Se acerca un nuevo primero de mayo, día de lucha para la clase trabajadora. Este año va a ser diferente, y no porque la consecución de los objetivos emancipadores hayan hecho superar la necesidad de la lucha. El contexto mundial, derivado de la propagación del Covid-19, y las subsecuentes medidas impuestas por los diferentes gobiernos, es el que ha hecho que este sea un primero de mayo atípico.
El 1 de Mayo es el día de la clase trabajadora, una jornada de lucha revolucionaria que tiene grabado en su interior, como demuestra la historia, el enfrentamiento de la clase trabajadora contra la burguesía y el capitalismo. Siendo este el punto de partida, tenemos que rechazar las dinámicas oportunistas y reformistas de políticos y sindicatos que nos condenan a la derrota, además de someternos a una «paz social» que nada tiene de paz ni de social. Sostenemos que el 1 de Mayo no es un día meramente reivindicativo en lo laboral, sino un día más para articular la lucha por nuestras condiciones de vida en el camino para acabar con el capitalismo y avanzar hacia la liberación de la clase trabajadora.
Es la lógica del capital, con su dominación de clase por parte de la burguesía, la que oprime y condena a la miseria a la clase trabajadora. En periodos de crisis, como el actual, demuestra aún más que la explotación burguesa solo entiende de vidas en tanto en cuanto le reporten beneficios. Las desposeídas somos las únicas que podemos lograr nuestra liberación, desarrollando la lucha de clases, sabiendo que nuestros intereses y los de la burguesía son antagónicos. Es necesario reconocer y visibilizar los distintos sujetos que componemos la clase trabajadora, en la que los diferentes sectores proletarizados que la integran estén conectados y logren dar un nuevo impulso a la lucha de clases, dotándola de prácticas más eficaces en contra de la política del capital que sean capaces de afianzar el poder popular.
A pesar del freno de la producción mundial debido al Covid-19, el capitalismo sigue su funcionamiento, de eso no hay duda. La acumulación del capital, la explotación, la represión y el sometimiento de las desposeídas continúan o se están agravando aún más. La gestión de la situación económica y social por parte de los diferentes Estados, y en concreto el Estado español que ha concentrado su poder aplicando un estado de excepción y una recentralización en Hego Euskal Herria con el beneplácito del PNV, incluso cuando esto va en contra de su política neoliberal. Quieren hacernos creer que las decisiones que toman son para el bien de la clase trabajadora; quieren que nos creamos la mentira de que «estamos juntos» en todo esto, pero eso no es cierto, es una patraña más de todas las que nos cuentan. Las medidas de «protección social» pasan por el filtro de los intereses de clase de la burguesía para reproducir la fuerza de trabajo o bien para que no estalle la crisis, pero debemos tener claro que es la propia clase trabajadora la que pagará estas medidas en un futuro próximo, como siempre.
Por otro lado, nos repiten que esta crisis tiene unas consecuencias inevitables que tenemos que soportar. Estas, en realidad, son ataques directos a la clase trabajadora y sus condiciones de vida, y los podemos ver aquí, en Bilbo, en forma de ERTE y despidos masivos, represión, multas y decenas de detenidos, trabajar sin las medidas de seguridad adecuadas, militarización de barrios como por ejemplo San Francisco, persecución de personas racializadas, reanudación de la producción no esencial, hacinamiento personas sin hogar en polideportivos…
Lo que queda claro es que nos encontramos ante una nueva crisis. Una crisis y unas consecuencias que se hacen notar a escala global. En Euskal Herria, esta crisis derivada de la pandemia abre diferentes grietas del sistema capitalista que debemos forzar. Es un momento de cambios potenciales que pueden devenir en un cambio de paradigma. Pero la dirección que estos tomen, todavía no está definida. Las medidas de control social y disciplinamiento, que ya se están aplicando, confirman nuevamente cuál es la posición tanto de la burguesía española como de la vasca y, al mismo tiempo, cuál es la dirección de los cambios que estas proponen. Debemos prepararnos para asistir a una reestructuración del mundo del trabajo, con el aumento simultáneo de la opresión, la vigilancia y la represión. Pero como venimos diciendo, la historia no está escrita y por ello debemos seguir reivindicando como única salida, la lucha, articulando así la organización de la clase trabajadora para lograr nuestra liberación y destruir este sistema.
Tengamos siempre presente el mensaje revolucionario que el primero de mayo contiene. Esta es la única posibilidad, tanto hoy como ayer, para caminar hacia la verdadera emancipación social y política de la clase trabajadora.
2 respuestas
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Pandemiarekin ala gabe, antolatu dezagun borroka, antola gaitezen!
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