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7. ¿Sin el Estado hubiera existido el budismo?
- 1. Introducción
- 2. ¿Siempre ha existido la religión?
- 3. ¿Fetichismo, magia, totemismo…?
- 4. ¿El concepto de alma presupone la opresion de clase?
- 5. ¿Diosa madre y sacrificio canibal?
- 6. ¿El karma hinduista es para la casta dominante?
- 7. ¿Sin el Estado hubiera existido el budismo?
- 8. ¿Taoismo popular contra confucionismo?
- 9. ¿Dios de los esclavos o de los amos?
- 10. ¿Dios de los amos o de los señores feudales?
- 11. ¿Dios de los señores o dios del capital?
- 12. ¿Dios de los nómadas o dios de los comerciantes?
- 13. ¿Dios o comunismo? (I)
- 14. ¿Dios o comunismo? (II)
- 15. ¿Dios o comunismo? (III)
- 16. Ateísmo marxista
Del hinduismo al budismo hay un espacio de tiempo en el que se desarrolla el modo de producción tributario, caracterizado por la existencia de un Estado centralizado dirigido por una clase dominante cuyo vértice superior es el rey-dios, sostenido por la casta religiosa y la guerrera, y por la casta comercial. El Estado es el propietario de la tierra, que la reparte entre el campesinado, aunque pueden subsistir terrenos comunales todavía no estatalizados. El Estado recauda tributos, administra, protege el comercio y la producción, dirige la defensa y las relaciones inter-estatales. Estos cambios impulsaron la aparición del «zoroastrismo en Persia, el jainismo y el budismo en la India, y el confucianismo en China»1.
Se ha escrito que el budismo puede ser considerado como una «religión atea»2 en el sentido de que no tiene un dios monoteísta al que adorar porque en vez de ser una religión antropomórfica, con figura de ser humano o espíritu humanizado, sería filomórfica o de adoración a la naturaleza. Pero esta pureza fue breve, ya que Buda «antes de su muerte iba camino de convertirse en el divino fundador de una fe redentora […] se construyeron santuarios sobre las innumerables reliquias recogidas y veneradas por doquier […] un colmillo del lado izquierdo y una clavícula fueron trasladadas de India a Ceilán, donde despertaron un piadoso celo […] se reveló capaz de adaptarse con facilidad a su nuevo ambiente y de incorporar a su amplio sistema los dioses indígenas en forma de Budas manifestados»3.
Además, el que en su origen tuviera bastante más contenido filosófico y ético que estrictamente religioso4, no le libró de ser absorbido por el poder convirtiéndose en otra religión de Estado aunque, como el resto, también minada por contradicciones sociales internas. Ello, su absorción por el poder, y su capacidad para integrar el politeísmo del entorno y deificarse a sí mismo, era debido a una constante teorizada por el materialismo histórico: «Tampoco el budismo ha sido creado por una sola persona sino que ha surgido de las condiciones sociales y espirituales que hicieron posible el primer desarrollo ideológico y organizativo»5. Fueron esas condiciones sociales las que se impusieron relativamente pronto, anulando el «ateísmo» inicial de una minoría culta perteneciente a una fracción de la clase dominante. El budismo convino a la clase dominante porque era «la doctrina de la resignación»:
El núcleo de la enseñanza de Buda abraza las cuatro verdades sobre el dolor, el origen del dolor, la supresión del dolor y la vía para suprimir el dolor. He ahí la expresión de la desesperación y la impotencia de los hombres de su tiempo, incapaces de alcanzar con sus propias fuerzas la felicidad, la igualdad social y cultural.
Evidentemente, una doctrina de esta naturaleza que predicaba la resignación y la sumisión respondía, no solamente, a la espera desesperanzada de los estratos más humildes de la población sino también a las exigencias de las clases privilegiadas para las que constituía una base ideológica totalmente satisfactoria. No hay que asombrarse pues que en el siglo III a.C. el rey Asoka, jefe de una dinastía que luchaba para unificar bajo su cetro la mayor parte de la India, se convirtiera al budismo contribuyendo con pasión a la propagación y al éxito de la nueva doctrina dentro y fuera de su país6.
