Que el capitalismo es incompatible con la naturaleza y por tanto con la especie humana es algo en lo que insistieron siempre Marx y Engels con diversos términos. En una temprana obra conjunta como es La Sagrada Familia de 1845, hacen esta demoledora crítica de la ideología del progreso que es la que más justifica el proceso que, por ahora, nos ha llevado al Covid-19:
Otro tanto ocurre con el «progreso». Pese a las pretensiones de «progreso», se aprecian constantes regresiones y movimientos en círculo […] Todos los escritores comunistas y socialistas han partido de la observación de que, por una parte, incluso los hechos más brillantes y favorables parecen quedar sin resultados brillantes y desembocar en trivialidades y, por la otra, de que todos los progresos del espíritu han sido, hasta el presente, progreso contra la masa de la humanidad, a la que han empujado a una situación cada vez más deshumanizada1.
Si superamos la ideología del «progreso» y utilizamos la dialéctica entre progresión y regresión como unidad y lucha de contrarios dentro de una categoría del método de conocimiento, descubrimos que el Covid-19 es una regresión inseparablemente unida al progreso capitalista, que solo puede ser superada en la medida en que el capital sea superado a su vez; en la medida en que se retrasa y retrocede ese avance histórico, la regresión golpea cada vez más a la humanidad explotada sobre todo en períodos de crisis2, aumentando su pobreza relativa e incluso absoluta en momentos de brutal ataque burgués para reducir los salarios directos e indirectos incluso por debajo del nivel medio socialmente dado; mientras que, por la misma unidad de contrarios, aumenta la riqueza relativa o absoluta de la clase capitalista.
En La situación de la clase obrera en Inglaterra de ese mismo año, 1845, obra nunca igualada por la sociología burguesa, Engels clarifica la unidad y lucha de contrarios entre progresión burguesa y regresión proletaria cuando estudia la relación entre las muy insalubres condiciones de malvivencia del proletariado, la falta de higiene, la subalimentación y el hambre, el frío y la humedad, las plagas de insectos y ratas, etc., con la tuberculosis, el tifus, el alcoholismo, las enfermedades abdominales, la mortalidad infantil, la ignorancia obrera impuesta por la burguesía y la religión, la opresión nacional sobre Irlanda, la sexualidad y la familia patriarcales, la delincuencia…3. Y, por otro lado, a la vez que desnuda la ferocidad hipócrita4 del capital también detalla su imparable enriquecimiento.
Salvando algunas formas, ahora se malvive en condiciones similares en las grandes conurbaciones sobre todo en los pueblos empobrecidos y explotados por el imperialismo en Asia5 y países emergentes6 con especial impacto sobre sus mujeres trabajadoras7, en donde el Covid-19 ya ha empezado a exterminar fuerza de trabajo sobrante8, es decir, la que es improductiva para el capital y encima le supone un gasto en asistencia mínima. Además, aumenta de manera imparable la pobreza relativa en el capitalismo imperialista9 y en zonas sobreexplotadas –no «marginadas»– crece la pobreza absoluta, por ejemplo: cuando se expande el hambre severa10 por el planeta.
Peor aún, si el hambre es un dato irrefutable del empobrecimiento absoluto que facilita las enfermedades, la sed y la carencia de agua es «la mayor de las pobrezas» por la sencilla razón de que es el líquido vital cuya carencia multiplica todos los sufrimientos: el 60% de la población mundial carece de instalaciones saneadas de agua, el 40% de la humanidad y el 47% de las escuelas del mundo no tienen instalaciones básicas para lavarse las manos11, higiene imprescindible contra el Covid-19. La desnutrición, la sed, la debilidad de las defensas del cuerpo, etc., facilitan sobremanera la extensión de epidemias… y del Covid-19, manifestándose así la dialéctica entre la regresión humana de la mayoría y su contrario, la progresión burguesa de la minoría.
Saltándonos varios lustros en la formación del marxismo, llegamos a 1867, año en el que se publica el libro I de El Capital, obra vertebrada también por la crítica radical de la destrucción burguesa de la Naturaleza. Obviando la mayoría de sus referencias directas e indirectas al antagonismo entre el capital y la vida, veamos como Marx realiza una impresionante crítica de los efectos del maquinismo sobre y contra la clase obrera, una crítica incuestionable en lo teórico y validada con el tiempo al haberse multiplicado la «depauperación moral» y la «degeneración intelectual»12 como efecto de la agudización de la tendencia a la simultaneidad de la plusvalía relativa con la absoluta, además de otros factores interrelacionados. Podemos hablar de una «pandemia moral e intelectual» creada por la explotación asalariada. Veremos en el cuarto apartado las relaciones que existen entre esta pandemia y los efectos destructivos del Covid-19.
