La vio­len­cia polí­ti­ca en Venezuela

Exis­te un rom­pe­ca­be­zas de las muer­tes. Las más de cien en más de cien días de con­flic­to. La cues­tión se resu­me en la mediá­ti­ca opo­si­to­ra en que todos fue­ron ase­si­na­dos por el gobierno. No impor­ta que no exis­tan prue­bas a la hora del titu­lar, tam­po­co inves­ti­ga­ción para fun­da­men­tar una ase­ve­ra­ción como esa. Impor­ta el impac­to, el núme­ro, el escán­da­lo, el muer­to api­la­do sobre otro muer­to que de a poco cons­tru­ye esa idea ya con­so­li­da­da en muchas par­tes: es un régi­men auto­ri­ta­rio, dic­ta­to­rial, que vio­la los dere­chos humanos. 

En otros casos no se le atri­bu­ye la res­pon­sa­bi­li­dad al gobierno sino a la crisis/​conflicto. Un vie­jo tru­co, como titu­lar «la cri­sis cau­só dos nue­vas muer­tas» cuan­do fue­ron ase­si­na­dos por la poli­cía, bajo órde­nes del gobierno argen­tino, Darío San­ti­llán y Maxi­mi­liano Kos­te­ki en el 2002. No fue en aquel enton­ces «la cri­sis», así como tam­po­co lo es en Vene­zue­la. Si algo que­da de perio­dis­mo en esta bata­lla polí­ti­ca, debe­ría al menos con­ser­var la inves­ti­ga­ción como base para cons­truir noti­cias y opi­nión. Se tra­ta de un deseo casi inge­nuo: la men­ti­ra se ha vuel­to una for­ma nodal de comu­ni­car en esos medios.

Por últi­mo, exis­te otro tru­co más: decir sin nom­brar. «Muer­tos en jor­na­da elec­to­ral», «incen­dia­ron sede de la magis­tra­tu­ra», por ejem­plo, cuan­do es evi­den­te ‑solo bas­ta seguir los movi­mien­tos- que la incen­dia­ron gru­pos de cho­que que en cada mani­fes­ta­ción de la opo­si­ción están en pri­me­ra línea y reci­ben orde­nes de diri­gen­tes de Volun­tad Popu­lar. En este caso no hay autor de la acción. Ni el gobierno, ni la cri­sis, nadie. Menos aún la oposición.

Estas tres varia­bles son repe­ti­das dia­ria­men­te por dece­nas de titu­la­res, por­ta­das, de Vene­zue­la y el mun­do. El resul­ta­do es que una mayo­ría está con­ven­ci­da que el gobierno es autor de toda la vio­len­cia y las muer­tes. ¿Cuán­tas veces es nece­sa­rio repe­tir una idea para que se haga ver­dad? ¿Qué medios de comu­ni­ca­ción es nece­sa­rio tener para que eso suce­da? La arqui­tec­tu­ra comu­ni­ca­cio­nal en el caso de la opo­si­ción vene­zo­la­na es apla­na­do­ra: cuen­ta, por ejem­plo, con los prin­ci­pa­les medios de cada país del con­ti­nen­te, Esta­dos Uni­dos y Euro­pa, arti­cu­la­dos entre sí. 


Los muer­tos enton­ces. ¿Quién es res­pon­sa­ble? Son más de cien, el núme­ro exac­to difu­so: ¿125, 127? ¿Más, menos? Difí­cil tener una cer­te­za debi­do al amplio aba­ni­co de cau­sas de las muer­tes ‑algu­nas pue­den ser inclui­das por algu­nos aná­li­sis y exclui­das por otros‑, y por las fuen­tes de infor­ma­ción, el cru­ce de datos entre pode­res públi­cos, fuen­tes perio­dís­ti­cas. Las cau­sas han sido múl­ti­ples: barri­ca­das y blo­queos; saqueos; que­ma­dos vivos o lin­cha­dos; mani­pu­la­ción de explo­si­vos; tran­si­to cer­ca de una mani­fes­ta­ción sin par­ti­ci­par en la mis­ma; pelea entre mani­fes­tan­tes; dis­pa­ros de ban­das cri­mi­na­les; des­de aden­tro de los mani­fes­tan­tes; por cuer­pos de segu­ri­dad del Esta­do; entre otras.

De ese total, unas 11 víc­ti­mas fue­ron por dis­pa­ros de los cuer­pos de segu­ri­dad. Ante eso ya exis­ten 39 efec­ti­vos pro­ce­sa­dos, dete­ni­dos o soli­ci­ta­dos. Es decir que cer­ca de un 10% fue res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do. Otro ele­men­to: del total de muer­tos, más de 7 son de efec­ti­vos de algu­nas de las fuer­zas de segu­ri­dad. El dis­cur­so de que todos los muer­tos son del gobierno se cae rápidamente.

