Introducción
El día 11, se presentó en Bilbao el libro ETA. La historia no se rinde. Un texto de referencias históricas, pero con una relación importante con la actualidad. Recogemos las explicaciones dadas por el autor de por qué este libro y por qué ahora.
El autor explica que acabó de escribir el libro hace casi un año, pero que hasta ahora no había encontrado editor. Sin embargo, esta espera no ha podido ser más oportuna, ha coincidido con la desaparición de ETA, con sus últimos comunicados y declaraciones y, con lo que algunos dicen, es el inicio de una época nueva… También, especialmente, con el recrudecimiento de la campaña en su contra, no solo contra su existencia y forma de desaparecer, sino también contra su recuerdo, memoria e historia.
En esta cruzada, se han configurado dos frentes principales. Unos son los estrategas políticos, es decir, los partidos que aprovechan cualquier ocasión para proclamar su victoria, pidiendo a ETA más rendición y más humillación. Son los partidos, que pertenecen a una línea histórica abierta por Areilza, primer alcalde falangista de Bilbao, que en 1937 aplicó, en su feudo, la doctrina de «vencedores y vencidos», hoy todavía vigente. Diciendo, entre otras cosas, aquello de que España había vencido y que había caído «derrotada para siempre, la pesadilla siniestra y atroz de Euskadi». Es decir, los mismos adjetivos que ahora podemos oír, referidos a ETA.
El segundo frente es el de los receptores de subvenciones y ayudas públicas encarnados en las numerosas asociaciones de víctimas (más de veinte) y en otras fundaciones parásitas, que viven de los réditos de sus muertos y de las ayudas de gobiernos, diputaciones, conserjerías, etc. Estos grupos no aspiran a la victoria o la derrota, prefieren la venganza sin fin y el odio eterno, para seguir recibiendo dinero público. Son quienes fomentan la persecución, hasta que no quede rastro de ETA, ni de nadie que simpatice con ella o la justifique. Para ello presionan a los gobiernos, amenazándoles con sus críticas públicas y retirada de apoyo electoral.
A pesar de su crudeza actual, esta campaña no es nueva, como puede leerse en este libro, se trata de algo iniciado hace muchos años. Sus orígenes datarían al menos de los 80, con el conocido plan ZEN, aprobado y puesto en marcha por el primer gobierno de Felipe González, gracias al apoyo subordinado y la colaboración necesaria del PNV. Este plan se renovó y reforzó, más tarde, con Aznar. Y su apoyo explícito y monetario a las diversas asociaciones de víctimas y fundaciones anti-ETA.
Para la campaña actual, el Gobierno Vasco autonómico empezó a preparar su propio ZEN en el mismo momento que ETA anunció el cese de su lucha armada (2011). El PNV, una vez más aliado con el PSOE y el PP, pidió consejo y encargó una planificación antiterrorista a varias entidades y organismos. Entre ellas, la UPV o el Instituto Valentín Foronda, uno de cuyos informes anti-ETA está comentado ampliamente en este libro. También se pusieron en marcha otras iniciativas, ideas, planes, fundaciones, diseños académicos varios etc., a través de departamentos y consejerías autonómicas. Todo esto con el objeto de controlar la historia, la memoria o el relato. Y desde luego a la opinión pública, movilizándola contra ETA y la izquierda abertzale.
Precisamente en medio de esta campaña, que forma parte de una estrategia de comunicación global, surgió la idea de este libro, al ver que no había una suficiente respuesta de política informativa, y que el discurso público estaba monopolizado por los grandes medios. Al ver que se estaba perdiendo la batalla dialéctica, la batalla de las palabras y que se estaba instalando un discurso político y social dominante en que se trataba a ETA como una cuadrilla de delincuentes y asesinos. La pretensión de esta patraña era que este discurso se incorporara a la memoria y se convirtiera en la Historia oficial.
Según Josemari Lorenzo Espinosa, contra este discurso, no se estaban haciendo esfuerzos políticos y dialécticos suficientes, de modo que comentó la idea con algunos amigos e incluso con una editorial. A todos les pareció importante y necesario. Algo que que había que hacer. Y así, lo hizo.
La edición y la intención
En todo este contexto, el autor agradeció especialmente a la editorial Boltxe Liburuak por publicar el libro, por haberse identificado con él desde el primer momento y, sobre todo, por atreverse con su edición. Incluso después de saber que, al menos otras tres editoriales, no habían querido hacerlo. Por otra parte, entre las editoriales consultadas, solo una se atrevió, a modo de disculpa, decir que tenía miedo a una posible intervención judicial. Aunque, también reconocía que mucho de lo que contenía el texto ya estaba publicado antes. De las otras, todavía, no hay una negativa formal y fundamentada.
