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Este 2017 se cumple el centenario de la revolución rusa de febrero y el de la revolución bolchevique de octubre (noviembre). Pensamos que debería abrirse un debate sobre las aportaciones de estas dos revoluciones y de cómo aplicarlas a la situación concreta de Euskal Herria.
El Manifiesto de la Comisión K17 ha sido publicado y se ha presentado para recoger firmas y realizar algunas actividades en conmemoración de la revolución rusa. Dada la ambigüedad del texto, pensamos que debemos señalar algunos puntos que este texto olvida y dejar completamente de lado.
Lo primero que llama desagradable e inquietantemente la atención es su espíritu anti leninista: se dice buscar un debate sobre la URSS pero se crea una estructura cerrada y burocrática. Debiéramos saber que Lenin y el grupo que estaba de acuerdo con la mayoría de sus tesis defendieron siempre el debate público, excepto una sola vez en la que bajo las aplastantes presiones de la contrarrevolución, la hambruna y la enfermedad que pudría al país, anularon el derecho de fracciones en el X Congreso en 1921, pero aún y todo así, en la práctica se siguió discutiendo públicamente varios años más, dentro y fuera del partido, hasta que se impuso definitivamente la burocracia desde 1928 – 1938, sin mayores precisiones ahora.
Las condiciones de participación en el debate son inaceptables no solo para cualquier leninista sino también para demócratas radicales que en estos momentos comprenden la necesidad de transparencia, crítica horizontal y abierta, que saben que las exigencias de discreción, declinación de participación, difusión limitada, organización, colaboración y participación son típicas de un sanedrín de sabios que deciden en su cenáculo lo que fue el Octubre Rojo, y lo que se puede o no se puede saber de sus discusiones. Semejante concilium secreto que decide mediante el dicho de Roma locuta, causa finita nos recuerda mucho al método empleado por la izquierda abertzale oficial para imponer sus tesis.
Otra de las cosas que sobresale del texto es que no intenta en ningún momento aprender las lecciones concretas de la revolución rusa (¿bolchevique?) para aplicarlas a Euskal Herria en general y a la izquierda abertzale en concreto. Todo el texto es una apología hueca de la URSS.
Construye un espacio vacío, un muro, entre el análisis de la revolución bolchevique y la situación en Euskal Herria. El Manifiesto de la Comisión K17 huye de comparar la experiencia de las dos revoluciones rusas con la situación concreta vasca, en general, y de la situación en la izquierda abertzale (papel de Sortu, de EH Bildu, de LAB), en concreto. Huye totalmente de comparar las posturas de los socialrevolucionarios y de otros reformistas de la época con las tesis de la «nueva estrategia» del sector oficial de la izquierda abertzale.
No podemos hablar de las enseñanzas de la revolución rusa sin hablar de la revolución vasca, es decir, en términos marxistas, de un largo proceso en el que se suceden avances y retrocesos, victorias y derrotas en una dinámica de acumulación de fuerzas que, llegado el momento, pueden intentar conquistar el cielo por asalto. El Manifiesto de la Comisión K17 no habla de eso: es un texto que puede ser firmado sin reparos por los «anticapis» de Podemos si se le retoca un poquito con color rojo, como por la «izquierda» interna de Sortu si no se cita a la burguesía vasca: la premeditada abstracción del Manifiesto de la Comisión K17 permite un arco iris de opiniones que, al final, coinciden en no pisar la realidad vasca, ni siquiera la realidad histórica de la revolución rusa, la que niegan constantemente a lo largo del texto.
El aprendizaje que se extrae de las derrotas es, con frecuencia, más importante que el que se obtiene de las victorias. Es por esto que expondremos algunas reflexiones actuales que surgen de la toma por las armas del Palacio de Invierno:
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Veamos las diferencias y coincidencias entre el 1917 ruso y el 2017 vasco: por un lado tenemos un imperio tardofeudal decadente y por otro una pequeña nación capitalista oprimida por dos Estados. ¿Qué composición de clase, dinámica de explotación, opresión y dominación; fuerzas socioculturales, privadas, religiosas y/o educativas, industria cultural y político-mediática, etc., que sustentan al capitalismo vasco y a la dominación franco-española, existen ahora en comparación a las de 1917 en Rusia?
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El capitalismo mundial en 1917 y en 2017: los impactos de las crisis de 1929, 1967 – 1973 y 2007, las nuevas formas de las contradicciones esenciales del capital y las nuevas contradicciones del capital hacen que la deuda mundial sea impagable. La crisis de 1914 – 1916 llevó a la revolución de 1917: ¿hace falta una crisis similar ahora para hacer estallar las contradicciones generales que aceleren la crisis francoespañola y vasca, como ocurrió en la Europa de entonces? ¿qué cambios han introducido las crisis de 1929, 1967 – 1973 y 2007 en el contexto vasco?
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Las primeras medidas socioeconómicas que los bolcheviques tomaron y los intentos iniciales de llevarse bien con el grueso de la burguesía para evitar su paso a la contrarrevolución, para intentar retrasar el estallido de la contrarrevolución no llevaron a nada y fracasaron ¿Sería posible que algo parecido sucediera en Euskal Herria? La clase capitalista también aprende.
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La inexistencia del sindicalismo reformista y de democracia burguesa, facilitó la aparición de los soviets y de la democracia directa en 1917; ahora la farsa autonomista, democrática y sindical divide a la clase obrera y aliena a una parte de ella: ¿qué democracia directa, comunal y soviética podemos impulsar y cómo? El capitalismo actual tiene, por ahora, bastante más poder alienador, integrador y represor que el ruso de 1917.
