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Entre­vis­ta a Jor­ge Zabal­za: entre el afue­ra y el adentro

Hemis­fe­rio Izquier­do (HI): En el año 71 se crea el Fren­te Amplio (FA) ¿qué lec­tu­ra hace en ese momen­to el Movi­mien­to de Libe­ra­ción Nacio­nal (MLN) de esa creación?

Jor­ge Zabal­za (JZ): En los 70 la polí­ti­ca no se hacía des­de el sillón par­la­men­ta­rio o el bureau ins­ti­tu­cio­nal. El FA nació con las calles ardien­do de lucha popu­lar, con la repre­sión ensa­ña­da, cas­ti­gan­do a obre­ros, estu­dian­tes y veci­nos orga­ni­za­dos. Des­de Maro­ñas a La Teja y el Cerro se repro­du­je­ron for­mas de lucha que hoy pare­cen de otro pla­ne­ta: liceos y hos­pi­ta­les popu­la­res, movi­mien­to para no pagar a UTE, cam­pa­men­tos de des­ocu­pa­dos, los «pelu­dos» mar­chan­do por todo el país, estu­dian­tes acam­pan­do en fábri­cas ocu­pa­das, comi­sio­nes veci­na­les de apo­yo a los obre­ros en huel­ga. En la lucha se iden­ti­fi­ca­ba con cla­ri­dad al enemi­go: las 500 fami­lias due­ñas del Uru­guay, el capi­tal trans­na­cio­nal, las fuer­zas arma­das, el poder judi­cial, la poli­cía que ase­si­na­ba mili­tan­tes, los rom­pehuel­gas, los para­po­li­cia­les, la emba­ja­da de los EEUU. Dece­nas de miles deja­ron de ser espec­ta­do­res pasi­vos y se trans­for­ma­ron en pro­ta­go­nis­tas acti­vos de la vida polí­ti­ca. For­ma­ron el espa­cio polí­ti­co que rom­pió con el sis­te­ma impe­ran­te y reco­no­ció la nece­si­dad de revo­lu­cio­nar­lo, que se iden­ti­fi­có con la ico­no­gra­fía com­ba­ti­va de la revo­lu­ción cuba­na y nave­gó en la corrien­te revo­lu­cio­na­ria lati­no­ame­ri­ca­na. En ese terreno se mul­ti­pli­có un nue­vo tipo de lucha­do­res, ideo­ló­gi­ca­men­te incli­na­dos a la acción direc­ta de masas, que mira­ban con sim­pa­tía la lucha gue­rri­lle­ra y la auto-orga­ni­za­ción arma­da. El movi­mien­to gue­rri­lle­ro cre­ció y se desa­rro­lló reque­ri­do por esos núcleos con­ven­ci­dos de que su úni­ca opción era armar­se para luchar. La revo­lu­ción no era un hori­zon­te sino una cer­ca­nía, una posi­bi­li­dad actual, ¡qué difí­cil hacer­se enten­der hoy día con los espí­ri­tus tan apla­ca­dos que se vuel­ve impo­si­ble hablar de revolución! 

El fin de la pasi­vi­dad del pue­blo fue el fenó­meno de carác­ter más revo­lu­cio­na­rio de todo el perío­do 19681973. En la lucha acti­va las bases socia­les se for­ta­le­cie­ron, su espí­ri­tu se hizo tan fuer­te que logró resis­tir indem­ne el terro­ris­mo de Esta­do y resur­gió incon­te­ni­ble en 1983. Fue­ron esas mul­ti­tu­des insu­rrec­tas las que die­ron ori­gen al Fren­te. En reali­dad, los comi­tés fren­team­plis­tas de 1971 eran ape­nas una nue­va for­ma de orga­ni­za­ción de las bases ya movi­li­za­das en los barrios y gre­mios. El «Fren­te-movi­mien­to» –con su sub­je­ti­vi­dad anti-sis­te­ma– nació casi espon­tá­nea­men­te, bas­tan­te antes que el «Fren­te-coa­li­ción». Su exis­ten­cia debió ser acep­ta­da a rega­ña­dien­tes por algu­nos diri­gen­tes que tenían pavor a la auto orga­ni­za­ción y la auto­no­mía, y lue­go fue per­ma­nen­te­men­te ocul­ta­da o ter­gi­ver­sa­da en fun­ción de mez­qui­nos y «polí­ti­ca­men­te correc­tos» intereses.

Se leye­ron en cla­ve de asal­to al poder las luchas popu­la­res, pero esa lec­tu­ra no se supo tra­du­cir a una for­ma masi­va de hacer polí­ti­ca arma­da, no se encon­tra­ron for­mas gue­rri­lle­ras que pudie­ran ser adop­ta­das por el movi­mien­to popu­lar, paso pre­vio y nece­sa­rio a la insu­rrec­ción popu­lar. Como la gue­rra de todo el pue­blo en Viet­nam, como el pue­blo en armas de José Arti­gas. Era el pro­ble­ma esen­cial de la revo­lu­ción en el Uru­guay y el MLN(T) se lo plan­teó des­de fines de 1968. No logró resol­ver­lo nun­ca y, en con­se­cuen­cia, fra­ca­só en su pro­yec­to político-militar.

No todos en el movi­mien­to popu­lar leían la coyun­tu­ra de la mis­ma mane­ra que el Movi­mien­to de Libe­ra­ción Nacio­nal-Tupa­ma­ros [MLN(T)]. Había quie­nes pen­sa­ban que la tác­ti­ca de radi­ca­li­zar la lucha con­tra el sis­te­ma se salía de los carri­les esta­ble­ci­dos y se sal­tea­ba las eta­pas del esque­ma pre­cep­tua­do por el dog­ma esta­li­nis­ta. De esa visión tan estruc­tu­ra­da sur­gió la pro­pues­ta de avan­zar en demo­cra­cia hacia la demo­cra­cia avan­za­da, tra­ba­len­guas que resu­mía la tesis acer­ca de la posi­bi­li­dad de acce­der al poder por la vía elec­to­ral y par­la­men­ta­ria en acuer­do con una bur­gue­sía pre­su­mi­da nacio­nal. El asal­to al poder se debía pos­po­ner has­ta que se die­ran con­di­cio­nes más favo­ra­bles en el cam­po inter­na­cio­nal, tal vez has­ta que la URSS derro­ta­ra al impe­ria­lis­mo en la com­pe­ten­cia eco­nó­mi­ca. Los afi­lia­dos a esta tesis se dedi­ca­ron a con­te­ner la masi­fi­ca­ción de las ideas gue­rri­lle­ras del «dos, tres… muchos Viet­nam», que con­si­de­ra­ban incom­pa­ti­bles con la coexis­ten­cia paci­fi­ca con los EEUU. De todas mane­ras, pese a las ten­ta­ti­vas de aplas­tar­la a gol­pes de «uni­dad, uni­dad», la bata­lla de ideas sobre las for­mas y méto­dos de lucha creó un tor­be­llino que atra­ve­só las orga­ni­za­cio­nes obre­ras, estu­dian­ti­les y vecinales.

La bru­ta­li­dad de Pache­co Are­co tam­bién pro­vo­có el cis­ma que sepa­ró a las dos corrien­tes his­tó­ri­cas del Par­ti­do Colo­ra­do: por un lado, los here­de­ros de Julio César Grauert se agru­pa­ron en torno a Zel­mar Miche­li­ni y el gene­ral Líber Sereg­ni, rom­pie­ron con el gobierno auto­ri­ta­rio y ter­mi­na­ron crean­do el Fren­te del Pue­blo y, por el otro, los «colo­ra­dos» del mis­mo cor­te ideo­ló­gi­co que Fruc­tuo­so Rive­ra, la «Defen­sa» en la Gue­rra Gran­de, Venan­cio Flo­res y Loren­zo Lato­rre, cerra­ron filas detrás de Pache­co Are­co y los gru­pos fas­cis­tas que lo ron­da­ban. En el Par­ti­do Nacio­nal se dio un fenó­meno de carac­te­rís­ti­cas simi­la­res que ali­neó la dere­cha caver­ní­co­la alre­de­dor del coro­nel Mario Ague­rron­do –crea­dor de la Logia Tenien­tes de Arti­gas en el ejér­ci­to– y de M. Reca­re­do Etche­go­yen, al tiem­po que agru­pó los sec­to­res pro­gre­sis­tas tras el lide­raz­go polí­ti­co e ideo­ló­gi­co de Wil­son Ferrei­ra Aldu­na­te. Engen­dra­do por el pue­blo que se movía y lucha­ba, el Fren­te Amplio nació gra­cias al poder de con­vo­ca­to­ria de Zel­mar y Sereg­ni, cuyas influen­cias fue­ron deci­si­vas para la con­cre­ción del proyecto. 