Poco más adelante, Marx es igual de contundente:
Al igual que en la industria urbana, en la moderna agricultura la intensificación de la fuerza productiva y la más rápida movilización del trabajo se consigan a costa de devastar y agotar la fuerza de trabajo del obrero. Además, todo progreso, realizado en la agricultura capitalista, no es solamente un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar la tierra y cada paso que se da en la intensificación de su fertilidad dentro de un período de tiempo determinado es a la vez un paso dado en el agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad. Este proceso de aniquilación es tanto más rápido cuanto más se apoya en un país, como ocurre por ejemplo con Estados Unidos de América, sobre la gran industria, como base de su desarrollo.
Por tanto, la producción capitalista solo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre13.
Recordemos que Marx define así los métodos burgueses: «la usurpación y el terrorismo más inhumanos»14. Siete años después de la primera edición de El Capital en 1867, Engels ofreció otra clave que junto a las dos anteriores de su amigo, nos sirve de armazón para nuestro texto. En su muy actual El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, escribe:
[…] para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente.
Todos los modos de producción que han existido hasta el presente solo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que solo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. […] Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, solo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso esta misma utilidad –por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada– pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta.
La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, solo se preocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas producen o cambian con único fin de obtener beneficios inmediatos, únicamente pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos. Cuando un industrial o un comerciante venden la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Cuando en Cuba, los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que solo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alta rendición, ¡poco les importaba que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras de sí más que rocas desnudas!15
Anton Pannekoek desarrolló esta crítica marxista en un texto de 1909:
Para el capitalismo, todos los recursos naturales tienen el color del oro. Cuanto más rápido los explota, más rápido es el flujo de oro. La existencia de un sector privado tiene el efecto de que cada individuo trata de obtener el mayor beneficio posible sin siquiera pensar por un momento en beneficio del conjunto, el de la humanidad […] El capitalismo, por otro lado, reemplazó la necesidad local por la necesidad global, creó medios técnicos para explotar la naturaleza. Estas son enormes masas de material que sufren colosales medios de destrucción y son desplazadas por poderosos medios de transporte. La sociedad bajo el capitalismo se puede comparar con la fuerza gigantesca de un cuerpo desprovisto de razón. A medida que el capitalismo desarrolla un poder ilimitado, al mismo tiempo devasta el entorno en el que vive locamente. Solo el socialismo, que puede darle a este poderoso cuerpo conciencia y acción conscientes, reemplazará simultáneamente la devastación de la naturaleza con una economía razonable16.
Podemos multiplicar citas y textos que dicen lo mismo con palabras diferentes, pero hemos escogido la que sigue como botón de muestra:
El capitalismo es un modo de producción guiado por el lucro individual. Unos se hacen ricos no solo a costa de otros sino a costa de cualquier cosa. Todo lo que no sea lucro no importa nada. Nadie presta ninguna atención a algo que no da dinero. La salud no es rentable y, por lo tanto, no es un negocio; el negocio está en la enfermedad. Luego, donde hay un negocio tiene que haber enfermos, cuantos más mejor […] Uno de los lemas de la medicina moderna es: «No hay personas sanas sino mal diagnosticadas». Si un médico busca a fondo, siempre encuentra una enfermedad, real o ficticia. Desde hace un siglo el mercado de la enfermedad se ha ampliado con las epidemias y las pandemias17.
Lo hasta ahora visto presenta lo básico de la crítica marxista de la crisis socioecológica, de la destrucción de las potencialidades creativas de la especie humana por la dictadura del salario, de la opresión y exterminio de pueblos, de la irracionalidad global del capitalismo, aunque pueda tener componentes aislados e individuales de racionalidad productiva, de la salud como mercancía y como arma…, y de lo que se denomina «imperialismo ecológico». Resumiendo:
Las plagas son en gran medida la sombra de la industrialización capitalista, mientras que también actúan como su precursor […] la rápida propagación de la gripe fue posible gracias al comercio y la guerra a escala mundial, que en ese momento se centró en los imperialismos rápidamente cambiantes que sobrevivieron a la Primera Guerra Mundial. […] Si las epidemias de ganado inglesas del siglo XVIII fueron el primer caso de una plaga de ganado claramente capitalista y el brote de peste bovina de la década de 1890 en África el mayor de los holocaustos epidemiológicos del imperialismo, la gripe española puede entenderse entonces como la primera de las plagas del capitalismo sobre el proletariado18.
