Por Enric Llopis, Resumen Latinoamericano, 25 febrero 2020.
El grupo Ruptura, el Observatorio Internacional de la Crisis y la Fundación de Investigaciones Marxistas organizan una jornada sobre «la crisis del Capital».
El Banco Mundial (BM) pronostica un crecimiento económico global del 2,5% para el año 2020. «Representa un ligero repunte respecto al 2,4% registrado en 2019, a medida que el comercio y la inversión se recuperen gradualmente», apunta este organismo. La previsión de incremento se distribuye de modo desigual: el 1,4% en las economías que califica de «avanzadas» (1,8% en Estados Unidos, 1% en la Eurozona y 0,7% en Japón); el 4,1% en las economías «emergentes y en desarrollo»; el 5,9% en China, el 5,8% en India y una media del 2,9% en el África Subsahariana. El PIB global alcanzó en 2018 los 86 billones de dólares, según el Banco Mundial (Estados Unidos 20,5 billones; China 13,6 billones, Japón 4,9 billones y la Unión Europea 18,7 billones).
El PIB mide la producción de bienes y servicios en un año, pero hay otros modos de calibrar la economía mundial; las diez principales empresas por su valor en bolsa, en 2019, fueron la petrolera estatal de Arabia Saudí Aramco (1,6 billones de euros), seguida por las tecnológicas estadounidenses Apple (1,1 billones), Microsoft (1 billón), Alphabet, matriz de Google (823.201 millones); Amazon.com (817.192 millones) y Facebook (522.095 millones); el holding inversor Berkshire Hathawai, del magnate Warren Buffett (493.881 millones); la tecnológica china Tencent Holdings (411.741 millones), JP Morgan (389.997 millones) y la norteamericana Johnson & Johnson, del campo sanitario y farmacéutico (342.442 millones); las diez de la ratio sumaban 7,7 billones de euros de capitalización bursátil en 2019; las acciones de Apple se revalorizaron el 89% en un año; las de Kweichow Moutai (China) un 103% y las de LVMH (Francia), de moda y productos de lujo, un 63% (datos Bloomberg/Cinco Días).
No es menor –en el casino global y virtual- el peso de las llamadas gestoras de fondos de inversión; un informe de la consultora Willis Towers Watson apunta que, a finales de 2017, las 500 mayores gestionaban activos por valor de 94 billones de dólares, un 15,6% más que el año anterior; de las 10 principales firmas, ocho eran estadounidenses; ocupa la primera plaza BlackRock (6,2 billones de dólares), seguido de Vanguard Group (4,9 billones), State Street Global (2,7 billones), Fidelity Investments (2,4 billones) y la alemana Allianz Group (2,3 billones). Actualmente BlackRock es el mayor accionista del Banco Santander, BBVA y Banco Sabadell; y además el segundo de Telefónica, Iberdrola (tras el fondo de inversión soberano de Qatar) y Repsol.
El documento Financiarización: Guía Básica, publicado en 2018 por FUHEM-Ecosocial, ATTAC-España y Transnational Institute, explicita el proceso que disparó la especulación en los mercados globales: «En 1973, la relación entre el valor de las divisas en las transacciones financieras y el comercio mundial era de 2:1; en 2004, esta relación alcanzó 90:1. En 2017, el conjunto del valor del comercio (de mercancías) global era de 17,88 billones de dólares estadounidenses al año. Las transacciones en divisas, por su parte, alcanzaban los 5,1 billones de dólares al día».
Los bancos centrales también alimentaron la burbuja, al inyectar masivamente en el sistema dinero sin respaldo. Por ejemplo, entre 2015 y finales de 2018 el Banco Central Europeo (BCE) adquirió bonos de deuda pública de la eurozona y ‑en menor medida- del sector privado por valor de 2,5 billones de euros. También la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) adquirió entre 2008 ‑tras la quiebra de Lehman Brothers- y 2014, deuda pública y títulos privados por valor de 3,8 billones de dólares; en este contexto, el Instituto Internacional de Finanzas (IIF) informaba en noviembre de 2019 que la deuda global (pública y privada) alcanzó el récord de 250 billones de dólares (320% del PIB mundial).