¿Quié­nes son res­pon­sa­bles del otro 90%? En el nivel inte­lec­tual, los diri­gen­tes de los par­ti­dos opo­si­to­res, en par­ti­cu­lar Volun­tad Popu­lar y Pri­me­ro Jus­ti­cia, por ser quie­nes con­du­cen el plan de esca­la­da vio­len­ta en la calle. En el nivel mate­rial depen­de de cada caso: para­mi­li­ta­res, gru­pos de cho­que, los mis­mos jóve­nes de las pro­tes­tas, gen­te suel­ta alen­ta­da a matar ‑para una par­te de la opo­si­ción se ha vuel­to legí­ti­mo matar cha­vis­tas. La Fis­ca­lía Gene­ral no ha dete­ni­do a nadie de la opo­si­ción, ni autor mate­rial ni inte­lec­tual, aun cuan­do la evi­den­cia haya que­da­do gra­ba­da en cáma­ras, como uno de los jóve­nes que fue lin­cha­do y pren­di­do fue­go al pasar por una mani­fes­ta­ción en ple­na Cara­cas. No es casua­li­dad, su ali­nea­mien­to con la opo­si­ción es decla­ra­do. La jus­ti­cia está ausen­te y esa ausen­cia agran­da el agu­je­ro de la muerte.


A veces solo bas­ta­ría apli­car un razo­na­mien­to lógi­co. Como en el caso de las elec­cio­nes del domin­go. La opo­si­ción anun­ció que impe­di­ría que tuvie­ran lugar, y actuó en con­se­cuen­cia. Ase­si­nó a un can­di­da­to el sába­do por la noche, ata­có 206 cen­tros de vota­ción, afec­tó gra­ve­men­te la par­ti­ci­pa­ción en 5 muni­ci­pios, deto­nó una bom­ba sobre la poli­cía, des­ple­gó gru­pos para­mi­li­ta­res para impe­dir que la gen­te vota­ra, dis­pa­ró sobre votan­tes, sobre cuer­pos de segu­ri­dad del Esta­do. Y sin embar­go la noti­cia mun­dial fue la mis­ma, des­de Cla­rín has­ta el secre­ta­rio de la OEA: el gobierno fue res­pon­sa­ble de la vio­len­cia. ¿Por qué el gobierno habría hecho eso el el día de las elec­cio­nes cla­ves del domin­go? ¿Para qué hubie­ra lan­za­do gra­na­das sobre cen­tros elec­to­ra­les y deto­na­do una bom­ba con­tra la poli­cía? Las matri­ces de los medios pue­den des­truir el sen­ti­do común.


Vene­zue­la es fron­te­ra con Colom­bia, epi­cen­tro del para­mi­li­ta­ris­mo, ha sido infil­tra­da duran­te años por gru­pos para­mi­li­ta­res, que a su vez se enrai­za­ron, en alian­za con ban­das cri­mi­na­les, y con­for­ma­ron de fuer­za ‑logís­ti­ca/in­te­li­gen­cia/es­truc­tu­ra- pro­pia. Están los tes­ti­mo­nios de las pobla­cio­nes, las accio­nes como asal­tos a cuar­te­les mili­ta­res y poli­cia­les con armas de gue­rra, las zonas con­tro­la­das por ellos, sus cam­pa­men­tos. No exis­ten, sin embar­go, en los gran­des medios de comu­ni­ca­ción, en las pala­bras de los diri­gen­tes de la dere­cha, en algu­nos aná­li­sis de intelectuales.

Exis­ten sí en la vida de la gen­te: las casas mar­ca­das, los cha­vis­tas de los pue­blos que deben irse debi­do a las ame­na­zas, los com­pa­ñe­ros ase­si­na­dos, los comer­cios que deben cerrar sino son ata­ca­dos, al igual que los trans­por­tes, los toques de que­da. Ocu­rre en muni­ci­pios de Táchi­ra, Méri­da, Lara, Bari­nas, en los des­plie­gues que rea­li­zan duran­te las sema­nas de esca­la­da del con­flic­to en cual­quier pun­to del país.

La fór­mu­la es la siguien­te: cada hecho de vio­len­cia debe ser nega­do, y en caso de que la acción sea dema­sia­do evi­den­te, debe ser seña­la­da como un auto-gol­pe del gobierno. Aun­que sea inve­ro­sí­mil, como decir que fue el mis­mo gobierno quien lan­zó las gra­na­das des­de un heli­cóp­te­ro sobre el Tri­bu­nal Supre­mo de Jus­ti­cia. El plan gol­pis­ta des­plie­ga olea­das de vio­len­cia, legi­ti­ma una par­te, ocul­ta otra, y cons­tru­ye la idea-fuer­za de una opo­si­ción «pací­fi­ca, legal y masi­va» que es víc­ti­ma de la repre­sión des­me­su­ra­da. Los medios de comu­ni­ca­ción le lavan la cara día tras día a la dere­cha, y no son los úni­cos: tam­bién lo hacen quie­nes cen­tran toda la crí­ti­ca sobre el gobierno y mini­mi­zan el accio­nar gol­pis­ta has­ta invisibilizarlo.

