuestras condiciones de vida. La gran actualidad del marxismo no es solo ser guía para la lucha contra su enemigo histórico, para nosotras también radica en que nos explica que viviendo en el filo de la navaja, por ejemplo fuera de la comodidad de la pareja burguesa e hipócrita, pero viviendo felices como mujeres y hombres emancipados y colectivos (abiertos a cualquier formato de verdaderas relaciones afectivas), estamos construyendo desde ya embriones de la nueva sociedad andaluza.
Muy relacionado con los aspectos psicológicos y personales en los que nos hemos extendido por su importancia para la lucha militante, es la opresión sobre las mujeres, un asunto de suma prioridad. Los procesos históricos que muy someramente hemos analizado en el apartado anterior, explican como la opresión heteropatriarcal sigue manifestándose de muchas formas, no solo por una peor situación social y económica de las mujeres, sino también por la perpetuación del terrorismo machista, los efectos de las violaciones, el maltrato ‑sibilino a veces- o la imposición de la belleza como una condición de aceptación social que han contribuido al discurso sobre el cuerpo en nuestros tiempos.
La lucha feminista es más necesaria que nunca, una praxis que requiere una alta consciencia de dicha opresión ‑muchas veces sutil y subterránea- por parte de mujeres y hombres, y que empiezan en las mujeres, aunque ‑con cierto retraso lógico- también en los hombres. La violencia machista que sufren actualmente las mujeres en Andalucía y otros territorios que estamos analizando, es una muestra cruel de un sistema que tiene en el poder ‑objetivo y sobre todo subjetivo‑, a los hombres blancos, heteropatriarcales de todas las clases sociales, pero sobre todo los que ocupan puestos de responsabilidad y poder, incluso dentro de movimientos sociales y organizaciones revolucionarias. Por tanto, la coherencia política y social, es humo si no se ve acompañada de un coherencia personal antipatriarcal que requiere de una praxis revolucionaria como un todo. El trabajo de consciencia de clase, nacional y antipatriarcal en nuestros territorios, en Andalucía en particular, requiere de una lucha muy dura en todos los aspectos de nuestras vidas, en el día a día de las mujeres y de los hombres.
Para terminar, nos gustaría volver a reivindicar espacios como este, ya que nos ayudan a ver que los cambios sociales y transformadores sólo son posibles creando pequeños nichos de contra-poder popular en un proceso de construcción colectiva, en diferentes ámbitos, con los grupos, asociaciones, sindicatos y asambleas que, aunque con mucha dificultad, están surgiendo en nuestra tierra. Ya hemos comentado la importancia de investigar y denunciar qué se oculta debajo de la superficie, tras la fachada de la ideología dominante. Será en nuestra acción en todos los contextos comentados, y a través del método dialéctico, que nos ayudaremos a entender y relacionar mejor el análisis de la situación concreta y general, reflexiva, consciente de dicha realidad y de los propios pensamientos: la filosofía de la praxis. Que en los procesos emancipadores podemos romper con la normalidad estática y sacar las contradicciones internas, unidad y lucha entre ellas, de nosotras mismas y de la sociedad. La dialéctica es el método que hace que el marxismo sea la menos dogmática de las doctrinas y, además, donde las vivencias personales y colectivas de la lucha personal y social es dolor y pasión, alegrías y sufrimientos, es, en suma, vida misma, pero ante todo vida libre. Porque esas mujeres y hombres libres nos recuerdan que la decisión valiente y rebelde en los momentos extremos es lo que caracteriza a la especie humana.
Concepción Cruz Rojo, militante del Sindicato Andaluz de Trabajadoras/es de la Universidad de Sevilla.
Sevilla, 2 de octubre de 2016
Este escrito es una extensión de la ponencia presentada en el coloquio Poder y Periferias. Nuestra América [Abya Yala] – Nuestra Andalucía, US-Sevilla, UNAM-México DF y UC-Berkeley, 4 de diciembre de 2013÷20−21 de febrero de 2014 y 17 de abril de 2014.
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- Sigerist, H.: Hitos en la historia de la salud pública, Siglo XXI editores, México, D. F, 2011.
- La Praxis es actividad humana que se dirige a un fin ideal que la guía; el resultado está determinado por el futuro que se quiere conseguir. Es la conciencia la que determina la actividad propiamente humana: el resultado tiene dos niveles de existencia, el ideal y el efectivo. El resultado real no tiene porque adecuarse al resultado ideal, sino que el segundo guía al primero por la práctica transformadora humana. La historia humana es producto de las contradicciones entre seres individuales que actúan conscientemente con formas de organización según los pensamientos de clases, de intereses o proyectos de personas. Fines que surgen de cierta conciencia y posición ante el mundo que se quiere cambiar, no de manera abstracta, sino socialmente inscrita.
- Los fragmentos e ideas fundamentales de Mariategui han sido extraídas del libro de Michael Lowy El marxismo en América Latina. Antología desde 1909 hasta nuestros días (Edición actualizada), 2007, LOM Ediciones, Santiago de Chile, pp. 108 – 126.
- Sistema de trabajo colectivo entre comunidades de la región andina, sobre todo para hacer trabajo de utilidad también colectiva (reparar caminos puentes, etc.).
- Marx comentaba que el capital emergió
chorreando sangre y mugre de los pies a la cabeza
. En elNuevo Mundo
, multitud de personas dieron su vida sacando plata y mercurio de las minas, en Europa oriental se originó una segunda servidumbre, en la occidental se dieron los cercamientos de tierras y la caza de brujas y, en el horizonte, el surgimiento del tráfico de esclavos. - El título se basa en la obra de Shakespeare, La Tempestad, cuyos protagonistas son el Calibán (el rebelde anticolonial, símbolo del proletariado mundial) y la Bruja que encarna a la hereje, la curandera, la esposa desobediente, la mujer que se anima a vivir sola o que envenena la comida del amo.
- Unos cien años atrás en Estados Unidos ‑y esto se puede aplicar probablemente a cualquier país industrializado- una de cada cinco personas satisfactoriamente empleadas era obrera, y cuatro eran poseedores de sus propios medios de producción, en calidad de agricultores independientes, artesanos y comerciantes. Actualmente, luego de dos revoluciones industriales, cuatro de cada cinco son obreros o empleados asalariados, lo que significa que la mayoría de la población depende para vivir del mercado labora.. Sigerist, H.: Hitos en la historia de la salud pública, Siglo XXI editores, México, D. F, 2011, pp. 94,95.
- La mit’a es un sistema de trabajo obligatorio de la comunidad para el Estado, por el cual cada comunidad andina da de forma periódica trabajadores para el Estado, primero incaico, luego colonial español.
- En el contexto político de ascenso del fascismo en Europa y de las estrategias de Frente Popular, en su país, Mariategui se enfrenta a la idea de que la burguesía nacional puede realizar una revolución democrática, avanzar hacia unas repúblicas verdaderamente independientes económicamente, ya que el sistema existente es semi-feudal, según afirmaba el APRA. Argumentaba que las burguesías eran las primeras beneficiarias de un modelo económica dependiente del imperialismo y semicolonial, y, por lo tanto, que no pueden ser agentes revolucionarios ni van a modificar esencialmente el status quo; que la revolución socialista es la única salida a la situación de lo repúblicas latinoamericanas.
- Aquí nos referimos a la
figura del Amo
como símbolo del Estado opresor, pero también del hombre, padre y esposo, o novio. Y a lafigura de la Ama
como símbolo de la ideología opresora, del fetiche de la comodidad burguesa.