Para la elaboración de una estrategia revolucionaria que ayude a la recuperación del independentismo socialista en el contexto actual, primero es necesario llegar a un mínimo acuerdo sobre la forma que adquieren las contradicciones capitalistas esenciales y nuevas en Euskal Herria. Este es el objetivo de la primera entrega. Después es necesario descubrir las transformaciones habidas en las clases en lucha, en el proletariado y en la burguesía en su sentido básico, y en el pueblo trabajador en su sentido general. Este es el objetivo de la segunda entrega. Por último, en la tercera se propondrán unos puntos a debate. Se intentará que cada entrega no supere las cuatro páginas.
Primera
El imperialismo franco-español está nervioso y asustado. Por un lado, los nervios cunden en el régimen de Macrón por su fracaso económico, que prometía un crecimiento del 2% en 2018 y el 1,9% en 2019; pero la debilidad económica general e interna en el primer semestre le ha obligado a revisar sus previsiones al 1,7% para cada uno de los dos años, incluso el Banco de Francia lo ha rebajado el 1,6% para 2018, aumento que parece mucho si lo comparamos con el 1,1% de 2016, pero que no es nada comparado con el 6,9% de China, o incluso del 1,5% de Rusia que está sufriendo un fuerte bloqueo económico occidental pero posee recursos ingentes si los comparamos con los del Estado francés.
El parón económico hace que el déficit fiscal se mantenga en el 2,6% del PIB como en 2017, cuando se esperaba rebajarlo al 2,3%, algo ya imposible. Aun así, según el FMI, el capitalismo francés conserva el puesto séptimo en la jerarquía mundial entre 2017 y 2022, pero la tendencia a medio plazo es que vaya descendiendo porque otros países empujan hacia arriba con creciente fuerza. Desde 2008 la perdida media de salario por familia obrera es de 440 euros, lo que unido a las duras restricciones sociales ha hecho estallar la ira popular, una de cuyas expresiones son los chalecos amarillos, pero no la única. La represión incrementada y la humillante limosna de 100 euros detiene la ira popular. 89.000 policías están en primera línea de defensa del capitalismo, pero detrás, en segunda línea, están unidades militares… habiendo detenido hasta la fecha a unas 5.339 personas en menos de dos meses de movilizaciones.
Por otro lado, el capital español asiste asustado al desplome del Ibex 35 hasta niveles de 2010 lo que indica, entre otras cosas, la desconfianza de la alta burguesía en el futuro. En efecto, siempre según el FMI el capitalismo español bajó del octavo puesto en 2009, al catorceavo en 2017 y bajará al quinceavo en 2021, pero otra estimación realizada por la revista Expansión rebaja al Estado español al dieciseisavo en 2021. Todos los indicativos muestran el debilitamiento del PIB español, que caerá más en 2019. Además, la ralentización mundial afecta al turismo, dificulta la reducción del gigantesco déficit, reduce las exportaciones y aumenta las importaciones, y siempre bajo el temor de que no suba el precio del crudo…
A estos problemas estructurales se le suma el más decisivo de todos, la baja productividad: el 78% de los puestos de trabajo creados desde 2013 tienen una productividad inferior al promedio y en 2016, el último año contrastado, la productividad por persona en el Estado español era de 67.000 mientras que la de la Eurozona era de 75.000. La productividad estatal creció un 0,5% en 2015 y un 0,6% en 2016, mientras la de la Eurozona un 1,7% y un 1,3% respectivamente. La productividad española ocupa el puesto vigésimo noveno de las 32 economías más potentes, y tiende a la baja por el ascenso de países no europeos. Este retroceso tiene causas históricas en la misma estructura elemental del Estado: el 42% de la población trabajadora no tiene educación superior, en la Eurozona es solo el 29,5%. Y la reducción del paro es debida fundamentalmente a la precarización de los nuevos contratos; peor aún, y más significativo, de los 3,6 millones de puestos de trabajo perdidos en la crisis, solo se han creado 2,5 millones, mientras que se han recuperado únicamente el 60% de las horas de trabajo en este mismo período.