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Comparada con la actual, la pequeña burguesía era débil y todavía más débiles eran las llamadas «clases medias» mientras que el campesinado era gigantesco con una mayoría empobrecida. La alianza obrero-campesina facilitó la victoria de la revolución y la aseguró incluso hasta poco después de haberse puesto en marcha la NEP, debilitándose después. ¿Qué alianzas son posibles ahora con la pequeña burguesía y las mal llamadas «clases medias»? ¿Qué concepto de hegemonía podemos desarrollar: el bolchevique y el consejista del Gramsci de Turín, que coinciden en lo decisivo, o el de la versión eurocomunista que ha tergiversado al Gramsci de los consejos y rechaza el bolchevique?
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La revolución bolchevique se negó a pagar la deuda zarista y burguesa, e hizo públicos los documentos secretos que ataban los pueblos de Rusia a los imperialismos: ¿Cómo hacer lo mismo ahora, ante la Unión Europea, el capital financiero mundial, las transnacionales, el euro y el dólar, la OTAN, etc.?
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El programa bolchevique recogía el derecho a la independencia y lo puso en práctica de forma consecuente en los primeros años, reforzando la revolución. ¿Qué tenemos que hacer para convencer a los «bolcheviques» estatales que hagan lo mismo? ¿Cómo prepararnos desde ahora, teniendo en cuenta que estos «bolcheviques» estatales llevan años sin aceptar el derecho a la independencia de las naciones oprimidas por los Estados español y francés y que, pensamos, que cuando se presente el momento tampoco lo harán?
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Empezó la revolución y el desgaste y la contra hicieron que se aplicase el «comunismo de guerra» y después la nueva política económica (NEP). Surgió entonces con fuerza el debate sobre la relación entre plan y mercado. Ahora la realidad y el debate es sobre la ley del valor, el capital y el mercado mundializados, sobre el socialismo de mercado, o la planificación socialista de la economía: ¿qué independencia y qué sistema de dirección económico-política podemos tener en este contexto diferente al de 1917? ¿Cómo avanzar en este debate hoy mismo en la izquierda abertzale y qué implicaciones prácticas conlleva?
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Aprendiendo de la profundidad del llamado «Gran Debate» en la URSS sobre la estrategia económica, luego reiniciado varias veces allí mismo, y en todos los países en tránsito al socialismo, desde los de Europa del Este hasta la China Popular de comienzos de la década de 1980, pasando por la Cuba de comienzos de la de 1960, por citar los «debates oficiales»: ¿Cómo hay que argumentar sobre la nulidad del «socialismo del siglo XXI» y sobre el llamado «socialismo identitario».
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Estalló en octubre de 1917 una revolución antipatriarcal, sexual, educativa, cultural y artística impresionante que rápidamente empezó a sufrir críticas desde dentro mismo de sectores bolcheviques, al igual que sucedió en verano de 1936 en las zonas de Euskal Herria que vencieron al fascismo, sobre todo en los dos meses que duró la Comuna de Donostia. Teniendo en cuenta la opresión lingüístico-cultural que sufrimos y el retroceso de nuestra lengua ¿Qué política de liberación cultural global debemos lanzar desde ahora? ¿Cómo ha de sufragarse, qué clase social ha de pagar el grueso del gasto urgente e imprescindible para la euskaldunización, la liberación de la mujer, la pedagogía sexual, la creatividad artístico-cultural?
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La insurrección de octubre resultó victoriosa porque los bolcheviques se habían preparado teórica, ética, política y organizativamente desde siempre y en especial desde 1905 para la insurrección. La nueva militancia aprendía desde el primer minuto que la conquista del poder, del Estado obrero, y la destrucción del Estado burgués, serían imposible sin una dosis de violencia revolucionaria; sabía que cuanto mejor se preparase para ello, menor sería esa dosis de necesaria violencia y más segura, rápida y profunda la victoria. El «arte de la insurrección», en general, es básico en el bolchevismo, en el marxismo. ¿Podemos despreciar no solo la experiencia bolchevique sino la esencia misma de la lucha revolucionaria? ¿Qué lecciones siguen siendo actuales e incluso se han hecho más vigentes?
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En la URSS de la guerra contrarrevolucionaria de 1918 – 1921, la democracia soviética tuvo que centralizarse mediante el Estado obrero, muy descentralizado al principio. La guerra contra la invasión imperialista exigió centralizar el esfuerzo bélico y crear un Ejército Rojo muy disciplinado, pero también las milicias obreras y las guerrillas detrás del frente imperialista: la disciplina roja era consciente, opuesta en todo a la disciplina obligatoria de los ejércitos capitalistas, al menos hasta la segunda mitad de los años 30. ¿Qué forma de autodefensa necesitaremos: pueblo en armas…? ¿Qué justicia…?
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Después, en la revolución alemana de 1918 – 1919 la inmensa mayoría de los consejos obreros, excepto el de la República Roja de Baviera y pocas zonas más, dieron el poder político y armado a la reacción dirigida por la socialdemocracia. En Rusia existía el partido bolchevique con mucha experiencia, pero en Alemania el partido espartakista era muy pequeño e inexperto, obstáculo que también se sufrió en Italia, Hungría, Finlandia, etc. La reflexión que debemos hacernos es ¿cómo tiene que ser aquí y ahora la necesaria organización revolucionaria? ¿Qué organización internacional tenemos que ir construyendo según la lección de la Internacional Comunista de 1919?
Solo hemos citado algunas de las cuestiones vitales que nos plantea la revolución bolchevique. Otras irán saliendo más tarde, como, por ejemplo, ¿tenemos que copiar la política bujarinista de «¡Enriqueceos!»? ¿Tenemos que aplicar el estajanovismo estalinista? ¿Tenemos que repetir el error del crecimiento cuantitativo y desarrollista en vez del cualitativo? ¿Tenemos que aplicar las ideas del último Lenin sobre el cooperativismo socialista, sobre la economía social, sobre la democratización directa, obrera y popular para combatir la burocracia creciente? ¿En qué medida podremos adaptar estas y otras cuestiones a nuestras necesidades?