Duran­te meses la polí­ti­ca con armas había des­pla­za­do a la polí­ti­ca elec­to­ral del cen­tro de la aten­ción públi­ca, pero la pro­gre­si­va mili­ta­ri­za­ción de las accio­nes gue­rri­lle­ras y el apar­tar­se del enten­di­mien­to popu­lar, se tra­du­jo en un fuer­te deseo de dete­ner el sacri­fi­cio y el derra­ma­mien­to de san­gre. En el ima­gi­na­rio popu­lar la aper­tu­ra de un camino alter­na­ti­vo a la gue­rra civil se sin­tió como un ali­vio a la ten­sión. ¿Cómo des­co­no­cer esas espe­ran­zas? Era impo­si­ble sos­la­yar el fenó­meno de indu­da­ble carác­ter popu­lar, que intro­du­cía un nue­vo actor y deter­mi­na­ba una nue­va coyun­tu­ra. La ofer­ta de recom­po­ner el país de los amor­ti­gua­do­res de modo que hicie­ra posi­ble «el cam­bio revo­lu­cio­na­rio en paz» cana­li­zó la lucha popu­lar hacia lo elec­to­ral y lo par­la­men­ta­rio, vira­je deci­si­vo de la sub­je­ti­vi­dad popu­lar que el MLN(T) con­tem­pló al apo­yar crí­ti­ca­men­te el naci­mien­to del Fren­te Amplio, pero que des­co­no­ció al per­sis­tir en la mili­ta­ri­za­ción de su accio­nar polí­ti­co. El desa­rro­llo de la coa­li­ción no se deten­dría, inde­pen­dien­te­men­te de la volun­tad del MLN(T). Raúl Sen­dic fue el prin­ci­pal pro­mo­tor del «apo­yo crí­ti­co» al FA con el pro­pó­si­to de evi­tar el ais­la­mien­to de la gue­rri­lla tupa­ma­ra y la caí­da en pos­tu­ras sec­ta­rias res­pec­to a otras fuer­zas de izquier­da. Por el con­tra­rio, divi­dir la izquier­da y obs­ta­cu­li­zar la crea­ción del FA sólo trae­ría des­áni­mo y decep­ción en el movi­mien­to popu­lar, un cli­ma muy poco pro­pi­cio para con­ti­nuar hacien­do polí­ti­ca con armas. 

El MLN(T) enten­dió públi­ca­men­te que (…) «no cree­mos, hones­ta­men­te, que en el Uru­guay, hoy, se pue­da lle­gar a la revo­lu­ción por las elec­cio­nes. No es váli­do tras­la­dar las expe­rien­cias de otros paí­ses». Pese a su con­gé­ni­ta des­con­fian­za hacia lo elec­to­ral, enten­dió que era bien­ve­ni­da «la unión de fuer­zas popu­la­res tan impor­tan­tes, aun­que lamen­ta­mos que esta unión se haya dado pre­ci­sa­men­te con moti­vo de las elec­cio­nes y no antes. (…) Al apo­yar al Fren­te Amplio, enton­ces, lo hace­mos en el enten­di­do de que su tarea prin­ci­pal debe ser la movi­li­za­ción de las masas tra­ba­ja­do­ras y de que su labor den­tro de las mis­mas no empie­za ni ter­mi­na con las elec­cio­nes (…) La lucha arma­da y clan­des­ti­na de los tupa­ma­ros no se detie­ne». El «Movi­mien­to de Inde­pen­dien­tes 26 de Mar­zo» agru­pó la cons­cien­cia insur­gen­te, que veía las elec­cio­nes de 1971 como un paso inevi­ta­ble camino a la insu­rrec­ción popu­lar. La lucha arma­da no se detu­vo, es cier­to, pero la his­to­ria ense­ña que en ade­lan­te pre­do­mi­na­ron las urnas y el pala­cio legis­la­ti­vo sobre las for­mas de acción direc­ta y se ador­me­cie­ron las ideas de lucha revolucionaria. 

HI: ¿Cuá­les son las razo­nes que tie­ne el MLN a la sali­da de la dic­ta­du­ra para ingre­sar al FA?

JZ: En 1985 las y los libe­ra­dos bus­ca­ron reor­ga­ni­zar su iden­ti­dad tupa­ma­ra, más por ins­tin­to de super­vi­ven­cia que tras un pro­gra­ma o pro­yec­to polí­ti­co defi­ni­do. Por el con­tra­rio, la dis­per­sión en las cár­ce­les y el exi­lio pro­du­jo más de una doce­na de pro­yec­tos dife­ren­tes, todos ellos aspi­ran­tes a hege­mo­ni­zar la reor­ga­ni­za­ción. Ade­más, el aque­la­rre aquél de los pri­me­ros días fue tiro­nea­do por impul­sos con­tra­dic­to­rios, de un lado el deseo de rein­cor­po­rar­se orga­ni­za­da­men­te a la vida polí­ti­ca, mien­tras que del otro, el escep­ti­cis­mo con­gé­ni­to de los tupas hacia la demo­cra­cia for­mal se resis­tía a acep­tar de bue­nas a pri­me­ras el régi­men ins­ta­la­do lue­go del Club Naval. Deseo y escep­ti­cis­mo fue­ron deter­mi­nan­do osci­la­cio­nes en el pen­sa­mien­to y acti­tu­des de cada libe­ra­do y cada liberada.

A medias empu­ja­dos por el movi­mien­to popu­lar y con su impu­ni­dad ase­gu­ra­da por el Pac­to del Club Naval, los mili­cos se reple­ga­ron orde­na­da­men­te a los cuar­te­les. Des­de su ata­la­ya vigi­la­ban y con­tro­la­ban las fuer­zas popu­la­res que los habían recha­za­do en el NO de 1980 y en el Río de Liber­tad de 1983. Con­ser­va­ron intac­tas sus fuer­zas, su cade­na de man­do y su estruc­tu­ra ideo­ló­gi­ca, suje­tan­do a la tute­la mili­tar la «demo­cra­cia a lo San­gui­net­ti». Por otra par­te, la recon­quis­ta de algu­nas liber­ta­des sin­di­ca­les y popu­la­res crea­ban la sen­sa­ción de que habría demo­cra­cia para rato… aun­que fue­ra tute­la­da. El híbri­do polí­ti­co que bos­que­ja­mos en 1985, resul­ta­ba de la cru­za entre el res­pe­to hacia el sen­ti­mien­to popu­lar de haber recon­quis­ta­do la demo­cra­cia y la nece­si­dad de defen­der­se de los tute­la­do­res. El espan­to que cau­sa­ba la ser­pien­te enros­ca­da en los cuar­te­les apre­su­ró los acuer­dos entre los reor­ga­ni­za­do­res del MLN(T). La pro­fe­cía del acto del Fran­zi­ni sobre la posi­bi­li­dad cier­ta de malo­nes cuar­te­le­ros no era nin­gu­na locu­ra. Los «cara­pin­ta­das» se encar­ga­rían de confirmarla. 