El budismo no pretendió acabar con la realidad material, social, económica de las castas, sino solo ofertar una salvación individual más dura por su rigor ascético al principio pero más segura a la postre. Buda vivió en la mitad del siglo ‑VI, era príncipe, miembro de la clase dominante, siempre vivió distanciado de la realidad social, meditando y dando consejos sobre la salvación del alma; murió de indigestión después de una opípara cena de arroz y cerdo. Pero comprendía que el brahmanismo no resolvía los problemas sociales sino que los agudizaba; por ejemplo, rechazaba que la remisión de las faltas que condenaban a la persona a la reencarnación en las mismas o en peores condiciones de sufrimiento, solo pudiera hacerse mediante prácticas sacrificiales que solo podían pagar las castas ricas, lo que imposibilitaba a las pobres librarse de su mal karma: «Estas ideas pretendían ser un mensaje de esperanza en contra del hinduismo, que conducía a la desesperación. Al suprimir los sacrificios y las súplicas a los dioses recomendaba el esfuerzo personal y el respeto al dharma como únicas condiciones para alcanzar el fin de la existencia»7. Pero, a pesar de esos avances:
En cuanto a la vida social real y al lugar que ocupaba en ella el régimen de castas, el budismo era esencialmente neutral […] Los discípulos destacados de Buda pertenecen ante todo al grupo de los brahmanes y a la casta superior […] Buda prohibió aceptar en la sangha a los esclavos para no entorpecer los intereses de los esclavizadores; prohibió el acceso a ella de los deudores notorios para no ofender a los acreedores; prohibió admitir a personas que trabajasen para el Estado, puesto que esto perjudicaría el funcionamiento del aparato estatal y de las fuerzas armadas. El motivo para esta última prohibición estuvo relacionado con el hecho de que los soldados que no querían participar en la pacificación de agitaciones populares se dirigieron a la sangha con la petición de consagrarse como monjes8.
El budismo fue neutral en lo que tocaba al sistema de castas en su funcionamiento diario, pero se posicionaba a favor del Estado cuando había que reprimir las protestas populares. Lo hacía, como hemos visto, impidiendo que los soldados se hicieran monjes para liberarse de su obligación represora, poniéndoles así en la disyuntiva de desertar o desobedecer al mando asumiendo los duros castigos que ello implicaba, o reprimir al pueblo. Sin duda, este fue uno de los motivos de la limitada expansión del budismo en su primera época, siendo otros el origen social de sus discípulos destacados, el poco o nulo ejemplo práctico que había dado Buda durante su vida; por «una dogmática abstracta y el desarrollo insuficiente de la mitología, lo mismo que la relativa pobreza en su culto»9 y por la dureza de las normas que imponía a los monjes. Por su origen noble y por su mayor implantación en el medio urbano, el budismo era de una elite, por lo que «es evidente que no se oponía a las relaciones sociales fundamentales»10.
Un siglo después de la muerte de Buda se produjo la primera escisión cuando un sector de monjes pidieron en el texto Diez indulgencias que se suavizaran las severas normas, en especial la décima que no les permitía tener oro y plata, o sea, pedían el derecho a una cierta acumulación de riqueza; también pedían que se suavizase el ascetismo y se les permitiera beber determinados alcoholes; de igual modo rogaban que las normas de ingreso no fueran tan estrictas, que se facilitase la entrada de más neófitos y que los monjes tuvieran mayor libertad de acción, etc.11 Esta tendencia a la relajación de las normas correspondía tanto al desarrollo económico como a los contactos con otras creencias filosófico-religiosas; estamos ante la misma dinámica que reaparecería en el cristianismo y en el islamismo.
Se preparaban así las condiciones para la integración en el sistema de la corriente mayoritaria del budismo. Evoluciones acomodaticias idénticas en el fondo, del ascetismo a la liberalidad y de la pobreza a la riqueza, las han vivido casi la totalidad de organizaciones religiosas surgidas en el modo de producción tributario y, en especial, en el cristianismo, como descubrió en su viaje de 1226 a Roma el fraile agustino Gerhoh: la Curia se había convertido «en un harca de leguleyos y en una burocracia de comerciantes obsesionados por recoger dinero de donde sea»12, pudrimiento crucial al que volveremos siempre.