¿Qué consecuencias tiene el modelo (neoliberal) basado en la volatilidad contable, el humo financiero y los flujos incesantes de capital? El 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% del crecimiento de la riqueza en 2017, mientras que a la mitad más pobre no le alcanzó nada de este incremento (Premiar el trabajo, no la riqueza, Oxfam 2018). Esta realidad coexiste con los 7,6 billones de dólares que, según el economista Gabriel Zucman, se ocultan en paraísos fiscales (Tax Justice Network calcula que al menos 21 billones de dólares de la riqueza financiera privada se hallan «libres de impuestos» o «ligeramente gravados» en territorios con «jurisdicciones secretas»; la ratio del secreto financiero de 2020 está encabezada por las Islas Caimán de Gran Bretaña, seguido de Estados Unidos, Suiza, Hong Kong, Singapur y Luxemburgo).
El grupo Ruptura, integrado por docentes universitarios con una teoría crítica para la transformación social; el Observatorio Internacional de la Crisis (OIC) y la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) organizaron el pasado 14 de febrero en la facultad de Derecho de la Universitat de València el seminario titulado ¿Es la actual crisis del Capital una crisis terminal? Sobre dinero inventado y dinero ficticio. En el acto intervinieron los profesores del programa de posgrado en política social de la Universidad Federal de Espíritu Santo (Brasil), Paulo Nakatani y Mauricio de Souza Sabadini.
«La degradación de las relaciones sociales en las actividades productivas, la precariedad e intensificación del trabajo y la reducción de la protección social son algunas de las fuentes (principales) de la transferencia de excedentes para alimentar las ganancias financieras», fue una de las tesis de partida. Por otra parte, se expuso en el seminario, «ante la tendencia a la baja en la tasa de ganancia en el ámbito productivo, el capital muestra una creciente resistencia para retornar a la economía real»; de hecho, la tasa de ganancia media en los países centrales –Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Holanda, Japón, Reino Unido y Suecia- pasó del 35,8% en el quinquenio 1885 – 1889 al 22,4% en 1945 – 1949 y el 13,4% en 2005 – 2009; y la ganancia mundial promedio, del 32% en 1955, al 21,4% en 1995 y el 18,4% en 2010, según el análisis del sociólogo y economista Esteban Maito (La transitoriedad histórica del capital, 2014).
«Entre los principales teóricos de la economía, sólo Marx trata el capital ficticio», recuerdan los economistas Paulo Nakatani y Rosa María Marques en el libro La crisis global y el capital ficticio (Universidad Arcis-CLACSO, 2013); y lo aborda el filósofo y activista de Tréveris en tres grandes formas: el capital bancario, la deuda pública y el capital accionario; «todos ellos expresan las formas desarrolladas en la época en que escribió El Capital. Si agregamos el actual mercado de derivados –hedge funds y swaps-, tenemos entonces casi todo el capital ficticio que impulsa la acumulación capitalista», explican Marques y Nakatani (el pasado 14 de diciembre, tituló el periódico Cinco Días: «El mercado europeo de derivados es ya 612 veces el PIB español. Su tamaño crece un 11% anual, hasta los 735 billones de euros).
En un artículo publicado en 2001, los economistas Reinhaldo A. Carcanholo y Paulo Nakatani consideraban «imprecisa» la idea de «capital financiero»; explican que en la etapa de la globalización y a diferencia de otras fases en la historia del capitalismo, «el capital industrial se convierte en capital especulativo y su lógica queda totalmente subordinada a la especulación y dominada por el parasitismo (…); sin duda, ese fenómeno está asociado a la quiebra del patrón monetario internacional a partir de los años 70» (en 1971 el presidente estadounidense, Richard Nixon, decretó la suspensión de la convertibilidad directa dólar-oro, a lo que siguió la libre flotación de las monedas).
El capitalismo especulativo y parasitario «es la tragedia de nuestro tiempo», concluyen los dos autores; de hecho, «sólo puede subsistir durante un periodo, mayor o menor, marcado por profundas y repetitivas crisis financieras y, de otro lado, por una polarización jamás vista antes en la historia del capitalismo: magnífica riqueza material de un lado, y profunda y creciente miseria en gran parte del mundo» (la pirámide distributiva elaborada por Credit Suisse indica que el 0,9% de los adultos situados en la cúspide –una élite de millonarios- tenían el 44% de la riqueza mundial en 2019, mientras que el 57% de la población del planeta, situada en la base, posee sólo el 1,8%).