La crí­ti­ca al mili­ta­ris­mo del pasa­do ayu­dó a con­ce­bir la orga­ni­za­ción del futu­ro como ins­tru­men­to para el desa­rro­llo de un movi­mien­to de masas capaz de resis­tir los malo­nes fas­cis­tas que avis­tá­ba­mos en el hori­zon­te. Ya no creía­mos en un apa­ra­to arma­do-ombli­go del mun­do, sino en una revo­lu­ción que supo­nía el flo­re­ci­mien­to de las ideas de poder popu­lar y que, en 1985, pasa­ba por la trans­mi­sión del aler­ta a tra­vés de la mili­tan­cia inser­ta en sin­di­ca­tos, coope­ra­ti­vas, gre­mios y orga­ni­za­cio­nes veci­na­les. Las expe­rien­cias de movi­li­za­ción bajo dic­ta­du­ra y la con­cep­ción de poder popu­lar lle­va­ban a con­fiar en la capa­ci­dad de ini­cia­ti­va y auto-orga­ni­za­ción de la gen­te. Raúl Sen­dic plan­teó que la uni­dad debía re-sur­gir des­de las bases socia­les, por­que «tal vez lo que los diri­gen­tes no con­si­gan lo logre­mos tra­ba­jan­do des­de aba­jo, pacien­te­men­te, codo a codo con hom­bres y muje­res de dife­ren­tes ten­den­cias» (Acto del Fran­zi­ni, 19 de diciem­bre de 1987). Pro­pu­so un Fren­te Gran­de no para ganar elec­cio­nes sino para movi­li­zar­se por el pro­gra­ma popu­lar, para dis­tri­buir las tie­rras y mejo­rar la vida de los tra­ba­ja­do­res rura­les, para ter­mi­nar con la ban­ca extran­je­ra y con la san­gría de la deu­da exter­na, para un aumen­to gene­ral del sala­rio que trai­ga el ensan­cha­mien­to del mer­ca­do interno. Un Fren­te Gran­de para unir­nos sin exclu­sio­nes, pero no para transar, ni para transar con el que tran­sa. ¡Un Fren­te Gran­de de imbancables!

Tam­bién fue cier­to que, al abrir­se las cár­ce­les, zam­bu­lli­mos en el mar de emo­cio­nes y sen­ti­mien­tos fren­team­plis­tas que sobre­vi­vió el estig­ma, las per­se­cu­cio­nes y el terro­ris­mo. El movi­mien­to popu­lar sen­tía que las ban­de­ras de la recon­quis­ta y la espe­ran­za eran tri­co­lo­res y que el Fren­te era el lugar hacia don­de con­ver­gían en masa tan­to lo más pro­gre­sis­ta del país como par­te de la mili­tan­cia que pre­ten­día revo­lu­cio­nes. Ade­más, de la crí­ti­ca del pasa­do, la mayo­ría de los tupa­ma­ros había­mos infe­ri­do que en el ter­cer mun­do las revo­lu­cio­nes se orga­ni­za­rían en for­ma de fren­tes. El Fren­te Gran­de con­te­nía y gene­ra­li­za­ba el pro­yec­to de cam­bio popu­lar que repre­sen­ta­ba elec­to­ral­men­te el Fren­te Amplio. Estas con­si­de­ra­cio­nes, muy dife­ren­tes a las de 1971, lle­va­ron a pasar del apo­yo crí­ti­co a pen­sar en la incor­po­ra­ción lisa y lla­na a la coa­li­ción. Aún así, en el deba­te interno no hubo una­ni­mi­da­des y una mino­ría del Comi­té Cen­tral con­si­de­ra­mos que se debía pos­ter­gar el pedi­do de ingre­so has­ta que el MLN(T) alcan­za­ra el peso social sufi­cien­te para hacer­se escu­char con aten­ción. En con­cre­to, antes de ingre­sar se debía con­so­li­dar la influen­cia de las agru­pa­cio­nes amplia­das en el movi­mien­to social y el desa­rro­llo del fren­te gran­de. Tam­bién era cier­to que mucha gen­te vin­cu­la­da a los tupa­ma­ros ya inte­gra­ba los comi­tés de base antes de 1985, sin sen­tir que se opu­sie­ran su mili­tan­cia fren­team­plis­ta y la dis­ci­pli­na a ese MLN(T) que ayu­da­ban a reor­ga­ni­zar. Por acla­ma­ción se deci­dió pedir el ingre­so el 11 de abril de 1986 en un Pala­cio Peña­rol reple­to de mili­tan­cia tupa­ma­ra. Fue mayo­ría la volun­tad de ingre­sar al Fren­te Amplio pese a ser suma­men­te crí­ti­cos de su ya evi­den­te retro­ce­so hacia las polí­ti­cas conciliadoras.

Los meses que trans­cu­rrie­ron entre la ley de impu­ni­dad (22 de diciem­bre de 1986) y el ple­bis­ci­to del Voto Ver­de (19 de abril de 1989) estu­vie­ron sig­na­dos por la mili­tan­cia de los núcleos más acti­vos. Fue­ron tiem­pos de agi­ta­ción del «jui­cio y cas­ti­go a los cul­pa­bles», de la reco­lec­ción y de la defen­sa de las fir­mas con­tra la ley de impu­ni­dad y, final­men­te, de la cam­pa­ña por el Voto Ver­de en los pri­me­ros meses de 1989. Tam­bién fue un perío­do álgi­do de la lucha sin­di­cal –San­gui­net­ti se vana­glo­rió de no haber per­di­do ni un con­flic­to– y de las ocu­pa­cio­nes de tie­rras para vivir, algu­nas orga­ni­za­das, otras espon­tá­neas. La lucha social creó un pun­to de encuen­tro para la mili­tan­cia radi­cal, ya fue­ra orga­ni­za­da en par­ti­dos o actuan­do indi­vi­dual­men­te. La con­fluen­cia se cru­zó con la nece­si­dad de crear un polo ideo­ló­gi­co revo­lu­cio­na­rio para con­tra­rres­tar el retro­ce­so gene­ral y, en con­se­cuen­cia, como expre­sión de lo más radi­cal y com­ba­ti­vo sur­gió el Movi­mien­to de Par­ti­ci­pa­ción Popu­lar. Quién diría que la radi­ca­li­dad com­ba­ti­va haya sido el ori­gen de este MPP escle­ro­sa­do, apa­ra­to que res­pal­da cie­ga­men­te las medi­das más impo­pu­la­res del pro­gre­sis­mo. El calen­da­rio elec­to­ral apre­su­ró su lan­za­mien­to for­mal que tuvo lugar el 6 de abril de 1989 y con el Par­ti­do por la Vic­to­ria del Pue­blo (PVP), el Par­ti­do Socia­lis­ta de los Tra­ba­ja­do­res (PST), el Movi­mien­to Revo­lu­cio­na­rio Orien­tal (MRO), el Par­ti­do Comu­nis­ta Revo­lu­cio­na­rio (PCR), el MLN(T) y muchos mili­tan­tes inde­pen­dien­tes entre los que se des­ta­ca­ban Helios Sarthou, Car­los M. Gutié­rrez, Jor­ge Durán Mat­tos, Mar­cos Abe­len­da, Daniel Oles­ker, Juan Chenlo.

Recién enton­ces, lue­go de la demos­tra­ción de fuer­za que sig­ni­fi­có la crea­ción del Movi­mien­to de Par­ti­ci­pa­ción Popu­lar (MPP), se logró supe­rar la opo­si­ción al ingre­so del MLN(T) al Fren­te Amplio, tan­to la públi­ca y trans­pa­ren­te de los demó­cra­tas cris­tia­nos como la opa­ca y sola­pa­da del esta­li­nis­mo crio­llo. La lucha con­tra la impu­ni­dad, don­de la mili­tan­cia de base cobró una fun­da­men­tal impor­tan­cia, sir­vió para disi­mu­lar las con­ce­sio­nes y retro­ce­sos del Fren­te Amplio. La des­con­fian­za de Raúl Sen­dic hacia la con­duc­ción fren­team­plis­ta se trans­mi­tía en for­ma de Fren­te Gran­de, mien­tras que en otras y otros tupas, esa mis­ma des­con­fian­za tomó for­ma de polo ideo­ló­gi­co revo­lu­cio­na­rio. Un ter­cer agru­pa­mien­to den­tro del MLN(T) ya esta­ba car­bu­ran­do la idea de subir­se al carro de la con­ci­lia­ción de cla­ses y tomar sus rien­das, estra­te­gia que se con­cre­tó en los años siguientes.