Podemos incluir esta impresionante dialéctica de las contradicciones socio-naturales del capitalismo dentro del término «imperialismo ecológico» tan agudamente estudiado por Vega Cantor19. Para disponer de una visión histórica más amplia podemos recurrir a A. W. Crosby20 que denunció, con toda la razón, cómo se había expandido el imperialismo ecológico y biológico de Europa, en un proceso que se inició en el siglo X y que se mundializó posteriormente. En el imperialismo ecológico y en la opresión colonial de Cuba y restantes pueblos, el poder europeo se sostenía en buena medida en su monopolio de las armas de fuego y en las alianzas que establecía con las castas y clases dominantes vendiéndoles o regalándoles armas, además de otros métodos de dominio más o menos brutales. E.R. Wolf describió el accionar de estos métodos coloniales en África para rentabilizar al máximo el tráfico de esclavas y esclavos21, la quintaesencia más cruda del imperialismo biológico y ecológico, una rama económica vital para el nacimiento, triunfo y supervivencia22 de la civilización del capital.
La acción de la tecnociencia bélica en la expansión capitalista también ha sido estudiada por D.R. Headrick desde el siglo XV, ofreciendo al final del libro una conclusión muy actual: en 2010 el enorme poder de Estados Unidos no le garantizaba una victoria definitiva ni en Irak ni en Afganistán, «ni siquiera una retirada honorable»23. En una década Estados Unidos ha seguido debilitándose pese a los gastos militares desorbitados, uno de cuyos fines es el incremento del saqueo del mundo, o al menos su mantenimiento. ¿Por qué declina Estados Unidos? Las razones son múltiples, la última, interna y esencial radica en las formas que adquiere la ley tendencial de la productividad del trabajo. ¿Qué dice esta ley? Según Trotsky: «El ascenso histórico de la humanidad está impulsado por la necesidad de obtener la mayor cantidad posible de bienes con la menor inversión posible de fuerza de trabajo. Este fundamento material del avance cultural nos proporciona también el criterio más profundo en base al cual caracterizar los regímenes sociales y los programas políticos […] La ley de la productividad del trabajo no se abre camino en línea recta sino de manera contradictoria, con esfuerzos y distensiones, saltos y rodeos, remontando en su marcha las barreras geográficas, antropológicas y sociales»24.
Debilitar por cualquier medio la productividad del trabajo de una potencia enemiga o competidora y a la vez aumentar o mantener la propia competitividad productiva es una obsesión de los Estados desde que se desarrolló el capitalismo. Mucho de lo que está sucediendo con el Covid-19 tiene que ver con estas dos leyes tendenciales estrechamente unidas: la de la productividad del trabajo y la de la competencia. Para el capital todo vale para mantener al alza la productividad del trabajo y con ella sus ganancias, en un primer momento o período, aunque luego, a medio y largo plazo, los efectos positivos salten a negativos, destructivos y la regresión se imponga sobre el progreso burgués.
En 1967 el satélite soviético Venera 4 confirmó que el calentamiento de la Tierra era real y en 1979 quedó demostrado de manera irrebatible que si el calentamiento aumentaba llegaría a ser catastrófico25. A la vez, se amontonaban los datos sobre la proximidad del agotamiento de los recursos naturales, finitos por naturaleza, lo que obliga a intensificar su búsqueda y explotación. Desde los años setenta J.E. Lovelock ya insistía en «nuestra acuciante necesidad de ahorrar energía»26, en su brillante capítulo sobre cibernética.
La deforestación sistemática es el primer paso para las pandemias27, cuyos efectos negativos aumentan con la destrucción de la biodiversidad que facilita el paso de virus de animales a humanos28. Es esta una verdad asentada pero separada de las contradicciones socioeconómicas, políticas y culturales porque muchos textos la explican parcialmente, responsabilizando al «hombre» abstracto, genérico, y a lo sumo se responsabiliza a «la globalización y a un determinado modelo económico»29 sin precisar cuál, ignorando qué clase social, la burguesía, es la causante. La ideología positivista dice que «la ciencia no tiene valores», es «a‑política» y «socialmente neutral», pero lo que el positivismo llama «ciencia» sí tiene valores filosóficos, políticos, éticos, machistas, racistas…
Estamos ante un debate fundamental en el que no podemos entrar ahora y que tocaremos en lo básico en el último apartado porque es parte de la necesidad de «lavarnos el cerebro». Debate básico porque sin él seguiremos creyendo que el capital no es el responsable de que al aumentar el calentamiento global y la deforestación masiva un 25% de la superficie terrestre será más árido30 al acabar el siglo XXI, es decir, que aumentarán los factores desencadenantes de epidemias y pandemias. A todo ello hay que unirle el llamado «cansancio de la tierra»31, el agotamiento de su capacidad por las cosechas intensivas, por las sobredosis de fertilizantes, por el monocultivo: se calcula que el 40% de las tierras cultivables están degradadas.