Como ya hemos comentado el Manifiesto de la Comisión K17 evita por todos los medios rozar la realidad vasca. En esta cuestión decisiva, el Manifiesto no es en absoluto leninista: si en algo se caracteriza Lenin es en, al menos, tres cosas: el análisis concreto de la realidad concreta, la necesidad de tomar el poder partiendo de lo concreto y la necesidad de la organización de vanguardia concreta para tomar el poder concreto en una situación concreta. Nada de esto aparece en el Manifiesto: podemos decir que es un texto de «charla y diálogo» aceptable por la casta académica que tanto influye en la izquierda abertzale oficial.
El párrafo 2 es ambiguo y por ello peligroso porque no dice si se quiere estudiar 1917 para extraer cosas positivas para Euskal Herria o si solo se pretende estudiar la situación de los comunistas en Euskal Herria, aunque luego se dice algo sobre extraer lecciones para el presente en el párrafo 6, si bien, como veremos, a lo largo del todo el Manifiesto no se sugiere absolutamente nada.
El párrafo 5, sobre el Estado socialista, es incorrecto si no se explica el proceso hacia el socialismo desde el capitalismo, si no se dice que durante este período de transición revolucionaria al socialismo debe ir desapareciendo la ley del valor, debe desaparecer el mercado regido por ella y por el valor de cambio, debe ir desapareciendo el Estado y el mercado, etc. En todo el texto no se cita ni una sola vez la ley del valor, ni la irreconciliabilidad entre el mercado y la planificación socialista de la economía, etc. No se cita la relación que une al mercado con el Estado. No plantean ninguno de estos problemas que causan pavor en la burguesía vasca.
En este sentido, hay una permanente confusión en el Manifiesto en la utilización de definiciones –que no de conceptos– facilonas, mecánicas y estáticas: Estado socialista, socialismo, transformación revolucionaria, etc., que permiten toda serie de elucubraciones porque no se enfrentan al movimiento de las contradicciones y porque no profundizan en lo concreto-vasco.
En los textos «clásicos»,prácticamente hasta Lenin, no se hace mucha distinción entre la fase socialista, o fase inferior del comunismo, y la fase comunista plenamente desarrollada. Pero en estos textos, el comunismo es conceptualizado dialécticamente: un objetivo histórico al que llegar y sobre el cual tenemos ahora mismo relativamente pocos datos concretos –aunque más que en 1917 – 1924, y bastantes más que en 1843 – 1883 – ; y una práctica cotidiana –la praxis comunista– que en la medida de lo posible intenta prefigurar parte de ese objetivo histórico. En este sentido dialéctico, debe hablarse de sociedad capitalista en transición al socialismo y comunismo, Estado socialista, etc., es decir, en el primer contenido del concepto, y a la vez debe y puede hablarse de Estado socialista, democracia socialista, praxis socialista, etc., como el avance diario hacia esa sociedad comunista mundial.
La crisis del modelo de acumulación de los párrafos 7 y 8 es correcta pero no dice nada sobre las responsabilidades de la URSS desde la segunda mitad de los años 30 y sobre todo desde 1944, en la generación de las condiciones previas para que el capitalismo avanzase en ese sentido. Pareciera que la deriva de la URSS hacia la burocracia no tuviera nada que ver con el desprestigio creciente del ideal comunista desde finales de la década de los años 60 en Europa. Parece como si la práctica interclasista de los partidos comunistas fieles a Moscú no fueran responsables en parte de esa evolución, sin olvidar las enormes fuerzas manipuladoras inherentes al capitalismo.
En el párrafo 9, sobre algunas democracias burguesas «avanzadas» no se dice nada sobre la responsabilidad de la URSS y de los partidos comunistas de obediencia estalinista en parar en seco las fuertes luchas que querían avanzar hacia el socialismo porque sus burguesías estaban muy debilitadas debido a la colaboración con el ocupante nazi. En Italia, Estado francés, Grecia y zonas industriales de Europa occidental se daba una situación de doble poder entre la guerrilla comunista y el ejército aliado que no contaba todavía con la legitimidad de una burguesía desprestigiada. La URSS obligó a los estalinistas a sacrificar la revolución en esas zonas para cumplir los acuerdos secretos firmados con los aliados burgueses al margen de los pueblos.
En los párrafos 11 y 12 estaría bien reconocer que pronto surgieron críticas y advertencias sobre los riesgos burocráticos: la oposición obrera, Kolontay, etc., el mismo Lenin, mucho antes que Trotsky. No se dice nada de las relaciones entre los consejos y los soviets con el partido, nada de las relaciones del partido bolchevique con otros partidos, de sus relaciones con los sindicatos, es decir, no se dice nada de uno de los problemas claves de la transición al socialismo: qué sistema de democracia socialista y de dictadura del proletariado.
El párrafo 13 se queda corto: es cierto que hay que romper con la Unión Europea, la Troica, etc. ¿pero ello no implica una ruptura con la burguesía vasca? ¿Por qué no se dice ni siquiera una sola frase sobre eso? Esta ausencia de las contradicciones actuales es tanto más llamativa cuanto que en los puntos siguientes, 18, 19, 20, 21 y 22, una y otra vez se plantea en abstracto el problema del poder.
El párrafo 19 es totalmente erróneo: no fueron «errores» sino choques frontales de líneas estratégicas opuestas, la revolución rusa tampoco «fenece prematuramente» en 1991, sino que ya estaba podrida antes porque habían fracasado todos los intentos de reforma interna. Si bien en el párrafo 28 se vuelve a hablar con algo más de detalle de los «errores» y se reconocen las contradicciones internas, no se ofrece un pequeño listado de ellas y menos aún qué hacer para no repetirlas ahora en Euskal Herria.