HI: ¿Cua­les son los moti­vos por los cua­les aban­do­nás el FA?

JZ: Intrin­ca­da made­ja. No fue una deci­sión indi­vi­dual. Hubie­ron varias esqui­nas sin retorno que lue­go de dobla­das fue­ron mar­can­do la línea rec­ta del ale­ja­mien­to. En reali­dad nos expul­sa­ron del MLN-MPP, cuan­do la mayo­ría se había incor­po­ra­do al retro­ce­so ideo­ló­gi­co, cues­tión hoy muy evi­den­te por cier­to. Al igual que en toda la his­to­ria, las dife­ren­cias de con­cep­ción sur­gie­ron en la dis­cu­sión con­cre­ta de los acon­te­ci­mien­tos, don­de las acti­tu­des de cada uno decían mucho más que su dis­cur­so. Los ser­mo­nes «izquier­do­sos» se uti­li­za­ban –se uti­li­zan– para encu­brir hechos que arri­ma­ban los após­ta­tas a los due­ños de todo y, espe­cial­men­te, a los mili­ta­res defen­so­res de la impunidad.

Con­vie­ne empe­zar por el aná­li­sis la mare­ja­da de ocu­pa­cio­nes de terre­nos de 198889, un hecho social defi­ni­to­rio. El enca­re­ci­mien­to del cos­to de la tie­rra en las zonas urba­nas con mejo­res ser­vi­cios, obli­gó a emi­grar a quie­nes no podían pagar alqui­le­res o las cuo­tas del ban­co hipo­te­ca­rio. Muchos se fue­ron del país, pero otros ter­mi­na­ron repo­blan­do las peri­fe­rias de las ciu­da­des. Asi­mis­mo, esa cri­sis en los bol­si­llos con ingre­sos fijos hizo cre­cer y repro­du­cir­se la ven­ta ambu­lan­te: la gen­te salió en masa a ven­der lo que podía. Des­de el gobierno se exi­gió que los dam­ni­fi­ca­dos por la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca resol­vie­ran sus angus­tias en orden, hacien­do cola en los mos­tra­do­res ins­ti­tu­cio­na­les. En 1990 el pue­blo había con­cre­ta­do sus espe­ran­zas logran­do que «nues­tro» Fren­te Amplio gober­na­ra Mon­te­vi­deo y, natu­ral­men­te, quie­nes vivían irre­gu­lar­men­te en los asen­ta­mien­tos y quie­nes ven­dían irre­gu­lar­men­te en las vere­das, espe­ra­ban el ini­cio de una nue­va era, de «nues­tra» era. Más a la cor­ta que a la lar­ga pudie­ron com­pro­bar que la des­cen­tra­li­za­ción, la car­te­ra muni­ci­pal de tie­rras y el ban­co de mate­ria­les no mar­cha­ban rum­bo a la for­ma­ción de un pue­blo en con­di­cio­nes de gober­nar­se a sí mis­mo. Que la regu­la­ri­za­ción de la ven­ta calle­je­ra era un ins­tru­men­to de con­trol y recau­da­ción. Que la des­cen­tra­li­za­ción no era el tras­la­do de poder a los veci­nos sino la mera des­con­cen­tra­ción del piza­rrón de qui­nie­las. Por el con­tra­rio, con la lla­ma­da «actua­li­za­ción ideo­ló­gi­ca» se dis­fra­za­ba de izquier­da la apli­ca­ción del esque­ma «neo­li­be­ra­lis­mo con asis­ten­cia­lis­mo social» que, en los hechos aun­que no en las pala­bras, sig­ni­fi­ca­ba la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de un pen­sa­mien­to anti­po­pu­lar. La repre­sión muni­ci­pal a los ven­de­do­res ambu­lan­tes y a los veci­nos que ocu­pa­ban terre­nos fue­ron ges­tos para ganar­se las sim­pa­tías de los pode­ro­sos, las inten­den­cias Taba­ré-Ara­na pre­fi­gu­ra­ron y anti­ci­pa­ron los gobier­nos de Tabaré-Mujica-Astori.

El Fren­te Amplio sola­men­te per­mi­tía el deba­te en los orga­nis­mos de con­duc­ción que con­tro­la­ban Taba­ré-Asto­ri; el auto­ri­ta­ris­mo en la inter­na no sopor­ta­ba que las disi­den­cias inter­nas se expre­sa­ran mus­cu­lar­men­te o votan­do apar­te de la ban­ca­da en el par­la­men­to nacio­nal o en el depar­ta­men­tal. Esta­ba prohi­bi­do mani­fes­tar des­con­ten­to cuan­do Taba­ré entre­ga­ba las lla­ves de la ciu­dad al ase­sino Geor­ge Bush (padre). Si bien en el MLN-MPP domi­na­ban los sen­ti­mien­tos de soli­da­ri­dad, las exi­gen­cias prác­ti­cas ali­men­ta­ron la idea de jugar al achi­que: las olas disi­den­tes debían ser pocas, chi­cas y man­sas para no per­ju­di­car la cam­pa­ña elec­to­ral de Taba­ré. Como les encan­ta­ba «estar» don­de se cor­ta el baca­lao, la crí­ti­ca y la lucha de ideas debía ser dada con «leal­tad» hacia los socios coali­ga­dos, aun­que ellos impli­ca­ra des­leal­tad hacia las expec­ta­ti­vas y las luchas de los tra­ba­ja­do­res o de los veci­nos orga­ni­za­dos. Los sec­to­res más con­ser­va­do­res del Fren­te debían sen­tir segu­ros con el MLN-MPP, pre­ci­sa­ban garan­tías dis­ci­pli­na­rias de ante­mano y, a cam­bio, le per­mi­ti­rían algu­nas pata­le­tas para man­te­ner con­ten­ta la gila­da. Era la mane­ra en que el Fren­te Amplio se con­ver­ti­ría en otro par­ti­do del orden bur­gués, total­men­te dis­tan­cia­do de los sec­to­res des­car­ta­dos por el capitalismo.

Pue­de pare­cer abe­rran­te pero, de hecho, el Fren­te se opo­nía en lo nacio­nal a las polí­ti­cas pri­va­ti­za­do­ras que jus­ti­fi­ca­ba en la inten­den­cia mon­te­vi­dea­na. Fue lar­ga y enco­na­da la lucha para man­te­ner en la esfe­ra esta­tal públi­ca la pro­pie­dad del his­tó­ri­co Hotel y Casino Carras­co. En 1997 pro­vo­có la renun­cia de Taba­ré Váz­quez a la pre­si­den­cia del FA y la exco­mu­nión del pre­si­den­te de la Jun­ta Depar­ta­men­tal por haber vota­do con­tra el pro­yec­to pre­sen­ta­do por Mariano Ara­na. De todas mane­ras las pri­va­ti­za­cio­nes se mul­ti­pli­ca­ron en el ámbi­to muni­ci­pal y final­men­te, duran­te el gobierno de Ricar­do Erlich, el Carras­co pasó a manos pri­va­das en las cua­les vege­ta inú­til­men­te. Ambos fenó­me­nos, ocu­pa­cio­nes y pri­va­ti­za­cio­nes muni­ci­pa­les, des­per­ta­ron demo­nios y fan­tas­mas no sólo en la dere­cha y, len­ta y pau­la­ti­na­men­te, aman­sa­ron los leo­nes des­den­ta­dos, que se incor­po­ra­ron sin escrú­pu­los a la línea de la con­tra­rre­for­ma agra­ria y de la plei­te­sía fren­te al capi­tal extranjero.

