5. Contra el Covid-19 y contra el capital
Paula Bach sostiene que la conjunción del Covid-19 con la crisis que llamaba a las puertas segundos antes de la pandemia, nos ha sumergido en un instante en el «mundo de la incertidumbre»1 por lo que decenas de miles de trabajadores han suscrito a todo correr seguros de desempleo superando tasas que no se veían desde hacía muchos años, del mismo modo que fanáticos neoliberales se caen del caballo con san Pablo convirtiéndose, aparentemente, a la fe keynesiana. Tiene razón, en la sociedad burguesa la incertidumbre aumenta o decrece según el avance o retroceso de la lucha de clases y de la tasa de ganancia del capital. Engels habló de la incertidumbre vital2 del proletariado ya en 1845. Condena a cadena perpetua que solo puede aliviarse mediante la lucha de clases y que se agrava con el deterioro de la salud debido a la explotación asalariada que nos debilita frente a enfermedades y otros avatares.
Si en el plano directamente físico, la incertidumbre es combatida con la certidumbre de la lucha física de clases, en el plano teórico, en el del conocimiento crítico que forma la red relacional de la praxis, tiene decisiva importancia el principio de la duda metódica, el de ómnibus dubitandum que Marx tenía como máxima3 en su vida. La duda metódica vertebra el movimiento práctico de la verdad como proceso dialéctico entre lo concreto, lo objetivo, lo relativo y lo absoluto. La inevitable y enriquecedora tensión entre estos componentes garantiza que la duda y la incertidumbre creen contenidos de verdad en el desenvolvimiento práctico de lo que Marx expuso en 1873 como dialéctica:
Reducida a su forma racional, provoca la cólera y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque crítica y revolucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada4.
Este es el método que aplican en su situación comunistas no oficiales en China que hemos citado varias veces en este texto al afirmar con absoluta razón que el Covid-19 exige y a la vez ayuda a la práctica de dos reflexiones colectivas imprescindibles: la primera es la crítica marxista de la relación destructiva del capitalismo sobre la naturaleza, incluidos sus substratos microbiológicos, porque es imposible separar lo social de lo natural; y la segunda es la reflexión autocrítica como marxistas sobre la sociedad china porque las contradicciones aparecen en su dura desnudez durante las crisis5.
Sin otros análisis que desbordan este texto ahora mismo pero necesarios para enriquecer otro más abarcador y profundo que este, podemos decir que, con otras palabras, también es lo que propone Sergio Ortiz sobre la necesidad de «lavarnos el cerebro»6 ratificada por las lecciones aportadas por China con respecto al coronavirus, según hemos visto al inicio mismo de este texto. Recordemos las lecciones: 1) no subestimar la enfermedad, 2) tener un buen gobierno, 3) salud para todos porque es un derecho humano, 4) los remedios y vacunas deben estar en manos del Estado y empresas y laboratorios nacionales, no en las multinacionales y 5) la sociedad debe tener lazos de solidaridad muy fuertes. Las cinco pueden resumirse en dos: en la 1) sobre no subestimar la enfermedad y en la 2) sobre un buen gobierno –Estado, para nosotros– que impulse e imponga las tres restantes: salud pública socializada y solidaria. Las dos son imposibles sin la profilaxis básica de «lavarnos el cerebro» además de las manos.
La primera lección enseña que no debemos subestimar la enfermedad, es decir, que no debemos negar o ignorar la realidad objetiva, que está ahí, fuera de nosotros pero que pueden entrar en nuestro interior haciéndose parte de nosotros mismos para siempre ya que, aunque la erradiquemos físicamente siempre quedarán recuerdos y secuelas psicológicas. Efectos psicofísicos objetivos más o menos agravados por las condiciones de explotación en las que malvivimos. Criticábamos al comienzo la mentira de que la «ciencia es a‑política». La lucha contra el Covid-19 está demostrando el contenido sociopolítico de lo que la ideología burguesa llama «ciencia» y que es el sistema tecnocientífico inserto en la reproducción ampliada del capital.