Por tanto, es el capitalismo el que ha creado las condiciones objetivas para que, de un modo u otro, surja y se expanda el Covid-19 que afecta especialmente32 a la clase obrera, a la mujer trabajadora y las y los migrantes. También ha creado los negocios y la fuerza política e ideológica necesaria para seguir enriqueciéndose, ahora con el Covid-19.
En lo económico, la farmaindustria, una de las ramas más rentables económica, política e ideológicamente del capital, ya se está frotando las manos por el gran negocio lúgubre33 que va a obtener con la fabricación de vacunas. Meses antes de que apareciera el Covid-19 la poderosa farmaindustria se apoyaba en Alemania y Estados Unidos para mantener en secreto los precios de las medicinas34. Pero la competencia interimperialista también divide a la farmaindustria cuando cada empresa ha de defenderse a ella mism y a su Estado-cuna: Estados Unidos ha intentado apropiarse en exclusiva de los avances científicos alemanes para una vacuna, teniendo que salir el gobierno alemán en defensa pública de su industria farmacéutica35. La sanidad privada yanqui se ha enfrentado a muerte contra B. Sanders por su programa de una sanidad pública36 más desarrollada que las espurias promesas de Obama al respecto. Miles de norteamericanos morirán en esta pandemia porque la farmaindustria ha sido una de las fuerzas reaccionarias que ha ayudado a derrotar a B. Sanders.
Este solo hecho ya es en sí mismo un ejemplo del inmenso poder político de esta industria capitalista. Pero en lo que concierne al uso sociopolítico del Covid-19 por la burguesía, la realidad es más cruda ya que manipula la pandemia para masificar el control, la vigilancia y la represión con la excusa de luchar contra ella como es el caso de Chile37 en donde el criminal38 presidente Piñera ha decretado tres meses, noventa días, de estado de excepción; o en Portugal, donde se ha suspendido el derecho de huelga39, porque en otros países es suficiente la mezcla de miedo, alarma, multas y detenciones, y la campaña de desmovilización que realiza el reformismo político-sindical. El capital francés se ampara en la tragedia humana para salvar las empresas antes que a la clase trabajadora y prepara más ataques contra los derechos sociales40, acuciado por la decidida combatividad del proletariado y de los pueblos, demostrada de mil formas.
En lo ideológico, además de la demonización del «enemigo de occidente», que ya no es tanto el terrorismo fundamentalista musulmán como el bloque liderado por China y las ideas socialistas que empiezan a retomar impulso. Pero hay culpabilizaciones igualmente dañinas como, por ejemplo, la manipulación de las ideologías más reaccionarias: el PP acusa a las manifestaciones del 8 de marzo41 en defensa de la mujer trabajadora de propagadoras de la pandemia; o la difusión del opio religioso: la Iglesia pone en acción el miedo al pecado y la dependencia temerosa de dios42. Un «temor de Dios» que debe sentirse y expresarse con total respeto y humildad hacia «Él»: el Opus Dei ordena a sus miembros que se vistan bien43 para la misa online, en YouTube, y pongan una cruz o una virgen en el televisor y/o en el ordenador.
Es sabido que el «temor de Dios» va unido a la «esperanza de su Gracia»: dios aprieta, pero no ahoga, y si ahoga lo hace para salvarnos de la condena eterna. Esta es la irracionalidad inhumana que ata a las iglesias en el punto crítico del misterio del mal, del sufrimiento y de la muerte, y del Covid-19. En Nuestramérica, grandes sectas neopentecostales y evangélicas propagan mensajes de indiferencia cuando no de rechazo de las medidas sanitarias relacionándolas abierta o solapadamente con el diablo44. Recordemos que ya en 1986 el filósofo peruano Lora Cam demostró las conexiones de estos grupos con Estados Unidos:
El imperialismo norteamericano utiliza no solo a los cristianos católicos sino fundamentalmente a las sectas cristianas protestantes (Evangelistas, Adventistas, Testigos de Jehová, Mormones, Hijos de Dios, Israelitas, etc.), quienes actúan con tal «persuasión» mística, fanática, que sus integrantes están tan alienados con la prédica escatológica del fin inminente del mundo que entran en procesos psiquiátricos de gritos histéricos, cánticos entremezclados con llantos, desmayos y ataques cuasi «epilépticos», entran en trances «místicos» y sexuales; todo es producto de una sofisticada planificación y programación de «pastores» milagreros instruidos neo conductualmente en Estados Unidos, complementando la alienación con la manipulación de los medios de comunicación, v.gr. hermano Pablo y otros embaucadores profesionales45.