El gru­po de mili­tan­tes enca­be­za­do noto­ria­men­te por Helios Sarthou recha­za­mos el dis­ci­pli­na­mien­to de la expre­sión polí­ti­ca. Expre­sá­ba­mos la soli­da­ri­dad com­par­tien­do calle y palos con los ambu­lan­tes y ocu­pan­do con los ocu­pan­tes, defen­dién­do­los en los des­alo­jos fue­ra quien fue­ra que los des­alo­ja­ba. Recí­pro­ca­men­te los des­car­ta­dos nos fue­ron trans­fi­rien­do su irri­ta­ción e intran­si­gen­cia, fui­mos endu­re­cien­do el dis­cur­so y la acti­tud que ya venían endu­re­ci­das de la lucha por el Voto Ver­de. A los feli­gre­ses más cré­du­los les inco­mo­da­ba el ojo crí­ti­co y la des­obe­dien­cia inde­bi­da. Nos vol­vi­mos «asque­ro­sos». Las pri­va­ti­za­cio­nes muni­ci­pa­les sella­ron la domes­ti­ca­ción final del MLN-MPP que, en con­se­cuen­cia, como demos­tra­ción de bue­na fe, se sin­tió obli­ga­do a expul­sar de sus filas la disi­den­cia indomesticable.

Per­so­nal­men­te sen­tí haber fra­ca­sa­do en dos aspec­tos sus­tan­cia­les: en pri­mer lugar, en los esfuer­zos por crear una orga­ni­za­ción de asen­ta­mien­tos al esti­lo de la Fede­ra­ción Uru­gua­ya de Coope­ra­ti­vas de Vivien­da por Ayu­da Mutua (FUCVAM) y un movi­mien­to que cen­tra­li­za­ra los recla­mos de la ven­ta calle­je­ra. La ten­ta­ti­va rati­fi­có que no es posi­ble orga­ni­zar la lucha social des­de las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les. En segun­do lugar, fra­ca­sé en divul­gar y con­ven­cer del giro a la dere­cha del MLN-MPP, nadie creía que tama­ña hipo­cre­sía fue­ra posi­ble en quie­nes habían sufri­do cala­bo­zos por sus ideas revo­lu­cio­na­rias. Ambos hechos reper­cu­tie­ron con mucha con­tun­den­cia en mi áni­mo y me hicie­ron poner en dudas mis capa­ci­da­des para con­tri­buir a una acu­mu­la­ción de fuer­zas con sen­ti­do revo­lu­cio­na­rio. Me dedi­qué a ganar­me la vida como carnicero.

Sin embar­go, la infi­de­li­dad que moti­vó el divor­cio ideo­ló­gi­co tuvo lugar el mar­tes 24 agos­to de 1994. A con­se­cuen­cia de las ideas sepa­ra­das lle­ga­ría más tar­de el divor­cio polí­ti­co-orga­ni­za­ti­vo. Esa maña­na el PIT-CNT decla­ró paro gene­ral y con­vo­có a con­cen­trar­se alre­de­dor del Hos­pi­tal Fil­tro para mani­fes­tar soli­da­ri­dad con los vas­cos en huel­ga de ham­bre seca. Laca­lle los extra­di­tó al esta­do Espa­ñol y la tor­tu­ra. El trans­por­te aéreo ya había ate­rri­za­do en Carras­co. Los «radi­ca­les» había­mos man­te­ni­do una vigi­lia en la calle. FUCVAM se sumó al movi­mien­to. Difun­die­ron CX 44 Radio Pan­ame­ri­ca­na y CX 36 Radio Cen­te­na­rio y la con­cen­tra­ción se vol­vió masi­va. Ese medio­día la Mesa Polí­ti­ca del FA con­cu­rrió en pleno. A las cin­co exac­ta­men­te la Repu­bli­ca­na arre­me­tió a caba­llo, apa­lean­do muje­res con bebés, ancia­nos y niños. La mul­ti­tud se defen­dió de la bru­ta­li­dad repre­si­va. La poli­cía ase­si­nó a Fer­nan­do Morro­ni. Hirió de cua­tro bala­zos en la espal­da al enfer­me­ro Este­ban Mas­sa que asis­tía en el sue­lo al las­ti­ma­do Ruben Sas­sano. Car­los Font fue inter­na­do con pér­di­da de masa ence­fá­li­ca y Móni­ca Ramí­rez con heri­das de balas en el vien­tre. Esa noche fue ase­si­na­do Rober­to Facal. Que­da­ron heri­dos más de 100 mani­fes­tan­tes en la ope­ra­ción repre­si­va, 15 de ellos a bala­zos. El miér­co­les 25 de agos­to miles acom­pa­ña­ron a Fer­nan­do has­ta el Cemen­te­rio del Nor­te. Tres minis­tros del inte­rior pro­gre­sis­tas des­pués, no se ha hecho públi­ca nin­gu­na inves­ti­ga­ción. Los ase­si­nos y los que coman­da­ron la repre­sión con­ti­núan impunes.

Esta­lló la polé­mi­ca. Saca­ron los fan­tas­mas de la buhar­di­lla y con­cen­tra­ron sus ata­ques en los tupa­ma­ros para asus­tar a los pusi­lá­ni­mes. La dere­cha pre­sio­na­ba para que el pro­gre­sis­mo des­mon­ta­ra el agru­pa­mien­to radi­cal. Rápi­da­men­te, el Fren­te Amplio adju­di­có su derro­ta elec­to­ral de 1994 a los inso­por­ta­bles núcleos radi­ca­li­za­dos. En el Comi­té Cen­tral del MLN(T) se esgri­mió la tesis de la «no vio­len­cia acti­va» o acción no-vio­len­ta. Se argu­men­tó que al enfren­tar orga­ni­za­da­men­te la repre­sión en Jacin­to Vera, se había pro­vo­ca­do la masa­cre y que, de algu­na mane­ra, la res­pon­sa­bi­li­dad de la muer­te de los com­pa­ñe­ros recaía sobre nues­tros hom­bros. Para no dar jus­ti­fi­ca­ti­vos a la poli­cía y que no se repi­tie­ran sus ase­si­na­tos, había que renun­ciar a la estra­te­gia de crear una fuer­za mili­tan­te con espí­ri­tu com­ba­ti­vo y sus­ti­tuir­la por la de des­obe­dien­cia civil o resis­ten­cia no-vio­len­ta. La con­duc­ción fren­team­plis­ta que­da­ría satis­fe­cha de esa manera. 

Dis­per­sa pero acti­va, la mili­tan­cia radi­cal había des­cu­bier­to otros luga­res de encuen­tro: las Comi­sio­nes Barria­les de lucha por Ver­dad y Jus­ti­cia, la colum­na Cerro-Teja de los pri­me­ros de mayo, la bata­lla con­tra el artícu­lo 23, el apo­yo a las ocu­pa­cio­nes de tie­rra y a los con­flic­tos obre­ros del Espi­ni­llar, de la cons­truc­ción, de la bebi­da, la quí­mi­ca y del trans­por­te. Allí fue­ron hacien­do su pro­pia y mon­ta­raz his­to­ria, cono­cién­do­se y des­cu­brien­do for­mas de coor­di­na­ción hori­zon­tal. Los núcleos acti­vos fue­ron lo sufi­cien­te­men­te hábi­les para res­pon­der a los ata­ques de la poli­cía sin ais­lar­se de la abi­ga­rra­da mul­ti­tud que rodeó el Hos­pi­tal Fil­tro. Tam­bién logró con su mili­tan­cia que el 63% del elec­to­ra­do recha­za­ra la «mini­rre­for­ma» el 28 de ese mis­mo agos­to de 1994. Los repre­sen­ta­ban un sena­dor y los edi­les de Mon­te­vi­deo y Tri­ni­dad que denun­cia­ban y actua­ban con espí­ri­tu extra­par­la­men­ta­rio. Cami­nan­do hacia un hori­zon­te insu­rrec­cio­nal, esa dis­per­sa y poco orde­na­da fuer­za mili­tan­te demos­tró ser capaz de actuar con efec­ti­vi­dad y de gol­pear coor­di­na­da­men­te. Su fuer­za en blan­cos, colo­ra­dos, diri­gen­tes fren­team­plis­tas y ex-gue­rri­lle­ros domes­ti­ca­dos, la nece­si­dad de cor­tar las uñas del gati­to antes que se trans­for­ma­ra en tigre. 