R. Levins ha estudiado los nefastos efectos de la «ciencia» asalariada del capital: los pesticidas provocan plagas, los antibióticos crean nuevos patógenos, la agroindustria destroza el humus, la revolución verde no ha eliminado el hambre, ha empobrecido a los pueblos y enriquecido al imperialismo…7. Levins sostiene que se libra un choque entre dos fuerzas contrarias, la ciencia oficial, asalariada, y la crítica. En la primera:
La única preocupación de los gobiernos por reducir los costos y de privatizar está cambiando el control de la ciencia como un todo y las condiciones de trabajo de los científicos, poniéndolos en manos de administradores que ven la ciencia como una industria más y a los científicos como una fuerza de trabajo científica que se manejará como cualquier otra fuerza de trabajo. El producto de la industria de la ciencia es conocimiento que se puede convertir en mercancías, en la mayoría de los casos como objetos materiales, pero también en forma de servicios e informes. Su racionalidad económica estimula la fragmentación de los talleres científicos, la especialización, los objetivos definidos a corto plazo, las decisiones basadas menos en una necesidad intelectual o social y más en mercadeo y prevención de riesgos. Estos administradores manejan el trabajo científico con los mecanismos acostumbrados que emplean en cualquier rama industrial –un enfoque miope de la «eficiencia», la racionalización, el empleo de investigadores y profesores a tiempo parcial – , un sistema de jerarquización que mantiene divididos a los productores. Los científicos aprenden con rapidez a planificar los esfuerzos investigativos sobre la base de los criterios de aceptabilidad y financiamiento, a acelerar las publicaciones con vistas a cumplir con los cronogramas de compromisos y promoción, a sopesar con cuidado los costos y beneficios de colaborar y de guardar discreción8.
La otra fuerza social contraria a la tecnociencia, inserta en el capital constante, va creando una praxis científico-crítica aprendiendo de las experiencias de las luchas sociales de toda índole, empezando por las de los mismos trabajadores científicos asalariados que resisten a la explotación que sufren en las fábricas de tecnociencia. Sobre esta experiencia, Levins ofrece cinco criterios sobre lo que debería ser el método científico:
Sería francamente partidista. Propongo la hipótesis de que son erróneas todas las teorías que promuevan, justifiquen o toleren la injusticia. El error puede estar en los datos, en su interpretación o en su aplicación, pero si indagamos lo que es erróneo, ello nos conducirá a la verdad.
Sería democrática. […] sería libre el acceso a la comunidad científica para todo aquel que tenga vocación científica, sin barreras de clase, racismo o misoginia […] los resultados de la ciencia estarían a disposición de toda la población, en una forma inteligible y sin la compartimentación que a menudo se ha esgrimido en nombre de la seguridad nacional o de los derechos patrimoniales. Reconocería que la ciencia prospera cuando es capaz de combinar el conocimiento y la experiencia de la ciencia institucionalizada con los granjeros, pacientes y miembros de talleres y comunidades que constituyen los movimientos «alternativos».
Tiene que ser policéntrica […] Este monopolio del conocimiento ha servido al monopolio del poder […] tiene que compartir técnicas, conocimientos y herramientas; tiene que ser capaz de comparar y escoger, pero también tiene que, con respeto, dejar un espacio para enfoques radicalmente diferentes al enfrentar lo desconocido.
Tiene que ser dialéctica […] Esto ofrece el necesario énfasis en la complejidad, el contexto, la historicidad, la interpenetración de categorías en apariencia excluyentes, la relativa autonomía y la determinación mutua de diferentes «niveles» de existencia, los aspectos contradictorios del cambio que se autoniegan.
Tiene que ser autorreflexiva, reconociendo que quienes intervienen en un sistema son partes de él y que también hay que dar razón de la forma en que abordamos, el resto de la naturaleza. De esta manera tiene que ser doblemente histórica, atendiendo a la historia de los objetos de interés y de nuestra percepción de esos objetos9.
