Políticamente el llamado fue de alto impacto: apeló al origen del proceso chavista que tuvo la ANC de 1999 como un elemento fundante, y puso en marcha una iniciativa propia tan grande como lo es reformar una Constitución, en un momento de resistencia a los ataques golpistas.
El chavismo retomó la iniciativa luego de un mes contra las cuerdas: se pondrá en marcha un proceso constituyente ciudadano para convocar una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Lo anunció el presidente Nicolás Maduro frente a la movilización masiva reunida el primero de mayo en Caracas. Ya lo había dejado entrever en su programa de televisión En contacto con Maduro, era parte de las hipótesis en medio de un escenario de incertidumbre marcado por la escalada de violencia sostenida de la derecha.
Legalmente la convocatoria se basó en los artículos 347 y 348 de la Constitución: «El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una ANC con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución (…) La iniciativa a la ANC podrá tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros».
Políticamente el llamado fue de alto impacto: apeló al origen del proceso chavista que tuvo la ANC de 1999 como un elemento fundante, y puso en marcha una iniciativa propia tan grande como lo es reformar una Constitución, en un momento de resistencia a los ataques golpistas. Defenderse con una respuesta democrática y participativa, de eso se trató, con una línea para todo el chavismo que deberá agruparse en torno al objetivo común, y sobre todo convocar a la mayoría de la sociedad para construirlo. El proceso, lo subrayó Maduro, será de ciudadanos y ciudadanas, no de partidos políticos.
La elección de los constituyentes, que serán 500, tendrá lugar de manera directa y secreta. Ellos encabezarán la ANC que, señaló Maduro en el Consejo de Ministros realizado en la noche del domingo, deberá debatir, entre otros temas, sobre: la paz; la construcción de un sistema económico post-petrolero; la constitucionalización de las misiones sociales; la seguridad, justicia y protección del pueblo; las nuevas formas de democracia participativa y protagónica; la defensa de la soberanía nacional; la identidad cultural; los derechos sociales, culturales, laborales, tecnológicos de la juventud; y el cambio climático. Como indica la Constitución, el presidente no podrá objetar las modificaciones y ampliaciones que serán hechas a la Carta Magna.
La derecha
Ya lo había lo anunciado Julio Borges el mismo domingo: «Cualquier paso para convocar una Constituyente comunal no es otra cosa que la continuación del golpe de Estado que se vive en Venezuela». Capriles Radonski escribió una vez realizado el anuncio: «Frente al fraude constitucional de constituyente que acaba de anunciar el dictador. ¡Pueblo a la calle y a desobedecer semejante locura!».
Era predecible. El plan que mantiene la derecha es el de generar una agudización de la violencia callejera para lograr un quiebre desde el frente externo o interno. En el primer caso los resultados no han sido los esperados hasta el momento: las alianzas internacionales han hecho declaraciones, presiones comunicacionales, pero no han dado un paso mayor desde ninguno de los ámbitos. Además, Venezuela se ha retirado de la Organización de Estados Americanos ante la evidente parcialidad del organismo conducido por los Estados Unidos, y tendrá lugar una reunión de la Confederación de Estados Latinoamericanos y del Caribe. En cuanto al gobierno ha recibido apoyos de Rusia, China, e indirectamente del Papa Francisco quien ha dicho que los diálogos no han prosperado por culpa de las divisiones de la derecha.
Respecto al frente interno la situación no ha evolucionado como lo tenían previsto. Las barriadas no se han sumado al llamado a derrocar al presidente, y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana no se ha hecho eco de los llamados reiterados que le ha hecho la derecha ‑Julio Borges volvió a convocarla el domingo. En cuanto a su capacidad de movilización ha bajado. Esto lo confirman los números de la encuestadora Hinterlaces: 57% de quienes se definen como opositores están en desacuerdo con las manifestaciones violentas, al igual que el 83% de los independientes.
Esto lleva a la táctica golpista a su peor escenario, el del desgaste y aislamiento, como le había sucedido en el 2014 con acciones similares. En el actual escenario eso puede conducirlos a una mayor radicalidad, es decir a la búsqueda de más muertos, acciones de alto impacto, focos paramilitares nocturnos en los barrios o arterias de Caracas. Ya son 29 víctimas desde el 6 de abril. El último, Juan Pernalete, fue asesinado dentro de la movilización de la derecha con un disparo de pistola de perno. Ahí está el video, la cámara que grabó lo que no debía grabar. La derecha ‑contra imágenes y autopsias- dice que murió por causa de un impacto de bomba lacrimógena y lo ha convertido en mártir.
Lo que sigue
La derecha se encuentra ante la iniciativa planteada por el chavismo. Puede desconocerla y dar un nuevo paso en la escalada: sin diálogo, con menos gente y más violencia. ¿Hasta dónde pueden avanzar con esos elementos? ¿Hasta qué niveles se mantendrán unidas las dirigencias de la derecha? Se sabe que las tensiones internas son grandes. Prueba de eso es el audio filtrado de la esposa de Henri Ramos Allup, quien reconoció su preocupación por el «vandalismo» de las movilizaciones, y afirmó que, si Lilian Tintori y Freddy Guevara «pudieran quemar hoy a Venezuela, lo harían».
El chavismo tiene por su parte dos tareas que podrían estar contenidas dentro del llamado de Maduro a la ANC. En primer lugar, mantener la paz, es decir evitar que se desaten los hilos de una guerra civil que busca la derecha. Esta hipótesis ha sido puesta blanco y negro sobre la mesa por un analista de derecha, Luis Vicente León, quien afirmó que: «Este escenario se puede prolongar por un tiempo impredecible, lo que lleva al país a la conformación de grupos paramilitares y guerrilleros que pasan a formar parte de la vida cotidiana del país, pero con el gobierno manteniendo el poder». Por eso la resolución del conflicto a través de una propuesta de democracia participativa puede ser una forma de descomprimir, obligar a canalizar la disputa a través de ese espacio.
En segundo lugar, el chavismo debe revitalizar la fuerza propia y volver a construir mayoría. Para eso es necesario una línea política clara, unificadora, que rearticule el bloque propio con una meta amplia y estratégica. En esa dirección la convocatoria de Maduro puede ser clave. Pero es también imprescindible, en particular para rearmar una mayoría política y electoral, dar respuesta a los problemas económicos que caen sobre los hombros de los más humildes y las clases medias. Uno de ellos es el aumento de los precios. Hoy el presidente anunció que los precios serán congelados, una medida urgente. Sin esa mejora económica resulta difícil pensar en un cambio de las tendencias políticas. Y los tiempos, en Venezuela, se achican.
Marco Teruggi
2 de mayo de 2017
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