Muy influi­da por el gandhis­mo-tupa­ma­ro, para no pro­vo­car la repre­sión, la juven­tud del MPP inten­tó sus­pen­der la mar­cha que, en setiem­bre de 1994, varias orga­ni­za­cio­nes esta­ban coor­di­nan­do al cum­plir­se un mes de la Masa­cre de Jacin­to Vera. «Manos des­co­no­ci­das» acer­ca­ron a la orgá­ni­ca MLN-MPP una cas­set­te gra­ba­da en una cuchi­pan­da rea­li­za­da en la guar­dia repu­bli­ca­na, don­de el minis­tro Ángel Gia­no­la aren­ga­ba a sus ofi­cia­les para que repri­mie­ran a los gru­pos radi­ca­li­za­dos. La cas­se­te fue esgri­mi­da en la dis­cu­sión como argu­men­to disua­si­vo con­tun­den­te. En la inter­na del MLN(T) esta­ba en cur­so un deba­te sobre de las rela­cio­nes con un gru­po de ofi­cia­les de los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia mili­ta­res. Más allá del tes­ti­mo­nio per­so­nal ‑par­ti­ci­pé en dos de las pri­me­ras reunio­nes, como ya he rela­ta­do- resul­ta­ba evi­den­te que el MLN(T) esta­ba sien­do ata­ca­do por una ope­ra­ción de inte­li­gen­cia que bus­ca­ba neu­tra­li­zar las pers­pec­ti­vas revo­lu­cio­na­rias. Ade­más de «esta­ble­cer un telé­fono rojo para impe­dir que nos enfren­ten a mili­ta­res y tupa­ma­ros como en el pasa­do» no hubo otras expli­ca­cio­nes. De hecho, al vin­cu­lar­se con el núcleo cen­tral del apa­ra­to repre­si­vo, el MLN(T) esta­ba pasan­do por arri­ba del sen­ti­mien­to de ver­dad y jus­ti­cia para los des­apa­re­ci­dos y ase­si­na­dos por el terro­ris­mo de Esta­do. Se cru­za­ba el Rubi­cón de la éti­ca y la moral. La acti­tud hizo que muchas y muchos se sin­tie­ran empu­ja­dos fue­ra del MLN, una mane­ra de expre­sar con los pies la dis­cre­pan­cia. Otros opta­ron por que­dar­se, acti­tud que sig­ni­fi­ca­ba con­va­li­dar con su pre­sen­cia la con­cep­ción conciliadora. 

HI: ¿Cuá­les enten­dés que son las tareas polí­ti­cas para la eta­pa y cua­les enten­dés que son los prin­ci­pa­les desa­fíos para el futuro?

JZ: En los «70 debie­ron recu­rrir al terro­ris­mo de Esta­do para aplas­tar las revo­lu­cio­nes y sumi­nis­trar la medi­ci­na neo­li­be­ral a los pue­blos. Una vez mar­chi­tas las dic­ta­du­ras en los «80, en varias de las comar­cas lati­no­ame­ri­ca­nas se alza­ron los pue­blos con­tra el con­sen­so de Washing­ton y la revuel­ta se tra­du­jo en acce­so de fuer­zas pro­gre­sis­tas al gobierno, que lle­ga­ron con la pro­me­sa de hacer tem­blar has­ta las raí­ces de los árbo­les. Hoy día, en el 2017, está cla­ro que sus polí­ti­cas asis­ten­cia­lis­tas no hicie­ron tem­blar nada, ape­nas logra­ron que los pobres con­su­mie­ran un poco más que antes o, dicho de otra mane­ra, incor­po­ra­ron los sec­to­res des­car­ta­dos a la socie­dad con­su­mis­ta. Tam­bién incre­men­ta­ron el sala­rio, aun­que su mon­to no alcan­za a cubrir las nece­si­da­des mate­ria­les, edu­ca­ti­vas y cul­tu­ra­les del asa­la­ria­do. Está cla­ro que la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca del pro­gre­sis­mo tam­bién favo­re­ció un aumen­to en la con­cen­tra­ción del capi­tal y la pro­pie­dad de la tie­rra, que se pue­de leer como una mayor degra­da­ción de la vida demo­crá­ti­ca. Aumen­to de sala­rio y asis­ten­cia­lis­mo social han sido tan inú­ti­les para resol­ver el fon­do de la cues­tión social como los vade­mé­cums orto­do­xos apli­ca­dos por los gobier­nos ante­rio­res. Pro­te­gi­da por el pro­gre­sis­mo, la bur­gue­sía pro­si­gue en su carre­ra por aumen­tar la tasa de ganan­cia a cos­ti­llas del tra­ba­jo y, por con­si­guien­te, la lucha de los pue­blos asa­la­ria­dos es un eterno recomenzar.

En la medi­da que requie­re redis­tri­bu­ción del ingre­so, el asis­ten­cia­lis­mo se con­tra­po­ne a la vora­ci­dad insa­cia­ble de las éli­tes domi­nan­tes. Sólo les sir­ve el neo­li­be­ra­lis­mo sin fomen­tos. Tam­po­co la «agen­da social» del pro­gre­sis­mo es com­pa­ti­ble con sus estruc­tu­ra­dos modos de pen­sar y de sen­tir, en espe­cial, les caen grue­sas la lega­li­za­ción del abor­to, la des­pros­crip­ción de la marihua­na, la defen­sa de la igual­dad entre los géne­ros y el matri­mo­nio igua­li­ta­rio. Pese a los pri­vi­le­gios para los inver­so­res extran­je­ros, las zonas fran­cas y las exo­ne­ra­cio­nes varias, las éli­tes sien­ten que las demo­cra­cias, mien­tras están admi­nis­tra­das por el pro­gre­sis­mo, han deja­do de ser ins­tru­men­tos úti­les a sus desig­nios. En con­se­cuen­cia, deci­die­ron sumi­nis­trar sin inter­me­dia­rios la póci­ma y el retorno de los bru­jos pare­ce ser el signo de los tiem­pos. El fenó­meno tra­jo a Donald Trump y sus cóm­pli­ces de Wall Street y del com­ple­jo de indus­trias arma­men­tís­ti­cas, pero tam­bién al fas­cis­mo a cie­lo abier­to en Euro­pa y acá, en Amé­ri­ca Lati­na, a lo más reac­cio­na­rio de la dere­cha, por las bue­nas en algu­nos casos –Macri, Kuczyns­ki – , por las malas en otros –Temer– y por las peo­res tam­bién, como ocu­rrió en Hai­tí y Hon­du­ras. Sien­ten el pro­gre­sis­mo como una enfer­me­dad de las demo­cra­cias for­ma­les, sea en Euro­pa, en EEUU o en Amé­ri­ca Latina.