Estas características –partidista, democrática, policéntrica, dialéctica y autorreflexiva – , además de reforzarse creando una unidad sinérgica, son las que una a una y en conjunto nos explican lo dicho arriba sobre que la verdad es objetiva: el «bichito» existe al margen de nuestra voluntad; es concreta: el «bichito» lo tenemos bajo el microscopio; es relativa: el «bichito» infecta y mata en determinadas condiciones y no en todas; y es absoluta: cuando esas condiciones específicas se dan en una persona, entonces el «bichito» la mata. La dialéctica de la incertidumbre/certidumbre y duda/verdad se materializa en este proceso material, biológico, sociopolítico, económico y en síntesis, de relaciones de poderes antagónicos que, sobre la salud y sobre todo, tienen objetivos y estrategias inconciliables.
Por lo tanto, en lo que respecta a la desinfección de nuestra mente, lo que hemos visto tiene como base el materialismo, la inmanencia y la autopoiesis, el principio de emergencia y la ley del salto cualitativo, la contradicción interna, la concatenación universal de todas las formas de expresión de la materia en su movimiento de diferencias, oposiciones y contradicciones… Sin extendernos ahora, el método dialéctico, que en sí integra a los cuatro restantes –partidista, democrática, policéntrica y autorreflexiva– tiene especial valía para todo lo relacionado con la salud, como lo ha enseñado Concepción Cruz Rojo con sus estudios10, además de otros investigadores11, o también D. Harvey, que lo expresa así:
Durante mucho tiempo había rechazado yo la idea de «naturaleza» como algo exterior y separado de la cultura, la economía y la vida diaria. Adopto una visión más dialéctica y relacional de la relación metabólica con la naturaleza. El capital modifica las condiciones medioambientales de su propia reproducción, pero lo hace en un contexto de consecuencias involuntarias (como el cambio climático) y con el trasfondo de fuerzas evolutivas autónomas e independientes que andan perpetuamente reconfigurando las condiciones ambientales. Desde este punto de vista, no hay nada que sea un desastre verdaderamente natural. Los virus van mutando todo el tiempo, a buen seguro. Pero las circunstancias en las que una mutación se convierte en una amenaza para la vida dependen de acciones humanas12.
La acción del humano-genérico, abstracto, se concreta ahora en las acciones de la lucha de clases entre el capital y el trabajo, en la autogénesis de la conciencia proletaria que se construye a sí misma durante la lucha contra la burguesía. Debilitar o anular con el miedo a la pandemia la autoconfianza en sí misma, su conciencia-para-sí, de la humanidad explotada, introyectándole la obediencia perruna al orden, es uno de los objetivos de la manipulación sistemática del Covid-19. González Duro dice: «El mantenimiento de la ideología del miedo se ha convertido en un arma política, en parte de la estrategia de los grandes poderes: confirmar la culpa definitiva e intrínseca del otro y la necesidad de protegerse a sí mismo mediante medidas de seguridad o por la fuerza de las armas»13.
Negarle al trabajo su capacidad de creación de su conciencia materialista, es objetivo de la religión con dogma de trascendencia: el Covid-19 es una «prueba que nos manda Dios» desde el «reino del Espíritu»: no es una contradicción inmanente a lo socionatural desatada por la irracionalidad del capital. González Duro se pregunta:
¿Qué sentido tiene la enfermedad en una sociedad de consumo que enfatiza al máximo el culto a la felicidad instantánea? Tradicionalmente, en las sociedades que integraban la llamada «civilización cristiano-occidental», la respuesta era clara, rotunda: el dolor y la enfermedad podían tener un sentido positivo en tanto que méritos para la otra y verdadera vida. Por efecto del pecado original, el trabajo y el sufrimiento formaban parte de la condición humana en un mundo que era un «valle de lágrimas»14.
El autor describe las transformaciones cualitativas introducidas por el capitalismo sobre la salud y el dolor, señalando cómo la industria sanitaria se ha convertido en un gran negocio que explota el sufrimiento y el miedo creciente en una vida incierta, precarizada cada vez más, temores multiplicados por la creación artificial de falsas enfermedades para crear más personas «enfermas» y así producir más tratamientos inútiles pero muy rentables económicamente. Mientras se desmantela la sanidad pública, se expande la industria de la salud, el negocio privado que, por su propia lógica, necesita ampliar el mercado de la enfermedad. De este modo, y además de otras razones:
La vida de los individuos en la sociedad del riesgo produce inseguridad, ansiedad, miedo. Muchos se sientes enfermos, y son convenientemente medicalizados […] también en toda suerte de terapeutas, sanadores, videntes, astrólogos y echadores de cartas. Como la enfermedad parece absurda y carece de sentido para la propia vida, es muy frecuente que mucha gente recurra a supuestos expertos o a quienes se presentan como dotados de poderes especiales. Al carecer de sentido, es como si la enfermedad tuviese algo de misterioso, como si nadie supiese el por qué y el para qué del padecer15.