Si el imperialismo franco-español está nervioso y asustado, todo el imperialismo está histérico porque sigue la tendencia a la baja de la tasa media mundial de beneficios; porque pese a todos los esfuerzos de sobrexplotación y saqueo multiplicados desde 2007 no logra abrir una nueva fase expansiva larga sino que todo indica que se ahondará la crisis en 2019; porque el capital ficticio y especulativo, la «banca en la sombra», etc., avanzan como un cáncer; porque los gastos mal llamados «externos», los que causa la devastación capitalista de la naturaleza, son imparables; porque se agotan las materias primas y energéticas, y se encarecen las alimentarias; porque los costos tecnocientíficos se multiplican exponencialmente; porque la deuda mundial crece de forma incontrolable bordeando el filo de la catástrofe; porque las luchas obreras y populares van en aumento; porque el empobrecimiento y la precarización galopante en el mundo, necesarias para sostener los beneficios, alimentan estas resistencias; porque el renacido neofascismo puede descontrolar la ficción democrático-parlamentaria todavía útil en algunos Estados; porque se tensionan las contradicciones interimperialistas acelerando la carrera armamentista hasta gastos inimaginables; porque, en suma, se está cumpliendo la ley general de la acumulación capitalista descubierta y expuesta por Marx en el libro I de El Capital…
Sobre la base objetiva del deterioro económico, energético y socioecológico mundial, podemos sintetizar esta compleja sinergia de contradicciones nunca alcanzada antes en cuatro puntos realmente inquietantes.
Uno, la crisis de dirección política del imperialismo; los decisivos gobiernos del capital –Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Estado francés, Italia, Japón, Bélgica… por no citar a los intermedios y débiles– se encuentran con serios problemas de dirección política estratégica. Dos, el avance a medio y largo plazo de la alianza euroasiática dirigida por China Popular y Rusia que, con dificultades, va minando los cimientos del imperialismo en cinco aspectos decisivos: una mayor unidad política; la productividad del trabajo y el control de las finanzas; la tecnociencia civil y militar; una aplastante superioridad de recursos energéticos y de población; y una política internacional menos salvaje que la imperialista, lo que le granjea nuevos aliados que se distancian de Occidente. Tres, el descontrol absoluto del aumento de la deuda mundial en su totalidad y de cada una de sus áreas, y las guerras económicas que se extienden por el planeta. Y cuatro, el armamentismo imperialista dirigido por Estados Unidos y apoyado por el resto de grandes Estados, rearme reforzado por el militarismo social y cultural, el racismo y los neofascismos, etc., de cara a preparar las condiciones para agresiones crecientes a China Popular, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba, Bolivia, Siria, Sudán, Corea, Yemen…
La fracción del capital mundial representada ahora por la Administración Trump busca imponer su dirección imperialista para disciplinar al resto del capital. Lo hace sobre todo mediante cuatro grandes métodos: reestablecer la supremacía global de Estados Unidos; reforzar su supremacía político-militar dirigiendo el caos mundial que ella misma provoca; supremacía energético-financiera para asfixiar y doblegar a los Estados y pueblos díscolos; e impulso de un nuevo irracionalismo que aúne contenidos neofascistas, racistas, fundamentalistas cristianos, patriarcales e hiper-consumistas y ultra-desarrollistas, todo ello reforzado por la creación de una fuerza sociopolítica de masas contrarrevolucionaria con presencia activa en todo el mundo. No tenemos espacio para exponer con el suficiente rigor la otra gran corriente burguesa que pugna por imponer su dirección.
La burguesía que incrementa sus beneficios explotando directa o indirectamente el pueblo trabajador vasco, sigue con extrema preocupación el deterioro de los Estados que la protegen y sin los cuales su cada vez más mermado poder autonómico-regional se hundiría en poco tiempo, a no ser que el reformismo fuera en su ayuda. De hecho, el reformismo abertzale lleva siendo un decidido sostén del orden capitalista en Euskal Herria desde al menos 2010, cuando aceptó de facto la legalidad impuesta y, cuando, con la ayuda del reformismo franco-español, paralizó la oleada de huelgas y luchas obreras y populares. Más de nueve años de ayuda al capital solo han servido para apuntalar a la burguesía y debilitar al proletariado, al pueblo trabajador.
Hay una crisis de dirección política en el imperialismo, pero en Euskal Herria existe una desvertebración total de la burguesía: no existe eso que antes se llamaba «burguesía nacional»… porque la alta burguesía de Euskal Herria es parte sustantiva del capitalismo franco-español y en Iparralde lo es la clase entera partidaria de París excepto sectores de la pequeña burguesía. La mediana y pequeña burguesía de Bizkaia y Gipuzkoa y en mucha menor medida en Araba son estrictamente autonomistas, y en Araba hay un sector españolista. En Nafarroa la mediana burguesía es españolista y regionalista, y sectores de la pequeña quieren llegar al autonomismo de Vascongadas, pero no más.