Los pue­blos defien­den pací­fi­ca­men­te sus con­quis­tas y mani­fies­tan su des­con­ten­to con el cariz que van toman­do las cosas: gru­pos de esta­dou­ni­den­ses pro­tes­tan fren­te a los por­to­nes y las rejas de la Casa Blan­ca; los meji­ca­nos denun­cian masi­va­men­te la polí­ti­ca de des­apa­ri­cio­nes y ase­si­na­tos del Esta­do falli­do y nar­co­tra­fi­can­te; los argen­ti­nos ama­gan con reedi­tar las jor­na­das de diciem­bre del 2001 y los chi­le­nos hacen masi­vas demos­tra­cio­nes con­tra las medi­das neo­li­be­ra­les del pro­gre­sis­mo de la Bache­let. Enton­ces, para con­for­mar lo más reac­cio­na­rio, algu­nos de los gobier­nos empre­sa­ria­les emi­ten seña­les ame­na­zan­tes y, en otros casos, como el meji­cano y el colom­biano, pasan a dar palos sin más. Con su apo­lo­gía de la tor­tu­ra y de Guan­tá­na­mo, Trump se con­vier­te en aban­de­ra­do de las ideas fas­cis­tas. Lo sigue el gobierno de Méji­co, cóm­pli­ce en las des­apa­ri­cio­nes de los 43 nor­ma­lis­tas y del ase­si­na­to de más de cien perio­dis­tas al año. Tam­bién la Bache­let, que ha deja­do total­men­te al des­cu­bier­to su natu­ra­le­za racis­ta y auto­ri­ta­ria, aun­que enca­be­ce una fuer­za que pre­ten­de ser socia­lis­ta. Mau­ri­cio Macri se bur­la y ata­ca a los movi­mien­tos sin­di­ca­les, barria­les y femi­nis­tas. ¿De qué paz y demo­cra­cia hablan en Colom­bia y Hon­du­ras, don­de los para­mi­li­ta­res ase­si­nan lucha­do­res que defien­den el medio ambien­te y a cam­pe­si­nos de ori­gen maya?

Una vez más el esta­men­to oli­gár­qui­co lati­no­ame­ri­cano suel­ta de la correa a sus can­cer­be­ros y vuel­ve posi­ble e inmi­nen­te la exten­sión del ejer­ci­cio de la vio­len­cia ins­ti­tu­cio­na­li­za­da con­tra el movi­mien­to popu­lar. Las orga­ni­za­cio­nes del pue­blo están sabien­do que en la defen­sa de lo con­quis­ta­do corren el ries­go cier­to de ser feroz­men­te repri­mi­dos por la poli­cía… ¿De qué mane­ra pue­de res­pon­der el pue­blo mapu­che ata­ca­do sin pie­dad por la pro­gre­sis­ta Bache­let lue­go de más de 500 años de some­ti­mien­to? ¿qué pue­den hacer los pue­blos de ori­gen maya en Chia­pas, Gua­te­ma­la y Hon­du­ras? ¿en qué sali­da elec­to­ral y par­la­men­ta­ria pue­den creer los tra­ba­ja­do­res agra­rios bra­si­le­ros, per­se­gui­dos como en los tiem­pos de Canu­dos? ¿cómo pue­den enfren­tar la matan­za los meji­ca­nos? Hoy día, en Amé­ri­ca Lati­na, el aná­li­sis polí­ti­co está obli­ga­do a tener en cuen­ta que la ofen­si­va vio­len­ta de la cla­se domi­nan­te legi­ti­ma las posi­bles res­pues­tas con­tra­vio­len­tas que obten­drá. Los movi­mien­tos de masas nun­ca se deja­ron arrear a los ponchazos.

Sin embar­go, nada per­mi­te augu­rar una pron­ta sali­da de la pasi­vi­dad del pue­blo uru­gua­yo. Acá la hege­mo­nía bur­gue­sa fun­cio­na a las mil mara­vi­llas. Fue así en el Uru­guay Batllis­ta y lo es hoy, en el Uru­guay Pro­gre­sis­ta, don­de las for­ma­li­da­des demo­crá­ti­cas con­ti­núan con­tan­do con una ancha ban­da de con­sen­ti­mien­to. Bas­ta con per­mi­tir con­se­jos de sala­rios aun­que los aumen­tos no recu­pe­ren los trian­gu­li­tos roba­dos, con­que «Jun­tos» rega­le unos ran­chos mal cons­trui­dos y Taba­ré se deje sacar unas «sel­fies» en los con­se­jos minis­te­ria­les de «cer­ca­nía», para coop­tar a miles de lucha­do­res y trans­for­mar­los en reven­de­do­ras de espe­ji­tos y cuen­tas de colo­res. La len­ti­tud para sacu­dir la mele­na es con­se­cuen­cia direc­ta de la acción de ese col­chón de clien­tes polí­ti­cos y de sus efec­tos ador­me­ce­do­res sobre la con­cien­cia social.

La his­to­ria recien­te mues­tra que los sec­to­res reac­cio­na­rios tam­po­co pudie­ron evi­tar los efec­tos de la amor­ti­gua­ción sobre las con­duc­tas polí­ti­cas. Tal vez por esa razón, años de endu­re­ci­mien­to jurí­di­co pau­la­tino y de repre­sión de baja inten­si­dad debie­ron pre­ce­der al «68 del ejer­ci­cio abier­to de la vio­len­cia con­tra el pue­blo. Tal vez para satis­fa­cer esas tra­di­cio­nes amor­ti­gua­do­res, al dar su gol­pe de Esta­do el 9 de febre­ro de 1973 y antes de pasar abier­ta­men­te al terro­ris­mo, los man­dos mili­ta­res recu­rrie­ron a la tri­qui­ñue­la de sen­tar un títe­re de car­tón en el sillón pre­si­den­cial y per­mi­tie­ron que el par­la­men­to con­ti­nua­ra sien­do caja de reso­nan­cia de quie­nes resis­tían el gol­pe de Esta­do. La acep­ta­ción de las for­ma­li­da­des demo­crá­ti­cas y de los meca­nis­mos amor­ti­gua­do­res ha sido una carac­te­rís­ti­ca de la vida polí­ti­ca a la uru­gua­ya. A la hora de carac­te­ri­zar coyun­tu­ras y defi­nir tareas, el des­co­no­ci­mien­to del fenó­meno pue­de con­du­cir al ona­nis­mo político.

Aun­que no todos fue­ran cons­cien­tes de las con­se­cuen­cias de su acti­tud, los dele­ga­dos fren­team­plis­tas que aplau­die­ron de pie las pala­bras de Hui­do­bro en la polé­mi­ca con Hugo Cores del Con­gre­so del 2003, esta­ban rati­fi­can­do de hecho la vigen­cia de la ley de cadu­ci­dad. Cier­to, los feli­gre­ses habían sido indu­ci­dos por un dema­go­go de gran cali­bre, pero las manos alza­das deja­ron cons­tan­cia de que esta­ban dis­pues­tos a tole­rar que tira­ran los prin­ci­pios por la bor­da con tal de ganar unos votos más. Tras esa vic­to­ria ideo­ló­gi­ca, los cau­di­llos fren­team­plis­tas no tuvie­ron más obs­tácu­los para lan­zar por ele­va­ción, uno tras otro, la serie de misi­les que indu­je­ron el actual cli­ma de impu­ni­dad. Se esta­ba rati­fi­can­do, vein­te años des­pués, el acuer­do de impu­ni­dad que sobre­vo­la­ba o sub­ya­cía el Club Naval. El Fren­te Amplio se unió «de fac­to» al pac­to de silen­cio de la mafia mili­tar y poli­cial. Inmo­ral y sola­pa­da polí­ti­ca sim­bo­li­za­da con la figu­ra de Fer­nán­dez Hui­do­bro, pero res­pal­da­da indu­da­ble­men­te por la tría­da Taba­ré-Muji­ca-Asto­ri. No son ino­cen­tes aun­que los absuel­va la cre­du­li­dad de sus fieles.

La pri­me­ra señal del endu­re­ci­mien­to ocu­rrió el 10 de abril del 2007, día que el par­la­men­to de mayo­ría pro­gre­sis­ta –que no qui­so anu­lar la ley de cadu­ci­dad– trans­for­mó en deli­to penal las ocu­pa­cio­nes de tie­rras, fue­ra para vivir o para tra­ba­jar. Esta ley pasó des­aper­ci­bi­da en gene­ral, pero mar­có la dis­po­si­ción de los par­la­men­ta­rios pro­gre­sis­tas para acep­tar la mano dura que pro­mo­vía el poder eje­cu­ti­vo. A diez años de aquel pri­mer paso, Váz­quez fir­mó el decre­to que per­mi­te, sin pre­via actua­ción judi­cial, la inter­ven­ción de otros orga­nis­mos públi­cos –léa­se las fuer­zas arma­das– para apo­yar a la poli­cía en la repre­sión de los cor­tes de ruta o de calles. Los minis­tros han sali­do sin mucho pudor a defen­der con argu­men­tos bana­les el per­mi­so para el empleo de la vio­len­cia ins­ti­tu­cio­na­li­za­da con­tra la ciu­da­da­nía. El decre­to sola­men­te cae sim­pá­ti­co a los inver­so­res extran­je­ros y a la ros­ca empre­sa­rial criolla.