La ignorancia de las causas del Mal siempre ha sido una desencadenante de angustia, miedo y opio religioso. La sociedad norteamericana, que adelanta lo que viene a Europa, padece entre otros muchos males, también el del sobreconsumo desbocado de opiáceos como pócima mágica al desastre social que está pudriendo las raíces del imperialismo. La farmaindustria, uno de los fetiches capitalistas más efectivos, es la responsable de que la plaga de opiáceos sea «una epidemia orquestada desde arriba»16 que está disparando la tasa de muertes por sobredosis, aunque en realidad esta tragedia sea solo la epidermis de un problema mucho más grave: el aumento imparable del consumo de ansiolíticos y de otros medicamentos y productos ilegales para acostumbrarnos a tolerar pasivamente el Mal, en vez de combatirlo. En esta misma sociedad yanqui se expande como la peste negra el miedo a perder el trabajo17, al desempleo, al empobrecimiento, en cuanto las expresiones más dañinas de los miedos difusos o concretos «alimentados por un trabajo político»18.
Los miedos difusos y concretos alimentados por el poder terrenal o divino llevan a la persona alienada a buscar protección en un poder superior más fuerte, que en último extremo puede terminar siendo una dictadura político-religiosa. Ante esta realidad, el ateísmo marxista es una fuerza material históricamente emancipadora porque:
La fe religiosa es una forma de conciencia ilusoria, consecuencia de la alienación del ser humano en la vida real; cuando esta sea superada en una sociedad comunista que realice las potencialidades del ser humano, la religión perderá toda razón de ser. En un mundo alienado la religión expresa en la conciencia el desgarramiento de la vida y lo sublima proyectando el ideal humano que no se reconoce en la tierra en un ser todopoderoso que habita en el cielo. En semejante situación, el ateísmo que niega a Dios ha servido para afirmar al propio ser humano. Pero en una sociedad no alienada que afirme directa, positiva, continuamente el valor radical de la vida humana, la negación de Dios resulta sencillamente superflua. El ateísmo es superado por el humanismo positivo de una sociedad en la que el ser humano sea prácticamente reconocido como el ser supremo, centro y señor del sentido de todo19.
La segunda lección es la expresión política de la primera en su forma esencial: la necesidad de un poder popular, de un Estado que avance decididamente hacia un sistema de salud pública, socializada y solidaria, como hemos visto arriba. Para alcanzar este objetivo prioritario, el movimiento obrero ha de responder a un ataque doble20 de la burguesía: el de descargar sobre él los costos de la crisis socioeconómica ya existente antes de la irrupción del Covid-19 y el descargar sobre ella la tragedia del coronavirus. En ambos frentes, que en realidad son ya uno, las resistencias deben coordinarse y deben pasar a ser luchas ofensivas fusionadas con los sectores populares empobrecidos. Lo hace sufriendo una mayor represión policial21 que en algunos sitios ha intentado avasallar domicilios sin orden judicial22, abusos facilitados por el aumento de las fuerzas ultras23 en sus filas y el apoyo público de chivatos24 y colaboracionistas:
Vemos con preocupación cómo utilizando la doctrina del shock y del miedo están convirtiendo a personas civiles en chivatas de la policía, cómo lxs vecinxs, lxs trabajadorxs, se espían y controlan lxs unxs a lxs otrxs, y cómo ante esta cruda situación laboral, económica y social bien medida por la oligarquía, dan la opción de decidir a los culpables las condiciones del futuro, sin contraposición alguna25.