En los párrafos 20, 21, 22 y 23 se debería, al menos, ofrecer algunas fases: por ejemplo, la emancipación de la mujer fue recortada paulatinamente desde la mitad de los años 20 hasta llegar a limitarse mucho el derecho de aborto en 1937, pasó otro tanto con la revolución sexual y los derechos polisexuales, lo mismo que con la revolución cultural y con los avances en la liberación de los pueblos oprimidos. Sobre los derechos laborales y sindicales hay que decir que fueron recortados en los años 30, etc. El repudio de la deuda externa, la publicitación de los acuerdos secretos internacionales del zarismo y de Kerensky, etc., es un gran logro de la época de Lenin y durante poco tiempo después, pero que fueron abandonados cuando la URSS negociaba en secreto con el nazismo y el imperialismo, cuando empezó a endeudarse con el capital financiero en los años 60, etc. ¿Y de las purgas? El peor favor que puede hacerse a las impresionantes lecciones necesarias para nuestro presente que nos aporta la URSS es ocultar sus contradicciones internas.
En los párrafos 24, 25 y 26 se dice la verdad, pero de forma abstracta e intemporal porque el problema concreto y actual es ¿cómo aplicar esta lección a Euskal Herria? La respuesta es el silencio.
El párrafo 28 es peligrosamente ambiguo y da pie a varias interpretaciones: un error fue prohibir las fracciones en el X Congreso de 1921, como hemos dicho. Otro fue no prestar atención al creciente poder del cargo de secretario general: en un principio era un cargo estrictamente técnico sin influencia política alguna porque los viejos bolcheviques entendían con razón que lo decisivo se jugaba en los múltiples frentes de batalla, hasta que Stalin se agarró a él como un pulpo a una roca. Otro error fue no separar el partido del Estado y no precisar las tareas diferentes de partido y Estado por un lado y, por otro, sindicatos, democracia soviética, etc. Podríamos citar más errores pero también hay que discernir en qué medida estaban determinados tanto por las urgencias contextuales como por la herencia teórico-política, como por las limitaciones personales.
La importancia de esta cuestión es decisiva en la actualidad porque, de un modo u otro, los procesos revolucionarios tienden a repetir esos mismos errores. Por esto es peligroso no hacer ninguna referencia, por ejemplo, a China, etc., y sobre todo a Euskal Herria con la burocratada del «debate Abian» y el verticalismo disfrazado que encorseta el actual «debate» en Sortu. Pero un ejemplo inmediato lo tenemos aquí mismo, en el Manifiesto de la Comisión K17.
Como se huye de toda perspectiva materialista, es comprensible que en el párrafo 30 se sostenga que la URSS y el resto de países eran «Estados socialistas». Hemos dicho más arriba que, hasta Lenin, no se precisaba mucho las fases en la transición al comunismo y por tanto el problema de la definición del Estado como «obrero», «obrero degenerado» que solía emplear el último Lenin o a secas «Estado socialista» que empezó a emplearse con el estalinismo que contradice toda la teoría marxista anterior. Más aún, según qué traducciones y qué rigor teórico tienen los textos, y hay que insistir en esto, es muy difícil y hasta casi imposible encontrar la definición de «Estado socialista» en los documentos anteriores a la victoria de la burocracia estalinista y es muy probable que la primera santificación canónica pública de este término, su subida a los altares del dogma, la hiciera Stalin alrededor de 1926 – 1927. Tras la experiencia acumulada desde entonces hasta 1991 es imposible asegurar que los sistemas que implosionaron entre 1989 – 1991, que ya estaban podridos con mucha antelación, fueran «Estados socialistas».
Pero emplear esta perspectiva histórica, la de ir a la raíz de los problemas, tiene un riesgo, hay que referirse a la lucha de clases concreta en el país concreto en el que vivimos, porque es en ella en donde se juega el futuro de la revolución vasca. Y hablar de revolución vasca es hablar de la línea reformista de Sortu y de cómo luchar contra esta línea que nos lleva a la nada.
En resumen, el Manifiesto de la Comisión K17 elude la realidad. Da un respiro a quienes no quieren enfrentarse con la presencia diaria de la historia de la lucha de clases vasca y su contenido de futuro. Hace desaparecer Euskal Herria como marco autónomo de lucha de clases nacionalmente diferenciado del francoespañol, como el finlandés lo estaba del ruso, por poner un ejemplo ilustrativo. El Manifiesto de la Comisión K17 aísla el centenario bolchevique del 150 aniversario de la publicación de El Capital, del 50 aniversario del asesinato del Che, del 50 aniversario de la decisiva segunda parte de la V Asamblea… Peor aún, ni siquiera los cita. Hay que analizar el todo el proceso de la revolución mundial y el lugar de Euskal Herria en él, y no solo una de sus partes. Aquí reaparece la diferencia del método marxista de Lenin y el método del Manifiesto de la Comisión K17: ¿qué revolución para qué Euskal Herria? Este hubiera sido el planteamiento de Lenin y es el del independentismo, pero no es el de este Manifiesto que aísla la revolución de 1917 del proceso, la aísla da la realidad vasca y la esconde en el sanedrín de los sabios.
Consiguientemente, debemos avanzar en los proyectos que empezamos a elaborar hace dos o tres años sobre la importancia de 2017 para la revolución en Euskal Herria y en el mundo, sin perder el tiempo en distracciones vacuas y huecas.
Boltxe Kolektiboa
27 de marzo de 2017
[notice]
Manifiesto de la Comisión K17
¡Salud Camaradas!
(1) Este año los comunistas y las comunistas celebramos el centenario de la Gran Revolución Proletaria Socialista de Octubre de 1917. La Revolución de Octubre de 1917 es el mayor acontecimiento histórico del siglo XX para el proletariado de todas las naciones del mundo, pues fue la demostración efectiva de que otro mundo es posible, frente a la realidad opresora, explotadora y criminal del capitalismo. No hay más alternativa al capitalismo que el comunismo y su primera fase de su construcción el socialismo, ni en 1917, ni en el presente.