El crecimiento económico sostenido con altibajos entre el siglo ‑VI y el siglo ‑III hizo que, generalmente con la conquista militar, surgiera una especie de imperio centralizado por un gran Estado tributario que recaudaba impuestos en los territorios conquistados pero permitiéndoles una gran autonomía solo restringida por la obediencia tributaria impuesta militarmente. Por esto era tan importante la existencia de un poderoso ejército, lo que exigía una poderosa tributación. Y también, un sistema religioso que ensamblase ideológicamente las estructuras económico-militares. Buscando resolver ese problema, el emperador Asoka convirtió el budismo en la religión oficial al poco de llegar al poder en el ‑273 y en ‑240 convocó un gran concilio budista para adaptar13 mejor esta religión a sus necesidades de orden social. Asoka, oportunista y extremadamente violento, vio en el budismo la ideología adecuada para legitimar su poder, sobre todo si iba unida a un poderoso sistema de control social: «Una red de informadores denunciaba a los disidentes ante las autoridades»14, o más concretamente: «El rey cuenta además con una infinidad de espías, cuya misión era no solo vigilar, sino, en caso necesario, actuar para desunir y desorientar a los enemigos del rey»15.
Apoyándose en este poder de control, Asoka condenó las fiestas paganas, aconsejó el respeto a brahmanes y ermitaños, el amor a los padres, la caridad con los esclavos y sirvientes, la liberalidad, la tolerancia y la modestia, pero con métodos autoritarios:
Al hacer del budismo la religión del Estado, Asoka puso todos los medios para que fuera difundido hasta en las más pequeñas aldeas. Todos los agentes de la administración eran obligados a explicar los principios religiosos del dharma, mientras que los censores de la «Ley de la Piedad» estaban encargados de supervisar la observancia religiosa del pueblo y los «censores de las mujeres» los comportamientos morales de la población femenina16.
Fue una religión de Estado impuesta a presión, con amenazas y castigos, mediante el efectivo sistema de espionaje administrativo y de masas arriba expuesto. Es necesario insistir en que las mujeres eran objeto de una especial vigilancia para reprimir su libertad sexo-afectiva.
Ahora bien, la burocracia de Asoka sabía perfectamente que el autoritarismo, para ser efectivo, necesitaba más temprano que tarde de unas pátinas de aparente libertad individual y de legitimidad colectiva, entendidas ambas según los intereses de la clase dominante. En ‑253 Azota popularizó aún más el budismo que necesitaba y que hemos resumido arriba, porque: «La práctica de estos principios acarreaba una doble consecuencia. Era fuente de méritos para el individuo cuya acumulación permitía el renacimiento en el paraíso (swarga). Para la sociedad, era fuente de justicia, de paz y de bienestar»17.
Este budismo chocaba con las inhumanas leyes de castas del brahmanismo, lo que hizo que desde el siglo ‑II la dinastía de los Sunga iniciara la persecución del budismo en la India18 una vez derrocada la dinastía dejada por Asoka. Las castas dominantes que no estaban de acuerdo con la política de Asoka comprendieron que no bastaba con prohibir el budismo sino que debían acercar el brahmanismo al pueblo, algo parecido a democratizarlo: se crearon nuevos dioses y diosas como Krisna, Rama y Vishnú, más cercanos al ser humano, incluso tomados del panteón budista19, reformas que darían cuerpo al hinduismo actual.
Se debate sobre las similitudes entre los objetivos sociopolíticos de Asoka al impulsar oficialmente el budismo como ideología de integración imperial y los objetivos de Constantino haciendo otro tanto con el cristianismo en Roma, tema al que volveremos más adelante por sus claras repercusiones prácticas en el devenir del comunismo. Lo cierto es que ambas decisiones políticas sirvieron para anular el contenido reformista que las respectivas religiones tuvieron en sus contextos. En el caso del budismo esta deriva es innegable porque reforzó la integración de su corriente mayoritaria en el orden establecido:
Los donativos en favor de los monasterios adquirieron enormes dimensiones y los monasterios mismos se convirtieron con el tiempo de refugios ascéticos y modestos para monjes mendicantes en maravillosas residencias para los destacados representantes de la Iglesia budista20.