¿Y qué decir de los brujos, curanderos, exorcistas, chamanes, quiromantes, estafadores y falsos médicos, embaucadores de toda laya que se enriquecen con sus terapias contrarias a la racionalidad científica? Significativamente, Engels también denunció el papel de la Iglesia y del curanderismo como falsos remedios contra el sufrimiento obrero y popular en la obra de 1845 arriba citada.
- K. Marx y F. Engels: La Sagrada Familia, OME, Crítica, Barcelona, tomo 6, p. 94.
- Stevens Lukes: «Depauperación», Diccionario del pensamiento marxista, Tecnos, Madrid 1984, pp. 213 – 215.
- F. Engels: La situación de la clase obrera en Inglaterra, OME, Crítica, Barcelona, tomo 6, pp. 350 – 388.
- F. Engels: Idem., pp. 523 – 545.
- María Bodelón: Por qué urgen medidas más contundentes y rápidas para detener el coronavirus en India, 20 de marzo de 2020 (https://elpais.com/elpais/2020/03/18/planeta_futuro/1584542601_113593.html).
- Michael Roberts: La pandemia y los efectos económicos en los «mercados emergentes», 22 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/La-pandemia-y-los-efectos-economicos-en-los-mercados-emergentes).
- Diana Carolina Alfonso: Las mujeres latinoamericanas, el Covid-19 y el neoliberalismo, 24 de marzo de 2020 (https://rebelion.org/las-mujeres-latinoamericanas-el-Covid-19-y-el-neoliberalismo/).
- Tamara Seiffer: La población sobrante es el sector que más crece en el mundo, 8 de octubre de 2015 (https://razonyrevolucion.org/la-poblacion-sobrante-es-el-sector-que-mas-crece-en-el-mundo-entrevista-susanne-soederberg-profesora-de-la-universidad-de-queen-canada/).
- Kate Randall: Hambre y destitución para millones por recortes de Gobierno de Trump en cupones de alimentos, 7 de diciembre de 2019 (https://www.wsws.org/es/articles/2019/12/07/pers-d07.html).
- Timothy A. Wise: Crece el hambre en el mundo, 29 de julio de 2019 (https://vientosur.info/spip.php?article15007).
- Pablo Urbano: Agua, cambio climático, pobreza… y coronavirus, 22 de marzo de 2020 (https://blogs.publico.es/dominiopublico/31329/agua-cambio-climatico-pobreza-y-coronavirus/).
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- Anton Pannekoek: La destrucción de la naturalez, 28 enero de 2020 (https://politicaobrera.com/sociedad-y-cultura/416-la-destruccion-de-la-naturaleza).
- MPR: El capitalismo es incompatible con la salud pública, 22 de marzo de 2020 (https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com/2020/03/el-capitalismo-es-incompatible-con-la.html).
- Chuăng: Contagio social: Guerra de clases microbiológica en China, 23 de marzo de 2020 (https://kaosenlared.net/contagio-social-guerra-de-clases-microbiologica-en-china/).
- Vega Cantor: Imperialismo ecológico. El interminable saqueo de la naturaleza y de los parias del sur del mundo (https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=341).
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- Daniel R. Headrick: El Poder y el Imperio, Crítica, Barcelona 2011, p. 346.
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- J.E. Lovelok: GAIA. Una nueva visión de la vida sobre la Tierra, Orbis, Barcelona 1985, p. 72.
- Alejandro Tena: La destrucción de los ecosistemas, el primer paso para las pandemias, 18 de marzo de 2020 (https://www.publico.es/sociedad/coronavirus-destruccion-ecosistemas-primer-paso-pandemia.html).
- John Vidal: Cómo la pérdida de biodiversidad está aumentando el contagio de virus de animales a humanos, 20 de marzo de 2020 (https://www.eldiario.es/ballenablanca/biodiversidad/perdida-biodiversidad-aumentando-contagio-animales_0_1007899446.html).