Además de estas represiones, el silenciamiento sistemático de las respuestas de la clase trabajadora en muchos países de Europa, obligada a trabajar en situaciones de peligro real de contagio del Covid-19, siendo el caso de Italia uno de los más clamorosos26 en donde se producen «huelgas masivas»27. Enfrentando estas presiones, amenazas y castigos, la izquierda debe ser consciente de que muy probablemente quienes ahora parece que se han vuelto keynesianos, socialdemócratas, defensores del gasto público, etc., vuelva a un neoliberalismo más implacable a los primeros signos de recuperación28. Para impedir este contraataque del capital la izquierda debe ampliar su fuerza autoorganizada desde ahora mismo y de entre los métodos más efectivos destaca el de extender el papel del saber obrero dentro de la praxis teórica materialista del conocimiento: las empresas en propiedad del capital podrían empezar en el acto a producir toda serie de bienes necesarios para combatir masivamente el Covid-19 si estuvieran bajo el control obrero, si fueran recuperadas por el proletariado que, bajo la planificación social, fabricaría bienes necesarios e imprescindibles.
Por ejemplo, máquinas respiradoras en vez de coches29, colchones para hospitales en vez de colchones para la burguesía30, mascarillas en vez de calzado31; impulsemos también la autoorganización del listado de Redes de Apoyo y Cuidados32 que se ha creado y que va ampliando los grupos de ayuda mutua actualizando la tradición popular heredada desde al menos las labores colectivas para atender los bienes comunales, si no antes. A lo largo de este texto hemos puesto a disposición de los y las lectoras una larga lista de denuncias, críticas y propuestas prácticas que están surgiendo de las clases y naciones explotadas, de las mujeres trabajadoras33, así antes de pasar a la cuestión del poder socialista necesario para la salud humana, concluimos con dos propuestas.
Una:
1) Protección integral sanitaria –con implementos y medidas de prevención adecuadas, para médicos, enfermeras y demás trabajadores. Control obrero de las condiciones sanitarias, en hospitales y todo lugar de trabajo. 2) Expropiación de predios vacantes para la instalación de predios sanitarios de emergencia. 3) Nacionalización de la industria farmacéutica y abolición del régimen de patentes, para asegurar la provisión de medicamentos al conjunto de los afectados. 4) Gobierno de trabajadores, para planificar y coordinar una acción sanitaria que exige la solidaridad universal, no la rapiña capitalista34.
Y otra:
Nacionalización de todos los recursos sanitarios y planificación de su funcionamiento al servicio de las necesidades de salud de la población y de la protección eficaz de quienes están en primera línea: los trabajadores y trabajadoras de todo el sistema sanitario. Paralización de la actividad en todos aquellos sectores no indispensables para la supervivencia e intervención de las empresas productoras de recursos sanitarios, incluidas las farmacéuticas. Intervención de todas las grandes empresas de producción y distribución para evitar la fuga masiva de capitales que ya se está produciendo y declarar la función social de las empresas estratégicas. Expropiación de la banca que parasita al resto de la sociedad. Negativa a pagar la Deuda, creada en buena parte al transferir dinero público a la banca y no aceptar los límites del gasto público impuestos por la Unión Europea35.
¿Cómo instaurar un gobierno de trabajadores que a la vez que impulsa esas medidas va destruyendo el Estado burgués, sus aparatos represivos y servicios secretos, sus burocracias reaccionarias, sus ministerios más esenciales para el capitalismo y por ello mismo totalmente incompatibles con el socialismo…? Hay dos formas básicas para empezar a crear un Estado obrero en proceso de autoextinción, y entre ambos extremos existen variantes que no podemos exponer ahora: una es la de la mayoría electoral que accede al gobierno del Estado y desde ahí empieza reformas cada vez más radicales; y la otra es la revolución armada que toma el poder del Estado. Preguntado Marx en 1881 sobre la primera posibilidad en un país como Holanda, su respuesta fue la siguiente:
Un gobierno socialista no puede ponerse a la cabeza de un país si no existen las condiciones necesarias para que pueda tomar inmediatamente las medidas acertadas y asustar a la burguesía lo bastante para conquistar las primeras condiciones de una victoria consecuente36.