Las razones históricas por las que no existe un «proyecto nacional burgués» son fáciles de explicar y no vamos a exponerlas. La invertebración burguesa se va a incrementar porque hay dos grandes polos tractores –Madrid y París– que buscan sus intereses propios dentro de la Unión Europea. Un ejemplo muy ilustrativo lo tenemos en los crecientes obstáculos que impiden el plan del bloque de la mediana y pequeña burguesía de Bizkaia y Gipuzkoa y en menor medida de Araba de hacer de Vascongadas el nudo que conecte el eje del Atlántico de Galiza y el Mediterráneo de Catalunya, con el eje de África-París; nudo de alta velocidad de transporte, del superpuerto de Bilbo, de tecnología media-alta, de turismo selecto y de los servicios financieros y administrativos adecuados para ese proyecto, que en realidad no interesa ni a París ni a Madrid. Sectores reducidos de la burguesía de Iparralde apoyan este proyecto pero saben que dependen de París, que mira al norte. En Iruñaldea y Gasteiz se mira a la gran industria de automóviles de la Unión Europea y al mercado agropecuario, así como a la venta internacional del vino.
Hay dos cosas esenciales que sí unen a las fracciones burguesas que explotan al pueblo trabajador. Las dos le conducen a redoblar su pleitesía a los Estados español y francés: Una y general, implorar con más ahínco sus protecciones para resistir la creciente competencia mundial, frente a la que estarían totalmente indefensos sin esas protecciones. La burguesía de Hegoalde es la que peor lo tiene en la competencia mundial por la mayor debilidad del Estado español, lo que obliga en especial a Geroa Bai en Nafarroa y al PNV en Vascongadas a hacer malabarismos verbales para ocultar sus genuflexiones con una verborrea foralista y autonomista. Pero el centralismo y el nacionalismo imperialista avanzan en París y sobre todo en Madrid porque es una de las bazas más eficaces para resistir la presión internacional. En ambos Estados, en neofascismo crece: en París, Macron loó al colaboracionista y contrarrevolucionario Pétain, y el genocida grito de ¡Reconquista! se vuelve a oír en el Estado español.
La otra cosa que une a las burguesías en Euskal Herria es implorar con más ahínco las ayudas represivas de los Estados para contener y derrotar la lucha nacional de clase. En Iparralde la aparición de los chalecos amarillos es un movimiento sísmico de profundas placas tectónicas que colisionan entre sí. En Hegoalde la lucha nacional de clase también está mostrando múltiples expresiones que reflejan la múltiples formas de explotación del capitalismo de inicios del siglo XXI: juventud y mujeres trabajadoras, pensionistas, servicios, maestros, obreras y obreros… La represión tiene que ser, por tanto, multiforme pero centralizada estratégicamente por los Estados opresores.
Exceptuando la alta burguesía, que frecuentemente ya no vive en el país pero que realmente detenta el poder decisivo por su simbiosis con los Estados, el sector que le sigue en poder delegado es el representado por el PNV mayormente afincado en Bizkaia y zonas de Gipuzkoa. El PNV es neoliberal, corrupto y clientelar, el grueso de su política económica gira alrededor del cemento y la construcción, de las «ayudas» a empresas privadas y de los convenios oscuros con empresas y servicios concertados, y a sus relaciones con la Iglesia, un aparato reaccionario que defiende la ocupación física y moral de Euskal Herria. Para el PNV son decisivos el control monopólico de EiTB, la Ertzaintza, la Hacienda Foral, el Grupo Mondragón, etc., y la alianza de clase con la industria político-cultural española. El PNV sabe que buena parte de su suerte depende del silencio cómplice del Estado que no investigará su corrupción mientras lo necesite para mantener el orden y la alienación.
Pues bien y para concluir esta primera entrega: el bloque sociopolítico que administra el poder delegado y tolerado por el Estado español –PNV, EH Bildu, PSOE y U‑P– hace esfuerzos desesperados por crear una imagen falsa de la crisis sistémica que también pudre al capitalismo en Euskal Herria: la siniestra fotografía de sus cuatro portavoces oficiales celebrando en «fraternal amistad navideña» sus relaciones políticas, es un ejemplo de la histeria en la que está sumido el capital. Que la fotografía fuera realizada a instancias de una industria de la manipulación reaccionaria, como el Grupo Vocento, muestra su estrategia y la sumisión del reformismo a la prioridad del espectáculo alienante sobre y contra la lucha nacional de clase independentista y socialista.
Aurrerantz
Euskal Herria, 19 de febrero de 2019