Respecto a la intención y elección de los contenidos… Lo que ha pretendido el autor ha sido sencillo, en apariencia. Recoger textos favorables o al menos neutrales, sobre ETA, de varios autores. Alguno de los cuales, hoy no la tratan precisamente con delicadeza. Textos que muchos conocemos, habíamos leído e incluso todavía guardábamos y que releemos de vez en cuando. El autor explicó que evidentemente no están todos, pero sí los que tenía a su alcance desde los años de universidad. Estos textos le han parecido suficientes para apoyar la teoría de un cambio de opinión sobre ETA. Eran, o son, lo que ha llamado «divinas palabras». Escritos de historiadores, políticos, sociólogos, periodistas, antropólogos etc., que, aproximadamente, en las fechas de la Transición veían en ETA no una banda de «asesinos, criminales o malhechores» como dicen ahora, sino un agente del cambio histórico que se estaba viviendo. También pensaban que era un representante revolucionario del nacionalismo e independentismo vascos, un verdadero hecho histórico, con un arrastre social y un apoyo popular, como ningún otro de los residuos del franquismo.
Alguno de estos autores, fueron incluso militantes de ETA, que luego cambiaron de bando y de forma de escribir. Son los llamados conversos que, como todos los conversos, parecen condenados a disculparse y pedir perdón eternamente. Para ello eligen la peor manera posible, la de atacar o insultar a sus antiguos compañeros de militancia.
En este libro también se trata, aunque no de modo exhaustivo, de los muertos y víctimas entre los militantes de ETA, de los torturados, perseguidos, emboscados, etc., por la policía. Menciona datos ya conocidos, como la lista de ejecuciones extrajudiciales, muertos por las FOP, el GAL, etc., es decir, todo lo que las asociaciones de víctimas subvencionadas y los gobiernos jamás recuerdan o fingen no recordar, cuando hablan de víctimas, porque víctimas solo son las suyas, las otras no cotizan.
En el libro se describe un acontecimiento histórico, el proceso de Burgos, que fue un hecho y una época decisivas para la toma de conciencia de muchas personas de la generación del franquismo. También se habla bastante extensamente de las reuniones de Txiberta, cuyas actas se han publicado no hace mucho y que, tal vez, debería tener más atención crítica que la que ha tenido hasta ahora, porque, como mínimo, supusieron un reconocimiento oficioso por parte del PNV y otros (como el presidente Suárez) de ETA y de algunos otros grupos radicales independentistas vascos. En el texto se introduce también la cuestión de la «intencionalidad política» de ETA recogida así en la Ley de Amnistía de 1977, que sirvió de base jurídica para la excarcelación de numerosos presos y militantes de la organización.
En el libro también se plantean algunas preguntas. Una de ellas cuestiona ¿cómo es posible, que una organización «terrorista y criminal», un grupo de delincuentes, haya podido, durante cincuenta años, ocupar tantas páginas y tantos esfuerzos políticos, atraer y mantener la atención de tantos personajes: intelectuales, universitarios, artistas etc. Que haya sido sujeto de inspiración para sus artículos, tesis doctorales e incluso novelas y películas, etc.? Si se trataba solo de un grupo de delincuentes, unos iluminados sin apoyo social, ni político alguno, entonces su desaparición tendría que haber sido cuestión de días y obra exclusiva de la policía. ¿Por qué no ha sido así? Pero estas son preguntas a las que ellos no van a responder, aunque ya ha respondido la Historia por ellos.
El perdón y sus consecuencias
Unos días después de estar a la venta este libro, se publicaron dos documentos de ETA. Uno de ellos es la petición de perdón a las víctimas de sus acciones. El otro una extensa entrevista, en Gara (parte de una entrevista más amplia), explicando las razones de su desaparición y la forma del proceso interno para llegar a esta decisión. Aunque ETA había pedido disculpas en otras ocasiones por los daños colaterales no deseados, nunca lo había hecho con la vehemencia y extensión en que lo hace en este documento. Sin embargo, no todos han quedado satisfechos, los adversarios, porque siguen exigiendo más rendición y más humillación, mientras que, entre nosotros, algunos creen/creemos que no era necesario llegar tan lejos, es decir, haber dado tantas bazas a los enemigos irreductibles.
A lo largo de la exposición y del debate se planteó que no era nada seguro que, una vez desparecida la lucha armada, incluso con la aceptación por parte del gobierno, se pudieran solucionar los problemas y conseguir un encaje democrático en la estructura actual de España, sin necesidad de romper las reglas. El caso catalán es un ejemplo claro de esto y el vasco, claro en donde después de casi 40 años de pacifismo oficial impostado y de colaboración españolista, con la «democracia», ni siquiera se han conseguido completar las transferencias pendientes del Estatuto. Se planteó igualmente que no se pensaba que la redacción de un posible nuevo estatuto llevara a conseguir nada nuevo, excepto burla y desprecio, como pasó con el plan Ibarretxe.