La historia enseña que las presiones y ataques de la burguesía contra la clase obrera se endurecen en la medida en que ve que puede perder el gobierno en las siguientes elecciones y que este pasará a manos del movimiento obrero radicalizado. Muestra también que la oposición burguesa se endurece desde el mismo instante de la victoria electoral de la izquierda. Dejando ahora de lado la tarea sempiterna del reformismo que hace todo lo posible para abortar cualquier tipo de radicalización, y centrándonos en el supuesto de que la clase trabajadora tenga una izquierda decidida a seguir adelante, surge al momento el debate sobre si aprender de las lecciones de la historia sintetizadas en la respuesta de Marx de 1881, o desdeñarlas y aceptar la vía muerta del respeto al poder del capital.
La burguesía se asusta antes de que pueda perder el gobierno porque conoce la fuerza, la decisión y el programa de gobierno que la izquierda empezará a aplicar nada más acceder a él. Y se asustará más cuando compruebe que la izquierda cumple con su plan aunque no tenga el control de la maquinaria del Estado, ni una poderosa propaganda porque la prensa está en poder de la burguesía; aunque tenga que enfrentarse a la resistencia tenaz de las organizaciones patronales y de la Iglesia, en medio de una huida de capitales que puede arruinar la economía y padeciendo un boicot intervencionista del imperialismo… Esta lucha se ha repetido siempre que el movimiento obrero radicalizado accede al gobierno por vía electoral. Nunca, en ninguna parte y en ningún momento, la burguesía se ha arrodillado sumisa y mansamente ante el proletariado entregándole su propiedad y su poder con un gesto sonriente y bonachón. ¿Entonces…?
Iñaki Gil de San Vicente
Euskal Herria, 25 de marzo de 2020
5. Contra el Covid-19 y contra el capital
- Paula Bach: Crisis económica mundial y el Covid-19: el reino de la incertidumbre, 22 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Crisis-economica-mundial-y-Covid-19-el-reino-de-la-incertidumbre).
- F. Engels: La situación de la clase obrera en Inglaterra, OME, Crítica, Barcelona, tomo 6, pp. 371 y ss.
- J. Elleinstein: Marx, su vida, su obra, Argos Vergara, Barcelona 1985, pp. 285 – 286.
- K. Marx: «Prólogo a la segunda edición, El Capital, FCE, México 1973, p. XXIV.
- Chuăng: Contagio social: Guerra de clases microbiológica en China, 23 de marzo de 2020 (https://kaosenlared.net/contagio-social-guerra-de-clases-microbiologica-en-china/)
- Sergio Ortiz: Cinco lecciones que deja China en combate al coronavirus, 19 de marzo de 2020 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/03/19/coronavirus-lecciones-de-china-no-solo-hay-que-lavarse-las-manos-tambien-el-cerebro/).
- R. Levins: «Cuando la ciencia nos falla», Marx Ahora, La Habana, Cuba, nº 11/2001 p. 127.
- R. Levins: Idem., p. 141.
- R. Levins: Idem., p. 142.
- Concepción Cruz Rojo: No está en los genes, 5 de octubre de 2010 (https://www.boltxe.eus/2010/09/05/no-esta-en-los-genes/).
- AA.VV.: Ciencia y marxismo: un abordaje dialéctico de la salud pública, 15 de marzo de 2020 (https://www.izquierdadiario.es/Ciencia-y-marxismo-un-abordaje-dialectico-de-la-salud-publica#notes).
- David Harvey: Política anticapitalista en tiempos de Covid-19, 22 de marzo de 2020 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/03/22/pensamiento-critico-politica-anticapitalista-en-tiempos-de-Covid-19/).
- Enrique González Duro: Biografía del miedo, Debate, Madrid 2006, p. 254.
- Enrique González Duro: Idem., pp. 255 – 256
- Enrique González Duro: Idem., pp. 256 – 258.
- Chris McGreal: «No quiero morirme de una sobredosis»: la crisis del opio sigue matando en Estados Unidos, 11 de mayo de 2019 (https://www.eldiario.es/theguardian/quiero-morirme-sobredosis-muerte-verguenza_0_897311336.html).