(2) En EuskalHerria, Un grupo de comunistas hemos decidido constituir una Comisión para desarrollar diferentes actividades y eventos, en torno al Centenario de la Revolución de Octubre de 1917. Una Comisión que aspira a lograr el mayor número de adhesiones y dar forma a una dinámica unitaria en torno al proceso revolucionario de 1917, sus consecuencias y la situación en la que el Movimiento Comunista en EuskalHerria principalmente, se haya en 2017.
(3) Los enemigos declarados del comunismo, temen y odian por igual el significado de 1917. No será raro encontrar a lo largo de este año, su propia conmemoración del Centenario, mostrando su fracaso histórico y las recurrentes falsedades con las que llevan décadas envenenando y desvirtuando al comunismo y al marxismo revolucionario. De igual forma, tendremos a las izquierdas post-modernas, sea en Euskal Herria o en otros países, tratando de falsificar y relativizar la centralidad de Octubre de 1917 y su legado. Estas izquierdas
transversales, buenrollistas
y erigidas en supuestas alternativas de cambio, son las que de manera más eficaz, debido a sus conexiones políticas e ideológicas con los sectores populares, desempeñan una función esencial para negar cualquier alternativa al capitalismo, al mantener un desprecio típicamente pequeño-burgués por la clase obrera.
(4) La Revolución de 1917 es una Revolución que debe escribirse en mayúscula. En unos tiempos donde la palabra revolución
se utiliza y se reutiliza con tal asiduidad, debemos poner en valor la importancia que una Revolución como esta tuvo, y el aldabonazo que supuso. Debido a que en la actualidad se usa la palabra revolución
para anunciar un nuevo tipo de tapón, una discoteca, una táctica de fútbol o en el terreno de la política comprometida
, un nuevo hábito de consumo
, hacer una performance o a la política de las sonrisas; la importancia y la influencia que tuvo aquella Revolución, una Revolución verdadera se nos presenta difuminada.
(5) La Revolución de 1917 no fue una micro-revolución
sectorial de esas que tan de moda se ha puesto, consistente en un mero cambio en la cotidianeidad
, sino que fue una Revolución que constituyo por primera vez (de modo continuo y estable) un Estado Socialista. Se quiera o no se quiera, 1917 fue y es una referencia necesaria para los movimientos de emancipación de los siglos XX y XXI; tanto como modelo, como inspiración, así como anti-modelo para los que pretendían superar sus errores
. En los siglos XX y XXI no ha habido ningún movimiento emancipatorio que no haya bebido en mayor o menor medida de 1917. Junto a esto no podemos olvidar que la construccion del Estado Socialista iniciada tras la Revolucion de 1917 pondria las bases de la derrota del nazi-fascismo en la II Guerra Mundial. Teniendo en cuenta la enorme aportacion que para la dignidad de la Humanidad supuso la victoria del pueblo sovietico podemos decir que aquel proceso socialista iniciado en 1917 es el acontecimiento más importante de la Historia.
(6) Por ello, es responsabilidad nuestra y sólo nuestra, de los y las comunistas, tomar en consideración la trascendencia y el significado de este Centenario y, más allá de reflexiones historicistas y épica teñida de folclore, debemos responder: ¿Qué significó la Revolución de 1917? ¿Qué importancia tiene hoy en día? Es más ¿por qué es necesario celebrar hoy el centenario del 1917?
De 2017 hacia 1917: Centrando cuestiones
(7) Que el Movimiento Comunista se encuentra en una situación de debilidad política, ideológica y organizativa en Euskal Herria es una evidencia. Con la crisis que estallara en el año 2008, las clases dominantes tratan de recuperar el volumen de las tasas de ganancia, de la única manera que en esta época de declive del capitalismo es posible: aumentando la explotación, la opresión y el saqueo imperialista. Hasta la fecha, les ha sido sencillo acometer este objetivo debido a la debilidad del Movimiento Comunista. Llevamos ya prácticamente una década, de recortes de derechos sociales y laborales, empobrecimiento de la clase trabajadora y de los sectores populares, desempleo y precarización y políticas en las que el saneamiento del sector bancario, ha generado un endeudamiento con las instituciones financieras internacionales, que imposibilitan la propia viabilidad de los Estados de Bienestar. Desahucios, leyes mordaza, trabajadores y trabajadoras con salarios por debajo de los umbrales de pobreza, repunte del autoritarismo y del fascismo, gueras imperialistas… y la clase trabajadora y los sectores populares, en una situación de postración, desmovilización y fragmentación, al no tener una alternativa real, eficaz y necesariamente revolucionaria en el horizonte.
(8) En 2017, casi una década después de la crisis, la valoración que debemos realizar, es que ya no estamos inmersos, ni en una crisis
, ni en una fase de depresión económica, sino en la instauración de un nuevo modelo de valorización del capital en el seno del marco imperialista europeo y que el Estado de bienestar ha muerto. El desempleo, la precariedad y la depauperización relativa y absoluta de los pueblos trabajadores, no es ya una anomalía, sino la norma de un nuevo modelo, en el que ni siquiera las bienintencionadas izquierdas
de orientación socialdemócrata, pueden dotar al capitalismo de cualquier rasgo progresista.
(9) Tras la II Guerra Mundial, en algunos países se establecieron democracias burguesas avanzadas
(gracias a las superganancias obtenidas a costa de los pueblos trabajadores de las naciones oprimidas de Asia África y América Latina). Sin embargo, los ciudadanos de estas democracias esclavistas modernas están perdiendo los derechos y libertades que tuvieron. Es más, los derechos y libertades formales ganatizados por los Estados burgués-liberales de Derecho también se están reduciendo.