Por otra parte el esfuerzo que está haciendo ETA para que se entienda su disolución, su desegitea, y se acepten sus peticiones de perdón, no es tampoco seguro que esté teniendo demasiado éxito. Sigue habiendo un sector interesado, a toda costa, en que se la identifique, con la sinrazón histórica, con la violencia por la violencia y con el terrorismo. Para estos «nunca nada será suficiente», como dice Alvaro Reizabal, hoy mismo, en una interesante columna de Gara.
Se estuvo comentando que es un tópico iniciar la historia de la violencia vasca con ETA, situándola en un momento concreto en el tiempo: el 8 de junio de 1968, cuando Txabi Etxebarrieta dispara a un guardia civil. ETA es la respuesta a la violencia del Estado español en Euskadi, no al revés. La opresión y la represión del pueblo vasco en su conjunto ha llevado, a lo largo de su historia, a que el pueblo vasco tuviera que defenderse. Al negar este aspecto, al desaparecer ETA, al querer que su memoria desaparezca, al criminalizarla, lleva a que el conflicto político desaparezca.
Sin embargo, ETA también ha anunciado que confía en mantener, más allá de su desaparición, su legado ideológico y el sentido de su lucha histórica. Es decir, la lucha por la independencia y el socialismo. Lo que un día fue el nacionalismo revolucionario, en los sectores del pueblo que siempre la apoyaron, la ayudaron o formaron parte de ella. También ha dicho que «en Euskalherria hay fuerza, valentía e inteligencia suficientes». En todo caso, ETA, a pesar de la polémica sobre su «rendición» o su «derrota», su «desegitea» autónoma o inducida, seguirá siendo reconocida en los sectores populares por su historia, por sus importantes aportaciones teóricas y de praxis a la lucha del pueblo vasco, siempre y cuando consigamos mantener estas aportaciones y esta práctica en la memoria del pueblo vasco, estudiándolas y aplicándolas en nuestra lucha por la independencia y el socialismo, en nuestra lucha por un Estado Popular Vasco.
Pero, el Estado ocupante y sus colaboradores seguirán haciendo lo posible por acabar con el recuerdo de ETA en tanto que organización política-militar y con sus cenizas. El imperialismo histórico del Estado español, sus desmanes y genocidios, cometidos con todos los pueblos ocupados, desde el siglo XV, su vertebración estatal, mediante ocupaciones territoriales gracias al ejército, siempre al servicio el Estado. Por otra parte, justificar la más mínima razón histórica en ETA, sería dar la razón quienes piensan como ella, a quienes justifican su existencia a lo largo de la Historia, y significaría también reconocer el derecho de los vascos, y de cualquier otro pueblo, a recuperar por la fuerza, lo que les han quitado por la fuerza.
Coloquio
Después de la presentación, propiamente dicha, varios asistente tomaron la palabra. Se abrió un coloquio, animado con intervenciones y alguna discusión, más que por los derroteros históricos del libro y su presentación, en la que la mayoría estaba de acuerdo, el debate se deslizó inevitablemente por los aspectos de la situación actual. Por el cese y desaparición de la organización armada. Por el cómo y el porqué de esta decisión histórica. Y sobre la influencia negativa, que este hecho podría tener en las posibilidades revolucionarias vascas. También sobre los presos, y los demás objetivos cortoplacistas, de la actual izquierda abertzale, etc.
Alguien apuntó la posibilidad de presiones o intervenciones internacionales. Al desaparecer el IRA, atenuarse la oposición armada corsa. etc. Solo quedaba ETA, como grupo armado en la Unión Europea. Habría, según algunas intervenciones, grupos internacionales en contacto con el PNV o EH Bildu interesados en liquidar cuanto antes la fase armada vasca y por lo tanto en que ETA desapareciera, en tanto que agente perturbador en la retaguardia europea sudoccidental de la OTAN.
Se planteó también la necesidad de una refundación política y social del movimiento vasco de liberación nacional, puesto que el existente hasta ahora estaba finiquitado. Se discutió sobre las dificultades con las que se encontraban las personas que habían iniciado este camino, que pasaban, según uno de los intervinientes, por la línea reformista que la Izquierda Abertzale Oficial había tomado, que pasaba por la desmovilización y desorganización del pueblo vasco, por dejar de lado la reivindicación de unidad de Euskal Herria, por el abandono de la lucha por la independencia y el socialismo.
También se planteó el abandono, en la práctica, de la exigencia de la amnistía, la situación de las presas y presos políticos vascos al desaparecer la organización en la que habían luchado, en el intento de despojarles de su carácter político, de aceptación de la ley del enemigo…
Varias personas que intervinieron plantearon que se ha de saber analizar la situación concreta actual de Euskal Herria, de definir el sujeto revolucionario, de luchar contra el reformismo que está carcomiendo el espíritu de lucha, la necesidad de la rebelión…
Boltxe Kolektiboa
17 de mayo de 2018
Un comentario
como diciendo «ETA sí»