O también:
El budismo se enriquece al dejar de ser anárquico, beneficiándose desde entonces del favor de los poderosos; para albergar sus florecientes comunidades tiene necesidad de monasterios cada vez más grandes y, gracias al concurso financiero de sus poderosos adeptos, levanta edificios cuya suntuosidad irá en aumento»21.
Un resumen elemental del budismo podría ser este:
El budismo es la doctrina sobre las cuatro «verdades nobles»: «vivir significa sufrir»; «la causa del sufrimiento es el deseo»; «para que el hombre se libere del sufrimiento tiene que liberarse de sus deseos»; «el hombre puede liberarse de sus deseos si sigue la doctrina de Buda», que puede llevar al creyente hasta el objetivo principal de su existencia, es decir, el nirvana (tranquilidad apartamiento), que es el total desprendimiento del apego a la vida, la eterna bienaventuranza y la fusión con dios, la tranquilidad absoluta22. Como vemos, se trata de una religión muy rentable para las clases dominantes.
7. ¿Sin el Estado hubiera existido el budismo?
- 1. Introducción
- 2. ¿Siempre ha existido la religión?
- 3. ¿Fetichismo, magia, totemismo…?
- 4. ¿El concepto de alma presupone la opresion de clase?
- 5. ¿Diosa madre y sacrificio canibal?
- 6. ¿El karma hinduista es para la casta dominante?
- 7. ¿Sin el Estado hubiera existido el budismo?
- 8. ¿Taoismo popular contra confucionismo?
- 9. ¿Dios de los esclavos o de los amos?
- 10. ¿Dios de los amos o de los señores feudales?
- 11. ¿Dios de los señores o dios del capital?
- 12. ¿Dios de los nómadas o dios de los comerciantes?
- 13. ¿Dios o comunismo? (I)
- 14. ¿Dios o comunismo? (II)
- 15. ¿Dios o comunismo? (III)
- 16. Ateísmo marxista
- François Houtart: Religión y modos de producción precapitalistas, op. cit., p. 127.
- AA.VV.: La Enciclopedia, Salvat-El País, op. cit., tomo 17, p. 13192.
- E. O. James: Historia de las religiones, op. cit., p. 97.
- S. A. Tokarev: Historia de las religiones, op. cit., p. 423.
- Ambrogio Donini: Historia de las religiones, op. cit., p. 296.
- Ambrogio Donini: Idem., pp. 299 – 300.
- François Houtart: Religión y modos de producción precapitalistas, op. cit., pp. 127 – 128.
- A. Kryvelev: Historia atea de las religiones, op. cit., tomo 2, p. 393.
- A. Kryvelev: Idem., p. 397.
- François Houtart: Religión y modos de producción precapitalistas, op. cit., p. 129.
- AA.VV.: «El origen de las grandes religiones», Historia Universal, op. cit., tomo 7, p. 230.
- Antonio Castro Zafra: Los círculos del poder, Editorial Popular, Madrid 1987, p. 171.
- A. Montenegro y J. Mª. Solana: «La formación política de la India y sus grandes movimientos religiosos», GHU, op. cit., p. 242.
- Neil Faulkner: De los neandertales a los neoliberales, op. cit., p. 62.
- A. Montenegro y J. Mª. Solana: «La formación política de la India y sus grandes movimientos religiosos», GHUop. cit. , p. 243.
- François Houtart: Religión y modos de producción precapitalistas, op. cit., p. 130.
- François Houtart: Idem., p. 131.
- AA.VV.: «El origen de las grandes religiones», Historia Universal, op. cit., tomo 7, pp. 233 – 256.
- S. A. Tokarev: Historia de las religiones, op. cit., pp. 275 – 276.
- A. Kryvelev: Historia atea de las religiones, op. cit., tomo 2, p. 398.
- A. Aymard y J. Auboyer: «Desarrollo de la India estricta», HGC, op. cit., p. 940.
- AA.VV.: El ateísmo científico, op. cit., p. 111.
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