En este mar­co de endu­re­ci­mien­to pau­la­tino, no hay ino­cen­cia en el for­ta­le­ci­mien­to des­me­di­do de la poli­cía, que hoy día no tie­ne nada que envi­diar a las fuer­zas arma­das en equi­pa­mien­to, orga­ni­za­ción y entre­na­mien­to. Como algu­nos pen­sa­ban del ejér­ci­to en los «70, una con­duc­ción polí­ti­ca ade­cua­da podría trans­for­mar la poli­cía en par­ti­do del desa­rro­llo eco­nó­mi­co y social. A medi­da que la poli­cía es más fuer­te, las for­ma­li­da­des demo­crá­ti­cas se hacen más débi­les. En reali­dad el Fren­te Amplio se ha trans­for­ma­do en otro par­ti­do polí­ti­co del orden, de un orden ajeno y anti­po­pu­lar, cuyo cen­tro ideo­ló­gi­co está en Washing­ton D.C. y bene­fi­cia prin­ci­pal­men­te a las éli­tes crio­llas. No se hable más de ago­ta­mien­to del pro­gre­sis­mo, debe hablar­se lisa y lla­na­men­te de su incor­po­ra­ción al sis­te­ma de domi­na­ción capi­ta­lis­ta. Es una ren­di­ción incondicional.

Tras una ingen­te y por­fia­da lucha de ideas, los sec­to­res más acti­vos del movi­mien­to popu­lar logran, por momen­tos, que la gen­te se libe­re de sus liga­zo­nes ideo­ló­gi­cas y sal­ga a pro­ta­go­ni­zar ines­pe­ra­dos picos de lucha social: las mar­chas del silen­cio y las que defien­den la tie­rra, el aire y el agua, la pue­bla­da con­tra el decre­to de esen­cia­li­dad, la enor­me mani­fes­ta­ción por la igual­dad entre los géne­ros. Sus rei­vin­di­ca­cio­nes teñi­rán la lucha de cla­ses del futu­ro: ver­dad y jus­ti­cia, medioam­bien­te, anti­au­to­ri­ta­ris­mo e igual­dad. Se han con­for­ma­do colum­nas masi­vas de pue­blo que mar­chan en comu­ni­ca­ción muy estre­cha con el acti­vis­mo de algu­nos gru­pos y que se escu­rren entre los dedos de la amor­ti­gua­ción y la mani­pu­la­ción del pro­gre­sis­mo. Tal vez en esta prác­ti­ca coti­dia­na se logre con­ce­bir for­mas de orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria dis­tin­tas al par­ti­do úni­co de cua­dros pro­fe­sio­na­les férrea­men­te disciplinados.

Del cru­ce entre el movi­mien­to masi­vo y los sec­to­res acti­vos tal vez pue­da nacer una fuer­za libre de alie­na­cio­nes y hege­mo­nías, una marea arro­lla­do­ra que haga per­ma­nen­te lo epi­só­di­co y supere lo inme­dia­to pro­po­nién­do­se la trans­for­ma­ción revo­lu­cio­na­ria de la socie­dad. ¿Será posi­ble que esta mili­tan­cia auto-libe­ra­da, que ha recon­quis­ta­do la liber­tad de pen­sar crí­ti­ca­men­te y la auto­no­mía para orga­ni­zar­se, sea capaz de fun­dar el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio que nece­si­ta el pue­blo uru­gua­yo? ¿Qué se den maña para man­te­ner su flui­da comu­ni­ca­ción con las diver­sas par­ti­cu­la­ri­da­des del mun­do social? ¿Qué apren­dan a sos­te­ner con fir­me­za sus con­vic­cio­nes revo­lu­cio­na­rias sin por ello creer­se dife­ren­tes o supe­rio­res? Tal vez el mis­te­rio de la masi­vi­dad radi­que pre­ci­sa­men­te en la for­ma que los núcleos acti­vos res­pe­tan la igual­dad de la mul­ti­tud y se sien­ten iden­ti­fi­ca­dos con ella. Lo cier­to es que la con­vo­ca­to­ria de estos movi­mien­tos socia­les ha ido cre­cien­do en la mis­ma medi­da que ha decre­ci­do noto­ria­men­te la de los apa­ra­tos políticos.

En la medi­da que el Uru­guay no es nin­gu­na excep­ción en Amé­ri­ca Lati­na, en la mano dura que agi­tan los par­ti­dos del orden se vis­lum­bra su deci­sión de ejer­cer el poder en todas sus for­mas, la vio­len­cia ins­ti­tu­cio­nal inclu­si­ve. Una mane­ra de con­tri­buir al «nun­ca más» es divul­gar el aler­ta: aso­man malo­nes repre­si­vos, haya o no gobierno pro­gre­sis­ta. ¿Es una exa­ge­ra­ción sec­ta­ria o son las pers­pec­ti­vas que indi­can las seña­les que está dan­do el poder polí­ti­co? Al endu­re­ci­mien­to de baja inten­si­dad corres­pon­de crear cons­cien­cia sobre la nece­si­dad de auto-defen­der­se de las agre­sio­nes. Cla­ro que, para hacer­se com­pren­der por el movi­mien­to social masi­vo, se debe res­pe­tar la idio­sin­cra­sia gene­ra­da por la amor­ti­gua­ción y se vuel­ve impres­cin­di­ble encon­trar en cada oca­sión los méto­dos y los medios ade­cua­dos. La auto-defen­sa es un acto de jus­ti­cia popu­lar, acep­ta­do o pro­ta­go­ni­za­do por el pue­blo, que debe ade­cuar­se a sus sen­ti­mien­tos y emo­cio­nes; es la res­pues­ta jus­ta y pro­por­cio­nal al gra­do y la for­ma de vio­len­cia de la repre­sión ins­ti­tu­cio­na­li­za­da. No pue­de ser tan des­pro­por­cio­na­da ni tan avan­za­da que se des­pren­da de la com­pren­sión popu­lar. La tarea cen­tral pare­ce ser la for­ma­ción de ese nece­sa­rio movi­mien­to de masas y sec­to­res acti­vos capaz de resis­tir y defen­der­se de las agre­sio­nes de las éli­tes bur­gue­sas y gober­nan­tes. ¿Difí­cil? Por supues­to. Todo depen­de de tener la sabi­du­ría sufi­cien­te para tejer las nece­sa­rias telarañas.

Notas:

1- «Por­qué se nos exi­ge que sea­mos pací­fi­cos has­ta la muer­te?, ¿por qué a noso­tros ?, ¿por qué no pode­mos usar la vio­len­cia con­tra ellos? Si tene­mos al Pue­blo Mapu­che como ances­tros, nues­tros ances­tros nos son los cobar­des espa­ño­les, son el Pue­blo Mapu­che que hizo retro­ce­der a los cobar­des espa­ño­les… a pun­ta de lan­za !!…» Pala­bras de Lui­sa Tole­do, madre de los her­ma­nos Rafael y Eduar­do Ver­ga­ra Tole­do, jóve­nes de 18 y 20 años ase­si­na­dos por Cara­bi­ne­ros el 29 de mar­zo de 1985, fecha en que cada año el pue­blo mapu­che con­me­mo­ra el «día del joven com­ba­tien­te». (Toma­do de Resu­men Lati­no­ame­ri­cano.)

2- Dis­cul­pen que me haya ido muy lar­go. Últi­ma­men­te ten­go la sen­sa­ción de estar escri­bien­do tes­ta­men­tos y hay cosas que no pue­do dejar decir aun­que parez­can obvias y reiteradas.

17 de abril de 2017

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