- Marc Font: Estamos alterando demasiado los sistemas naturales y entran en contacto con la especie humana virus que nunca lo habían estado, 25 de marzo de 2020 (https://www.publico.es/sociedad/entrevista-jordi-serra-cobo-alterando-sistemas-naturales-entran-contacto-especie-humana-virus-habian.html).
- Miguel Ángel Criado: Así se convierte la tierra en un desierto, 15 de febrero de 2020 (https://elpais.com/elpais/2020/02/14/ciencia/1581660259_023671.html).
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- Carmen San José: La pandemia sí entiende de clase sociales, 17 de marzo de 2020 (https://www.vientosur.info/spip.php?article15729).
- Sharon Lerner: Las grandes farmacéuticas se aprestan a lucrarse con el coronavirus, 17 de marzo de 2020 (https://rebelion.org/las-grandes-farmaceuticas-se-aprestan-a-lucrarse-con-el-coronavirus/).
- Teguayco Pinto: Las farmacéuticas se apoyan en EEUU y Alemania para frenar en la OMS un plan que haga más transparente el precio de la medicinas, 15 de mayo de 2019 (https://www.eldiario.es/sociedad/precios_de_medicamentos-transparencia-farmaceuticas_0_899060708.html).
- Gobierno alemán ratifica que Trump ha querido lograr vacuna exclusiva contra el coronavirus solo para EEUU, 16 de marzo de 2020 (https://diario-octubre.com/2020/03/16/gobierno-aleman-ratifica-que-trump-ha-querido-lograr-vacuna-exclusiva-contra-el-coronavirus-solo-para-ee-uu/).
- Manuel Ruiz Rico: La guerra lobista contra la sanidad pública en Estados Unidos, 8 de diciembre de 2019 (https://www.publico.es/internacional/lobista-sanidad-publica-estados-unidos.html).
- El dictador Piñera aprovecha el coronavirus para intentar zafar de la crisis interna y decreta «estado de excepción» por 90 días, 18 de marzo de 2020 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/03/18/chile-el-dictador-pinera-aprovecha-el-coronavirus-para-intentar-zafar-de-la-crisis-interna-y-decreta-estado-de-excepcion-por-90-dias/).
- Negligencia de Piñera se acerca a la criminalidad, 24 de marzo de 2020 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/03/24/chile-negligencia-de-pinera-se-acerca-a-la-criminalidad-estudiantes-de-ingenieria-comercial-de-la-u-de-chile-rechazan-medidas-economicas-del-gobierno/).
- Raquel Varela: Portugal es el único que ha suspendido el derecho de huelga, 21 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Portugal-es-el-unico-que-ha-suspendido-el-derecho-de-huelga).
- Enric Bonet: El plan de choque de Macrón prioriza el rescate de empresas y cuestiona conquistas sociales, 20 de marzo de 2020 (https://www.publico.es/internacional/plan-choque-macron-prioriza-rescate-empresas-cuestiona-conquistas-sociales.html).
- Marta Monforte: Casado sostiene que el pico actual de contagio procede de las marchas del 8‑M y critica al Gobierno por «alentarlas», 20 de marzo de 2020 (https://www.publico.es/politica/coronavirus-casado-sostiene-pico-actual-contagios-procede-marchas-8-m-critica-gobierno-alentarlas.html).
- Carolina Martínez: Huesca saca al Cristo y Madrid da misa por YouTube: la Iglesia reacciona contra el coronavirus, 13 de marzo de 2020 (https://www.elconfidencial.com/espana/2020 – 03-13/cristo-huesca-mardid-coronavirus-iglesia_2497012/).
- Jesús Bastantes: Los «consejos» del OPUS para las misas online: «Vístete bien. Deja el pijama para dormir y el chándal para hacer deporte», 19 de marzo de 2020 (https://www.religiondigital.org/mundo/consejos-Opus-Vistete-Deja-chandal_0_2214678533.html).
- AA.VV.: Hostias en la mano, infectados en misa y el diablo: las religiones frente a la pandemia en América Latina, 21 de marzo de 2020 (https://elpais.com/sociedad/2020 – 03-21/hostias-en-la-mano-infectados-en-misa-y-el-diablo-las-religiones-frente-a-la-pandemia-en-america-latina.html).
- José F. W. Lora Cam: Filosofía, Juan Gutenberg Edic., Perú, 2013, p. 26.