(10) La ruptura revolucionaria, es decir, la construcción de las condiciones políticas e ideológicas, organizativas y socialmente movilizadoras, para generar una superación del actual marco de capitalismo criminal, explotador y opresivo, se convierte en la única alternativa al actual callejón sin salida al que nos ha conducido el capitalismo. Una revolución, cualquier revolución que quiera ser duradera, es simplemente la destrucción de un aparato de Estado y su sustitución por otro. No es sólo el derrocamiento del sector que dirige el aparato de Estado. Si los oprimidos no sustituyen el vacío de poder resultante del derrocamiento del poder anterior con su propio poder, entonces los opresores reconstruirán su poder. Eso lo entendieron a la perfección los bolcheviques: para hacer la Revolución fue necesario entender que las asambleas de trabajadores, los soviets, como embrión del poder del proletariado y convertirlos en órganos de poder, sustituyendo a las instituciones de la burguesía. Órganos de poder, no de participación
o de reflexión
. Esto es, sustituyeron la dictadura de la burguesía con la dictadura del proletariado (puesto que entendieron la verdad universal de que cualquier Estado es la dictadura de una clase).
(11) El poder fue conquistado por órganos creados por trabajadores, por asambleas que representaban a obreros, campesinos y soldados. Por tanto fue la materialización total de la lucha obrera, esto es, 1917 demostró que la lucha de clases puede conducir a la victoria del proletariado (y no a su perpetuación como clase subordinada, limitada a mejorar
esta situación). Eso es lo que garantizó la conversión de los órganos representativos de los trabajadores en órganos de poder proletario.
(12) Y de ahí nuestra reivindicación, como comunistas, de 1917 como referente ineludible de ruptura revolucionaria y construcción de una nueva sociedad, en la que la emancipación socialista, necesariamente implica el aplastamiento de las clases dominantes y construir un Nuevo Poder basado en el poder obrero.
Octubre de 1917-La prueba de que otro mundo era posible
(13) La resolución de los problemas que la clase trabajadora y los sectores populares viven de manera cotidiana ‑desempleo, empobrecimiento, precarización, explotación, opresión, patriarcado…- requiere de una toma de conciencia de dichas problemáticas, algo relativamente sencillo como primer paso. Lo complicado, es asumir las consecuencias de una verdadera resolución de dichos problemas, con una alternativa al sistema capitalista que las genera, eliminando las falsas esperanzas de reformas, mejoras y migajas
que ofrecen las izquierdas reformistas
. En 2017, como en 1917, la emancipación no es un camino fácil; la respuesta del imperialismo y de las clases dominantes rusas en 1917, con una intervención militar extranjera y una guerra civil devastadora con el objetivo de aplastar al poder soviético, demuestra la bestialidad con la que es respondido cualquier intento de construir un sociedad plenamente basada en la democracia de los trabajadores. De igual forma, en nuestro contexto, la alternativa al actual régimen de opresión y explotación capitalista, implica necesariamente una ruptura con el marco imperialista de la Unión Europea, el euro y la hegemonía de la denominada Troika
, lo que conlleva riesgos e incertidumbres que debemos ser capaces de gestionar, clarificar y resolver los y las comunistas.
(14) Octubre de 1917, es una lección histórica sobre la capacidad del Movimiento Comunista para erigirse en la punta de lanza de la transformación social y, mediante una táctica y una estrategia adecuadas, configurar un bloque social revolucionario, en el que la clase obrera constituye el vector más consciente, organizado y consecuente de la instauración de un nuevo poder, con capacidad de instaurar un nuevo sistema económico, político e ideológico-cultural.
(15) Esto ocurrió de esta manera porque el propio proletariado tuvo capacidad para defender su poder, utilizarlo en su beneficio, para cambiar la forma de producción y desarrollar las fuerzas productivas para aumentar el nivel de producción en una magnitud sin precedentes.
(16) Esto es construir el Socialismo, sin renunciar al poder revolucionario, utilizarlo como instrumento para la lucha de clases y la liberación de la clase obrera. La lucha de clases no acaba con el derrocamiento de la burguesía, que hace todos lo posible para recuperar el poder. Cuando se deja de usar el poder contra la burguesía, se abre el camino para que ésta restaure su poder de clase, algo que ocurrió también en las experiencias socialistas que fracasaron. El poder no es un espacio vacío
, lo detenta una u otra clase. Por eso para la construcción del socialismo es necesaria la dictadura del proletariado.
(17) Debido a ello, los revolucionarios del 1917 tenían bien claro que el poder es un instrumento necesario; esto es, que todo poder tiene un sujeto y un objeto, y que el proletariado, como cualquier otro sujeto revolucionario, necesita el poder para construir su Estado. La nueva izquierda
actual no tiene claro esto, y basa su política en la condena del poder y de la conquista del poder; sin entender que el poder es un instrumento, como si fuese un obstáculo para una lucha moral que abandera. Si los revolucionarios rusos hubiesen actuado como la nueva izquierda
actual, la revolución hubiese quedado en la fase de derrocamiento
y nunca hubiesen construido el socialismo; o peor, los soviets de los trabajadores jamás se hubiesen constituido en órganos de poder.
(18) Desde luego, lo que está claro, es que no serán las post-modernas y mediáticas izquierdas
las que puedan conducirnos a la clase trabajadora y a los sectores populares, a una emancipación, que necesariamente pasa por la ruptura con el marco imperialista de la Unión Europea.
Octubre de 1917-Sus consecuencias
(19) Octubre de 1917, como hito que marca, en realidad, el inicio de un siglo XX tardío y que fenece prematuramente en 1991, marcó un contexto histórico en el que la alternativa a la barbarie capitalista, tenía bases reales. Porque más allá de los errores que pudieran cometerse en el proceso de consolidación de la URSS y su condición de primer Estado socialista de la historia, lo cierto es que sus aciertos fueron tales, que incluso el propio capitalismo tuvo que reconstruirse en función de Octubre de 1917. La Revolución Socialista de Octubre partió el mundo en dos, entre partidarios y contrarios de la Revolución, entre los oprimidos que lo veían como su mayor esperanza y los opresores que lo veían como un peligro que pondría patas arriba la civilización. El propio Estado de Bienestar
, con las mejoras que en términos de derechos laborales y sociales y de libertades democráticas, supuso para las sociedades capitalistas centrales ‑nunca olvidemos que existían Formaciones Económico-Sociales subdesarrolladas capitalistas que nunca conocieron esa realidad‑, hubiera sido impensable sin la existencia del legado de Octubre.