- Patrick Boucheron-Corey Robin: El miedo, Clave Intelectual, Madrid 2019, p. 40.
- Patrick Boucheron-Corey Robin: Idem., p. 20.
- C. Goldaracena del Valle, Charo Guerrero Pérez y A. C. Santos Sedano: Cinco teorías sobre la religión, Eris, La Coruña 1994, pp. 168 – 169.
- Alejandro Iturbe: Para los trabajadores hay dos guerras: contra el coronavirus y contra la burguesía, 24 de marzo de 2020 (https://kaosenlared.net/para-los-trabajadores-hay-dos-guerras-contra-el-coronavirus-y-contra-la-burguesia/).
- Boro LH: Pandemia de abusos policiales con pretexto del estado de alarma, 24 de marzo de 2020 (https://www.lahaine.org/est_espanol.php/pandemia-de-abusos-policiales-con).
- Alejandro Bravo: Con el «estado de alarma» y la cuarentena se disparan los casos de agresiones policiales, 24 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Con-el-estado-de-alarma-y-la-cuarentena-se-disparan-los-casos-de-agresiones-policiales).
- Sare Antifaxista: Los elementos ultra de la ertzaintza, cada día son más y se hacen más fuertes, 21 de marzo de 2020 (http://sareantifaxista.blogspot.com/).
- Barbijaputa: Linchadores de balcón, 25 de marzo de 2020 (https://blogs.publico.es/barbijaputa/2020/03/25/linchadores-de-balcon/).
- Movimiento Pro Amnistía: Coronavirus, cárcel y represión social, 22 de marzo de 2020 (https://www.amnistiaaskatasuna.com/es/articulo/coronavirus-carcel-y-represion-social).
- Borroka Garaia: Lo que nos están ocultando de Italia, 20 de marzo de 2020 (https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/03/20/lo-que-nos-estan-ocultando-de-italia/).
- Italia conmocionada por el coronavirus: «Ya hay huelgas masivas», 20 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Italia-conmocionada-por-el-coronavirus-Ya-hay-huelgas-masivas).
- Lidia Brun: El riesgo es que cuando acabe la crisis con más deuda pública los adalides de la austeridad ataquen de nuevo, 24 de marzo de 2020 (https://www.eldiario.es/economia/Lidia-Brun_0_1008949887.html).
- Santiago Lupe: ¿Podrían las fábricas de coches hacer respiradores? Sí, si las controlan los trabajadores, 18 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Podrian-las-fabricas-de-coches-hacer-respiradores-Si-si-las-controlan-sus-trabajadores).
- Roberto Jara: ¿Y si los trabajadores ponemos Pikolin a hacer colchones para hospitales?, 19 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Y‑si-los-trabajadores-ponemos-Pikolin-a-hacer-colchones-para-hospitales).
- Josefina L. Martínez: Gran ejemplo de clase: trabajadoras del calzado cosen mascarillas de forma solidaria, 19 de marzo de 2020 (http://www.izquierdadiario.es/Las-trabajadoras-del-calzado-cosen-mascarillas-de-forma-solidaria-mientras-empresas-como-Inditex-hacen-ERTEs-masivos).
- Apoyo Mutuo Covid-19: Listado de Redes, 25 de marzo de 2020 (https://www.lahaine.org/est_espanol.php/actualizado-listado-de-redes-de).
- Marisa Kohan: El coronavirus evidencia la carga sobre la mujer de los cuidados familiares, 12 de marzo de 2020 (https://www.lahaine.org/est_espanol.php/el-coronavirus-evidencia-la-carga).
- Marcelo Ramal: Coronavirus, la verdadera «pandemia», 26 de febrero de 2020 (https://politicaobrera.com/sociedad-y-cultura/544-coronavirus-la-verdadera-pandemia).
- Ángeles Maestro: ¿Salvar al capital o salvar al pueblo?, 25 de marzo de 2020 (https://www.lahaine.org/est_espanol.php/isalvar-al-capital-o-salvar).
- K. Marx: «Carta a Domela Nieuwenhuys del 22 de febrero de 1881», La insurrección armada, Neuberg, Boltxe Liburuak, Bilbao 2013, p. 35.