Es una gran dispu­ta por el sen­ti­do y los acto­res de la vio­len­cia, por des­en­mas­ca­rar, poner­le nom­bre a la muer­te y obli­gar­los a salir del anonimato. 

No se pue­de com­pren­der las res­pues­tas del cha­vis­mo ‑con sus acier­tos y erro­res- si no se com­pren­de la estra­te­gia des­ple­ga­da, o si se opta deli­be­ra­da­men­te por escon­der­la. ¿Qué deber hacer un gobierno y un movi­mien­to popu­lar, con su infi­ni­dad de con­tra­dic­cio­nes, ante una opo­si­ción que apues­ta por una sali­da vio­len­ta y des­plie­ga un bra­zo arma­do que rea­li­za accio­nes mili­ta­res? ¿Cómo debe actuar? Las res­pues­tas son varias. Des­de un esque­ma de con­ten­ción para apos­tar al des­gas­te, has­ta ensa­yar for­mas de defen­sa inte­gral, como lo había plan­tea­do Hugo Chá­vez a tra­vés de las Mili­cias Boli­va­ria­nas. Aun­que en este últi­mo pun­to exis­te otro deba­te: pare­ce­ría nece­sa­rio cons­truir for­mas de res­guar­do de los terri­to­rios depen­dien­tes de los mis­mos terri­to­rios, y no sola­men­te de la Fuer­za Arma­da Nacio­nal Boli­va­ria­na ‑como lo es la Mili­cia Boli­va­ria­na- aun­que arti­cu­la­do con las mis­mas ‑nada por fue­ra de la unidad. 

Se tra­ta de un pun­to cla­ve: ¿Cómo se defien­de un pro­ce­so popu­lar? ¿Quié­nes lo defienden?
¿Sola­men­te des­de el apa­ra­to del Estado?


La vio­len­cia se ha nor­ma­li­za­do en Vene­zue­la. El pri­mer hom­bre pren­di­do fue­go en la calle con­mo­cio­nó, el segun­do tam­bién, el ter­ce­ro pasó a ser par­te de lo posi­ble, el quin­to ya entró en la lógi­ca del con­flic­to ‑impac­tó sí, aquel que lue­go de lin­cha­do e incen­dia­do, fue patea­do como un perro por sus ase­si­nos. Esa nor­ma­li­za­ción es par­te del obje­ti­vo de la vio­len­cia opo­si­to­ra, apun­ta a gol­pear el teji­do social, des­com­po­ner, enfren­tar a las par­tes has­ta legi­ti­mar el lin­cha­mien­to como prác­ti­ca social opo­si­to­ra en las cla­ses altas y medias. No se ha vis­to has­ta el momen­to a nadie lin­cha­do en un barrio popu­lar por su pos­tu­ra política. 

¿El gobierno no se ha equi­vo­ca­do y come­ti­do vio­len­cia que no debía come­ter? Sí. Ahí están los núme­ros, la gen­te encar­ce­la­da, los órga­nos de segu­ri­dad del Esta­do que no son los que qui­sié­ra­mos que fue­ran, que han inten­ta­do ser trans­for­ma­do en este tiem­po de revo­lu­ción y han que­da­do a medio camino. El cha­vis­mo tie­ne con­tra­dic­cio­nes, lími­tes, lucha de cla­ses inter­na, trai­do­res, buró­cra­tas, corrup­tos impu­nes en pues­tos de direc­ción, y una lis­ta lar­ga de pro­ble­mas. Se los debe deba­tir, dispu­tar: en la reso­lu­ción o no de esos pun­tos se nos va la posi­bi­li­dad del proyecto.

El pro­ble­ma es inver­tir los tér­mi­nos y poner al gobierno como autor de la esca­la­da de vio­len­cia, y no como quien ejer­ce una res­pues­ta ‑con sus erro­res- ante un inten­to de Gol­pe de Esta­do con par­ti­ci­pa­ción direc­ta de los Esta­dos Uni­dos. Mirar Vene­zue­la a tra­vés del show mediá­ti­co, la ava­lan­cha esté­ti­ca vic­ti­mi­zan­te y heroi­ca de sus movi­li­za­cio­nes, la pro­duc­ción masi­va de con­te­ni­dos ‑que cues­ta millo­nes de dóla­res- las pági­nas opo­si­to­ras y Apo­rrea, y algún inves­ti­ga­dor de una uni­ver­si­dad extran­je­ra que «ana­li­za los colec­ti­vos», con­du­ce a com­prar el cuen­to com­ple­to del golpismo.

Deba­tir el cha­vis­mo es una nece­si­dad. Pasar del lado del blo­que con­du­ci­do por los Esta­dos Uni­dos es un error his­tó­ri­co. No sería la pri­me­ra vez que suce­de en la his­to­ria de la izquier­da en el continente.

Mar­co Terug­gi (para La Tecl@ Eñe, des­de Venezuela)

Cara­cas, Vene­zue­la, 2 de agos­to de 2017

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