(20) La URSS, de las cenizas de la Guerra Civil, sometida a un cerco político, económico e ideológico, con una economía predominantemente precapitalista, fue capaz de conducir un proceso acelerado de industrialización en menos de 25 años, demostrando la eficacia de la planificación racional de la economía. El proceso de modernización económica, fue acompañado de una legislación que, en términos de derechos sociales y laborales y de emancipación de la mujer bajo el socialismo, superó con creces los existentes en los estados capitalistas más avanzados. De un país mayoritariamente analfabeto, en el que la cultura era patrimonio exclusivo de las clases dominantes, se alcanzó una democratización de la educación y se generaron las bases para un desarrollo técnico-tecnológico y científico, al servicio del desarrollo del socialismo.
(21) Entre las primeras decisiones tomadas por la Revolución, está la publicación y el repudio de los pactos imperialistas-expansionistas firmados por los anteriores Gobiernos rusos (tanto zaristas como liberales) con otros Estados a costa de terceros Estados. Así pues, denunciaron intereses imperialistas concretos (de Rusia, como de los aliados en la I Guerra Mundial: Francia e Inglaterra) y establecieron un nuevo modo concreto de política exterior.
(22) Además de eso, la Revolución Soviética supuso la liberación de las naciones oprimidas por el Imperio Ruso y el reconocimiento de la plena igualdad de derechos entre todas ellas; realizó el desarrollo cultural de dichas naciones, oficializó sus idiomas y las hizo Repúblicas viables; y siguiendo ese ejemplo, los Partidos Comunistas de otros Estados hicieron suyo la defensa de la autodeterminación. Además de ellos, la III Internacional estableció desde su fundación, que la liberación de las colonias de las potencias europeas y de EEUU era su objetivo político.
(23) Eran muchos los reformistas que opinaban que en Rusia era imposible hacer ninguna revolución socialista, ya que como Rusia era un país atrasado
, no presentaba las condiciones objetivas
. Lenin y los bolcheviques dieron la vuelta a ese planteamiento, sobre todo teniendo en cuenta dos condiciones: el desarrollo del movimiento revolucionario ruso en dicho momento, y el análisis concreto. Teniendo en cuenta la situación de Rusia, contra los dogmáticos que afirmaban que la revolución se dará en un país económicamente avanzado
, aplicaron el análisis que afirmaba que Rusia es el eslabón débil de la cadena del imperialismo
e hicieron la revolución ahí, demostrando que las condiciones
no se crean solas, sino que hay que generarlas, mediante la lucha política e ideológica.
Octubre de 1917-Su universalidad
(24) Octubre de 1917, indudablemente mantiene unas características rusas
, ligadas al desarrollo de la lucha de clases en su contexto. Sin embargo, lo peculiar
, lo concreto, no puede abstraerse de un elemento central que daría forma a cualquier proceso revolucionario posterior, que es el de la imperativa necesidad de aplastar el régimen político pre-existente, y de erigir un nuevo poder basado en el poder armado de las masas oprimidas. La experiencia de la Revolución de Octubre es de una importancia extraordinaria y sus enseñanzas habrán de ser tenidas en cuenta en cualquier futura revolución, que deberá extraer lecciones de la misma.
(25) No hay alternativa de emancipación dentro del marco capitalista, no hay alternativa socialista sin que el proletariado lidere la ruptura revolucionaria. Otra cuestión será la dinámica concreta de lucha de clases, las alianzas necesarias o el modelo de socialismo concreto en el que pueda desembocar la revolución. ¿Por qué tantos movimientos de tantos países tomaron como referencia la Revolución de 1917 y no cualquier otra revolución? Si bien en 1917 operaron particularidades locales (que no se repiten en otros lugares), su base es universal: porque es resultado de la lucha de clases (y la lucha de clases es una realidad universal), porque derrocó a la burguesía (una necesidad universal), y porque frente a las excusas reformismo demostró que es posible construir un poder obrero y acometer una transformación social bajo la dirección del proletariado, frente a la dictadura criminal de la burguesía (una verdad universal de la política).
(26) Una ruptura revolucionaria, asume un carácter necesariamente holístico, global. Precisamente el concepto clave es el de ‑ruptura‑, en el que todos los ámbitos de la lucha de clases, se convierten en frentes de guerra política e ideológica contra el poder de las clases dominantes.
(27) Desde EuskalHerria, afirmamos la vigencia del socialismo como única alternativa de emancipación y superación del capitalismo, con el internacionalismo proletario como bandera de unidad entre las naciones, y con el marxismo revolucionario como guía, En realidad Socialismo solo hay uno, siempre adaptado a cada realidad concreta. Y en él son indispensables, el poder de la clase trabajadora y la socialización de los medios de producción.Octubre de 1917, como experiencia de un poder obrero constituido, con capacidad de impulsar un programa de transformación revolucionaria, sigue vigente cien años después, como vía universal de emancipación.
Octubre de 1917-Sus lecciones comprenden su aciertos y sus errores
(28) Octubre de 1917 ni su legado están exentos de errores. Pensar lo contrario, implicaría asignar a los bolcheviques cualidades sobrehumanas que, ni ellos mismos hubieran aceptado. La lucha de clases, persistió tras la revolución. La degeneración burocrática, el agostamiento político, económico e ideológico es producto de una recomposición de fuerzas reaccionarias internas, que comenzarían a erosionar las bases del poder socialista hasta el colapso final de finales de los 80 y principios de los 90 del pasado siglo. Son elementos que el Movimiento Comunista actual debe tener en cuenta en su proceso de reconstrucción, por supuesto.
¡Recuperemos 1917!
(29) Los trabajadores y las trabajadoras, no podemos consentir que algo que significa tanto para nosotros sea despreciado de ese modo por enemigos o aliados
. Aquí hemos explicado que la Revolución de 1917 es un fenómeno que tuvo una importancia total para la clase obrera; la mayor victoria de la clase obrera. Se demostró que el fantasma que recorría Europa era verdadero.
(30) Algunos arguyen que la derrota de la mayoría de los Estados Socialistas demuestra que 1917 fue un error. Así pretenden derrotar políticamente a la clase obrera o sustituirla mediante nuevos sujetos
. Cuando se va a celebrar el centenario de la Revolución de 1917, los obreros y las obreras de Euskal Herria no podemos dejar que esta fecha pase sin trascendencia, o que se hagan celebraciones interesadas o manipuladas que traten de relegarnos. Consentir esto sería admitir la derrota política de la clase obrera, sería abandonar el patrimonio propio. Entendiéndolo así, K17, comisión de trabajo plural y abierta, surge con un único cometido: RECUPERAR 1917.
Fuente: http://k17.eus/manifiesto/?lang=es y http://k17.eus/manifestua/
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3 respuestas
Saludos: no tengo los conocimientos necesarios para valorar tan exhaustivamente ni el manifiesto K17 ni la pormenorizada crítica que aquí se le ha hecho pero me parece una aberración que en las condiciones en las que estamos en Euskal Herria se lleve el debate a nivel La Vida de Brian. Una cosa es combatir la asepsia conceptual y otra muy distinta buscar y subrayar lo que nos puede separar sobre los que nos puede unir. No soy más que un militante de base que recién se acerca al marxismo-leninismo y, la verdad, encontrarme con estas cosas es bastante desolador.
Más que una cuestión de «La vida de Brian» es una cuestión sobre el objetivo de celebrar el 100 aniversario de octubre, la mera rememoración aséptica, con un manifiesto que vale para cualquier sitio y a la vez para ninguna ya que no está anclado con la realidad concreta, el caso del proceso revolucionario vasco más aún. Vemos que hay un intento de superar las contradicciones mediante una iniciativa más bien mediática y superficial, tapando el giro menchevique de la Izquierda Abertzale Oficial sin traer la riqueza teórica de la Izquierda Abertzale histórica y la relación directa con aquella revolución de octubre. Respecto a la atomización del comunismo vasco puede ir en dos vertientes principalmente, por un lado los sectores que nos identificamos con el marxismo vasco teórizado desde el comienzo de la V asamblea de ETA hasta después de la muerte de Argala y basado en el desarrollo de un proceso revolucionario según las condiciones de Euskal Herria y por otro los sectores que se integran mas en la perspectiva de un proceso estatal reconociendo el derecho de autodeteminación aunque a nuestro entender con la boca pequeña. Por otro lado otra tendencia es la que junto al giro dado por Sortu y la llamada Izquierda Abertzale Oficial hacia el reformismo y el centrismo político aunque con un lenguaje mínimamente radical sueña con que algún día pueda tener una influencia y confia en una línea primeramente institucional y por otro lado la línea revolucionaria que se identifica con la Izquierda Abertzale Histórica que plantea que tiene que haber un proceso de caracter revolucionario, basado en el contrapoder, la conjunción de los metodos de lucha, basado en las decisiones y dinámicas del movimiento popular siendo esta línea la más identificable con la línea boltxebike de hace 100 años.
La aberración supondría no hacer la crítica, callarla y esconderla en las graves crisis del proceso de liberación nacional y de clase, dejar que nos convirtamos en un pueblo desarmado ideológicamente además de militarmente lo que nos aleja de cualquier objetivo libertador.
Osasuna eta askatasuna!
Pues a mi que puedo estar de acuerdo en parte con lo que dice el texto de Boltxe, me parece que lo que pretenden en K17 es poner en valor aquel hito que supuso la Revolucion socialista de 1917, vamos asi lo entiendo yo al leer el manifiesto. Recordar y honrar aquel acontecimiento, aparte de que en una fecha tan señalada como el centenario deberia de ser una tarea histórica de quien se considere comunista, es en definitiva reivindicar en la actualidad la vigencia del socialismo frente a la barbarie capitalista. Lo veo positivo como iniciativa vista la criminalización que sufre el ideal socialista y el revisionismo histórico que lo asola en todas partes. Habra que esperar haber que plantean en K17 me parece a mi…
En el texto de Boltxe dicen que es un manifiesto ambiguo pero luego se le critica que no tiene en cuenta la realidad vasca ¿en que quedamos, no era ambiguo? La critica de que es poco menos que una especie de secta de sabios me parece injusta cuando es sabido, me consta, (el propio manifiesto dice que es un espacio plural abierto a la participación de todas las que se consideren comunistas) que ha sido una iniciativa a la que mucha gente a sido invitada a participar (¿acaso no fue invitado Boltxe o sus militantes?)…y ahora pues serán los que son, con sus limitaciones, menos encima tras abandonar el barco Herri Gorri, gkb… y seguirán como buenamente puedan; y pese a los ataques.
Hubo en 2016 un intento de crear una comisión entre todas las fracciones comunistas en EH y fracaso estrepitosamente, también me consta, y ahora se consigue levantar algo y ala a destruirlo. Al menos dialécticamente eso si, pero rezumando una negatividad que francamente me parece gratuita.
Al final este texto queda, en mi opinión, como una critica exagerada, poco objetiva, excesiva, negativa hasta decir basta y la demostración palpable de que lo mas fácil es acabar con el que tienes al lado. Como trabajador vasco que soy y convencido socialista, otra decepcion mas del movimiento comunista de Euskal Herria
Salud